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Powell urge atención a buenas y malas noticias de Irak
(Esta columna escrita por el secretario de Estado Colin Powell,
publicada el 31 de octubre en los periódicos de la cadena
Knight-Ridder, es de dominio público. No hay restricciones para su
reproducción).
De la Pesadilla a la Libertad: El Despertar de Irak libre
Por Colin L. Powell, Secretario de Estado.
¿Qué deben pensar los estadounidenses acerca del progreso que se logra
en la reconstrucción de un Irak libre? Ultimamente los titulares de
los periódicos han publicado muchas noticias malas y alarmantes:
carros cargados de bombas en Bagdad, andanadas de misiles lanzados
contra hoteles, atentados mortales contra soldados estadounidenses, la
policía, funcionarios Irakíes y representantes de la comunidad
internacional. Sin embargo también hay abundancia de buenas noticias,
que no se publican en los periódicos con la misma frecuencia. Esas
buenas noticias surgen de una verdad irreversible y decisiva: el
pueblo Irakuí es libre.
Más que cualquier otro factor, el futuro de Irak lo definirán las
esperanzas y los esfuerzos de los propios ciudadanos de Irak. Estados
Unidos y otros países ayudan actualmente de muchas maneras a los
Irakíes. En la Conferencia de Donantes de Madrid, el mes pasado,
logramos un excelente progreso al ampliar el alcance de esa ayuda;
allí nosotros y 72 países más y 20 organizaciones internacionales
hicimos una inversión estratégica en la esperanza al comprometernos a
suministrar más de 33.000 millones de dólares para la reconstrucción
de Irak. Sin embargo y en definitiva, una sociedad respetable,
afianzada en instituciones que aseguren la equidad y la libertad, debe
surgir de sí misma. Es lo que está ocurriendo en Irak. Por primera vez
en su historia los Irakíes experimentan una cultura cívica
democrática en el plano local, y cada vez más en el plano regional y
nacional. Con esta experiencia nace la esperanza, y la percepción de
la propia capacidad se extiende por todas partes, aún en el
"triángulo" sunnita, que fuera el epicentro del apoyo al antiguo
régimen. No obstante, esta libertad es de tal manera nueva para los
Irakíes, y por el desajuste causado por la larga pesadilla del
desgobierno de Saddam Hussein fue tal, que muchos Irakíes permanecen
indecisos y desorientados. Debemos recordar que la pesadilla que
significó Saddam Hussein para Irak duró más que la tiranía de Stalin
en la Unión Soviética. Esperar que la tragedia del pasado de Irak se
desvanezca rápidamente no es realista. Las heridas toman tiempo en
restañar y aún cuando las cicatrices físicas desaparecen,
frecuentemente las sicológicas permanecen. Los Irakíes necesitan
tiempo para volver a tener confianza, confianza de unos en otros,
confianza en un nuevo liderazgo Irakuí que ellos mismos escojan,
confianza en su propio futuro.
El actual progreso real sobre el terreno da a los Irakíes la
esperanza de que la vida mejorará constantemente. La capacidad de
generación de energía eléctrica ya excede los niveles existentes antes
de la guerra. En colaboración con nuestros socios Irakíes y otros
voluntarios de la comunidad internacional hemos reparado más de 1.7000
averías críticas en la vetusta red de abastecimiento de agua. Hemos
limpiado 14.500 de los 20.000 canales de riego de Irak que requieren
dragado. Hemos renovado más de 1.500 escuelas. Hemos distribuido 22
millones de vacunas entre los niños y las mujeres embarazadas
Irakíes. Tres millones de equipos para rehidratación han llegado a
los niños que los necesitaban.
También estamos preparando el camino para una atmósfera de seguridad
nueva, dirigida por Irakíes. El entrenamiento básico de más de 35.000
agentes de policía civiles comenzará en noviembre y eventualmente,
durante los próximos 2 años se graduarán mensualmente 1.500 policías
civiles cuidadosamente escogidos, recientemente entrenados y
equipados. Este cuerpo de policía autóctono traerá nueva estabilidad y
confianza en el futuro.
La sociedad civil Irakuí prospera. En Irak, donde antes sólo había una
fuente oficial de noticias, en la que los Irakíes sensatos nunca
confiaron, hoy vibra con una prensa libre. Los maestros pueden enseñar
la verdad, no la propaganda de odio del Baath. Los tribunales
funcionan. Los bancos están abiertos y hacen préstamos. Los negocios
florecen, como se puede apreciar con sólo una ojeada a los artículos
disponibles en el mercado de cualquier ciudad Irakuí. Los salarios
suben, los ahorros salen de sus escondites, la gente gasta y gana
dinero.
No solamente los servicios básicos se han restaurado a los niveles de
preguerra, sino que en muchas áreas los Irakíes han fijado metas que
van más allá. Los Irakíes aspiran, no al sistema de atención de salud
que tenían hace 30 años, sino a un sistema mejor. Ya más Irakíes que
nunca tienen acceso confiable a la energía eléctrica, agua limpia y
educación básica.
Con todo, cuando se traiciona la confianza es difícil restaurarla, aún
más que recomenzar una economía. Cuando la vida de generaciones
enteras ha sido una pesadilla absoluta, el proceso de recuperación es
aún más difícil. Los Irakíes deben persuadirse a si mismos, de nuevo,
que son gente buena y honorable, que ya no hay necesidad de sentirse
avergonzados por las condiciones impuestas a ellos por Saddam Hussein
y su legión de malhechores y criminales.
Ciertamente, los Irakíes están recobrando su valentía y su honor.
Temen cada vez menos expresar su opinión a favor de un futuro mejor.
Los Irakíes están haciendo grandes sacrificios, demasiados de ellos
han perdido la vida o han sufrido heridas debido a los esfuerzos
descarriados de otros Irakíes y sus cómplices extranjeros por frenar
el progreso de su país. Habrá más sacrificios, pero esos sacrificios
sólo fortalecerán la determinación de los Irakíes de todas las edades
y posición social de mantener el rumbo.
En primer lugar, es por ello que los estadounidenses tienen razón bien
fundada para esperar el éxito eventual en Irak. No importa cuan
difícil o peligrosa sea la vida para los estadounidenses y otros que
tratan de dar a luz el nuevo Irak, nuestro mejor aliado es el pueblo
Irakí. Si ellos están dispuestos a aspirar fuerte y aprestarse para
una larga jornada, entonces nosotros también debemos perseverar,
permanecer a su lado hasta que la tarea se complete.
Los estadounidenses comprenden que nada que valga realmente la pena
hacer es fácil. Irak no es fácil. Ninguna persona seria dijo alguna
vez que lo sería. No obstante, merece la pena hacerlo y merece la pena
hacerlo bien, así que nos es preciso hacer acopio de paciencia y
comprensión a medida que procede la tarea de reconstruir a Irak.
En los años venideros veremos la prueba de nuestro éxito y ya podemos
decir la forma que tendrá. Parecerá que la pesadilla de Irak se
convierte en un sueño de libertad hecho realidad.
De Nuevo a Tapa ^
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