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Después de Irán:
mantener pacífica la energía nuclear

Henry D. Sokolski

La ecuación nuclear de hoy

Indice
Sobre este tema
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Después de Irán: mantener pacífica la energía nuclear
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No con un gemido: imágenes de destrucción masiva en la ficción y el cine
Agáchate y cúbrete
Bibliografía (en inglés)
Sitios en la Internet (en inglés)
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Exhibición de un misil Shahab 3 en un desfile en Teherán
Foto de arriba: Exhibición de un misil Shahab 3 en un desfile en Teherán el 21 de septiembre de 2000. El Shahab 3 tiene la capacidad de transportar una carga nuclear y un alcance de 1.300 kilómetros. (Vahid Salemi, AP Wide World Photos)

La mejor oportunidad que tienen las naciones de prevenir más proliferación nuclear es aplicar la presunción original del Artículo IV del Tratado de No Proliferación Nuclear, dice el autor Henry Sokolski. La premisa del Artículo IV se dirige "contra la propagación innecesaria de actividades y materiales nucleares inseguros". Sokolski escribe que, en el caso de Irán, "la operación de una planta de enriquecimiento por Teherán… no debería considerarse como algo pacífico ni protegido por el Artículo IV del TNP".

Sokolski es el director ejecutivo del Centro de Educación de Política sobre la No Proliferación), organización educativa sin fines de lucro de Washington, y es coeditor con Patrick Clawson de Getting Ready for a Nuclear-ready Iran (Colegio de Guerra del Ejército de Estados Unidos, primavera 2005).

La afirmación de Irán de que tiene un derecho "pacífico" de adquirir todo lo que necesita hasta quedar a pocos días de tener una bomba debería hacernos recordar lo que se supone que debe evitar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Como explicó en 1959 el diplomático que propuso por primera vez el tratado, el ministro de relaciones exteriores irlandés Fred Aiken, un mundo de estados listos para emplear armas nucleares equivaldría a una ciudad repleta de residentes armados apuntándose recíprocamente a la cabeza. En algún momento, la sospecha mutua y la ventaja de disparar primero podrían desatar el caos.

Esto es lo que se suponía que el TNP debía evitar. En 1965 la Asamblea General de las Naciones Unidas resolvió que el TNP estaría "libre de escapatorias que pudieran permitir que la energía nuclear o no nuclear se usara directa o indirectamente para la proliferación de armas nucleares de cualquier tipo". Como resultado, los negociadores del tratado rechazaron propuestas de México y de España para hacer obligatorio, de acuerdo con el TNP, que los estados con armas nucleares compartieran "toda la tecnología de reactores y combustibles", incluidos los medios para producir materiales usados en armas nucleares.

Los negociadores del tratado comprendieron que aunque las naciones debían tener la libertad de desarrollar energía nuclear "pacifica" conforme al TNP, el hecho de que una actividad particular respondiera a este criterio dependía de un número de factores. Primero, ¿podía la actividad en cuestión ser protegida, como lo requería el TNP, para impedir que fuera desviada "de usos pacíficos a armas nucleares"? ¿Podía el supervisor nuclear del TNP, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), vigilar de una manera que le permitiera detectar fácilmente la pérdida o robo de material nuclear suficiente para hacer una bomba antes de que este material pudiera ser realmente usado para fabricar un explosivo?

El cumplimiento de estos criterios de detección oportuna, que la OIEA ha adoptado para definir sus procedimientos de salvaguarda, todavía es inalcanzable en las instalaciones nucleares que manejan o pueden producir rápidamente grandes cantidades de combustible nuclear que puede usarse para fabricar armas. Esas unidades industriales incluyen plantas de separación de plutonio, instalaciones de enriquecimiento de uranio y plantas que procesan uranio altamente enriquecido (UAE) y combustibles con base de plutonio.

