Discursos y Declaraciones
Palabras en la Ceremonia de Inauguración de la
7a. Convención Anual de la Cámara Americana
de Comercio en México
Traducción extraoficial de la versión anticipada
25 de febrero de 2008
Gracias Simón. Senador Creel, Senadora Green, Senadora
Polevnsky, es un gusto verlos. Muchas gracias por acompañarnos
esta noche.
Parece que ya he hecho esto antes, y cada vez he señalado
qué privilegio es para mí el servir como Presidente
Honorario de la Cámara Americana de Comercio en México,
y lo digo en serio. Así es que gracias por invitarme
a inaugurar ésta, la 7ª. Convención Nacional,
una que se basa en 91 años de presencia de la Cámara
aquí en este increíble país.
El título de esta conferencia, “México
y los Estados Unidos al borde de una importante oportunidad”,
es interesante pero, la verdad, si vamos a hablar de oportunidad,
yo creo que ya pasamos “el borde” hace mucho
tiempo, y estamos realmente inmersos no sólo en tiempos
extraordinarios, sino de extraordinaria oportunidad.
Nada más tomen un momento para recordar lo que han
visto en este período, relativamente breve, en que
todos hemos perdido algo de cabello y subido unos kilos.
Desde la década de 1980, la región se ha
transformado de una con pocas democracias y economías
generalmente cerradas, a una en que todos los países,
con la excepción de Cuba, regularmente llevan a cabo
elecciones democráticas, y casi todos tienen economías
abiertas. Y la buena noticia es que México está
a la vanguardia.
De hecho, aunque los medios tiendan a caracterizar a la
región como polarizada por dos modelos económicos:
el populista y el abierto al mercado, el 92% de la población
de la región vive en economías de mercado
y produce más del 90% del Producto Interno Bruto.
Y ahora se le debe dar la oportunidad al pueblo cubano
de comenzar un proceso pacífico de cambio democrático,
y de vivir en paz, y que su gobierno obtenga su legitimidad
del consentimiento de los gobernados y no de los caprichos
de un dictador o del legado de cinco décadas de tiranía.
Ustedes que están en este salón son algunos
de los participantes más exitosos y mejor informados
en la historia de éxito de América del Norte.
No tengo que decirles lo que el TLCAN ya ha logrado para
sus propias compañías, o que “lo que
es bueno para México” beneficiará a
todo el continente.
Las medidas que los Estados Unidos y México han
tomado para dar seguridad a nuestros ciudadanos, y para
brindar dinamismo a nuestras economías son sustanciales
e irreversibles.
Así es que sí, la oportunidad ha llegado
y está aquí ahora, pero existen retos por
delante. El día de mañana tendrán oportunidad
de observar muchos de ellos de cerca pero, antes de que
empecemos, he venido aquí para decirles que tanto
el gobierno de los Estados Unidos como el de México
están trabajando duro para crear un ambiente más
seguro y competitivo, en el que el capital sea recompensado
y se creen oportunidades.
Sé que no hay una sola persona aquí que no
esté observando la situación económica
en los Estados Unidos, y preguntándose qué
consecuencias tendrá para México y para nuestras
economías compartidas.
Si bien es claro que la economía estadounidense
no está creciendo al mismo ritmo de los años
recientes, el Presidente y el Congreso han respondido de
manera vigorosa.
El paquete de estímulo por 168 mil millones de dólares
que el Presidente Bush autorizó este mes, y la reducción
de tasas de interés por parte del Banco de la Reserva
Federal deberá estimular tanto la inversión
empresarial como el consumo por parte de los ciudadanos.
A fines del año pasado, el Presidente Bush firmó
la “Ley de Condonación de Hipotecas y Alivio
a la Deuda”, la cual protegerá a nuestras familias
de impuestos más altos cuando refinancien las hipotecas
de sus casas.
Más allá del mercado de la vivienda, la Administración
también está urgiendo al Congreso que amplíe
los mercados para los trabajadores y agricultores estadounidenses
al aprobar rápidamente los acuerdos de comercio con
Colombia, Panamá y Corea del Sur.
Los fundamentos a largo plazo de nuestra economía
son sólidos. La economía de Estados Unidos
ha logrado más de seis años de crecimiento
económico sólido. Nuestra expansión
económica se ha caracterizado por importantes logros
en empleos y salarios, progreso sustancial en el frente
fiscal y, más recientemente, un rápido aumento
en las exportaciones que está ayudando a reducir
el déficit comercial. Nuestra productividad ha crecido
2.6 por ciento por año bajo el liderazgo del Presidente
Bush, el mayor crecimiento en los últimos 30 años.
