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Pérdida, pena y duelo (PDQ®)
Versión Paciente   Versión Profesional De Salud   In English   Actualizado: 11/21/2008



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Los niños y la pena

La pena y las etapas del desarrollo
        Lactantes
        Edades de 2 a 3 años
        Edades de 3 a 6 años
        Edades de 6 a 9 años
        Edades de 9 años y más
        Asuntos sobre los niños afligidos por la pena
Intervenciones para la pena infantil
        Explicación de la muerte
        Lenguaje correcto
        Planificación de rituales
        Referencias y recursos sobre la pena infantil

Hace tiempo se consideraba que los niños eran adultos en miniatura y se esperaba que se comportaran como tales.[1] Hoy en día hay mayor conciencia de las diferencias entre el desarrollo infantil y otras etapas de desarrollo en el ciclo de la vida humana. Se reconocen las diferencias entre el proceso de la pena en los niños y en los adultos. Lo primordial no es si los niños experimentan o no pesar y duelo, sino como lo manifiestan.[1]

La principal diferencia entre el duelo en los adultos y el duelo de los niños es que las expresiones intensas emocionales y de comportamiento no son continuas en los niños. La pena en el niño puede aparecer de una manera más intermitente y corta que en los adultos, pero en realidad generalmente dura más tiempo. Esto se puede explicar mediante el hecho de que la capacidad del niño del experimentar emociones intensas se considera limitada.[1-3] Debido a que el duelo es un proceso que continua con el tiempo, el niño volverá a revivir la pérdida repetidamente, especialmente durante los acontecimientos significativos de la vida (por ejemplo, ir de campamento, graduarse en la escuela, casarse y asistir al nacimiento de sus propios hijos). Los niños deben completar el proceso de la pena y, con el tiempo, superarla.

A pesar de que la pérdida es única y altamente individualizada, varios factores afectan la manera en que el niño experimenta la pena. Estos factores incluyen la edad, la personalidad, la etapa de desarrollo, las experiencias anteriores con la muerte, su relación previa con el fallecido, el ambiente, causa de la muerte, la oportunidad que se le brinde de compartir y expresar sus sentimientos, estabilidad de la familia después de la pérdida, el estilo familiar de lidiar con las tensiones, cómo se satisfacen las necesidades del niño, los recuerdos y sus relaciones con otros adultos.[2-4]

Los niños no reaccionan ante la pérdida de la misma forma que los adultos y pueden no demostrar sus sentimientos tan abiertamente como lo hacen los adultos. Además de la comunicación verbal existen otros métodos de comunicación a la disposición de los niños en etapa de duelo como lo son el juego, drama, arte, deberes escolares e historias.[5] Normalmente no se encierran en su preocupación con pensamientos obsesivos acerca de la persona fallecida; usualmente se envuelven en actividades con otros niños y, por ejemplo, pueden estar muy tristes un minuto y jugando al siguiente. A menudo, las familias interpretan erróneamente este comportamiento como que el niño no entiende realmente o que ya superó la etapa de dolor. Ninguna interpretación puede ser cierta; la mente de los niños los protege de pensamientos y sentimientos que son demasiado fuertes para poderlos manejar. Las reacciones de pena en los niños son intermitentes debido a que ellos no pueden explorar de una manera racional todos sus pensamientos y sentimientos como lo hace un adulto. Además, los niños tienen dificultad para expresar sus sentimientos acerca de la pena. Su comportamiento dice más que sus palabras. Los sentimientos de rabia y el miedo a morir o ser abandonados pueden ser evidentes en su comportamiento. Los niños tienden usualmente a jugar a hacerse el muerto para de esa manera desahogarse de sentimientos y ansiedades en un ambiente seguro. Estos juegos le son familiares y le proveen una forma segura de expresar sus sentimientos.[1,2]

La pena y las etapas del desarrollo

La muerte y los eventos que la rodean, se interpretan de diferentes formas dependiendo de la etapa de desarrollo en que se encuentre el niño.

