Escudo E.U.
Embajada de los Estados Unidos
INFORMACIÓN DE FONDO


TRADUCCIÓN DEL TEXTO PREPARADO PARA SER
PRONUNCIADO POR EL EMBAJADOR DE LOS ESTADOS UNIDOS,
ANTONIO O. GARZA, Jr.
ANTE LA CÁMARA DE AMERICANA DE COMERCIO DE GUADALAJARA

20 de enero de 2004

Buenas noches. Es un placer que se me haya invitado a dirigirme a los miembros de la Cámara, especialmente después de la exitosa Cumbre Extraordinaria de las Américas.

Quiero agradecer a los dirigentes de la Cámara –en especial a Jorge Pérez Córdova y a Claudia Grossi – su invitación, y también deseo mencionar cuán grato es para mí estar con “Dolph” Horn, quien ha estado tan comprometido con el desarrollo económico y la expansión de oportunidades en esta comunidad, y quien ha invertido tantos años en acercar a los mexicanos y a los estadounidenses.

Este es un buen momento para platicar con ustedes un poco sobre la Cumbre Extraordinaria de las Américas, que tuvo lugar la semana pasada. Obviamente, los Presidentes Bush y Fox sostuvieron buenas conversaciones sobre migración, lo que recibió mucha atención, sin duda. Pero más allá de este tema, considero que todos podemos sentirnos complacidos con el progreso logrado en la promoción de oportunidades económicas y con asegurar que todos compartan los beneficios de la apertura de los mercados, con la que México se ha comprometido. También me siento alentado porque tantas naciones de nuestro hemisferio están considerando la importancia del seguir el ejemplo de México y hacer el mismo compromiso.

Deseo felicitar a la Cámara Americana de Comercio aquí en Guadalajara por la gran labor que han realizado al traer a compañías como Kodak, HP e IBM al “Silicon Valley” mexicano. La presencia de empresas como éstas, o su expansión como en el caso de Kodak, demuestra claramente que han tenido éxito las compañías que tienen el compromiso de competir. Tales historias de éxito muestran la importancia de la competitividad, así como la falsa esperanza que representa el proteccionismo. Ahora que celebramos el décimo aniversario de la puesta en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, en inglés), también vale la pena mencionar el éxito que ha sido para las tres naciones que lo firmaron. Dado el hecho de que el comercio bilateral entre México y los Estados Unidos se ha triplicado desde 1993, resulta casi sorprendente que se cuestione la sabiduría del tratado para ambas naciones.

El Presidente Bush está comprometido con la relación México-Estados Unidos. Yo sé que para él es fundamental. De nuevo, él dejó esto muy claro cuando en una conferencia de prensa conjunta con el Presidente Fox la semana pasada lo invitó, al igual que a la Primera Dama Marta Sahagún, a visitar su rancho en Crawford en marzo próximo. La cercana relación de trabajo que el Presidente Fox y él comparten fortalece nuestra capacidad para encarar los retos que enfrentan nuestras dos naciones. Pero es aún más importante que las instituciones binacionales que hemos establecido aseguran que nuestra capacidad de confrontar estos retos no recae únicamente en la relación entre nuestros dos Presidentes, sino que va más allá.

Hace dos semanas en la Cumbre Extraordinaria, treinta y cuatro democracias de nuestro hemisferio se reunieron para abordar tres prioridades comunes: crecimiento económico y reducción de la pobreza; inversión en la gente, y gobernabilidad democrática. A pesar de la amplitud de estos temas, considero que las tres áreas representan la suma del reto que se nos presenta --no sólo en este hemisferio, sino en todo el mundo. Las democracias avanzadas deben promover la promesa de autogobierno y de los mercados abiertos en todo el mundo.

El autogobierno y la apertura de mercados representan nada más ni nada menos que la libertad de elección: el derecho de elegir quién debe gobernar y cómo; el derecho de elegir dónde trabajar y por cuánto; el derecho a elegir un futuro para mí y mis seres queridos. Junto con asegurar la libertad de elección, las naciones que participaron en la Cumbre Extraordinaria se han comprometido a dedicarse de nueva cuenta al corolario que tiene sentido para las personas: invertir en la gente. Mediante la educación, el acceso a servicios médicos y la aplicación honesta y eficiente de la ley, debemos asegurar que la gente pueda aprovechar las oportunidades que se les presenten.

Los líderes de las Américas acordaron poner en práctica una gama de reformas relevantes. Van a trabajar de manera conjunta para promover la transparencia en las finanzas públicas, luchar contra la corrupción y negar refugio a funcionarios corruptos. De hecho, durante el primer día de la Cumbre Extraordinaria, el Presidente Bush firmó una instrucción al Departamento de Estado para que se niegue la entrada a los Estados Unidos a funcionarios corruptos.

