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Aspectos relacionados con la sexualidad y la reproducción (PDQ®)
Versión Paciente   Versión Profesional De Salud   In English   Actualizado: 03/11/2009



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Prevalencia y tipos de disfunción sexual en las personas con cáncer






Factores que afectan el desempeño sexual en las personas con cáncer






Evaluación de la función sexual en las personas con cáncer






Efectos farmacológicos de los medicamentos complementarios en la función sexual






Tratamiento de los problemas sexuales en las personas con cáncer






Aspectos relacionados con la fecundidad






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Evaluación de la función sexual en las personas con cáncer

Factores generales que afectan el funcionamiento sexual a estimar en la evaluación
        Estado sexual actual
        Funcionamiento sexual premórbido
Aspectos psicosociales de la sexualidad
        Estado de la relación
        Estado psicológico
Aspectos médicos de la sexualidad

No hay pautas claras que aborden el tema de la sexualidad durante las etapas de la enfermedad y su tratamiento. Cuando se están tomando decisiones terapéuticas, los proveedores deben ofrecer educación e información al paciente, preferiblemente con el compañero de éste presente, respecto a los riesgos conocidos de morbilidad sexual asociada con el tratamiento anticanceroso. Los oncólogos pueden ayudar al paciente y a su compañero haciendo preguntas específicas de interpretación abierta para validar la importancia de la salud sexual, ofreciendo así un ambiente en el que el paciente o la pareja se sienten alentados y seguros al expresar sus preocupaciones personales. Las evaluaciones deben ser sensibles a la manera sutil en que la función sexual afecta la autoimagen del hombre y su identidad sexual.[1] Los proveedores deben examinar sus propios pensamientos y sentimientos respecto a la sexualidad. Cuando los proveedores no se sienten cómodos abordando temas de sexualidad, no deben echar de lado ni descartar las preocupaciones de sus pacientes. Debe ofrecerse información sobre otros recursos. Aunque quizás algunos pacientes no quieran conversar de su salud sexual, los proveedores deben ofrecer al menos la opción, observando que la sexualidad es un tema apropiado para la conversación durante visitas futuras.

La función sexual es un aspecto importante de la calidad de vida y los profesionales de la salud pueden considerar que la visita de seguimiento oncológico presenta una oportunidad clave para evaluar si el paciente de cáncer está confrontando problemas sexuales. Aunque sería ideal que el oncólogo llevara a cabo una evaluación sexual, las restricciones impuestas por el tiempo y el hecho de que el galeno carezca de adiestramiento para discutir asuntos sexuales o que se sienta incómodo tratando ese tema suelen interferir con este objetivo. Además, mucha gente que ha concluido su tratamiento contra el cáncer consulta con su médico de cabecera para la visita de seguimiento rutinario en vez de consultar al especialista en oncología. Por lo menos en el ambiente oncológico podría resultar útil designar a un integrante del equipo como, por ejemplo, a una enfermera oncológica o a una trabajadora social y capacitarlo como experto en asuntos de sexualidad. Ese profesional puede ser responsable por preguntar sobre una variedad de asuntos relacionados con la calidad de vida, incluso relaciones y sexualidad. La evaluación sexual mínima podría consistir en hacer la pregunta siguiente: “Muchos sobrevivientes de cáncer observan cambios o problemas en su vida sexual después del tratamiento de cáncer. ¿Tiene usted algún problema o preocupación respecto a la sexualidad?” Los problemas sencillos pueden atenderse inmediatamente con información tranquilizadora o consejos, pero el equipo oncológico debe también crear una red de especialistas dispuestos a ayudar a los pacientes de cáncer con cuestiones sexuales. Esta red debe incluir a profesionales de salud mental adiestrados en terapia sexual, ginecólogos familiares con la preocupación de la mujer en cuanto al tratamiento de sustitución hormonal o a la dispareunia, urólogos especializados en tratar la disfunción sexual masculina y especialistas en infecundidad que pueden tratar a los pacientes más jóvenes que estén interesados en tener hijos.

La literatura contiene varios artículos y recursos que abordan la evaluación sexual,[2] muchos de ellos específicamente para los pacientes de cáncer.[2-5] El modelo Kaplan facilita pautas de entrevista útiles para evaluar los problemas sexuales en individuos saludables y enfermos, concentrándose en la queja principal, el estado sexual, el estado psiquiátrico, la familia y los antecedentes psicosociales, la evaluación de las relaciones, el resumen y las recomendaciones.[6] El modelo de Kaplan se ha aplicado al marco oncológico, con breves descripciones de la evaluación de cada parte de la entrevista.[3,7] El modelo PLISSIT (grado de permiso, información limitada, sugerencias específicas, y terapia intensiva),[8] es otro modelo de evaluación e intervención utilizado con regularidad como marco para la rehabilitación sexual en el cuidado oncológico y la enfermedad médica.[5,9-12]

Factores generales que afectan el funcionamiento sexual a estimar en la evaluación

Una vez que se haya identificado un problema que pueda ser de naturaleza sexual, el instrumento más importante de evaluación para el profesional de salud especializado en oncología es una entrevista clínica con un hombre o mujer en particular o con una pareja.[13] La breve lista que aparece a continuación de los factores que se sabe que repercuten en el funcionamiento sexual actual debe incluirse en una evaluación; las preocupaciones sexuales específicas del paciente o sus necesidades en el momento dictan la manera de abordar la conversación y su contenido.

