Blog de la Misión Diplomática de los Estados Unidos en México
Los jóvenes son el presente
Soy profesora en un Centro Público de Investigación en la frontera mexicana con los Estados Unidos; fui becaria en el Instituto de las Américas en 2008 cuando asistí a un programa sobre Migración Hemisférica Latinoamericana. Me integré a un grupo de ex becarios en mi ciudad para formar el capítulo Nuevo Laredo de la Asociación Mexicana de Ex Becarios. Ser parte de State Alumni me permitió ser candidata para participar recientemente en otra actividad para ex-becarios: el Curso-Taller para Ex becarios del Departamento de Estado, sobre Empoderamiento de Jóvenes y Seguridad Ciudadana, organizado por la Embajada de los Estados Unidos en Costa Rica. La experiencia fue interesante y de gran aprendizaje en varios sentidos.
Nuestra sociedad tiene claro que somos un país de jóvenes, sin embargo en pocas oportunidades nos detenemos a escucharlos: ¿Qué les preocupa? ¿Qué les gusta? ¿Qué opinan? ¿Cómo se comprometen con la realidad que les tocó vivir?
Este taller me dio oportunidad de conocer a un nutrido grupo de personas, la gran mayoría de ellos jóvenes, provenientes de varios países latinoamericanos: Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, Republica Dominicana y México, además de funcionarios del Departamento de Estado. Su cualidad común es poseer una gran voluntad de transformar e incidir en su comunidad, un fuerte compromiso y sobre todo una energía que se transmite a todo quien esté cerca de ellos.
El taller tuvo como propósito compartir distintas experiencias de trabajo en comunidades latinoamericanas que están construyendo espacios seguros para jóvenes, es decir, ambientes de participación que alejan a la juventud de la violencia, del consumo de drogas, de la deserción escolar, etc.; a la vez que abren espacios de expresión de su pensamiento y su sentir, de formación de ciudadanos participativos y de formación de jóvenes líderes comunitarios.
Sin tener demasiados años, pero de la misma manera no pocos, la experiencia me presentó un reto importante: desafiar mis juicios -y prejuicios también- sobre los jóvenes. Yo creía entender su realidad, suponía que comprendía su sentir y problemáticas. Cada día, cada tema y cada plática de sobremesa fueron resquebrajando mi esquema mental sobre la juventud. Escuché opiniones bien planteadas, argumentos sostenidos, inquietudes válidas, cuestionamientos fundamentados y experiencias reveladoras. Tuve oportunidad de conocer el trabajo importante que cada uno de los asistentes realiza en sus comunidades, proyectos creativos que me mostraron que no se requieren grandes acciones, sino comenzar por pequeñas actividades para hacer la diferencia.
Se habló de comunidades seguras, con base en principios de libertad y confianza de la ciudadanía –y la juventud en particular- en el sistema de justicia y las instituciones, se habló de espacios ganados por los grupos delictivos, de justicia restaurativa, de policía comunitaria, de reinserción social, de estructuración de organizaciones sociales, de liderazgos individuales y colectivos, etc. De lo que podemos hacer para contribuir a crear esos espacios seguros en nuestras comunidades abatidas por la violencia. Pero sobre todo se habló de prevención del delito, de prevención de la violencia, de prevención para evitar mayores roturas del tejido social. ¿Cómo? A través del fortalecimiento del capital social en nuestras comunidades, de programas educativos para el empoderamiento de los jóvenes, de la articulación del trabajo en redes, de la corresponsabilidad. A final de cuentas, como ahí se dijo, el no hacerlo ahora será bajo nuestro propio riesgo como comunidades latinoamericanas.
En el sentido humano la convivencia con personas de diversas ideologías, convicciones, perspectivas de vida, experiencias individuales y colectivas me enriqueció como persona. Me dio razones para reafirmar que son posibles las transformaciones sociales a partir de la voluntad de trabajo y el compromiso. Su energía y disfrute por la vida, por la música y el baile, me mostraron que ese es su mejor recurso: la energía voluntariosa. Si además de ello agregamos inteligencia y liderazgo, el resultado es: jóvenes y personas valiosísimas
Tengo mucho que agradecer y aprender todavía. Gracias a María José (Nicaragua) y Alicia (Guatemala) intento ser menos renuente a los recursos electrónicos, Lucas Pinzón (Guatemala) me mostró que la formalidad no se riñe con el gozo por el baile, por el contrario Berkania García (Dominicana) dejó ver que el disfrute no se contrapone con el compromiso. Las historias de vida de los ahí reunidos muestró esfuerzo, compromiso y convicción por el trabajo voluntario. Debo agradecer a todos ellos.
¿Qué sigue ahora? Acordamos mantener el contacto a través de una red virtual. El propósito es que podamos continuar compartiendo experiencias, así como contar con el apoyo de cada uno de nosotros si deseamos replicar alguna de las ideas compartidas. Tengo el propósito de compartir con mis compañeros de AMEB-Nuevo Laredo la experiencia lograda en el Curso, al igual que los materiales y documentos que se distribuyeron. Nuestra asociación tiene como misión contribuir al desarrollo de la comunidad a través de actividades en las áreas educativa, cultural y social. Confío en que muy pronto habrá noticias desde este punto de la frontera mexicana.
Por Blanca D. Vázquez D.
Escribe un comentario