Escudo E.U.
Embajada de los Estados Unidos
INFORMACIÓN DE FONDO


PALABRAS DEL EMBAJADOR DE LOS ESTADOS UNIDOS
ANTONIO O. GARZA, Jr.
ANTE LA CÁMARA AMERICANA DE COMERCIO

México, D.F. a 2 de marzo de 2005

 

(Texto Anticipado - Favor de cotejar con el discurso tal como fue pronunciado)

Muy buenas noches a todos ustedes.

Dr. Sojo, Presidente Bryant, directivos y miembros de la Cámara Americana de Comercio, representantes de los medios y distinguidos invitados:

En primer lugar, muchas gracias, Miles, por tu amable presentación. Quiero expresar mi reconocimiento a ti y a la Cámara de Comercio por su compromiso y dedicación para con la relación de los Estados Unidos con México durante 88 años. Quiero también felicitar a Larry Rubin por su reciente nombramiento como Vicepresidente Ejecutivo y Director General, al igual que encomiar su visión de ampliar de manera importante el papel de liderazgo de la Cámara, la cual sigue siendo una organización de nivel mundial, en especial por su compromiso de ser agente del cambio.

El 20 de enero asistí a la segunda toma de posesión del Presidente Bush y quiero que todos ustedes sepan con cuánto orgullo lo escuché describiendo la marcha hacia la libertad como la mejor esperanza de paz en nuestro mundo. Recuerdo, por otra parte, el escepticismo de algunos que creían que los Estados Unidos era ingenuo e incluso no tenía dirección al basar su política exterior en el apoyo a movimientos e instituciones democráticas. Si bien es cierto que el Presidente Bush ha tenido que tomar algunas decisiones políticas muy difíciles, también reconoce que con mucha frecuencia se gana la libertad de manera ardua, y que tratar de conseguirla requiere visión y valentía, así como creer firmemente en el espíritu humano.

El mundo aprecia cada vez más los esfuerzos decididos del Presidente Bush para acabar la tiranía, y reconoce también que los Estados Unidos y sus socios en la comunidad internacional han ayudado a los pueblos de Afganistán y de Irak a deponer regímenes brutales y a encontrar su propio camino por sí mismos. Los intereses nacionales de los Estados Unidos, al igual que las vidas de decenas de millones de personas que han alcanzado la libertad, han mejorado de manera relevante por esos esfuerzos.

También quiero que ustedes sepan lo mucho que deseo seguir sirviendo al Presidente Bush como Embajador de los Estados Unidos en México. He pasado poco más de dos emocionantes años aquí, y lo que tengo claro es que ustedes van a ser testigos de un compromiso más vigoroso de esta administración para con nuestra relación con México. Nuestra Secretaria de Estado, Condoleezza Rice visitará México el jueves de la próxima semana y el Presidente Bush va a ser el anfitrión del Presidente Fox y del Primer Ministro Martin más adelante este mismo mes con el fin de abordar maneras prácticas de seguir construyendo con base en los fuertes cimientos del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte).

Es claro que México forma parte integral de la visión del Presidente en cuanto a que la América del Norte sea una región libre del terrorismo, que sea competitiva con las economías más fuertes del mundo y que apoye instituciones democráticas vigorosas. A menos de que los movimientos de las placas tectónicas alteren nuestras fronteras nacionales, los intereses de los Estados Unidos seguirán ligados a la estabilidad y prosperidad de México. Compartimos mutuamente nuestras fortalezas, al igual que los retos que enfrentamos. Por lo tanto, nuestra misión y responsabilidad es trabajar juntos con el liderazgo de México para reforzar la seguridad, la prosperidad económica y las instituciones democráticas de la América del Norte.

Poner en vigor esta visión del Presidente depende de manera primordial de la creación de una frontera que responda a las necesidades del siglo 21, que dé seguridad a nuestra nación al mismo tiempo que facilite el flujo legítimo de personas y productos. Los Estados Unidos y México están construyendo una asociación vigorosa y moderna que protegerá nuestro hogar común en la América del Norte, al mismo tiempo que respeta la soberanía de cada cual. Gozamos de una cooperación sólida con México en cuanto a la procuración de justicia, pero reconocemos que debe hacerse más.

Por lo que toca a la frontera, quiero reiterar que no tenemos interés en criticar a México de forma gratuita, pero no dudaré en hablar con decisión y de manera inequívoca cuando haya algún riesgo para la seguridad de los ciudadanos estadounidenses. Como una persona que creció en el sur de Texas, reconozco que la seguridad de esa región es una responsabilidad compartida. Estamos comprometidos a hacer lo que nos toca, y reconocemos y apreciamos la decidida cooperación y compromiso del gobierno del Presidente Fox en este empeño.