Pérdidas en Japón y Gran Bretaña

¿Por qué son insuficientes las inspecciones de esas plantas para salvaguardar de esos desvíos? Consideremos la experiencia de Japón. En enero de 2003 las autoridades japonesas admitieron que su planta piloto de reprocesamiento de plutonio en Tokai-Mura "perdió" durante los 15 años previos 206 kilogramos de plutonio que podía usarse para hacer armas (aproximadamente 40 bombas rudimentarias). Los japoneses no habían desviado el material; simplemente no sabían dónde podía haber ido a parar. Una teoría popular es que el material "quedó pegado en las cañerías"; otra es que permanece disuelto en líquidos químicos. Estas pérdidas se sumaron a los 70 kilogramos de plutonio que Japón había reconocido previamente que seguían sin encontrarse en una planta de fabricación de combustible con base de plutonio. Los británicos, por su parte, han experimentado pérdidas similares en su planta de reprocesamiento de plutonio en Sellafield. Allí desaparecieron en el 2003 19 kilogramos de plutonio separado, y en el 2004 no pudo encontrarse otros 30 kilogramos de plutonio separado.

Todas estas plantas funcionaban bajo el ojo atento de la OIEA. Esto destaca dos deficiencias importantes en las salvaguardas. Primero, al ser cada año las cantidades perdidas de plutonio que puede usarse para fabricar armas muchas veces más de las que se necesitan para hacer una bomba, no hay manera de asegurarse de que este material no haya sido desviado ya. Segundo, cualquier nación que opere esas plantas podría en cualquier momento tomar cualquier material nuclear que ya haya producido (tanto registrado como sin registrar) y convertirlo en bombas mucho antes de que cualquier inspector o autoridad externa pueda actuar para bloquear el desvío.

También son posibles escenarios espeluznantes de pérdidas de materiale en las instalaciones comerciales de enriquecimiento de uranio y plantas de fabricación de combustible de uranio altamente enriquecido, que producen toneladas de uranio enriquecido cada año. Por ejemplo, los inspectores de la OIEA todavía no pueden verificar independientemente la capacidad de producción de una determinada planta de centrifugación y enriquecimiento. El operador de una planta de enriquecimiento podría "reducir" la capacidad de su instalación ante los inspectores de la OIEA y, entre una y otra inspección, producir subrepticiamente y desviar uranio enriquecido con fines militares sin ser detectado. Más aún, semejantes desvíos podrían ocurrir sin que los inspectores de la OIEA sean necesariamente alertados.

Asimismo (como ocurre con las instalaciones de manejo de plutonio en gran cantidad) existe el problema de cuán rápidamente un estado sin armas nucleares puede eludir sus obligaciones del TNP y hacer bombas con estas plantas. Todas las instalaciones mencionadas elaboran materiales que podrían ser convertidos en bombas en días o semanas, mucho antes de que cualquier autoridad externa pueda intervenir, aunque se haya detectado el desvío.

En estas actividades, a menos que haya necesidades económicas apremiantes de continuarlas, hay imperativos de seguridad obvios para frenarlas y, entonces, a menos que haya una necesidad económica persuasiva para actuar. En esta categoría caen claramente el reprocesamiento de plutonio, la fabricación de plutonio y combustibles con base de UAE, y la producción de UAE. Todas estas actividades nucleares generan o manejan materiales nucleares que pueden usarse para fabricar armas, no son esenciales para la energía nuclear civil y, en la mayoría de los casos, son causas seguras de pérdidas financieras.

Un superávit de capacidad de enriquecimiento

En cuanto al uranio natural ligeramente enriquecido que contiene del 3 al 5 por ciento de uranio-235, se lo necesita para alimentar los reactores de agua liviana del mundo. Lo que no hace falta, sin embargo, es ampliar el superávit actual de la capacidad de enriquecimiento, que es más que suficiente para abastecer la demanda mundial durante por lo menos los próximos 10 a 15 años. Dado que no lleva más de 5 años construir una capacidad adicional sustancial de enriquecimiento, el tiempo necesario para que cualquier nación construya o invierta en la creación de más capacidad neta es todavía de por lo menos 5 a 10 años. Eso y la preocupación sobre la propagación de esta tecnología son las razones por las cuales el presidente George W. Bush y el director general de la OIEA, Mohamed ElBaradei, han propuesto restringir la construcción de nuevas plantas de enriquecimiento.

