“Bueno, por decirlo de alguna manera, creo que al hacer las cosas siempre me quedé un poco atrás… pero siempre quise tratar de brindarme a los demás. Y sabía que [incorporarme a las Fuerzas Armadas] era una forma de hacerlo.”
Lynn Fletcher no era el recluta habitual. Tenía 34 años cuando se alistó, era padre de dos hijos y llevaba casi dos décadas en un trabajo civil. Pero, en un sentido muy importante, era como la mayoría de los demás con un llamado a servir. Quería marcar la diferencia.
Aunque Lynn se alistó de más grande, había estado investigando sobre las Fuerzas Armadas apenas terminó el colegio secundario. Era algo que le intrigaba, pero optó por trabajar en una tienda de comestibles local, ahorrar dinero y estudiar a la noche para obtener la licenciatura. Por estos tiempos, también se casó. Antes de que Lynn se diera cuenta, al tiempo que recibía su diploma, se convertía en contador y se trasladaba de un lugar a otro siguiendo los pasos de su esposa como técnica radióloga, tuvo dos hijos y ya pisaba los 30 años. Sin embargo, fue cuando Lynn y su esposa decidieron separarse que Lynn comenzó a reevaluar sus prioridades.
“Pensaba en todo lo que aún quería hacer y [estar en las Fuerzas Armadas] era una de esas cosas… Así fue que me fijé en la Guardia Nacional. Lo que pensé fue, bien, podría trabajar a tiempo completo sin dejar de estar con mis hijos.”
Después de hablar con un reclutador, Lynn se alistó en la Guardia Nacional del Ejército y eligió un área de trabajo como militar.
“Te toca elegir un área en la cual desempeñarse. Y si en la unidad a la que vas no está ese campo profesional, entonces te dan otra opción o te sugieren otro lugar en una unidad diferente donde exista ese campo profesional… Yo terminé eligiendo [Recursos Humanos] porque era un tema que me interesaba y había trabajado en esa área un buen tiempo como civil.”
Lynn hizo el entrenamiento básico y el entrenamiento individual avanzado y luego partió a casa. Como los miembros de la Guardia hacen prácticas dos semanas al año y los fines de semana, a Lynn le gustaba particularmente el equilibrio único entre el trabajo civil, el servicio para el estado (como responder a desastres naturales en el país o a necesidades de mayor seguridad) y el servicio federal.
“Está el Servicio Activo, la Reserva y la Guardia… Todos trabajamos para el gobierno federal… Pero la Guardia se ocupa de un par [de] cosas más. La Guardia apoya no sólo las misiones federales, sino también las misiones estatales… La [Guardia] realmente está enfocada primero e el estado y luego en lo federal.”
Esta distinción cabe también a la Guardia Nacional del Ejército y a la Guardia Aérea Nacional, que fueron de importancia para Lynn.
“Un amigo mío estaba en la Guardia Aérea y me dijo, ”¿Por qué no piensas alguna vez en estar en la Guardia Aérea?”...Lo tuve en cuenta y me puse a investigar más y llegué a la conclusión de que era algo que me resultaba mucho mejor.”
Interesado en la Guardia Aérea Nacional por su flexibilidad, las oportunidades laborales y el hecho de que había una base de la Guardia Aérea Nacional en Omaha, donde vivía en ese momento, Lynn habló con un reclutador e hizo el cambio.
“Todo se trasladó de un lugar a otro… no tuve que volver a ir al campamento de entrenamiento. Quería seguir en la misma área de trabajo. Y tuve suerte. Primero, había un lugar. Y segundo, no tuve que hacer ninguna capacitación adicional.”
A los 39 años de edad, Lynn actualmente trabaja en la Guardia Aérea Nacional en el Comando Estratégico de Estados Unidos en el área de gestión de la información. Su trabajo consiste en organizar las instrucciones y las publicaciones que se utilizan para las políticas, los procedimientos y los procesos dentro del comando. Es mayormente un trabajo administrativo e incluye revisar, corregir y dar formato a publicaciones y formularios de cumplimiento. Aunque le gusta su trabajo, tiene un título y reúne las condiciones para ser oficial, Lynn se identifica con la categoría de alistado.
“Me gusta pertenecer al grupo de los alistados. Realmente siento que la columna vertebral de las Fuerzas Armadas la constituyen los alistados. Y soy de esa clase de persona a la que le gusta estar en las trincheras.”
La postura de Lynn también se perfiló por un profundo sentido de la camaradería.
“Conocí a muchas excelentes personas. Todas estas personas que conocí estaban en esto para servir y hacer su parte. Es como una hermandad.”
Por este motivo, y por otros beneficios como la atención médica, la realización profesional y el hecho de que Lynn puede pasarles sus beneficios de la Ley GI posterior al 11 de septiembre a sus dos hijos, disfruta a pleno de su tiempo en el servicio.
“Simplemente me encanta esta vida… hay tantas oportunidades increíbles en las Fuerzas Armadas que no tienen nada que ver con ir y pelear en la zona de combate… no tengo ninguna intención de irme de mi unidad de la Guardia.”
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