Escudo E.U.
Embajada de los Estados Unidos
COMUNICADO DE PRENSA

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL
EMBAJADOR DE LOS ESTADOS UNIDOS EN MÉXICO ANTONIO O. GARZA, Jr.,
ANTE EL CONSEJO INTERNACIONAL DE LA BUENA VECINDAD

Monterrey, Nuevo León Julio 1 de 2003

Es un gran placer estar con ustedes el día de hoy. Estoy seguro que todos ustedes saben que la revista Fortune ha señalado que Monterrey es la mejor ciudad en América Latina para realizar negocios. Esto la convierte en un muy buen sitio para compartir con ustedes mi optimismo no sólo con respecto a las relaciones comerciales entre nuestros dos países, sino también por lo que toca al espectro más amplio de nuestra relación.

El Embajador Garza ante le Consejo de la Buena Vecindad

Tanto México como los Estados Unidos se han enriquecido mucho por la interacción que han tenido con el curso de los años, y creo que tenemos más que ganar. Aunque hemos logrado mucho juntos, no hemos aprovechado por completo las oportunidades que tenemos ante nosotros. El Presidente Bush ha descrito nuestra relación con México como la más importante a nivel individual, y sé que esto sigue siendo cierto el día de hoy.

Desde que me convertí en Embajador, he comparado la relación entre los Estados Unidos y México con un vuelo en un avión. Los Presidentes Fox y Bush despegaron de forma tal que estuvimos asombrados. Tomé asiento precisamente cuando el piloto dijo: "Señores pasajeros, pónganse el cinturón de seguridad, pues vamos a encontrar algo de turbulencia". Pues bien, ya hemos aterrizado, y la contribución activa de México en la elaboración de la Resolución 1483 de las Naciones Unidas, por la que se suspendieron las sanciones a Irak, es una señal firme de nuestro compromiso con objetivos comunes. Nuestro enfoque, al igual que el de la comunidad internacional, se ha modificado y se concentra ahora en ayudar a que el pueblo iraquí realice sus esperanzas. Añadiría que, a medida que el pueblo de Irak esté tomando los primeros pasos, aunque pequeños, en cuanto a crear un gobierno plural que respete los derechos de todos, los habitantes de toda esa región también estarán comenzando a avanzar con valentía y a demandar reformas similares de sus propios regímenes.

El Embajador Garza y el Cónsul General en Monterrey, John A. Ritchie, junto con miembros del Consejo de la Buena Vecindad

Me siento optimista de que, en el transcurso de los próximos meses, los Estados Unidos y México seguirán trabajando juntos en los esfuerzos multilaterales para la reconstrucción de Irak, al igual que en otros proyectos importantes.

Estoy muy complacido por estar con ustedes a unos cuantos días del taller que se realizó en San Francisco con relación al programa "Sociedad para la Prosperidad". Estoy seguro que muchas personas en este recinto están familiarizadas con el programa, o que incluso participan en él. El objetivo del mismo es hacer que los beneficios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte lleguen a todos.

La asistencia a ese taller superó todas las expectativas. Lo que más me impresionó es que, en vez de que fuera una reunión dedicada sólo a incentivar a levantar el ánimo, vi a más de 800 participantes abordando con seriedad los asuntos que afectan nuestras dos economías: la competitividad, la política macroeconómica, las reformas estructurales y la responsabilidad corporativa. Todo este trabajo serio es un buen indicador en cuanto al futuro de nuestras naciones y, de hecho, la reunión concluyó con el anuncio de proyectos prometedores, me referiré después a algunos de ellos.

Con frecuencia se me pregunta si he disfrutado mi cargo como Embajador en México. Me fascinan los lugares que he tenido oportunidad de visitar. Con franqueza: me encanta mi trabajo. Es alentador estar aquí en este tiempo en que México está reafirmando su papel de participante activo en la comunidad internacional. En este año, México presidió el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y participó en la reunión cumbre del Grupo de los 8, posteriormente va a ser el anfitrión de la reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio y del Diálogo Interamericano, así como de una serie de conversaciones que se llevan a cabo con respecto al Área de Libre Comercio de las Américas.

