Los últimos 30 años han visto en todo el mundo el surgimiento de movimientos sin violencia con el lema de “el pueblo al poder”, impulsando los derechos humanos y derrocando a los gobernantes represivos. En este número de eJournal USA, se demuestra que las acciones sin violencia pueden tener más influencia que las insurrecciones armadas para alcanzar un cambio social.
La insurgencia armada cobra un alto precio en vidas humanas. Los movimientos no violentos de “poder popular” alcanzan el éxito cuando despiertan la atención general de la represión oficial, ganando el apoyo de los indecisos.
Las raíces históricas del pensamiento pacifista y la acción no violenta datan del siglo XVI en Europa, pero esa tradición intelectual se consolidó durante los siglos XIX y XX en Estados Unidos, desde donde se difundió por toda Asia y África.
Millones de ciudadanos estadounidenses han acudido a organizadores comunitarios para aprender a presionar a los gobiernos a que hagan lo correcto.
La victoria electoral de Barack Obama en 2008 demostró que las herramientas de la Web pueden tener un poderoso alcance, tanto como para donar dinero como para utilizar con efectividad el apoyo de grandes cantidades de voluntarios.
Las herramientas que permiten las telecomunicaciones, nuevas y simples, eliminan obstáculos a la acción colectiva de la gente común y corriente y, en consecuencia, cambian el mundo.
Guerrear no es parte de la condición humana natural. La civilización propugna otros medios menos violentos de efectuar cambios.
La teoría del juego sugiere que, si bien no es simple en absoluto de lograr, la cooperación muchas veces puede ser preferible al conflicto.
No hay una formula única para lograr el cambio social en un mundo tan enormemente complejo y diverso. Sin embargo, el mundo ofrece la oportunidad de lograrlo a quienes tienen suficiente visión y dedicación para tocar la vida de los pueblos, con proyectos impulsados en la no violencia, el progreso y la esperanza. Howard Cincotta, corresponsal especial de America.gov, nos muestra el perfil de siete de esas personas que supieron cambiar el mundo.
Las democracias estables tienen algunas de las economías más dinámicas, innovadoras y productivas del mundo, pero persisten los interrogantes: ¿podrán las democracias pobres o en transición alcanzar un crecimiento económico sostenido? ¿Cuáles son las políticas que deben seguir sus gobiernos para conseguir ese resultado?
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