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Serie de Reportes de Investigación - El VIH/SIDA


¿Qué es la HAART?



La disponibilidad de la terapia HAART desde 1996 ha tenido un efecto dramático sobre el VIH/SIDA. La HAART consiste en una combinación individualizada de diferentes tipos de medicamentos que el médico receta basándose en factores como la carga viral del paciente, el conteo de linfocitos CD4+ y los síntomas clínicos. Los linfocitos CD4+ son las células sanguíneas blancas que han sido infectadas y destruidas por el VIH, produciendo un sistema inmunológico debilitado y el SIDA. Aunque no es una cura, la HAART controla la carga viral ayudando a retrasar el comienzo de los síntomas y así logrando una supervivencia más larga en las personas diagnosticadas con VIH/SIDA.5

Con la terapia HAART, las consecuencias médicas asociadas con el VIH/SIDA han cambiado. Los nuevos diagnósticos de infecciones asociadas al VIH y algunas complicaciones neurológicas, como la demencia causada por la infección con VIH, han disminuido desde la introducción de esta terapia.5,6 Sin embargo, ha habido un aumento en otros problemas neurológicos como daño de los nervios periféricos, con el uso de esta terapia. También hay informes que vinculan a la HAART con un aumento en los niveles de lípidos sanguíneos (incluyendo el colesterol), un metabolismo anormal de la glucosa y otras complicaciones clínicas tales como enfermedades cardiacas.

La hepatitis C
La infección por el VHC (virus de la hepatitis C), la principal causa de enfermedad hepática, tiene una alta prevalencia entre los UDI y a menudo ocurre concomitantemente con la infección por el VIH. De hecho, entre el 85 y el 90 por ciento de los UDI infectados con VIH también pueden estar infectados con el VHC.7 Los estudios financiados por el NIDA han encontrado que a los tres años de haber comenzado el uso de drogas inyectables, la mayoría de los UDI contraen la hepatitis C.

Aproximadamente 4 millones de personas en los Estados Unidos están infectadas con el VHC, y de éstas, aproximadamente 400.000 están infectadas concurrentemente con el VIH, lo que incrementa el riesgo de desarrollar una enfermedad hepática grave, especialmente entre los drogadictos.8 La hepatitis crónica por VHC y la infección concurrente por el VIH producen una evolución más acelerada hacia la enfermedad hepática terminal y la muerte en comparación con las personas que sólo están infectadas con el VHC.

A pesar que el tratamiento de las infecciones concurrentes del VIH y el VHC presenta ciertos retos, el tratamiento durante la fase aguda de la infección del VHC (Ej., de 6 a 12 meses después de detectarse) ha mostrado ser prometedor. El tratamiento iniciado durante este periodo mejora significativamente la calidad de vida de los pacientes infectados y esta es la razón por la cual debe ser instaurado.

Las interacciones potenciales entre los medicamentos en la HAART y los usados para tratar la adicción a las drogas pueden disminuir la eficacia de cualquiera o de ambos tratamientos. Por ejemplo, cuando se administra la metadona, un tratamiento para la adicción a la heroína y otros opioides, conjuntamente con ciertos medicamentos antirretrovirales que forman parte de la terapia HAART, la concentración de metadona en la sangre disminuye significativamente,9 potencialmente comprometiendo su eficacia. Se están realizando investigaciones para determinar si la buprenorfina, un medicamento nuevo para el tratamiento de adicciones a los opioides, tiene desventajas parecidas.

Uno de los desafíos para los pacientes tratados con la HAART es el adherirse a la rutina de medicación necesaria para obtener el máximo beneficio de esta terapia. Lograr esta adherencia puede resultar especialmente problemático para los toxicómanos con un estilo de vida caótico, que puede interferir con su habilidad de seguir los regímenes prescritos. Además, ya que la HAART reduce la carga viral, algunos pacientes creen erróneamente que no necesitan adherirse al régimen del tratamiento o que una carga viral menor significa que ya no existe el riesgo de trasmitir el VIH.10,11,12 Esta creencia, a su vez, puede llevar a que el paciente se vuelva complaciente en cuanto a comportamientos arriesgados y que reanude los comportamientos sexuales y las prácticas de inyección peligrosas.13 Las investigaciones apoyadas por el NIDA han ayudado a mejorar los resultados del VIH entre los UDI y han adelantado nuevos descubrimientos y enfoques para tratar las consecuencias médicas que resultan de una vida más larga con esta enfermedad.