La migración sigue siendo uno de los temas bilaterales que más retos presenta, y lo seguirá siendo a medida que el Presidente busque la aprobación del Congreso de un programa de trabajadores temporales.

Tal como lo dijo en su Discurso sobre el Estado de la Unión: “El sistema migratorio de los Estados Unidos es obsoleto, no responde a las necesidades de nuestra economía ni a los valores de nuestra nación”.

El Presidente dejó en claro que él desea un sistema migratorio racional, que permita que trabajadores temporales ocupen puestos de trabajo, pero al mismo tiempo rechaza la amnistía. El sistema deberá también permitirnos monitorear quién está ingresando a los Estados Unidos y saliendo del país, asegurando que nuestros recursos se concentren en detener a quienes podrían tratar de causar daño a cualquiera de los dos países.

Reconozco la importancia de este asunto para México. Sin embargo, no debe haber duda alguna de que es más factible que la reforma en materia migratoria tenga lugar cuando el pueblo estadounidense y sus líderes tengan la confianza en que la frontera es segura, y que México está haciendo todo lo posible para crear oportunidades económicas en su territorio.

Al respecto, el gobierno, el sector privado y la sociedad civil de México tendrán una responsabilidad conjunta. Depender de las remesas que llegan de los Estados Unidos no es una política económica viable, pues aumenta la dependencia en los Estados Unidos y retrasa la participación plena de México en la economía global.

Todos nosotros tenemos en claro que la América del Norte enfrenta un reto económico importante, en especial de Asia. México ha mantenido una impresionante estabilidad macroeconómica durante los últimos años, pero aún tiene una brecha que cerrar en cuanto al aspecto microeconómico. Si no se adapta a las nuevas reglas de la globalización –que requieren de reformas amplias y de largo alcance, que son bien reconocidas por los dirigentes mexicanos– lo que México arriesga es quedarse rezagado.

En vez de extenderme sobre el problema, tan sólo imaginen ustedes por un momento lo que sería la economía si hubiera una mejor cooperación entre todo el espectro político para asegurar el futuro de México. Imaginen cuánto más podría lograrse si la corrupción fuera menos penetrante, de tal forma que no pudiera ya más envenenar los negocios, alentar las actividades ilícitas y congelar la inversión.

El crecimiento del 4.5 por ciento es bueno, pero los economistas mexicanos estiman que el país requiere de tasas más altas de crecimiento para eliminar el desempleo y para absorber a quienes se agregan al mercado laboral. Reducir la corrupción y poner en vigor reformas estructurales que permitan tal crecimiento adicional requiere de una estrecha asociación entre los poderes legislativo y ejecutivo, la cual trascienda las políticas partidistas.

Ésta es una lección que nosotros en los Estados Unidos hemos aprendido de la manera difícil: las reformas importantes de cualquier tipo requieren de la cooperación por encima de divisiones partidistas o del poder al que se pertenezca. Cuesta trabajo, pero los líderes que han hecho que esto acontezca son recordados por la historia como grandes estadistas.

Nadie estaría en contra del hecho de que la educación es la clave para asegurar que más personas compartan la prosperidad que pueden traer las reformas y el crecimiento. Con el fin de competir en la era de la información, debemos instruir a nuestros jóvenes para que produzcan conocimiento siendo ellos mismos tecnológicamente instruidos. México ya no puede depender de la mano de obra barata como una ventaja comparativa. El futuro colectivo de la América del Norte está en desarrollar el poder cerebral creativo de los inventores, de los emprendedores y de los trabajadores capacitados que, a su vez, van a llevar la innovación y competencia técnica a los mercados modernos. Y, aunque no tengo duda alguna de que la instrucción es clave, todos debemos hacer más.

Los gobiernos pueden tomar el liderazgo al negociar acuerdos de libre comercio y crear ambientes más amistosos para la inversión. Pero con el fin de asegurar el crecimiento continuo, el sector privado debe también entrar en juego ayudando a encontrar nuevas formas de superar las barreras al desarrollo, promoviendo políticas económicas gubernamentales firmes y poniendo resistencia a la corrupción.

Uno de los mejores ejemplos de la cooperación exitosa entre los sectores público y privado es el programa “Sociedad para la Prosperidad”. Tal como Miles indicó hace unos momentos, hemos creado una novedosa comisión cuatripartita dentro del marco de este programa que conjunta a los gobiernos de los Estados Unidos y de México, así como al sector privado de cada país. La Cámara Americana de Comercio ha participado de manera activa en este programa y ha asegurado que se escuchen los puntos de vista del sector privado estadounidense, cuando el gobierno mexicano considera los pasos a tomar para alentar la competitividad y asegurar que este país sea más atractivo para los inversionistas extranjeros.

