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Cánceres poco comunes de la niñez: Tratamiento (PDQ®)
Versión Paciente   Versión Profesional De Salud   In English   Actualizado: 12/18/2008



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Cánceres de cabeza y cuello

Carcinoma nasofaríngeo
        Opciones de tratamiento bajo evaluación clínica
Estesioneuroblastoma
Tumores tiroideos
Cánceres orales
Tumores de las glándulas salivales
Cáncer de laringe y papilomatosis
Carcinoma de las vías respiratorias con compromiso del gen NUT del cromosoma 15

Nota: algunas citas en el texto de esta sección vienen seguidas de un grado de comprobación científica. Los consejos de redacción del PDQ usan un sistema de clasificación formal para ayudar al lector a juzgar la solidez de las pruebas relacionadas con los resultados observados en una estrategia terapéutica. (Para mayor información, consultar el sumario del PDQ sobre Grados de comprobación científica.)

Los cánceres de cabeza y cuello incluyen el carcinoma nasofaríngeo, el estesioneuroblastoma, los tumores de la tiroidea, el cáncer de boca, el cáncer de las glándulas salivales, el carcinoma laríngeo, la papilomatosis y el carcinoma de las vías respiratorias que compromete el gen NUT en el cromosoma 15. El pronóstico, el diagnóstico, la estadificación y el tratamiento de estos cánceres se examinan más abajo.

Carcinoma nasofaríngeo

El cáncer nasofaríngeo surge en el revestimiento de la cavidad nasal y la faringe.[1,2] Este tumor representa alrededor de la tercera parte de todos los cánceres de las vías respiratorias superiores. La incidencia aproximada de este tumor es de 1 en 100.000 personas menores de 20 años en los Estados Unidos de América.[3] Este tumor se presenta con frecuencia en el norte de África y el sudeste de Asia.

El carcinoma nasofaríngeo se presenta con relación al virus de Epstein-Barr (VEB), el virus relacionado con la mononucleosis infecciosa.[4] El virus se puede detectar en los especímenes de biopsia de estos cánceres y las células tumorales pueden contener antígenos para el VEB en su superficie celular. La Organización Mundial de la Salud reconoce tres subtipos histológicos. El tipo 1 es el carcinoma de células escamosas; el tipo 2 es el carcinoma no queratinizante y el tipo 3 es el carcinoma indiferenciado.

Este cáncer se disemina con mayor frecuencia hasta los ganglios linfáticos del cuello, lo que puede alertar al paciente, sus padres o el médico de la presencia de este tumor. El tumor también se puede diseminar hasta la nariz, la boca y la faringe, causando ronquidos, epistaxis, obstrucción de las trompas de Eustaquio o pérdida de la audición; también puede invadir la base del cráneo y causar parálisis del nervio craneal o dificultades para mover la mandíbula (trismo). Los sitios de metástasis distantes pueden incluir los huesos, los pulmones y el hígado. La localización del tumor primario se puede determinar por inspección directa de la nasofaringe. El diagnóstico se puede realizar mediante la biopsia del tumor primario o de los ganglios linfáticos agrandados del cuello. Los carcinomas nasofaríngeos se deben distinguir de todos los demás cánceres que se pueden presentar con ganglios linfáticos agrandados y de todos los otros tipos de cáncer del área de la cabeza y el cuello. Así, se deben considerar las enfermedades como el cáncer tiroideo, el rabdomiosarcoma, el linfoma no de Hodgkin, el linfoma de Hodgkin y el linfoma de Burkitt, así como las afecciones benignas como el angiofibroma nasal, que se presenta con epistaxis, y las infecciones que drenan en los ganglios linfáticos del cuello.

Las pruebas diagnósticas deben determinar el alcance del tumor primario y si hay metástasis o no. Para determinar el grado del tumor primario, un especialista otorrinolaringólogo puede realizar la observación de la nasofaringe con un espejo, una prueba realizada por un neurólogo y una prueba de imaginología por resonancia magnética de la cabeza y el cuello. Para determinar si hay enfermedad metastásica también se puede hacer una evaluación del tórax y el abdomen mediante tomografía computarizada y gammagrafía ósea. Asimismo, se deben medir las concentraciones del VEB y del anticuerpo contra el VEB.[1,5]