¿Cuáles poblaciones son las más afectadas?



Mientras que todos los grupos poblacionales son afectados por el VIH/SIDA, no todos son afectados por igual. Los primeros grupos poblacionales afectados por el SIDA eran principalmente los hombres que tenían sexo con otros hombres y los UDI. De hecho, el uso de drogas inyectables ha sido asociado directa o indirectamente (Ej., a través del sexo con un UDI, o en la transmisión madre a hijo) con más de un tercio de los casos de SIDA en los Estados Unidos. Los UDI continúan teniendo un mayor riesgo de desarrollar el VIH u otras infecciones asociadas con el abuso de drogas, incluyendo la hepatitis B y C, endocarditis, infecciones de la piel y abscesos. Sin embargo, durante los últimos años, la proporción de casos de SIDA atribuibles al uso de drogas inyectables ha disminuido mientras que la proporción de casos atribuibles a la transmisión heterosexual ha aumentado. Del 2000 al 2004, el número de casos de SIDA diagnosticados anualmente que se atribuyen al contacto heterosexual ha aumentado en un 18 por ciento entre las mujeres y en un 24 por ciento entre los hombres. En el 2003, los hombres que tuvieron sexo con otros hombres y aquellos expuestos a través del contacto heterosexual, en conjunto, alcanzaron aproximadamente un 77 por ciento del total de casos de SIDA diagnosticados ese año, con alrededor de un 46 por ciento de casos totales correspondientes a hombres que tuvieron sexo con otros hombres.14

Los afroamericanos tienen disparidades asombrosas en las tasas de infección por VIH en comparación con otros grupos poblacionales y tienen un riesgo especialmente alto de desarrollar el SIDA. Por ejemplo, mientras los afroamericanos constituyen solamente el 13 por ciento de la población en los Estados Unidos, componen un poco más de la mitad de los casos de SIDA diagnosticados en el 2004. Es más, las mujeres afroamericanas constituyen el 68 por ciento de los casos diagnosticados de VIH/SIDA entre mujeres en el 2001, mientras que los casos entre mujeres blancas representan el 16 por ciento y entre hispanas el 15 por ciento del total para ese año.15 Y, aunque los afroamericanos entre 13 y 19 años representan solamente el 15 por ciento de los adolescentes estadounidenses, constituyen el 66 por ciento de los casos nuevos de SIDA reportados entre adolescentes en el 2003.16

El VIH/SIDA: Una desigualdad en los afroamericanos
Las tasas desproporcionadamente altas de infección por VIH entre los afroamericanos han aumentado de manera continua a través del tiempo. Al final del 2004, un promedio de 178.000 afroamericanos se encontraban padeciendo del SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), la proporción más alta entre todos los grupos raciales o étnicos. Los afroamericanos también representan el 43 por ciento de los casos de SIDA diagnosticados desde el comienzo de la epidemia, la misma que ha afectado de manera exagerada a los subgrupos de afroamericanos tales como las mujeres, jóvenes y hombres que tienen sexo con otros hombres.

Actualmente, el VIH/SIDA es la principal causa de muerte entre todos los afroamericanos incluidos en el grupo de edad entre 25 a 44 años, por encima de las enfermedades cardiacas, los accidentes, el cáncer y el homicidio.17 Las tasas desproporcionadas de infección por VIH entre los afroamericanos no se deben a tasas más altas de uso de drogas inyectables o de adicción en este grupo poblacional. De hecho, estudios recientes sugieren que los afroamericanos tienen tasas menores de adicción que los blancos (8.3 por ciento en comparación con 9.6 por ciento para el abuso o dependencia a las drogas o al alcohol),18 pero no hay una diferencia significativa en las tasas de uso de drogas inyectables entre los dos grupos. Las diferencias que se han notado pueden reflejar parcialmente los datos que muestran que los afroamericanos forman parte del grupo de personas que se dieron cuenta de su infección en etapas tardías del proceso de la enfermedad, y que, por lo tanto, representan oportunidades para el tratamiento que se han dejado pasar por alto.