La semana pasada, el gobierno de los Estados Unidos anunció un financiamiento de 570 millones de dólares para nuevas inversiones en México. Los proyectos más recientes apoyados por la Corporación para Promover la Inversión Privada en el Extranjero (OPIC, por sus siglas en inglés) incluyen un marco de garantía de créditos por 200 millones de dólares con Banamex, un crédito revolvente por 250 millones de dólares con ICA-Flúor para contratos con PEMEX, además de dos fondos de inversión por 60 millones de dólares cada uno con Baring Latin American Partners y Conduit Capital. Estas inversiones promoverán el crecimiento del sector privado en México para empresas pequeñas y medianas, en especial las relacionadas con el sector energético.

Programas como éstos están haciendo posible que el sector privado genere crecimiento económico en las regiones que se han quedado atrás en cuanto al desarrollo en México. Casi 50 por ciento de este país sigue en la pobreza. Piensen en esto: la mitad de México representa un mercado enorme sin descubrir, lo que también representa una vibrante oportunidad económica a medida que maduren los mercados más ricos de México.

Pero establecerse con provecho en las regiones más pobres de México bien podría requerir un nuevo marco conceptual de hacer negocios, el cual incluya nuevos tipos de asociaciones, en especial las que se conocen como empresarios o emprendedores sociales. A través de soluciones innovadoras a problemas sociales, muchos emprendedores sociales han desarrollado a nivel local redes vigorosas, conocimiento de los mercados, mecanismos de entrega de servicios e incluso modelos de utilidades para servir a las comunidades de bajos ingresos. Al asociarse con emprendedores sociales y aprender de sus innovaciones, las compañías tienen la oportunidad de llegar a nuevos consumidores al mismo tiempo que se convierten en un factor positivo que hace la diferencia en las comunidades de estos consumidores.

En un programa piloto para alentar esta clase de asociaciones entre las compañías y los emprendedores sociales, una organización internacional sin fines de lucro, llamada Ashoka, ha facilitado una sociedad comercial entre dos emprendedores sociales –que trabajan con grandes redes de pequeños agricultores en los estados de Oaxaca y Guerrero– y una empresa líder en el mercado en cuanto a soluciones relacionadas con problemas de uso del agua llamada Amanco. Juntos, Ashoka, los emprendedores sociales y Amanco están desarrollando un nuevo modelo de negocios para vender a los agricultores en pequeño el equipo de irrigación que requieren. Por consiguiente, se generan utilidades para todos los involucrados, al mismo tiempo que se contribuye a la economía y desarrollo de los agricultores mexicanos.

Me siento alentado por la clase de liderazgo corporativo mostrado por empresas con visión a largo plazo, las cuales equilibran las responsabilidades para con sus empleados y accionistas con las responsabilidades para con las comunidades donde están establecidas. De manera especial quiero reconocer el trabajo de las 14 empresas que componen el Consejo Nacional Empresarial sobre SIDA (CONAES) que, con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos y organizaciones importantes para prevenir el SIDA en México, recientemente se unieron para erradicar la discriminación relativa al VIH y el SIDA en el trabajo. Estas compañías reconocen que lo están haciendo no sólo por el valor en cuanto a las relaciones públicas, sino conforme a sus principios básicos. Simplemente, los negocios no pueden tener éxito en comunidades que fracasen.

Es necesario ser honestos en cuanto a lo que puede acontecer si los mercados fracasan en servir a la mitad más pobre de la población de México o de cualquier país. Si las personas pierden la esperanza económica, también pueden perder la fe en sus instituciones públicas, dando la espalda tanto a los mercados como a la democracia y dirigiéndose hacia la clase de demagogia que con demasiada frecuencia ha plagado a otros países y puesto límites a sus horizontes y libertades. Esta ha sido la desafortunada experiencia reciente en Venezuela, donde la democracia enfrenta una prueba severa; y ha sido la tragedia de Cuba durante los últimos 45 años.

A medida que consolidamos nuestra moderna asociación con México, estamos buscando nuevas iniciativas para promover la seguridad y prosperidad de toda la región de América del Norte. La seguridad, la prosperidad y la competitividad son componentes clave de nuestros esfuerzos por seguir progresando, con base en el impresionante éxito del TLCAN, a medida que ampliamos nuestra relación con cada uno de nuestros socios de esta región.

México está bien posicionado para llegar a ser competitivo con las economías más fuertes del mundo, a medida que avance este siglo, y su vecino del norte está comprometido en que México tenga éxito. Teniendo en cuenta que todos compartimos la causa común de que América del Norte progrese, nuestra responsabilidad es actuar. Sé que cada uno de ustedes toma en serio este compromiso.

Gracias por la oportunidad de estar con ustedes esta noche. Finalizaré mis palabras como siempre lo hago, con la sincera petición de que Dios bendiga a México y a los Estados Unidos.


 

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