Sin embargo, aunque estamos en una etapa importante para México debido al lugar que está tomando en el escenario mundial, también es emocionante estar aquí en un tiempo de tantas oportunidades a nivel nacional.

Las reformas instituidas por los presidentes de México --tanto del PRI como del PAN-- durante los últimos veinte años han traído grandes avances. Mediante sabias decisiones económicas, México ha puesto los cimientos de un crecimiento firme. Sus calificaciones en cuanto al crédito son sólidas, y su disciplina con respecto al manejo tanto del déficit como de la inflación se encuentra entre las más fuertes en América Latina.

El Secretario del Tesoro Snow vino a México recientemente a conmemorar un evento propicio: el pago adelantado de los Bonos Brady por parte de México. Es claro que los cimientos de la nación son fuertes, tal como lo demostró la respuesta de los mercados internacionales. La demanda de comercio con México es una razón primordial por la que México ha firmado acuerdos de libre comercio con no menos de 30 países desde que se puso en vigor el TLCAN.

Con los avances en años recientes, México ha dejado atrás los días en que los bajos salarios eran su única ventaja comparativa en el mercado mundial. Elevar el promedio de los salarios ha mejorado los estándares de vida, lo que es siempre un acontecimiento bienvenido. Pero a medida que los salarios han aumentado y que continúan aumentando, esta nación va a depender cada vez más de otros factores para atraer inversiones y promover el crecimiento económico.

Winston Churchill dijo: "Un pesimista ve dificultades en cada oportunidad; un optimista ve oportunidades en cada dificultad". Pues bien, considero que es claro que este reto es una gran oportunidad para continuar el progreso logrado en las décadas recientes. En el transcurso de los meses y años venideros, el pueblo y los dirigentes mexicanos deben poner en vigor reformas para asegurar que su fuerza laboral está capacitada y tiene los conocimientos necesarios, que la infraestructura es sólida, que se respeta el estado de derecho, que las normas son transparentes y que el ambiente general de los negocios favorece la inversión. Con decisiones políticas correctas, no hay razón para que un país bendecido con un pueblo y recursos tan extraordinarios no pueda disfrutar de mucha mayor prosperidad.

¿Cuáles deben ser precisamente esas reformas? ¿Cuáles son los pasos que México debe dar en su propio interés? No soy la persona indicada para decírselos. Tampoco he venido aquí a pontificar o predicar. Sin embargo, en mi capacidad de Embajador, escucho a miembros de todos los partidos políticos y a empresarios de todas las ramas quienes me dicen que las reformas estructurales --la reforma fiscal, la laboral y la energética-serán las primeras en la lista, y sé que el Congreso y el Presidente están analizando estos temas. Si el objetivo es lograr la prosperidad económica y atraer capitales, las realidades globales serán los mejores guías.

Aun cuando no ofrezco recetas políticas, les diré que tengo la firme convicción de que las mejores esperanzas para México están en seguir abriendo su economía a la competencia internacional. Si la historia nos ha enseñado algo es que la competencia de los mercados internacionales se traduce en mejores bienes y servicios para los clientes. "Proteger" a los productores estadounidenses de sus competidores mexicanos no tiene más sentido que el que tendría proteger a los productores de Monterrey de sus competidores en la Ciudad de México. Los mercados libres ofrecen la mejor esperanza de que las personas logren la prosperidad material y busquen la felicidad como mejor lo consideren --los mercados libres son más importantes para quienes tratan de formar un capital que para quienes ya lo tienen.

Dos cosas nos conciernen a todos los que estamos aquí y entendemos la importancia de los mercados libres: primero, debemos explicar al pueblo porqué los mercados funcionan en su beneficio; segundo, debemos trabajar para que se implanten políticas que aseguren que todos se beneficien de los mercados libres.

No se trata de metas fáciles en ningún país. Los grupos afectados por la competencia van a oponerse al cambio, y eso es comprensible. Por ello es importante que los gobiernos tomen las medidas necesarias para facilitar la transición, pero no al costo de privar a los consumidores del derecho a elegir libremente y de entorpecer la competitividad de una nación.