Estado sexual actual

Al estimar la función sexual de un individuo, la fase inicial de evaluación consiste en aclarar la naturaleza del problema individual o de la queja. Debe abordarse una variedad de aspectos de la función sexual actual, incluso la frecuencia con que se experimentan deseos sexuales espontáneos; la facilidad con que se siente placer subjetivo con la estimulación sexual; energía para la actividad sexual; y los signos de excitación fisiológica, como la habilidad de alcanzar y mantener una erección firme para el hombre, y expansión y lubricación vaginal para la mujer. La habilidad de llegar a un orgasmo es otra medida importante de la función sexual. Es útil preguntar qué tipo de estimulación sexual puede provocar un orgasmo (o sea, autoestimulación, uso de un vibrador o masaje de ducha, caricias del compañero, estimulación oral o coito). Cualquier dolor en la región genital que acompañe a la actividad sexual debe describirse en detalle: “¿Dónde siente el dolor? ¿Cómo se siente el dolor? ¿Qué tipos de actividades sexuales lo provocan? ¿Pasa esto siempre? ¿Cuánto tiempo dura?” Cuando este tipo de indagación pone de manifiesto un problema sexual, el entrevistador debe preguntar cuándo comenzó el problema, especialmente si el inicio del problema ocurrió alrededor del momento en que se hizo un diagnóstico de cáncer o un tratamiento particular contra el cáncer. Como muchas personas que tienen cáncer toman medicamentos por receta médica que pueden interferir con la función sexual, incluso antihipertensivos, antidepresivos, o medicamentos psicotrópicos, el encuestador debe averiguar si se recetó un nuevo medicamento o se cambió la dosis en el momento en que comenzó el problema.

Funcionamiento sexual premórbido

El desarrollo sexual (anterior a la enfermedad) de una persona, sus preferencias y su experiencia son esenciales a la evaluación del estado sexual. El grado de funcionamiento sexual antes del diagnóstico y el tratamiento, el interés en el funcionamiento sexual, la satisfacción y la importancia de la relación, todos influyen en la posible angustia del paciente en relación con el estado sexual actual. Los individuos que ya han tenido dificultades sexuales pueden tener una vulnerabilidad acentuada a los efectos del tratamiento.[14] Los clínicos deben tener cuidado de no asumir nada respecto a la experiencia sexual previa del paciente o la importancia de la expresión sexual.

Aspectos psicosociales de la sexualidad

Estado de la relación

El paciente podría tener compañero o no al momento del diagnóstico. Ni el médico ni el paciente deben tomar la sexualidad con menos seriedad si no existe una pareja. Para el paciente con compañero, el clínico debe tener en cuenta la duración, calidad y estabilidad de la relación antes del diagnóstico. Además, como muchos pacientes temen ser rehusados o abandonados, el clínico debe indagar sobre la respuesta del compañero a la enfermedad y sobre las preocupaciones del paciente en cuanto a las consecuencias del tratamiento en el compañero.[15-17] Los compañeros comparten muchas de las mismas reacciones que los pacientes ya que sus preocupaciones más importantes suelen relacionarse con la pérdida y el temor a la muerte. Debe pensarse que la salud física, sexual y emocional del compañero está relacionada a su estado sexual actual y previo en una evaluación completa. El médico debe reconocer que la mayoría de las parejas tienen dificultad hablando de preferencias, preocupaciones y temores sexuales aun en circunstancias ideales y que los problemas de comunicación sobre la sexualidad tienden a empeorar cuando hay enfermedad o amenaza la muerte.