La estadificación del tumor se realiza utilizando el sistema de clasificación tumor-ganglio-metástasis del American Joint Committee on Cancer (AJCC).[6] La mayoría (>90%) de los niños y adolescentes con carcinoma nasofaríngeo se presentan con enfermedad avanzada (estadio III/IV o T3/T4).[7] Es poco habitual encontrar metástasis en el momento del diagnóstico (estadio IVC). El desenlace clínico se relaciona directamente con el estadio de la enfermedad, con una supervivencia general que oscila entre 80% para el estadio I y el estadio II, y 40% para el estadio III.[8] Otros factores relacionados con un desenlace clínico más precario incluyen: un nódulo de tamaño superior a 6 cm, dosis de radiación de menos de 60 Gy y respuesta precaria a la quimioterapia.[8]

La cirugía tiene una función limitada en el tratamiento del carcinoma nasofaríngeo ya que la enfermedad suele considerarse irresecable debido a su extensa diseminación local. La radioterapia de dosis altas por sí sola puede cumplir una función en el tratamiento del carcinoma nasofaríngeo en sus primeros estadios; sin embargo, los estudios realizados tanto en niños como en adultos mostraron que la terapia de modalidad combinada con quimioterapia y radiación es la manera más eficaz de tratar el carcinoma nasofaríngeo.[8-12] En un metaanálisis de estudios que agregaron quimioterapia a la radioterapia en el tratamiento de adultos con carcinoma nasofaríngeo, la quimioterapia simultánea con radioterapia aportó ventajas significativas a la supervivencia, el control local y regional de la enfermedad, y la reducción de metástasis a distancia.[11] La quimioterapia neoadyuvante resultó solo en una reducción significativa de la recidiva local y regional, mientras que la quimioterapia después de la radioterapia no ofreció ningún beneficio. En dos estudios realizados con niños donde se utilizó quimioterapia con metotrexato, cisplatino, 5-fluorouracilo (5-FU) y leucovorina con interferón-β recombinante o sin él, antes de la radiación, se notificaron tasas de respuesta superiores a 90%.[13,14] Las dosis de radioterapia utilizadas en ambos estudios fueron de aproximadamente 60 Gy. Otras combinaciones de fármacos utilizados en niños con carcinoma nasofaríngeo incluyen bleomicina, epirrubicina y cisplatino, cisplatino y fluorouracilo y cisplatino, metotrexato y bleomicina.[2] Se notificó la incorporación de dosis altas de braquiterapia en el enfoque de quimiorradioterapia, pero se desconoce su función en el tratamiento de niños con carcinoma nasofaríngeo.[15,16]

Un informe preliminar sobre el uso de los linfocitos T citotóxicos específicos para el VEB, reveló toxicidad mínima y pruebas de actividad antitumoral significativa en pacientes con carcinoma nasofaríngeo resistente o en recidiva.[17] (Para mayor información, consultar el sumario del PDQ sobre Tratamiento del cáncer de la nasofaringe.)

Opciones de tratamiento bajo evaluación clínica
  • ARAR0331: este ensayo del Children's Oncology Group (COG-ARAR0331) evalúa la eficacia de la terapia de inducción con cisplatino junto con 5-FU seguida de la administración simultánea de quimioterapia (cisplatino) y radioterapia con amifostina como radioprotector en pacientes con carcinoma de la nasofaringe en estadios IIB a V según el sistema de estadificación de la AJCC. Los pacientes con enfermedad en estadios I a IIA recibirán solo radioterapia con amifostina.
Estesioneuroblastoma

El estesioneuroblastoma (neuroblastoma olfatorio) es un tumor poco frecuente de células redondas y pequeñas que surge del neuroepitelio nasal y que es diferente de los tumores neuroectodérmicos primitivos.[18-20] En la mayoría de los niños se presenta como una masa nasofaríngea que puede tener extensión local hacia las órbitas oculares, los senos nasales o el lóbulo frontal, con síntomas relacionados. Parecería haber un predominio masculino y la edad promedio de presentación es en la adolescencia. El niño más pequeño que se notificó con este diagnóstico tenía 2 años de edad. No es común la enfermedad metastásica. El tratamiento principal ha sido cirugía y radiación. Las nuevas técnicas, como la cirugía endoscópica del seno paranasal, la radiocirugía y la terapia con haz de protones pueden incidir en el tratamiento de este tumor.[21] Un análisis retrospectivo de datos provenientes del programa Surveillance, Epidemiology, and End Results identificó a 311 pacientes con estesioneuroblastoma.[22] Se estadificó a los pacientes según el grado del tumor. Se consideró que la enfermedad limitada a la cavidad nasal era el estadio más bajo; el compromiso de ganglios linfáticos regionales o metástasis se consideraron el estadio más alto. Este sistema de estadificación se correlacionó bien con el desenlace clínico. Un metaanálisis de 26 estudios con un total de 390 pacientes de estesineuroblastoma, en su mayoría adultos, indica que un grado histopatológico más alto y metástasis hasta los ganglios linfáticos del cuello uterino se pueden correlacionar con factores pronósticos adversos.[23] Los informes recientes indican el uso creciente de la quimioterapia neoadyuvante.[18,19,24,25] Los regímenes quimioterapéuticos que se han utilizado con eficacia incluyen el etopósido (VP-16), ifosfamida y cisplatino (Platinol),[26] vincristina, actinomicina D y ciclofosfamida sin doxorrubicina (Adriamicina), ifosfamida/etopósido, y cisplatino más etopósido o doxorrubicina.[24] La tasa de supervivencia a largo plazo parece ser de aproximadamente 60% a 80%. Las recidivas locales pueden aparecer más tarde en la vida.

