En Estados Unidos (EE. UU.), los hispanos
tienen una rica diversidad cultural que
varía según su país de origen. De hecho, el
40% de los hispanos en EE. UU. es de origen
extranjero. Además, los hispanos de distinta
procedencia que viven en este país también
difieren entre sí en las conductas de riesgo
del VIH, la percepción del riesgo, la
utilización de servicios de prevención del
VIH y la etapa en que se les diagnostica el
SIDA (1,2).
Esta diversidad es un dato importante para
la prevención del VIH, ya que los hispanos
están afectados en forma desproporcionada
por el virus de la inmunodeficiencia humana
(VIH) y el síndrome de la inmunodeficiencia
adquirida (SIDA). En el 2006, los hispanos
conformaban el 15% de la población de EE. UU.,
pero representaban el 18% de los nuevos
casos diagnosticados de VIH/SIDA (3)
y el 18% de las personas que tenían la
infección por el VIH (4);
la tasa estimada de nuevos casos de
infección por el VIH era 2.6 veces más alta
en los hispanos que en los blancos no
hispanos (29.4 casos por 100,000 habitantes
frente a 11.5 casos por 100,000 habitantes) (5).
Además, los datos complementarios de las
entrevistas de vigilancia sobre el VIH/SIDA
del 2000 al 2003 indican que los hispanos
tienen dos veces más probabilidades que los
blancos no hispanos de hacerse la prueba una
vez la infección está en una etapa más
avanzada (6).
Debido a que la realización de pruebas del
VIH, y en especial el conocimiento oportuno
de la infección, son fundamentales para la
prevención, los CDC analizaron la base de
datos de los servicios de consejería y
realización de pruebas del VIH del 2005 (Counseling
and Testing o CT), con el fin de
caracterizar las pruebas del VIH en los
hispanos que utilizan estos servicios en
centros que se financian con fondos públicos
en Estados Unidos, Puerto Rico y las Islas
Vírgenes de los EE. UU.
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