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Pérdida, pena y duelo (PDQ®)
Versión Paciente   Versión Profesional De Salud   In English   Actualizado: 11/21/2008



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Aspectos generales de la terapia para la pena

La mayor parte del apoyo que reciben la personas después de una pérdida proviene de amigos y familiares, pero los médicos y los enfermeros pueden identificar y coordinar ciertos mecanismos de apoyo y sanación, y lograr un cambio importante.[1] Existen en cambio aquellas personas que experimentan dificultades serias durante el proceso de duelo y para las que se recomiendan modelos específicos de intervención. Las intervenciones psicoterapéuticas para la pena son variadas e incluyen terapia individual y de grupo. Los métodos de tratamiento que demostraron ser eficaces en varios grupos de personas en duelo incluyen: psicoterapia dinámica de tiempo limitado, intervención de comportamiento cognitivo, hipnoterapia y desensibilización al trauma.

La consejería y la terapia para la pena están diferenciadas la una de la otra.[2] La consejería para la pena sin complicaciones (normal) lleva a culminar de una manera sana y dentro de un tiempo razonable el proceso de la pena. La consejería para la pena puede ser provista por individuos profesionalmente adiestrados o por otras personas en proceso de duelo. Esta orientación puede llevarse a cabo en grupos de autoayuda o individualmente, y es muy eficaz para las personas que no creen contar con el apoyo familiar o para aquellos que atraviesan un riesgo especial.

Las metas de esta orientación descritas por un autor [2] incluyen las siguientes prácticas:

  • Ayudar al afligido a describir y aceptar la pérdida, a menudo ayudándolo a hablar acerca de ésta y de las circunstancias que la rodean.


  • Ayudar al afligido a identificar y expresar los sentimientos relacionados con la pérdida (por ejemplo, rabia, culpa, ansiedad o tristeza).


  • Ayudar al afligido a vivir sin el fallecido y a tomar decisiones independientes.


  • Ayudar al afligido a independizarse emocionalmente del fallecido y establecer relaciones nuevas.


  • Proveer apoyo y tiempo para enfocar su duelo en los momentos críticos como los cumpleaños y los aniversarios.


  • Describir la pena positiva y explicar la variedad de diferencias individuales en ese proceso.


  • Dar apoyo continuo y sin límite de tiempo (como se usa en la terapia para la pena).


  • Ayudar al afligido a entender su comportamiento y estilo para enfrentar las dificultades.


  • Identificar mecanismos problemáticos para enfrentar las dificultades y referir al afligido para una terapia profesional para la pena.


El duelo constituye uno de los procesos más perturbadores de la vida y resulta difícil el imponer un límite arbitrario en el tiempo que se espera que dure.[3] La terapia para la pena se usa en personas que manifiestan una pena compleja u anormal (véase la sección de Pena compleja en este documento para mayor información). La meta de esta terapia es identificar y resolver los conflictos de separación que interfieren con la culminación del proceso de duelo. Los conflictos de separación pueden estar ausentes o cubiertos por otros síntomas de comportamiento somático; duelo retardado; excesivo; inhibido o distorsionado; pena prolongada o duelo sin anticipar (aunque este tipo no se encuentra normalmente en las defunciones por cáncer).

La terapia para la pena puede ser provista de forma individual o grupal. Independientemente del entorno, se establece un contrato terapéutico con el paciente para definir el límite de tiempo de la terapia, el costo, y las expectativas y enfoque de la terapia. Si el paciente se queja de problemas físicos, se debe descartar cualquier enfermedad.

La terapia para la pena requiere hablar acerca de la persona fallecida y reconocer si hay emociones mínimas o exageradas alrededor de la pérdida. Las descripciones persistentes e idealizadas de la persona fallecida pueden ser indicadores de la presencia de sentimientos ambivalentes y de rabia. La terapia para la pena puede ayudar a la persona a ver que la culpa, la rabia u otros sentimientos negativos o incómodos no impidan otros más positivos y viceversa.

El objetivo de la terapia para la pena depende de una evaluación de las cuatro tareas del duelo. Los seres humanos tienden a formar lazos o vínculos afectivos fuertes con los otros.[2] Cuando estos lazos se rompen, como en la muerte, las reacciones emocionales son fuertes. Las tareas de duelo sirven como medio para superar la pena. Después de la pérdida, hay ciertas tareas de duelo que deben realizarse para obtener un equilibrio y concluir el proceso.[2] La adaptación a esta pérdida envuelve cuatro tareas básicas:

  1. Aceptar la realidad de la pérdida.
  2. Elaborar y experimentar el dolor físico y emocional de la pena.
  3. Adaptarse a un ambiente donde la persona fallecida ya no está.
  4. Reubicar emocionalmente a la persona fallecida y seguir adelante con la vida.

Es esencial que la persona que la persona afligida cumpla estas tareas antes de poder lograr el duelo.

Se han identificado seis tareas de la pena [4] para ayudar a enfocar las intervenciones terapéuticas para problemas específicos para cónyuges en duelo:

  1. Desarrollar la capacidad de experimentar, expresar e integrar los aspectos afectivos dolorosos de la pena.
  2. Utilizar los medios más adaptativos para modular los aspectos afectivos dolorosos.
  3. Establecer una relación continua con el cónyuge fallecido (sin tener necesariamente que desligarse emocionalmente de la persona fallecida).
  4. Mantenerse saludable y seguir funcionando.
  5. Lograr una reconfiguración exitosa de las relaciones alteradas y comprender por qué los otros pueden tener dificultad para sentir empatía con el familiar del difunto.
  6. Lograr obtener un concepto integrado y saludable de sí mismo y una visión estable del mundo.

Pueden surgir complicaciones en el proceso de la pena, debido a que este proceso no se resolvió en pérdidas anteriores. El pesar relacionado de las pérdidas anteriores se puede resolver apropiadamente para poder resolver satisfactoriamente la pena actual. Además, es sumamente útil la identificación de objetos transicionales que sirven de nexo para poder mantener exteriormente la relación emocional con el fallecido porque tales objetos pueden interferir con el cumplimiento de las tareas para elaborar la pena. Un autor [5] señala que la terapia para la pena incluye el lidiar con la resistencia al proceso de duelo, identificar los asuntos pendientes con el fallecido e identificar y acomodar pérdidas secundarias como resultado del fallecimiento. Por último el doliente es ayudado a aceptar lo irreversible de la pérdida y a visualizar lo que será su vida después del período de duelo. Ayuda el reconocer que lo repetitivo puede ser parte del tratamiento, pero solo en la medida en que este ayuda a trabajar sobre la pena.

Bibliografía

  1. Casarett D, Kutner JS, Abrahm J, et al.: Life after death: a practical approach to grief and bereavement. Ann Intern Med 134 (3): 208-15, 2001.  [PUBMED Abstract]

  2. Worden JW: Grief Counseling and Grief Therapy. New York: Springer Publishing Company, 1991. 

  3. Zisook S: Understanding and managing bereavement in palliative care.. In: Chochinov HM, Breitbart W, eds.: Handbook of Psychiatry in Palliative Medicine. Oxford: Oxford University Press, 2000, pp 321-34. 

  4. Shuchter SR, Zisook S: Treatment of spousal bereavement: a multidimensional approach. Psychiatr Ann 16 (5): 295-305, 1986. 

  5. Rando TA: Treatment of Complicated Mourning. Champaign: Research Press, 1993. 

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