Programas y Eventos 2011
Declaraciones del Presidente sobre Egipto
11 de febrero, 2011
EL PRESIDENTE: Buenas tardes a todos. Hay muy pocas ocasiones en la vida en las que tenemos el privilegio de ser testigos de sucesos históricos. Esta es una de esas ocasiones. Este es uno de esos momentos. El pueblo de Egipto se ha pronunciado, sus voces han sido escuchadas, y Egipto nunca volverá a ser igual.
Al renunciar, el Presidente Mubarak respondió al anhelo de cambios del pueblo egipcio. Pero este no es el fin de la transición en Egipto. Es el comienzo. Estoy seguro de que habrá momentos difíciles en los próximos meses, y muchas preguntas quedarán sin respuesta. Pero estoy seguro de que el pueblo egipcio puede encontrar las respuestas y hacerlo pacíficamente, constructivamente y con el espíritu de unidad que ha caracterizado las últimas semanas. Los egipcios han dejado en claro que no aceptarán sino la victoria de una democracia genuina.
Estados Unidos continuará siendo amigo y socio de Egipto. Estamos listos a proporcionar la asistencia que sea necesaria –y que se solicite– para lograr una transición convincente hacia la democracia. También estoy seguro de que es posible aprovechar el mismo ingenio y espíritu empresarial que los jóvenes de Egipto han mostrado en días recientes para crear nuevas oportunidades: empleos y empresas que permitan que el extraordinario potencial de esta generación alce vuelo. Y sé que un Egipto democrático puede expandir su influencia como líder responsable no solo en la región sino en todo el mundo.
Egipto ha desempeñado un papel fundamental en la historia de la humanidad durante más de 6,000 años. Pero en las últimas semanas, la rueda de la historia marchó con una velocidad vertiginosa mientras el pueblo egipcio exigía sus derechos universales.
Vimos a madres y padres cargar a sus hijos en hombros para mostrarles la forma que puede cobrar la verdadera libertad.
Vimos a un joven egipcio decir, “Por primera vez en mi vida, realmente cuento. Se escucha mi voz. A pesar de que soy apenas una sola persona, es así que la verdadera democracia funciona”.
Vimos a los manifestantes repetir “Selmiyya, selmiyya” —“Somos pacíficos”— una y otra vez.
Vimos a militares abstenerse de disparar contra la gente que juraron proteger.
Y vimos que médicos y enfermeros acudían a toda prisa a cuidar a los heridos, que voluntarios registraban a los manifestantes para asegurarse de que no estuviesen armados.
Más que nada, vimos surgir una nueva generación: una generación que usa su propia creatividad, talento y tecnología para exigir un gobierno que represente sus esperanzas y no sus temores; un gobierno que responda a sus ilimitadas aspiraciones. Un egipcio lo dijo en pocas palabras: La mayoría de la gente ha descubierto en días recientes… que tiene un valor, y ya no se le puede privar de eso, jamás.
Y aunque lo que vimos y escuchamos fue íntegramente egipcio, no podemos evitar oír ecos de la historia, ecos de alemanes que derrumbaron un muro, estudiantes indonesios que se volcaron a las calles, Gandhi que llevó a su gente camino a la justicia.
El día de hoy pertenece al pueblo egipcio, y el pueblo estadounidense está emocionado por las escenas en El Cairo y en todo Egipto debido a quiénes somos como pueblo y el tipo de mundo en el que queremos que nuestros hijos crezcan.
La palabra Tahrir significa liberación. Es una palabra que se refiere a aquello que tenemos en el alma que pide a gritos la libertad. Y por siempre jamás, nos recordará a los egipcios: lo que hicieron, lo que defendieron y la manera en que cambiaron su país y al hacerlo, cambiaron al mundo.