Lactantes

Aunque los lactantes (del nacimiento hasta los 12–14 meses) no reconocen lo que es la muerte, los sentimientos de separación y pérdida son parte del proceso de crear una conciencia de lo que es la muerte. Los niños que han sido separados de sus madres pueden y fueron privados de cuidados pueden exhibir cambios tales como estar apáticos, callados y no responden a sonrisas y arrullos, cambios físicos (incluso pérdida de peso), disminución de la actividad y falta de sueño.[6]

Edades de 2 a 3 años

Los niños tienden a confundir la muerte con el dormir y pueden sentir ansiedad a una edad muy temprana incluso a los tres años. En las etapas tempranas de la pena, los niños dolientes pueden exhibir pérdida del habla y angustia generalizada.[3,6]

Edades de 3 a 6 años

En este rango de edad los niños ven la muerte como una forma de dormir; la persona esta viva pero limitada en alguna forma. Los niños no separan completamente la vida de la muerte. Los niños piensan que la persona muerta continúa viviendo (por ejemplo, debajo de la tierra en el lugar donde fue enterrado) y a menudo hacen preguntas sobre las actividades del muerto (por ejemplo, pregunta si respiran, comen, van al baño o juegan). Los niños en esta edad pueden considera la muerte física como un acontecimiento gradual o temporal, reversible y no irrevocable (la interpreta como un juego de escondite). El concepto que el niño tiene de la muerte puede tener un componente de pensamiento mágico como, por ejemplo, la idea de que sus pensamientos pueden causar acciones. Los niños pueden temer que hayan hecho o pensado algo malo que causó que la persona se enfermara o se muriera. Los niños menores de cinco años pueden exhibir trastornos en el comer, el dormir y el control de los esfínteres como respuesta a la muerte.[3,6]

Edades de 6 a 9 años

No es inusual que los niños en este rango de edad empiecen a mostrar curiosidad acerca de la muerte, inclusive haciendo preguntas concretas acerca de que le pasa al cuerpo una vez este deja de funcionar. La muerte es personificada como si fuera separada de la persona o del espíritu: un esqueleto, un fantasma, un ángel de la muerte o un fantasma para asustar a los niños. Aunque la muerte es algo final y atemorizante, no universal. A esta edad, los niños empiezan a transigir, reconociendo que la muerte es final y real, pero que les ocurre principalmente a la gente de edad avanzada (no a ellos). Los niños los niños afligidos por la pena pueden empezar a presentar fobias escolares, problemas de aprendizaje y comportamientos agresivos y antisociales; pueden manifestar preocupaciones hipocondríacas o pueden aislarse de los otros. A la inversa, los niños de esta edad pueden volverse sumamente atentos y apegados. Los varones típicamente manifiestan una conducta agresiva y destructiva (por ejemplo, se portan mal en la escuela) expresando de esta manera su sentimiento en vez de mostrarse tristes. Cuando fallece uno de los padres, el niño puede sentirse abandonado por ambos el padre que se murió y el que está vivo, ya que el padre que está vivo está frecuentemente preocupado por su propio dolor y es menos capaz de brindarle apoyo emocional al niño.[3,6]

Edades de 9 años y más

Cuando el niño cumple los 9 años de edad, la muerte se entiende como inevitable y ya no se considera como un castigo. Al cumplir los 12 de edad, la muerte es vista como irreversible y universal.[3,6]

La pena y las etapas de desarrollo
Edad   Comprensión de la muerte   Manifestaciones de la pena 
Lactancia hasta los 2 años Todavía no es capaz de comprender la muerte. Quietud, irritabilidad, disminución de la actividad, sueño precario y pérdida de peso.
La separación de la madre produce cambios.
2–6 años La muerte es como dormir. Hace muchas preguntas (¿Cómo va al baño? ¿Cómo come?).
La persona muerta continúa viva y funciona de alguna forma. Trastornos para alimentarse, dormir y controlar los intestinos y la vejiga.
La muerte es temporal, no final. Miedo al abandono.
Rabietas.
La persona muerta puede revivir. Pensamiento mágico (¿Pensé o hice algo que causó la muerte? ¿Como cuando dije te odio y deseo que te mueras?).
6–9 años Se piensa que la muerte es una persona o un espíritu (esqueleto fantasma o coco). Curiosidad sobre la muerte.
Hace preguntas específicas.
Puede tener miedos exagerados en relación con la escuela.
La muerte es final y atemorizante. Puede tener comportamientos agresivos (especialmente los varones).
La muerte les ocurre a los otros; no me va a pasar a MÍ. Algunas preocupaciones sobre enfermedades imaginarias.
Puede sentirse abandonado.
9 años y más adelante Todos se morirán. Emociones intensas, culpa, rabia y vergüenza.
Ansiedad más fuerte sobre la propia muerte.
Cambios de humor.
La muerte es final y no se puede alterar. Miedo al rechazo; no querer diferenciarse de sus compañeros.
Hasta yo moriré. Cambios en los hábitos alimentarios.
Trastornos del sueño.
Conductas regresivas (pérdida de interés por las actividades al aire libre).
Conductas impulsivas.
Se siente culpable por estar vivo (especialmente cuando se trata de la muerte de un hermano, hermana o compañero).