Tumores tiroideos

Los tumores de la tiroides se clasifican como adenomas o carcinomas.[27-31] Los adenomas son crecimientos benignos que pueden causar agrandamiento de toda la glándula o parte de ella, se extienden a ambos lados del cuello y pueden ser bastante grandes. Algunos de estos tumores pueden segregar hormonas. La transformación a un carcinoma maligno puede comenzar en algunas células, que entonces pueden crecer y diseminarse hasta los ganglios linfáticos del cuello o hasta los pulmones.

Aunque poco frecuentes, los cánceres de la tiroides representan alrededor de 1,5% de todos los tumores observados en el grupo de edad pediátrica. La mayoría de los carcinomas tiroideos se presentan en niñas.[32] Generalmente, los pacientes con cáncer de la tiroides se presentan con una masa tiroidea, con adenopatía cervical o sin esta.[33-35] Hay una frecuencia excesiva de adenoma y de carcinoma de la tiroidea en los pacientes que previamente recibieron radiación dirigida al cuello.[36,37] Cuando se presenta en pacientes con síndromes de neoplasia endocrina múltiple, el cáncer tiroideo se puede relacionar con la formación de otros tipos de tumores malignos. (Para mayor información, consultar la sección sobre Síndrome de neoplasia endocrina múltiple de este sumario.) La American Thyroid Association Taskforce [38] ha elaboró pautas para el manejo de nódulos tiroideos en adolescentes mayores y adultos, pero aún no se sabe cómo aplicar estas pautas a los nódulos tiroideos en niños.[27]

La evaluación inicial de un niño o adolescente con un nódulo tiroideo debe incluir una ecografía de la tiroides. Las pruebas de función tiroidea suelen dar resultados normales, pero la tiroglobulina puede estar elevada. La estrategia inicial para abordar el diagnóstico es la aspiración con aguja fina (AAF), aunque la experiencia con AAF en los hospitales pediátricos puede ser limitada; en este caso, se debe considerar una biopsia abierta o resección lobular.[39,40] Asimismo, la biopsia abierta o resección también puede ser preferibles para los niños más pequeños.

La categoría diagnóstica general del carcinoma de la tiroides abarca varias histologías,[41] pero la gran mayoría de los tumores son diferenciados. Estos tumores comprenden el carcinoma papilar (60%–75%),[37] el carcinoma folicular (10%–20%), el carcinoma medular (5%–10%) y el carcinoma anaplásico (<1%). El carcinoma folicular puede ser esporádico o familiar y, en general, el carcinoma medular es familiar.[42] Con frecuencia, el carcinoma papilar tiene orígenes multicéntricos y una tasa muy alta de metástasis en los ganglios linfáticos (70%– 90%).[41] El carcinoma folicular está, por lo general, encapsulado y tiene una incidencia más elevada de metástasis en el hueso y los pulmones. Tanto el carcinoma folicular como el papilar tienen, por lo general, una evolución benigna, con una tasa de supervivencia a los 10 años de más de 95%.[43] De los niños y adultos con carcinomas medulares tiroideos, 55% tienen metástasis hematógenas en el momento del diagnóstico.[44] Los pacientes con carcinoma medular de la tiroides tienen un pronóstico reservado, a menos que tengan tumores muy pequeños (microcarcinoma, definido como <1,0 cm de diámetro), que tienen un buen pronóstico.[45]