Estado psicológico

El espectro afectivo durante el tratamiento de cáncer fluctúa desde incredulidad hasta depresión clínica y, típicamente, cambia con el tiempo. La ansiedad y la depresión son dos de las interrupciones afectivas comunes entre los pacientes con cáncer, y ambos tienen, se ha observado, efectos perjudiciales en el funcionamiento sexual.[3-5,7,18] El clínico debe estar consciente del estado mental actual y de cualquier antecedente de depresión u otro trastorno psiquiátrico, psicoterapia previa, tratamiento con medicación psicotrópica y hospitalizaciones. El uso actual de medicaciones psicotrópicas debe también revisarse con respecto a sus efectos en la función sexual. El tratamiento de cáncer puede producir cambios en el cuerpo que repercuten desfavorablemente en la imagen corporal y la autoestima.[4,5,19] Es común que los pacientes tengan dificultad viéndose a sí mismos con atractivo sexual durante el tratamiento y después de él. Es importante identificar las alteraciones de la imagen corporal para integrarlas en las metas de cuidado y rehabilitación. Con frecuencia el papel social de la pareja cambia durante el tratamiento. La identidad de un individuo y su autoestima pueden verse amenazados cuando cambian estas funciones.[4,15] La participación del compañero en la atención física del paciente suele tener una repercusión negativa en el sentimiento de sexualidad. Las parejas más jóvenes, más que las mayores, pueden ser vulnerables a los problemas que trae esta necesidad de fungir otros o nuevos papeles domésticos, y pueden tener toda una serie de factores de tensión económica y de vida asociados con el tratamiento.[4]

Aspectos médicos de la sexualidad

El médico debe asegurarse de los antecedentes médicos, haciendo énfasis especialmente en otras enfermedades médicas concurrentes para las cuales el paciente está recibiendo tratamiento. La morbilidad concurrente contribuye al riesgo de padecer de disfunción sexual y a la reducción adicional del funcionamiento social, salud mental y percepciones de salud. Se sabe que las enfermedades médicas que repercuten en los sistemas endocrino, vascular y nervioso tienen un posible efecto perjudicial en el ciclo de respuesta sexual.[13,20,21] La diabetes, la hipertensión, la enfermedad vascular, la esclerosis múltiple y muchos otros trastornos repercuten en la función sexual, especialmente en la calidad de las erecciones del hombre. Hay dos libros de texto que revisan extensamente la repercusión de enfermedades crónicas y la discapacidad en la función sexual.[13,21] Hay también factores relacionados con el estilo de vida, entre ellos el fumar y el consumo abundante de alcohol, que presentan riesgos de morbilidad sexual. En el hombre, fumar cigarrillos puede ocasionar vasoconstricción y escape venoso en el pene;[20] en grandes cantidades, el alcohol es un fuerte hipnótico sedante que produce reducción de la libido y disfunción eréctil temporal.[20]

El tratamiento farmacológico para el cáncer y las enfermedades crónicas en general, suele ser necesario y constituir un elemento integral del mantenimiento de la salud. Algunos tratamientos farmacológicos, no obstante, pueden tener efectos perjudiciales directos o indirectos en la función sexual por medio de múltiples vías fisiológicas y psicológicas. Los medicamentos farmacológicos que pueden afectar la respuesta sexual de manera negativa se tratan en la sección sobre efectos farmacológicos. Hay una serie recursos que facilitan un tratamiento más detallado de los mecanismos que causan cambios en la función sexual asociada con estos fármacos; incluyen la enumeración de medicamentos específicos y sus efectos conocidos en la función sexual.[4,22-24]

Los breves cuestionarios que miden la disfunción sexual pueden resultar bastante útiles, especialmente cuando se está explorando grupos grandes de pacientes de cáncer en relación con la disfunción sexual, o cuando se está llevando a cabo investigaciones de la sexualidad como aspecto de la calidad de vida. El International Index of Erectile Function (Índice internacional de la función eréctil) (IIEF, 15 puntos) y el Brief Sexual Male Functioning Inventory (Inventario breve del funcionamiento sexual masculino) (BMSFI, 11 puntos) son escalas convalidadas que miden los aspectos de la función sexual y de la satisfacción sexual en el hombre.[25,26] Los problemas sexuales pueden identificarse con una escala aún más breve de 5 puntos, el Sexual Health Inventory for Men (SHIM) el cual es una escala validada de autoinforme que puede utilizarse para utilizarse para identificar la disfunción eréctil en entornos clínicos variados.[26] Para las mujeres, existen varias medidas breves con propiedades psicométricas establecidas que evalúan el desempeño sexual y la satisfacción: el Brief Index of Sexual Functioning for Women (Índice breve sobre el desempeño sexual de las mujeres) (BISF-W, 22 puntos), el Sex History Form (Formulario de historial sexual) (SHF, 46 puntos), los cambios en el Sexual Functioning Questionnaire (Custionario de desempeño sexual) (CSFQ, 35 puntos), el Derogatis Interview for Sexual Functioning (Entrevista Derogatis de desempeño sexual) (DISF/DISF-SR, 25 puntos), el Female Sexual Function Index (Índice de desempeño sexual femenino) (FSFI, 19 puntos), y el Golombok-Rusk Inventory of Sexual Satisfaction (Inventario de satisfacción sexual de Golombok-Rusk) (GRISS, 28 puntos).[13,27,28] Estas escalas varían en su confiabilidad, validez, el método de alcanzarlas (o sea, tasas de pacientes contra clínicos; estructurado contra no estructurado) tipo y número de síntomas evaluados y marco cronológico de la evaluación. Para reflejar cambios con precisión a lo largo del tiempo, hay que obtener evaluación sistemática de la línea de referencia premórbida y de los grados de seguimiento de la función y la satisfacción sexual.