En la sociedad norteamericana, los adultos que atraviesan por un proceso de duelo normalmente se aíslan y limitan su comunicación con el mundo exterior. Los niños en cambio usualmente hablan con otras personas (incluso extraños) como una forma de observar sus reacciones y encontrar pautas que le ayuden a guiar sus propios sentimientos. El niño puede incluso hacer preguntas confusas como; "Yo se que el abuelo se murió pero, ¿cuando va a volver a casa?" Se cree que esta es una manera de probar la realidad y confirmar la historia de la muerte.

Asuntos sobre los niños afligidos por la pena

Hay tres temas prominentes en las expresiones de la pena en los niños en duelo:

  1. ¿Causé yo la muerte?
  2. ¿Me pasará esto a mí?
  3. ¿Quién me va a cuidar?[2,7]

¿Causé yo la muerte?

Los niños frecuentemente se envuelven en el llamado pensamiento mágico y creen tener poderes mágicos. Si una dice en forma exasperada "Me vas a matar" y luego se muere, su hijo puede preguntarse si en realidad causó la muerte. De la misma manera, cuando los hermanos se pelean no es raro que uno diga (o piense) que causó la muerte. También sucede con frecuencia entre hermanos cuando después de una discusión se dice o se piensa "deseo que estuvieras muerto". Si ese hermano llegase a morir, el hermano sobreviviente puede pensar que sus pensamientos o expresiones realmente causaron la muerte.

¿Me pasará esto a mí?

La muerte de un hermano u otro niño es muy difícil de aceptar porque toca demasiado cerca al mismo grupo de edad del niño. Si el niño también percibe que la muerte pudo evitarse (ya sea por los padres o el médico), el niño puede pensar que el también puede morir.

¿Quien me va a cuidar?

Debido a que los niños dependen de los padres y otros adultos para su seguridad y bienestar, el niño que está apenado por la muerte de una persona importante en su vida puede empezar a preguntarse quién lo va a cuidar ahora que la persona se fue.

Intervenciones para la pena infantil

Algunas intervenciones pueden ayudar a facilitar y apoyar el proceso de la pena en los niños.

Explicación de la muerte

El guardar silencio acerca de la muerte (lo cual indica que el tema es tabú) no ayuda al niño a adaptarse a la pérdida. Cuando se habla de la muerte con un niño, las explicaciones deben ser tan simples y directas como sea posible. Cada niño necesita que se le diga la verdad con detalles suficientes para su grado de comprensión a su edad y su etapa de desarrollo. Los niños necesitan ser reasegurados sobre su propia seguridad (frecuentemente se preocupan de que también se van a morir o de que el padre que sobrevivió se irá). Se debe responder a las preguntas de los niños y se debe confirmar que el niño procesa la información.