También acordaron que para promover las oportunidades económicas y el crecimiento de las empresas, las naciones del hemisferio deben trabajar para reducir de manera significativa el tiempo y costo de iniciar un negocio y a triplicar los créditos para las pequeñas y medianas empresas, así como a reducir a la mitad el costo del envío de remesas.

Con el fin de mejorar la salud y la educación, los líderes acordaron trabajar para hacer que el tratamiento antirretroviral del VIH y el SIDA esté disponible para todos los que lo requieran, y a realizar evaluaciones objetivas sobre la efectividad de los sistemas escolares.

Las reformas identificadas en la Cumbre van a promover mayores oportunidades en áreas donde desafortunadamente aún no existen. Con el tiempo, cuando éstos y otros esfuerzos fructifiquen, reducirán las presiones de expulsión y atracción que conducen a los retos de la migración. Sin embargo, debemos reconocer que estas presiones continuarán por algún tiempo. Con esto en mente, el Presidente Bush ha puesto en claro que los Estados Unidos debe hacer reformas significativas para asegurar una migración legal, segura, ordenada y humanitaria.

Estuve con el Presidente Bush en Washington hace algunas semanas cuando explicó su plan de reforma. Señaló que de 1891 a 1920 los Estados Unidos recibieron a 18 millones de hombres, mujeres y niños de otras naciones. El trabajo dedicado de estos inmigrantes ayudó a que la nuestra sea la mayor economía del mundo, y sus hijos se vistieron de uniforme y ayudaron a liberar las patrias de sus ancestros. Los Estados Unidos no serían la nación de éxito que son si no hubieran acogido el talento, el carácter y el patriotismo de esas familias de inmigrantes. Al inicio del siglo XXI, los pioneros de hoy --que dejan tras de sí a sus familias para buscar libertad y oportunidades en los Estados Unidos-- siguen siendo parte esencial de nuestro liderazgo en el futuro.

La búsqueda de una mejor vida es uno de los deseos básicos del ser humano. Muchos inmigrantes caminan millas y millas bajo el intenso calor del día y el frío de la noche para llegar a los Estados Unidos. Muchos arriesgan sus vidas en los cruces peligrosas del desierto, o confían sus vidas a las bandas desalmadas de tratantes de personas. Los trabajadores que sólo buscan ganarse la vida terminan en la penumbra de la sociedad en los Estados Unidos --temerosos, con frecuencia explotados y víctimas de abusos. Cuando son víctimas del delito, temen llamar a la policía o buscar ayuda dentro del sistema legal. Están lejos de sus familias y temen que si salen de nuestro territorio para visitar a sus familias en su país de origen, tal vez no puedan regresar a su empleo. Esto no es correcto. No es la forma estadounidense de hacer las cosas. Debemos reformar un sistema que literalmente conduce a que las personas arriesguen todo lo que tienen al buscar una vida mejor.

Como el Presidente explicó, nuestras reformas deben guiarse por ciertos principios.

Primero, los Estados Unidos debe asegurar que su frontera se respete y que se cumplan las leyes de inmigración. Con más de 5,000 millas de fronteras terrestres y más de 12,000 millas de fronteras en la costa, se trata de un verdadero reto. Pero la naturaleza de la amenaza que enfrentamos y la cobardía de nuestros enemigos, demandan que así lo hagamos.

Por ello, los Estados Unidos ha reunido a sus agencias fronterizas bajo una misma dirección por primera vez en la historia, y por eso hemos comenzado a cotejar a los solicitantes de visa con bases de datos ya existentes. Estamos aprovechando la tecnología avanzada para tener un mejor rastreo de quienes ingresen a nuestro país y para asegurarnos que salgan de él en la fecha cuando deban hacerlo. Lamentablemente, al principio este sistema generará inconveniencias para los visitantes, pero es lo que debemos hacer no sólo por la seguridad de nuestros propios ciudadanos, sino por la seguridad de millones de extranjeros que trabajan, estudian y viajan en los Estados Unidos cada año -- quienes son tan vulnerables como nosotros en cuanto a ser víctimas inocentes del terrorismo.

Segundo, nuestras leyes deben servir a las necesidades económicas del país --si un empleador ofrece un puesto que ningún estadounidense está dispuesto a realizar, debemos acoger en nuestro país a la persona que sí esta dispuesta a desempeñar ese trabajo.

Tercero, no debemos premiar injustamente a los extranjeros que han violado las leyes estadounidenses, ni poner en desventaja a quienes sí las han cumplido.