Pero no podemos distraernos durante estos tiempos de inquietud
económica. El crecimiento real y sostenible sólo
es posible cuando el gobierno, además de estimular,
invierte tanto en la gente como en la infraestructura.
Y, en una democracia las personas de todos los ámbitos
e ideologías políticas necesitan sentir que
tienen un papel trascendente en las decisiones de su país.
Y que dichas decisiones toman en cuenta sus necesidades,
en especial las de aquellos que están luchando contra
la pobreza, la desigualdad y la exclusión social.
El Presidente Calderón y los líderes de todos
los principales partidos aquí en México han
estado haciendo precisamente eso. Lo que estamos viendo
es un México que avanza.
Basándose en un récord tanto de estabilidad
macroeconómica como en un gobierno más abierto
y democrático, el México de hoy está
adoptando el cambio como nunca antes.
Hemos visto a los líderes de todos los partidos
abocarse a la reforma significativa de los sistemas fiscal
y de pensiones. El Congreso aprobó una reforma electoral
de manera unánime, y está trabajando para
lograr la reforma del sistema judicial y el reforzamiento
del estado de derecho así como buscando maneras para
hacer al sector energético más competitivo.
El año pasado las inversiones directas en México
desde el extranjero llegaron a un récord de 23 mil
millones de dólares, y se crearon 800,000 nuevos
empleos; de igual manera estamos viendo el inicio de una
impresionante diversificación en las exportaciones
de México.
México ha logrado una de las tasas de inflación
más bajas en la región, de hecho más
baja que la tasa de inflación en Estados Unidos por
primera vez en la historia.
Recientemente se anunció un programa de infraestructura
de cinco años por 250 mil millones de dólares
para construir y modernizar los puertos marítimos,
los aeropuertos y las carreteras, además de dirigir
recursos críticos al sector energético.
Es obvio que México tiene claras sus prioridades
y, como ha dicho el Presidente Calderón, tiene toda
la intención de cumplir o adelantarse a las expectativas
de unirse a las 5 ó 6 economías más
importantes del mundo durante la vida de los niños
mexicanos que actualmente asisten a las escuelas del país.
Así que, cuando me preguntan que si estamos pendientes
de México, mi respuesta es “claro que sí”.
Lo que es bueno para México es bueno para los Estados
Unidos y para todo el hemisferio.
Pero como tantos de ustedes, he visto cómo la violencia
relacionada con el narcotráfico se ha esparcido rápidamente.
Como tantos de ustedes, he visto que se asesina a oficiales
de la ley, y me he sentido impactado por la brutalidad de
los cárteles de las drogas que operan en este país.
Como tantos de ustedes he oído las preocupaciones
de mexicanos comunes de todo el país. Preocupaciones
por su seguridad, sus comunidades, y la seguridad de sus
hijos.
Pero también he visto un gobierno firme y valiente
en su compromiso de luchar contra aquellos que amenazan
a nuestras sociedades. He visto cómo se logran récords
en el volumen de las incautaciones tanto de dinero como
de cocaína, y de extradiciones de capos de la droga,
de tal manera que entiendan que podrán huir, pero
no se pueden esconder de la justicia.
También he leído reportes de que los cárteles
quieren “arreglarse” con las autoridades, lo
que es claramente una señal de que el gobierno está
ganando, pero he visto que el gobierno ha tenido el valor
de decir que no, no habrá arreglos, ni ahora ni nunca.
Pero lo que es más importante para lograr el éxito
en este frente es que los Estados Unidos y México
han superado los días de echarse la culpa…
Estamos trabajando conjuntamente como nunca antes, y aceptando
nuestras responsabilidades compartidas. Así es que
sí, permítanme ser claro. Tenemos que hacer
más en los Estados Unidos para reducir la demanda
de drogas y detener el tráfico ilegal de armas a
México. Y ambos países deben compartir la
responsabilidad de confrontar a esos brutales asesinos que
amenazan a nuestras instituciones y envenenan a nuestros
hijos, dondequiera que puedan estar.
Nuestros dos Presidentes se dan cuenta que su respectiva
voluntad política y liderazgo de manera aislada no
bastarán. Solamente juntos, actuando como verdaderos
socios en la creación de lo que se ha llamado “un
nuevo paradigma para la cooperación en seguridad”
podremos estar al nivel de la urgencia de este reto.
