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Discursos

Discurso del Embajador de los Estados Unidos de América Hugo Llorens en la Celebración del 234 Aniversario de la Independencia de los Estados Unidos de América

2 de julio de 2010

Gracias por acompañarnos a celebrar el 234 aniversario de la independencia de los Estados Unidos de América.  Este día, conmemoramos nuestros humildes comienzos, celebramos nuestros logros nacionales y recordamos lo que Estados Unidos representa en el mundo.

El último año ha sido un año difícil para Honduras.  Los hondureños experimentaron una de las más difíciles crisis políticas en su historia moderna.  La nación estaba profundamente dividida y todos nosotros fuimos seriamente afectados por los eventos del 28 de junio.  La herida ha sido profunda y aún no ha sanado.

Estoy orgulloso que nuestra nación no retrocedió ante la crisis y la turbulencia que afectó a Honduras durante esos días, semanas y meses  difíciles.  El Presidente Obama, la Secretaria de Estado Clinton, y el resto de la Administración se adhirieron a los principios democráticos esa mañana del 28 de junio, y nunca titubearon en su compromiso con la democracia y nuestra insistencia a favor de la restauración del orden democrático y constitucional.  La decisión del Presidente y la Secretaria de dejar su Embajador y todo su personal en sus puestos en esos momentos turbulentos, da testimonio de la importancia de Honduras y el bienestar de los hondureños para los Estados Unidos.

Me enorgullece decir que nosotros en esta Embajada permanecimos aquí durante toda la crisis y trabajamos incasablemente en defensa de la democracia, los derechos humanos y la libertad de prensa, ayudando a los hondureños de buena fe de ambos lados a encontrar una solución pacífica y negociada.  El proceso fue difícil y doloroso, pero salió adelante con la ayuda del Presidente Arias, la OEA, y los negociadores hondureños involucrados en el dialogo Guaymuras, a quienes reconozco por su patriotismo y visión, y culminó con la firma del histórico Acuerdo Tegucigalpa-San José.  Este Acuerdo brindó, y continua brindando, un marco para la pacífica y democrática solución de la crisis hondureña.  Estados Unidos nunca vaciló en su apoyo a favor del derecho sagrado del pueblo hondureño de elegir un nuevo Presidente, Congreso y Alcaldes.  Estoy orgulloso de nuestra singular decisión de mantener nuestro programa de asistencia técnica en apoyo a las elecciones hondureñas.  Nuestra asistencia nos permitió confirmar que estas elecciones fueron libres, justas y transparentes.  En ese soleado y hermoso 29 de noviembre, pudimos atestiguar que los verdaderos héroes y demócratas de primera línea fueron el pueblo hondureño, quienes bendecidos con sabiduría comprendieron que su poderosa voz era la fuerza indispensable para mantener la paz e impulsar a Honduras nuevamente hacia el camino de la democracia.  En ese día, enviaron al mundo un enérgico mensaje de virtud cívica y le otorgaron un poderoso mandato para el cambio a Don Porfirio Lobo y su Partido Nacional.

Con la inauguración del Presidente Lobo, el estrecho lazo tradicional entre Honduras y los Estados Unidos se ha reafirmado a medida que unimos fuerzas nuevamente como amigos y aliados para ayudar a restaurar la posición de Honduras en el mundo, y deshacer el daño económico y político que la crisis hondureña y sus consecuencias han infligido en el país.  Bajo el fuerte liderazgo del Presidente Lobo, Honduras ha cumplido fielmente sus compromisos según el Acuerdo Tegucigalpa–San José, y su gobierno ha emprendido el duro pero indispensable trabajo de sanar las divisiones y fomentar la reconciliación nacional.  Vemos que la reconciliación nacional es lo que la mayoría de los hondureños quieren, aunque algunas pequeñas minorías en ambos extremos, derecha e izquierda, no estén de acuerdo.

Claramente, los Estados Unidos cree que los hondureños ya han sufrido suficiente, y mi gobierno ha solicitado, y continúa instando, la pronta y merecida reposición de Honduras a la OEA y a la comunidad internacional.

Trabajamos juntos sobre cimientos duraderos de valores e intereses comunes.  Tanto los hondureños como los norteamericanos deseamos que nuestra gente, y todas las personas de esta región del mundo en el cual vivimos juntos, disfruten de la paz y la prosperidad, de las bendiciones de la democracia, que sus derechos sean respetados, de la buena gobernabilidad, de la seguridad ciudadana, de la libertad de la amenaza del narcotráfico y del crimen internacional.

