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EL PROCESO DE HELSINKI

Uno de los organismos regionales más destacados en el ámbito de los derechos humanos es la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), que fue instituida en 1975 como fruto de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa y cuya misión está definida en el acta final de esa conferencia, es decir, en los Acuerdos de Helsinki.

Muchos expertos le reconocen al proceso de Helsinki el mérito de haber ayudado a provocar la caída del comunismo autocrático en la ex Unión Soviética y Europa oriental. Desde luego que el compromiso de las naciones de Europa, Estados Unidos y Canadá, que suscribieron una lista de 10 principios específicos, ayudó a forjar un clima donde los defensores de los derechos humanos pudieron hacer valer su causa:

  • El respeto a la soberanía;
  • La abstención del uso de la fuerza o de la amenaza de usarla;
  • La inviolabilidad de las fronteras;
  • La integridad territorial de los estados;
  • La solución pacífica de las disputas;
  • La no intromisión en los asuntos internos;
  • El respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales, entre ellas la libertad de pensamiento, de conciencia, de religión y convicción;
  • La igualdad y el derecho de autodeterminación de los pueblos;
  • La cooperación entre estados;
  • La buena fe en el cumplimiento de los compromisos jurídicos internacionales.

Los gobiernos occidentales, los medios informativos internacionales y las organizaciones de derechos humanos, como Observadores de Helsinki y la Carta del 77, presionaron constantemente a las naciones del bloque soviético para que liberaran a sus disidentes, permitieran mayor libertad y abrieran sus países a las normas internacionales sobre derechos humanos.

En los años transcurridos desde el final de la guerra fría, la OSCE ha empezado a edificar una nueva arquitectura de seguridad para Europa, con el propósito de impedir que se formen nuevas líneas divisorias en el continente. A este respecto, las importantes reducciones de los arsenales acordadas en el Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales (FAC) en Europa, negociado bajo los auspicios de la OSCE y firmado en 1990, es un precedente importante.

Ahora hay Comités Helsinki en más de 30 naciones —entre ellas Albania, Bulgaria, Grecia, Rumania, Macedonia y Canadá— y una fundación Helsinki internacional con sede en Viena. Mucha gente piensa que la OSCE podría ser un prototipo para otras campañas regionales y un medio para lograr que se respeten más los derechos humanos en otras regiones del mundo, así como en Europa.

—David Pitts, escritor de planta, Servicio Cultural e Informativo de Estados Unidos

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