Cuarto, estas reformas deben ofrecer incentivos para que los trabajadores extranjeros temporales regresen a su país de origen una vez que haya expirado su periodo de empleo en los Estados Unidos.

Desde que el Presidente Bush anunció este plan, parece que nadie está del todo feliz, y tal vez así deba ser. El plan no garantiza a quien haya quebrantado la ley que tendrá un camino fácil para convertirse en residente permanente o en ciudadano. Tampoco pide la deportación masiva de quienes han violado nuestras leyes. No garantiza a los empleadores una fuente indefinida de mano de obra barata. No excluye a los trabajadores extranjeros ni obliga a los empleadores a incrementar los salarios a niveles no competitivos. Lo que sí ofrece es esperanza para los trabajadores migrantes y sus familias, a la vez que permite que las agencias responsables de velar por el cumplimiento de la ley dejen de invertir tiempo en personas que no son una amenaza para los Estados Unidos, y que puedan concentrarse en quienes sí podrían serlo. Además, permite que aquellos cuyo único interés es la búsqueda de vida mejor, salgan de las sombras y vivan legalmente en los Estados Unidos.

Por supuesto, aunque la reforma en materia de inmigración ha atraído mucha atención durante las últimas semanas, también lo han hecho las buenas nuevas en materia de economía en los Estados Unidos. Nuestra economía creció a una tasa de 8.2 por ciento durante el tercer cuatrimestre del año pasado. El crecimiento del empleo, un indicador en el cual muchos se han enfocado, continúa a la alza, mientras se reduce el desempleo. De hecho el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, declaró en fechas recientes que es sólo cuestión de tiempo antes de que veamos que aumente el empleo “de manera significativa” como ha sucedido siempre en el pasado. Teniendo en cuenta los fuertes lazos transfronterizos que unen a nuestras naciones, esta buena nueva de los Estados Unidos también representa buenas noticias para México. Éste es un mejor momento que antes para promover el desarrollo económico y mayores oportunidades.

Sin embargo, para poder aprovechar mejor esta oportunidad, México debe alcanzar reformas estructurales importantes. Después de años de trabajo y esfuerzos diligentes, muchas de las áreas de reforma que han identificado los analistas mexicanos como esenciales para la competitividad todavía no se han abordado de manera significativa. Los economistas y empresarios mexicanos han hablado durante años de la necesidad de reformas estructurales en el sector energético, en el mercado laboral y en el régimen fiscal. Aunque se han logrado avances progresivos, queda claro que los líderes políticos mexicanos deben continuar sus esfuerzos o México seguirá perdiendo terreno en la competencia global por la inversión. Si esos esfuerzos fructifican, muchos ciudadanos mexicanos, que con tanta frecuencia se ven forzados a dejar el país, podrían realizar sus sueños en su propia tierra.

Espero que los esfuerzos conjuntos de nuestros dos gobiernos para acercar a nuestra naciones continuarán dando fruto.

Con esto en mente, vale la pena mencionar a algunas de las personas de la Cámara Americana de Comercio que han trabajado cada día con este propósito. Ellos son los Miembros Distinguidos de la Cámara del año 2003.

Se distingue a estas personas por “su gran apoyo y participación en la Cámara, por su desempeño empresarial, por su imagen y su apoyo a la comunidad y por su participación en la inversión y el comercio con los Estados Unidos”: Carlos Brockmann, Presidente de Becas Magdalena O. Viuda de Brockmann; Fernando Topete, Presidente del Grupo Lorena; Javier Arroyo, Presidente de Farmacias Guadalajara;y Rafael Farga, Director General de Soporte Industrial.

También quiero aprovechar esta oportunidad para expresar un reconocimiento a Adolph Horn, un hombre que ha dedicado más de cuarenta años de su vida a la promoción de oportunidades económicas tanto en esta ciudad como en sus alrededores. Tras servir como Cónsul General aquí, se abstuvo de un placentero retiro y fundó dos empresas en Guadalajara, así como la división Guadalajara de la Cámara Americana de Comercio, siendo su presidente hasta hace poco. En todo lo que ha hecho, ha promovido los nexos entre los Estados Unidos y México, y ha trabajado para traer inversión y empleos a esta región. En todos estos esfuerzos, él ha sido el mejor Embajador que los Estados Unidos podían esperar: comprometido con la comunidad que ha adoptado como suya, y cuyas acciones habla bien de su país de origen. Es un placer para mí entregarle este Certificado de Reconocimiento del Departamento de Comercio.

Nuevamente, agradezco a la Cámara la oportunidad de dirigirme a ustedes. Los exhorto a continuar sus esfuerzos para traer empleos y oportunidades a esta región y a todo México.

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