Ciertamente, no hay justificación económica para que novicios nucleares como Irán enriquezcan uranio. Teherán sólo tiene una estación de energía nuclear que requiere combustible de uranio ligeramente enriquecido, y Rusia ha prometido suministrarle todo el uranio enriquecido que necesite durante toda la existencia del reactor. Al margen de la cuestión de la honradez de Irán (incluso después de dos años de investigaciones intensas la OIEA no ha podido decir todavía si Teherán ha iniciado la fabricación de bombas), la operación de una planta de enriquecimiento por Irán no puede defenderse desde el punto de vista económico ni del de las salvaguardas. Como tal, este emprendimiento no debería considerarse pacífico ni protegido por el Artículo IV del TNP.

Nuevamente, si Irán tuviera un derecho legal de adquirir semejantes instalaciones nucleares innecesarias e imposibles de salvaguardar, ¿qué impedirá que los vecinos de Teherán sigan el ejemplo y estén también preparados para fabricar armas nucleares rápidamente? En efecto, ¿que impediría un mundo cuyo surgimiento ElBaradei ha advertido repetidamente: uno con 20 o más estados a sólo un día o semanas de obtener una bomba, todos inducidos a creer que sus capacidades nucleares podrían mantenerlos seguros? Sabemos a dónde condujeron el armamentismo y las sospechas recíprocas en 1914: a la primera y segunda guerras mundiales, con más de 100 millones de muertos. Imaginemos un polvorín similar, sólo que esta vez con rivales armados con bombas nucleares que van desde Pekín a Washington y desde Argelia a Japón.

Retorno a los fundamentos del TNP

Si queremos evitar lo peor, deberíamos volver a la premisa original del TNP en su Artículo IV contra la propagación innecesaria de actividades y materiales nucleares inseguros. Específicamente, antes, durante y después de la Conferencia de Revisión del TNP los estados deberían considerar propuestas para extender la premisa original del Artículo IV a los estados abastecedores y receptores de material y tecnología nuclear por igual y, en la medida de lo posible, también a estados que no son miembros del TNP. Entre las medidas que deberían considerarse se cuentan las siguientes:

  • Una congelación indefinida de cualquier expansión de actividades existentes de separación de plutonio, y de plantas de fabricación de combustible que manejan material que puede usarse para hacer armas nucleares, hasta que puedan diseñarse métodos para proveer detección apropiada y oportuna y advertencia sobre desvío en estas plantas.

  • Una moratoria de cinco años, renovable, sobre la expansión de la capacidad neta de enriquecimiento de uranio de cualquier nación. Conforme a esta propuesta, los estados podrían modernizar la capacidad existente, pero cualquier capacidad nueva que agreguen tendría que ser equilibrada por la reducción de una cantidad equivalente de la capacidad anterior.

  • Un llamado a todos los estados para que comparen abiertamente cualquier propuesta de construir o completar una gran instalación nuclear con alternativas que puedan producir beneficios similares a menos costo. Aquí Estados Unidos podría tomar la delantera defendiendo el título V de la Ley de No Proliferación Nuclear de Estados Unidos de 1978. Conforme a esta ley, Estados Unidos "cooperará con otras naciones, instituciones internacionales y organizaciones privadas en el establecimiento de programas para asistir en el desarrollo de recursos de energía no nuclear". Hasta la fecha, no se han cumplido las provisiones claves de esta ley.

  • Una suspensión de las transferencias internacionales de materiales nucleares que puedan usarse para fabricar armas, o sea, de uranio altamente enriquecido o plutonio separado, a menos que el propósito de la transferencia sea eliminar el material o hacerlo menos accesible para usarlo en armas.

  • Una reevaluación de las limitaciones de la OIEA para salvaguardar las instalaciones y materiales nucleares que vigila.

En cada caso, la Conferencia de Revisión del TNP puede evaluar los méritos de instituir o extender cada una de estas propuestas cada 5 años. Esto le daría a la Conferencia de Revisión del TNP importantes temas operativos en los cuales concentrarse. Lo que es más importante, la adopción de una o más de estas propuestas adelantaría mucho para darle mayor peso al Artículo IV y a la energía nuclear "pacífica", o sea lograr el propósito final del TNP. La alternativa es esperar no sólo por más casos como el de Irán, sino la simple desaparición del TNP.

La ecuación nuclear de hoy

Las opiniones expresadas en este artículo no necesariamente reflejan los puntos de vista o las políticas del Departamento de Estado de Estados Unidos.

La ecuación nuclear de hoy