La Iniciativa Mérida es exactamente eso. Como el
Presidente Bush ha dicho, “los problemas regionales
requieren soluciones regionales”. La Iniciativa Mérida
busca acrecentar los esfuerzos domésticos de cada
nación al combinarlos con cooperación regional
más agresiva para multiplicar el impacto de nuestras
acciones. Reconocemos que los narcotraficantes y las organizaciones
criminales no respetan las fronteras políticas, y
que solamente triunfan cuando nosotros fallamos en trabajar
unidos.
Así es que mientras nuestros gobiernos responden
a una desaceleración natural de la economía,
y la Iniciativa Mérida busca mandar un mensaje claro
a los cárteles, todos debemos hacer nuestra parte
para lograr que la integración, ya de por sí
impresionante, sea más fluida y eficiente. Y aquí
en México nos estamos dedicando a eso.
Les daré dos ejemplos. El miércoles patrocinaremos
una conferencia para empresas estadounidenses que estén
interesadas en trabajar en sociedad con compañías
mexicanas en las oportunidades que presenta el programa
de infraestructura de este país. A nuestro entender
ésta es una propuesta en la que todos ganan. La conferencia
ayudará a las compañías estadounidenses
a identificar oportunidades de participar en más
de 30 de los más importantes proyectos bajo el Programa
Nacional de Infraestructura, además de presentar
a dichas compañías con empresarios mexicanos
que buscan los recursos y conocimientos que les pueden ofrecer.
El jueves me uniré al Secretario de Seguridad Nacional
Michael Chertoff, y al Secretario de Comercio Carlos Gutiérrez
en su reunión con sus contrapartes mexicanas y canadienses.
¿Cuáles son sus metas? El hacer más
fácil que las firmas de América del Norte
puedan hacer negocios en cualquier parte del continente,
y asegurar que nuestros tres países estén
a salvo de terroristas que pudieran buscar hacernos daño.
Conclusión
Comencé mis comentarios esta noche volviendo la
mirada a los ochenta… un período que para la
mayoría de nosotros ha pasado en poco más
que un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo en poco más
de ese mismo parpadeo, México estará entre
las más grandes economías del mundo.
Así es que no, no estamos “en el umbral”
de una oportunidad, sino en medio de ésta. Y me siento
optimista sobre nuestro futuro compartido, y les diré
por qué.
En estos últimos años he visto cómo
la relación México-Estados Unidos evoluciona
hasta ser una sociedad más madura y pareja, una que
el Presidente Bush ha dicho que es “tan rica como
compleja”. Y estemos listos para aceptar el hecho
o no, México y los Estados Unidos se necesitan unos
a otros, y los ciudadanos de ambos países lo saben,
y nuestros líderes políticos necesitan oírlo.
Piénsenlo, nuestros retos nos están acercando
porque los mexicanos y los estadounidenses compartimos las
mismas preocupaciones por nuestras economías y el
impacto del crimen y la violencia en ambos lados de nuestra
frontera.
Estamos siendo testigos de una notable convergencia de
valores, los cuales incluyen un compromiso con la democracia,
el estado de derecho y la prosperidad para todos nuestros
ciudadanos.
Todos los días en el mercado de las ideas, la mano
de obra y el capital, millones de personas reflejan esta
convergencia y, parafraseando a John Adams, “los mercados,
como los hechos, son tercos”.
Al depender más unos de otros, los obstáculos
a los flujos de mano de obra y capitales tanto en el Norte
como en el Sur necesitan reflejar la voluntad de las personas.
Las personas en ambos lados de la frontera que no piden
más que una oportunidad, una oportunidad que puede
encontrarse en un empleo que necesita ocuparse en los Estados
Unidos, o una inversión que necesita hacerse en México.
Conforme avanzamos, todos necesitamos seguir haciendo las
preguntas difíciles y estratégicas sobre nuestro
rumbo en los próximos años, asegurándonos
que los líderes en nuestros dos países hagan
lo que sea necesario para hacer de América del Norte
la región más democrática, segura y
próspera en la Tierra… y yo sé que ustedes
están al nivel de ese reto.
Una vez más, quiero darles las gracias por permitirme
estar con ustedes esta noche, y terminar este discurso como
siempre lo hago, sencillamente pidiéndole a Dios
que hoy y por siempre bendiga tanto a los Estados Unidos
como a México.
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