Además de medidas de sexualidad expresadas directamente con lápiz y papel por el paciente, hay algunas evaluaciones médicas disponibles de la suficiencia de una respuesta fisiológica.[29] Para el hombre, entre las evaluaciones más útiles se encuentra el Rigiscan, un instrumento electrónico computarizado que mide la suficiencia de las erecciones nocturnas; los estudios ultrasónicos del pene para documentar la hemodinámica de la erección y los ensayos hormonales. En la mujer, el uso de un índice de maduración vaginal para medir la estrogenización, el reconocimiento pélvico minucioso para identificar las fuentes del dolor que acompaña a la actividad sexual, y los ensayos hormonales son las evaluaciones más comunes. Se han estudiado otras medidas más sofisticadas del flujo sanguíneo vaginal y de umbrales sensoriales, pero estos no han obtenido aceptación general.

Una revisión de la literatura subraya la necesidad de realizar estudios prospectivos con seguimiento más prolongado, medidas validadas y muestras de mayor tamaño. Especialmente los asuntos relacionados con la recuperación sexual de la mujer han recibido muy poca atención e investigación clínicas.

Bibliografía

  1. Bokhour BG, Clark JA, Inui TS, et al.: Sexuality after treatment for early prostate cancer: exploring the meanings of "erectile dysfunction". J Gen Intern Med 16 (10): 649-55, 2001.  [PUBMED Abstract]

  2. Lamb MA, Woods NF: Sexuality and the cancer patient. Cancer Nurs 4 (2): 137-44, 1981.  [PUBMED Abstract]

  3. Auchincloss SS: Sexual dysfunction in cancer patients: issues in evaluation and treatment. In: Holland JC, Rowland JH, eds.: Handbook of Psychooncology: Psychological Care of the Patient With Cancer. New York, NY: Oxford University Press, 1989, pp 383-413. 

  4. Schover LR: Sexuality and Fertility After Cancer. New York, NY: John Wiley and Sons, 1997. 

  5. Lamb MA: Sexuality and Sexual Functioning. In: McCorkle R, Grant M, Frank-Stromborg M, et al., eds.: Cancer Nursing: A Comprehensive Textbook. 2nd ed. Philadelphia, Pa: WB Saunders Co, 1996, pp 1105-1127. 

  6. Kaplan HS: The Evaluation of Sexual Disorders: Psychological and Medical Aspects. New York, NY: Brunner/Mazel Inc, 1983. 

  7. Auchincloss S: Sexual dysfunction after cancer treatment. Journal of Psychosocial Oncology 9 (1): 23-42, 1991. 

  8. Annon JS: The Behavioral Treatment of Sexual Problems. Vol 1. Honolulu, Hawaii: Enabling Systems, Inc, 1975. 

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  10. Gallo-Silver L: The sexual rehabilitation of persons with cancer. Cancer Pract 8 (1): 10-5, 2000 Jan-Feb.  [PUBMED Abstract]

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  13. Schover LR, Jensen SB: Sexuality and Chronic Illness: A Comprehensive Approach. New York, NY: The Guilford Press, 1988. 

  14. Talcott JA, Manola J, Clark JA, et al.: Time course and predictors of symptoms after primary prostate cancer therapy. J Clin Oncol 21 (21): 3979-86, 2003.  [PUBMED Abstract]

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  21. Sipski ML, Alexander CJ, eds.: Sexual Function in People With Disability and Chronic Illness. Gaithersburg, Md: Aspen Publishers, Inc, 1997. 

  22. Crenshaw TL, Goldberg JP: Sexual Pharmacology: Drugs That Affect Sexual Functioning. New York, NY: WW Norton & Company, 1996. 

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  26. Rosen RC: Evaluation of the patient with erectile dysfunction: history, questionnaires, and physical examination. Endocrine 23 (2-3): 107-11, 2004 Mar-Apr.  [PUBMED Abstract]

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  28. Meston CM, Derogatis LR: Validated instruments for assessing female sexual function. J Sex Marital Ther 28 (Suppl 1): 155-64, 2002.  [PUBMED Abstract]

  29. Schover LR, Montague DK, Lakin MM: Sexual problems. In: DeVita VT Jr, Hellman S, Rosenberg SA, eds.: Cancer: Principles and Practice of Oncology. 5th ed. Philadelphia, Pa: Lippincott-Raven Publishers, 1997, pp 2857-2872. 

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