En mis propias palabras:
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Mi padre era oficial de la Fuerza Aérea. Cuando niña, eran pocos los años que mediaban entre un traslado y otro, lo que para mí suponía decir adiós muchas veces. También significaba acostumbrarme a una nueva comunidad y a una nueva escuela tras cada mudanza. Era algo que me daba pavor porque yo era muy tímida. Todavía recuerdo la sensación de aprensión que me invadía y el nudo que sentía en la garganta al entrar en una escuela nueva. Todos los estudiantes ya se conocían. Siempre me llevaba algún tiempo aprender cómo iban las cosas, lo que estaba bien visto y lo que no era aceptado. Para mí era siempre una lucha encontrar mi sitio, cosa que nunca es una tarea divertida. Los sentimientos afloran. La tristeza, la ira, el estrés, la preocupación, el nerviosismo y todas las demás emociones que son normales. Esas emociones que nos hacen humanos. Pero este torrente de emociones puede tener un efecto particularmente fuerte en las niñas durante su adolescencia. Los cambios en el cuerpo, de amistades y de escuelas, y el hecho de que nos vamos haciendo adultos pueden hacer que la vida nos parezca confusa y dura. Es algo totalmente normal. Pero la lucha por adaptarme al grupo me agobiaba. Era tímida y, encima, no tenía mucha confianza en mi capacidad de hacer nuevas amistades. Era la chica que recorría los pasillos cabizbaja y tensa. Me ajustaba la ropa y me arreglaba el pelo a cada minuto. Cuando hablaba, mi voz tan baja era casi inaudible. Me sentía nerviosa y desconfiaba de mí misma. Es ya un hecho que las jóvenes sufren de pérdida de autoestima durante la adolescencia. Lo que ello significa es que sufre mucho la percepción de su valoración propia y de su competencia. Creo que parte de ello se debe al deseo de integrarse bien en el grupo. Y otra parte se debe a lo que las chicas ven en los medios de información, que nos asedian con mensajes malsanos que se difunden en las videocintas, las revistas y en la televisión sobre cómo se "supone" que sean las jóvenes. La falta de autoestima puede tener consecuencias muy graves. ¿Han visto las estadísticas? Antes de graduarse de secundaria, una de cada tres niñas, a lo menos, experimentará depresión, ansiedad o trastornos alimentarios, el doble de la cifra registrada para los varones. ¡Es terrible! Para mí lo difícil era no tener una historia en común con mis compañeros. Yo era la intrusa. Pero algo que sí tenía en común con ellos era el fútbol. Dondequiera que iba sabía que con el balón de fútbol podía conectar con los demás. Para mí el equipo de fútbol equivalía a un lugar familiar y a amigos instantáneos. Podía expresarme en el campo de juego. El trabajar con empeño me ayudaba a despojarme de mi nerviosismo. Las chicas que practican deportes y hacen ejercicio físico tienen más probabilidad de sentirse bien sobre ellas mismas. Y eso se aplica a todas las actividades físicas, desde yoga hasta el baloncesto. Incluso hoy, no siento confianza en mí misma todo el tiempo. Todavía pienso sobre si le caigo bien a los demás. Cuando me empiezo a sentir así, telefoneo a mi madre, o a mi hermana o a una amiga y hablamos sobre ello. O bien hago cosas que sé que me hacen sentirme bien, como ejercitarme, o cocina o leer. Siempre habrá cosas que te pondrán nerviosa o te harán dudar de tí misma. Así es la vida. Y aun con la vida tan afortunada que tengo, siempre me sobrecogen esos sentimientos al comienzo de la temporada de los partidos, o cuando conozco a gente nueva o cuando tomo decisiones importantes. Cuento con un grupo pequeño y reducido de amigas muy entrañables. Muchas han sido compañeras de equipo por muchos años. Hemos pasado mucho juntas. Conocen lo bueno, lo malo y lo desagradable que tengo, y todavía me aceptan. Me han enseñado que lo que vale en la vida es cómo tratas a los demás. Creo que ahora tengo una historia en común con mis amigas. A lo largo de nuestras vidas merma la autoestima cuando nos sentimos como un fracaso y aumenta cuando nos parece que hemos triunfado. Hacer algo bien, recibir elogios y sentirse amado nos dura para largo. Todos necesitamos explorar oportunidades en las que podemos sobresalir y sentirnos satisfechos con nosotros mismos. La actividad física y la participación en deportes es una forma maravillosa de ganar confianza en tí misma y crear tu sentido de valoración propia. Puedes fijar tus propias metas, plantearte desafíos, sentirte bien por tus logros y aprender que después del fracaso de hoy se encuentran las oportunidades del mañana.
Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente los puntos de vista o las políticas del gobierno de Estados Unidos. |