Lenguaje correcto

A pesar de lo difícil que es iniciar una conversación sobre la muerte con los niños, esta conversación debe incluir las palabras apropiadas (por ejemplo, cáncer, murió o muerte). Nunca deben usarse eufemismos (como se fue al más allá, lo perdimos o duerme) porque pueden confundir a los niños y ser mal interpretados.[3,8]

Planificación de rituales

Después de que ocurre la muerte, los niños pueden y deben ser incluidos en la planificación de los rituales de duelo y participar de ellos. De la misma manera que los adultos en proceso de duelo, estos rituales ayudan a los niños a conmemorar al ser querido. A pesar de que nunca no se debe forzar los niños a estar presentes o participar de los rituales de duelo, se los debe animar a participar en aquellos aspectos en los que se sientan cómodos. Si el niño desea atender el funeral, el entierro o el servicio conmemorativo, es importante que se le brinde una explicación completa por anticipado. Esta preparación debe incluir la disposición del salón, quienes estarán presentes (por ejemplo, amigos y familiares), qué va a ver (el cajón con el muerte y gente llorando) y qué va a pasar. Los padres que sobreviven pueden estar muy absorbidos en su propia pena como para darle a su hijo la atención que necesita. Por lo tanto, a menudo es útil identificar a un amigo o un familiar adulto para que atienda al niño durante el funeral.[8]

Referencias y recursos sobre la pena infantil

Hay una gran cantidad y variedad de recursos en inglés (libros y vídeos) que pueden compartirse con los niños en proceso de duelo.

  1. Worden JW: Children and Grief: When a Parent Dies. New York, NY: The Guilford Press, 1996.


  2. Doka KJ, ed.: Children Mourning, Mourning Children. Washington, DC: Hospice Foundation of America, 1995.


  3. Wass H, Corr CA: Childhood and Death. Washington, DC: Hemisphere Publishing Corporation, 1984.


  4. Corr CA, McNeil JN: Adolescence and Death. New York, NY: Springer Publishing Company, 1986.


  5. Corr CA, Nabe CM, Corr DM: Death and Dying, Life and Living. 2nd ed., Pacific Grove: Brooks/Cole Publishing Company, 1997.


  6. Grollman EA: Talking About Death: A Dialogue Between Parent and Child. 3rd ed., Boston, Mass: Beacon Press, 1990.


  7. Schaefer D, Lyons C: How Do We Tell the Children?: Helping Children Understand and Cope When Someone Dies. New York, NY: Newmarket Press, 1988.


  8. Wolfelt A: Helping Children Cope with Grief. Muncie: Accelerated Development, 1983.


  9. Walker A: To Hell with Dying. San Diego, Ca: Harcourt Brace Jovanovich, 1988.


  10. Williams M: Velveteen Rabbit. Garden City: Doubleday, 1922.


  11. Viorst J: The Tenth Good Thing About Barney. New York, NY: Atheneum, 1971.


  12. Tiffault BW: A Quilt for Elizabeth. Omaha, Neb: Centering Corporation, 1992.


  13. Levine JR: Forever in My Heart: a Story to Help Children Participate in Life as a Parent Dies. Burnsville, NC: Mountain Rainbow Publications, 1992.


  14. Knoderer K: Memory Book: a Special Way to Remember Someone You Love. Warminster,Pa: Mar-Co Products, 1995.


  15. de Paola T: Nana Upstairs and Nana Downstairs. New York, NY: GP Putnam's Sons, 1973.


Bibliografía

  1. O'Toole D, Cory J: Helping Children Grieve and Grow: a Guide for Those Who Care. Burnsville, NC: Compassion Books, 1998. 

  2. Corr CA, Nabe CM, Corr DM: Death and Dying, Life and Living. 2nd ed. Pacific Grove, Calif: Brooks/Cole Publishing Company, 1997. 

  3. Fitzgerald H: The Grieving Child: A Parent's Guide. New York: Fireside, 1992. 

  4. DeSpelder LA, Strickland AL: The Last Dance: Encountering Death and Dying. 4th ed. Palo Alto, Calif: Mayfield Publishing Company, 1996. 

  5. Goldman A: ABC of palliative care. Special problems of children. BMJ 316 (7124): 49-52, 1998.  [PUBMED Abstract]

  6. Burnell GM, Burnell AL: Clinical Management of Bereavement: A Handbook for Healthcare Professionals. New York: Human Sciences Press, Inc., 1989. 

  7. Worden JW: Children and Grief: When a Parent Dies. New York: The Guilford Press, 1996. 

  8. Kastenbaum R: Death, Society, and Human Experience. Boston: Allyn and Bacon, 1995. 

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