Para abordar estas disparidades, el NIDA está fomentando investigaciones que examinen la relación entre el abuso de drogas y la prevalencia del VIH y la morbilidad y mortalidad asociadas con el VIH y el SIDA entre los afroamericanos, así como estudios que midan la eficacia de los programas de prevención y tratamiento para el VIH en estas poblaciones. El NIDA también fomenta estudios enfocados en el nexo entre el abuso de drogas, el VIH/SIDA y la relación entre el sistema judicial y los afroamericanos para determinar cuando es mayor el riesgo de contraer y transmitir el VIH (por ejemplo, durante la supervisión en la comunidad, en las cárceles o durante el reingreso a la sociedad). Se requieren estudios adicionales que caractericen los factores de riesgo y de protección para poder desarrollar intervenciones preventivas que sean culturalmente apropiadas y dirigidas a reducir la infección por VIH y a disminuir las consecuencias asociadas a la salud y los trastornos concurrentes como la hepatitis C.

Los jóvenes entre 13 y 24 años también corren riesgo de desarrollar el VIH/SIDA, pero los jóvenes pertenecientes a minorías tienen un riesgo particularmente alto. De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), alrededor de unos 40.000 jóvenes en los Estados Unidos han sido diagnosticados con SIDA. Este número representa aproximadamente el 4 por ciento de los casos cumulativos de SIDA en el 2004. Es más, entre el 2000 y el 2004, la proporción de jóvenes diagnosticados con SIDA aumentó de un 4.3 por ciento al 5.1 por ciento. Este grupo tiene comportamientos de riesgo para el desarrollo de una infección por VIH, incluyendo la experimentación sexual y el abuso de drogas, que a menudo son el resultado de una fuerte presión por parte de sus compañeros y amigos de la misma edad y una menor supervisión por parte de los padres que ocurre con frecuencia cuando llegan a la adolescencia.

Y para agravar esta vulnerabilidad de los adolescentes, hoy existe la noción del olvido generacional, es decir, una visión reducida de los peligros asociados con el VIH/SIDA entre ciertos miembros de las generaciones actuales. Los estudios demuestran que es más probable que la juventud de hoy mantenga esta noción en comparación con los americanos mayores, que fueron testigos de la alta tasa de mortalidad asociada con la rápida progresión del VIH al SIDA a principios de la década. Además, un estudio que comparaba a los jóvenes que vivían con la infección por VIH antes y después del descubrimiento de la terapia HAART encontró que era más probable que los jóvenes de la etapa pos-HAART tuvieran sexo sin protección y se involucraran en el abuso de drogas; sin embargo, se desconoce si esto es un resultado directo de la disponibilidad de
la HAART.19

Indice

Nota de la Directora

¿Cómo afecta el abuso de drogas a la epidemia del VIH/SIDA?

¿Quién corre riesgo de infectarse con el VIH y cómo se convierte el VIH en SIDA?

¿Cuál es el alcance de la infección por VIH/SIDA en los Estados Unidos?

¿Qué es la HAART?

¿Cuáles poblaciones son las más afectadas?

¿En qué forma afecta el tratamiento para el abuso de drogas a la epidemia del VIH/SIDA?

¿Cuáles son los programas para la prevención del VIH/SIDA que mejor funcionan?

¿Cómo ha cambiado la epidemia del VIH/SIDA en los últimos 25 años?

¿Cómo podemos combatir estas tendencias?

¿Cuáles son los pasos que se deberían tomar?

Resumen

Glosario

Recursos

Referencias

Abuso de la Marihuana Serie de Reportes


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