Aplaudimos a los hondureños por su capacidad de recuperación y espíritu de trabajar juntos para superar los efectos de la crisis política.  Presidente Lobo, su gobierno puede estar seguro que los Estados Unidos de América continúa siendo un fiel amigo y socio, que estará al lado de Honduras en sus esfuerzos para transformar la adversidad del pasado reciente en ventaja a largo plazo para los hondureños, los cuales se merecen un país donde altos estándares de transparencia en gobernabilidad, anti-corrupción, pro-derechos humanos, instituciones que funcionen, justicia, educación, servicios de salud y libertad para hacer negocios sean la norma.

Por supuesto, la historia de mi propio país nos demuestra que ninguna nación se mueve en línea recta de triunfo a triunfo.  Como cualquier país, nos tambaleamos, soportamos tragedias y aprendemos lecciones duras en el camino -pero los estadounidenses hemos demostrado que somos un pueblo con una capacidad perdurable para aprender, para innovar, y para hacer a un lado lo que ya no funciona.

El espíritu estadounidense de transformar los obstáculos en nuevos comienzos, en ninguna parte es más evidente hoy que en la ciudad de Nueva Orleans.  Todos sabemos cómo esta gran ciudad fue casi destruida por el desastre natural, el huracán Katrina en 2005.  Hubo muchos que predijeron que Nueva Orleans estaba muerta, que nunca podría levantarse nuevamente a su grandeza del pasado.  Están siendo probados equivocados.  Día a día, esta ciudad se reinventa a sí misma como un centro urbano vital del siglo XXI, para emerger mejor de lo que fue anteriormente.

Al mismo tiempo, los artistas están preservando la gran herencia musical de esta ciudad.  En unos minutos, la renombrada banda de Sasha Masakowski nos deleitará con el mejor jazz de Nueva Orleans.

Quiero dedicar nuestra celebración hoy a la Nueva Orleans que está saliendo de los escombros del desastre.  Mi esposa Lisett y yo estuvimos allí recientemente.  Caminamos por sus calles y hablamos con sus líderes cívicos, educadores, y pobladores para darnos cuenta de los cambios que se están llevando a cabo en la ciudad.  Nueva Orleans es la historia de una comunidad de personas que se levantaron después de los efectos de la tormenta y resolvieron dejar a un lado lo que decimos comúnmente “aquí no ha pasado nada” e ir juntos aún más adelante y construir un mejor futuro.

Claro que la vieja ciudad de Nueva Orleans tenía su música, su vitalidad cultural y sus habitantes que la amaban.  Pero también tenía una estructura que no funcionaba bien y que algunos calificaban como corrupta, la cual había presidido por décadas el declive económico, el crimen, niveles de vida muy bajos, y la emigración de mucha de su gente.  En resumen, era una ciudad obligada a cambiar.  Cinco años después de Katrina, Nueva Orleans todavía tiene un largo camino por recorrer, pero la ciudad está tomando pasos hacia adelante.  La tragedia les ha dado un sentido de urgencia, tanto a sus líderes como a sus pobladores.  Entienden que su vieja ciudad estaba moribunda y que no pueden regresar a como era antes.

Ahora, bajo nuevos líderes, buscan un futuro mejor.  Igualmente tengo confianza que la ciudad y las comunidades aledañas al Golfo, están listas para levantarse nuevamente y enfrentar el desafío presentado por el derrame de petróleo.

Rendimos homenaje a una ciudad encaminada hacia la grandeza.  Hay una lección para todos: séase una ciudad o un país, un desastre por causas naturales o políticas, la crisis tiene que convertirse en oportunidad si queremos que nuestros hijos y las futuras generaciones tengan una vida más feliz y segura.  Esto significa, entre otras cosas, tolerancia, transparencia gubernamental, y el deseo de parte de los sectores más privilegiados de la sociedad de guiarse por reglas justas y lograr que el sistema socio-político funcione, no solo para ellos, sino para todos.

Celebremos ahora el espíritu de Nueva Orleans disfrutando esta tarde de una muestra de su buena música y comida, y deseándole un feliz cumpleaños a nuestra gran nación.

God Bless America!