La cirugía, realizada por un cirujano experimentado especializado en la tiroides, es el tratamiento necesario para todos los neoplasmas tiroideos.[43] La tiroidectomía total o casi total acompañada de disección de los ganglios linfáticos cervicales, cuando esté indicada, es el enfoque quirúrgico más común.[33] Para los pacientes con enfermedad metastásica obvia o invasión ganglionar cuantiosa, se indica una tiroidectomía total y tratamiento con yodo radiactivo. Para los pacientes con un nódulo aislado en la tiroides, el tratamiento puede constar solo de una lobectomía.[33,46] Durante el período de 4 a 6 semanas posteriores a la cirugía, los pacientes sometidos a una tiroidectomía total pueden presentar hipotiroidismo. Se realiza entonces una centellografía de yodo radiactivo (I-131) para buscar neoplasmas residuales funcionalmente activos. Si no hay enfermedad fuera del lecho tiroideo, se administra una dosis ablativa de I-131 (aproximadamente 29 mCi) para destruir completamente la tiroides. Si se comprueba la presencia de enfermedad nodal o diseminada, se necesitan dosis más altas de I-131 (100–200 mCi). En los niños, las dosis de I-131 podrían ajustarse en cuanto al peso y otros factores dependientes de la edad.[47,48] Después de la cirugía y el tratamiento con yodo radiactivo, se debe administrar terapia de reemplazo hormonal para compensar la hormona tiroidea perdida y suprimir la producción de tirotropina (TSH).[49]

El tratamiento inicial (definido como cirugía más ablación de yodo radiactivo, más reemplazo de la tiroides) resulta eficaz al inducir remisión en 70% de los pacientes. La enfermedad extendida en el momento del diagnóstico y un tumor de tamaño mayor, presagian el fallo de la remisión. Un 89% de los pacientes logran remisión con tratamiento adicional.[50] Es necesario realizar evaluaciones periódicas para determinar si hay enfermedad metastásica que compromete los pulmones. Es preciso un seguimiento de por vida.[51] Se deben evaluar periódicamente las concentraciones de tiroglobulina, T4 y la TSH deben evaluarse periódicamente para determinar si la dosis de la hormona de reemplazo es correcta.

Los pacientes con cáncer tiroideo diferenciado disfrutan, por lo general, de excelente supervivencia con relativamente pocos efectos secundarios.[51-53] Sin embargo, la recidiva es común (35%–45%) y se ve más a menudo en los niños menores de 10 años y en aquellos con ganglios linfáticos cervicales palpables en el momento del diagnóstico.[29,54,55] Cabe notar que, en los niños y adolescentes, entre 35% y 45% de los cánceres tiroideos expresan el cotransporte unidireccional de yoduro sódico (un cotransportador de glicoproteína unido por membrana) que es esencial para la captación de yoduro y la síntesis de la hormona tiroidea. Los pacientes cuyos tumores expresan el cotransporte unidireccional de yoduro sódico corren menos riesgo de recidiva.[56] El cáncer tiroideo papilar recidivante generalmente responde al tratamiento de ablación con yodo radioactivo.[57] Incluso los pacientes con un tumor que se diseminó hasta los pulmones pueden esperar que, después del tratamiento apropiado, no se reduzcan sus años de vida. (Para mayor información, consultar el sumario del PDQ sobre Tratamiento del cáncer de la tiroides en adultos.)

Cánceres orales

El cáncer de la cavidad oral es extremadamente poco frecuente en los niños y los adolescentes.[3,58] La gran mayoría (>90%) de los tumores y lesiones de aspecto tumoral de la cavidad oral son benignos.[59-62] Los neoplasmas odontogénicos benignos incluyen el odontoma y el ameloblastoma. Los neoplasmas no odontogénicos más comunes son los fibromas, hemangiomas y papilomas. Las lesiones de aspecto tumoral comprenden los linfangiomas, los granulomas y el granuloma eosinófilo (histiocitoma de células de Langerhans [LCH, por sus siglas en inglés]). Se encontraron tumores malignos en 0,1% a 2% de una serie de biopsias orales realizadas en niños [59,60] y entre 3% y 13% de las biopsias de tumores orales.[61,62] Los tipos de tumores malignos incluyen los linfomas (especialmente el de Burkitt) y los sarcomas (incluso el rabdomiosarcoma y el fibrosarcoma). El tipo de cáncer oral primario más común en adultos, el carcinoma de células escamosas (CCE), es extremadamente poco frecuente en los niños. En la literatura médica solo se encuentran informes esporádicos de casos.[63,64] Los adolescentes con un CCE oral deben se deben examinar para determinar si sufren de anemia de Fanconi.[65,66]

El tratamiento de los tumores orales benignos es quirúrgico. El manejo de los tumores malignos depende de su histología y puede incluir cirugía, quimioterapia y radiación.[67] El LCH puede necesitar de otro tratamiento además de la cirugía. (Para obtener mayor información, consultar los sumarios del PDQ sobre Tratamiento del cáncer de la orofaringe y Tratamiento del cáncer del labio y la cavidad oral.)

Tumores de las glándulas salivales

La mayoría de los neoplasmas de las glándulas salivales surgen en la glándula parótida.[68-72] Alrededor de 15% de estos tumores pueden surgir en las glándulas submandibulares o en las glándulas salivales menores que se encuentran debajo de la lengua y la mandíbula. Con mayor frecuencia estos tumores son benignos pero, en ocasiones muy raras, pueden ser malignos.[73] Por lo general, los sialoblastomas son tumores benignos que se presentan en el período neonatal, pero muy pocas veces hacen metástasis.[74] Para el tratamiento del sialoblastoma metastásico se usó un régimen quimioterapéutico con carboplatino, epirubicina, vincristina, etopósido, ifosfamida y dactinomicina, y se obtuvo respuesta en un niño.[75][Grado de comprobación: 3iiiDiv] Las lesiones malignas incluyen el carcinoma mucoepidermoide,[76] el carcinoma de células acinosas, el rabdomiosarcoma, el adenocarcinoma y el carcinoma no diferenciado. Estos tumores se pueden presentar después de la administración de radioterapia y quimioterapia para tratar una leucemia primaria o tumores sólidos.[77,78] La extirpación quirúrgica radical es el tratamiento de elección, siempre que sea posible, con radioterapia y quimioterapia adicionales para los tumores de grado alto o los tumores que se diseminaron más allá de su lugar de origen.[76,79,80] Por lo general, el pronóstico para los pacientes con estos tumores suele ser bueno.[71,81-83] (Para mayor información, consultar el sumario del PDQ sobre Tratamiento del cáncer de la glándula salival en adultos.)

Cáncer de laringe y papilomatosis

Los tumores benignos de la laringe son poco frecuentes. Los tumores malignos, que son particularmente menos frecuentes, se pueden relacionar con tumores benignos como pólipos y papilomas.[84,85] Estos tumores pueden causar ronquera, dificultad para tragar e inflamación de los ganglios linfáticos del cuello. El rabdomiosarcoma es el más común de los tumores malignos de la laringe en la población de edad pediátrica. El CCE de la laringe se debe tratar de la misma forma que en los adultos con carcinoma en este lugar: con cirugía y radiación.[86] El primer tipo de tratamiento utilizado para estas lesiones puede ser la cirugía de rayos láser.

La papilomatosis de la laringe es un sobrecrecimiento benigno de los tejidos que revisten la laringe y está relacionada con el virus del papiloma humano (VPH), más comúnmente con VPH 6 y VPH 11.[87] La presencia del VPH 11 parece que se correlaciona con una evolución clínica más dinámica que aquella en la que está presente el VPH 6.[88] Esta afección no es cancerosa y su tratamiento primario consiste en ablación quirúrgica con vaporización láser.[89] Las recidivas son frecuentes. Si un paciente necesita más de cuatro procedimientos quirúrgicos por año, se debe considerar el uso de tratamiento con interferón.[90] Un estudio piloto de la inmunoterapia con HspE7, una proteína de fusión recombinante que mostró actividad en otras enfermedades relacionadas con el VPH, indicó un aumento marcado en la cantidad del tiempo transcurrido entre cirugías.[91] Sin embargo, estos resultado se deben confirmar en un ensayo aleatorizado más amplio. Estos tumores pueden producir ronquera por su asociación con nódulos verrugosos de las cuerdas vocales y. muy raras veces, se pueden diseminar hacia el pulmón y producir una morbilidad significativa. Se puede presentar una degeneración maligna, con formación de cáncer de la laringe y cáncer de células escamosas del pulmón. (Para mayor información, consultar el sumario del PDQ sobre Tratamiento del cáncer de la laringe en adultos.)

Carcinoma de las vías respiratorias con compromiso del gen NUT del cromosoma 15

Los investigadores describieron un grupo de pacientes jóvenes con carcinomas de la línea media con un pronóstico muy precario. Los tumores surgen en las estructuras epiteliales de la línea media, incluso el timo, el mediastino, las estructuras de las vías respiratorias y la vejiga. Los mismos exhiben diferenciación escamosa. Los tumores de 8 de 11 pacientes presentaron un desplazamiento cromosómico balanceado t(15;19) que compromete los genes BRD4 y NUT. Estos pacientes no respondieron a la quimioterapia y murieron muy rápido. Los tumores de los tres pacientes restantes presentaban una ruptura cromosómica en el gen NUT del cromosoma 15, pero tenían un cromosoma 19 normal. Estos pacientes eran mayores y tuvieron una supervivencia un poco más larga que la de los ocho pacientes que presentaron el t(15;19).[92]

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