En los Estados Unidos hemos presenciado el furor generado por la percepción de que los principales dirigentes de algunas multinacionales importantes se han beneficiado injusta y deshonestamente debido a su posición y a la información a que tienen acceso. Estoy complacido de que el Presidente Bush reconoció la importancia de desalentar y castigar tales acciones, porque el apoyo al mercado internacional abierto depende de la creencia de que el sistema beneficia a todos.

Quiero compartir con ustedes los comentarios de uno de los empresarios de tanta visión y éxito que se ha convertido en el más reciente miembro de la Mesa Directiva de la mayor empresa de computación y equipo de oficina: la IBM. Lorenzo Zambrano dijo recientemente: "Necesitamos insistir en que conduciremos nuestros asuntos tanto en el comercio como respecto al gobierno sobre la base de valores éticos inflexibles. Necesitamos dejar en claro que queremos un mundo en el que se compartan ampliamente los beneficios del crecimiento, y en el que la globalización signifique más ingresos y más oportunidades para toda la gente".

También se refirió a la ironía de los tiempos modernos en que "una mayor globalización probablemente va a crear más riqueza y a mejorar la vida de un número mayor de personas, y lo va a lograr con más rapidez que cualquier otra alternativa. Por otra parte, sentir que una mayor globalización es inevitable es precisamente lo que genera gran parte de la reacción contra ella".

Obviamente, hay muchas personas en México que están actuando conforme a estas verdades. Por ejemplo, la Fundación Daimler-Chrysler, establecida en 1987, funciona con base en un presupuesto anual de dos millones de dólares. La fundación sostiene hospitales, escuelas y programas de nutrición que carecen de recursos, y también apoya otros grupos vulnerables de la población. Tampoco debe ser una sorpresa que me siento especialmente orgulloso de una empresa de Texas, la cadena de supermercados HEB aquí en San Pedro, cuyas ventas son mayores que las de cualquier otra en Texas. Pero el hecho de que los empleados de HEB tienen tantos clientes y ventas no les impide ser buenos ciudadanos corporativos. De manera rutinaria hacen donaciones en especie, en efectivo y en equipo a hospitales, programas de educación especial, refugios para los afectados por la violencia doméstica, programas de recuperación de drogadictos y cocinas comunitarias.

Se necesitan más esfuerzos similares para dejar en claro a todos que todos podemos beneficiarnos si el mercado internacional abierto tiene éxito.

Me complace que los gobiernos de los Estados Unidos y México estén trabajando juntos para promover empeños similares. Bajo los auspicios de la "Sociedad para la Prosperidad", nuestras dos naciones están patrocinando que se establezca el Reconocimiento al Buen Vecino, que va a distinguir a empresas que contribuyan al crecimiento económico y a la creación de empleos, promuevan empresas conjuntas innovadoras, alienten el desarrollo de comunidades y pongan en vigor programas conjuntos de los sectores público y privado que beneficien a las regiones menos desarrolladas.

Dentro de la batalla de ideas, tales esfuerzos son críticos para asegurar que podemos mantener el consenso global que está ayudando a levantar la marea que va a permitir que zarpen todas las embarcaciones.

A medida que avanzamos, hay asuntos que debemos abordar juntos. Esto no debe causar preocupaciones o temores porque ya hemos demostrado bien nuestra capacidad de colaborar en beneficio mutuo. Por ejemplo, legisladores mexicanos y estadounidenses sostuvieron hace poco el más reciente intercambio interparlamentario, en Nashville, Tenesí. A diferencia de reuniones anteriores, que fueron descritas por algunos de quienes participaron en ellas como principalmente protocolarias, el tono y la seriedad de la reunión más reciente sugiere que ambos lados estaban escuchando, hablando y compartiendo lo que el futuro depara a ambos países. La participación de los líderes del Senado de ambos países --Bill Frist por los Estados Unidos y Enrique Jackson por México-- es testimonios de la seriedad de las sesiones. Los diálogos de esta naturaleza ayudan a construir lazos entre quienes toman decisiones en ambos lados de la frontera, y también ayudan a realizar los trabajos para preparar las respuestas legislativas a asuntos que afectan a ambas naciones.

Ya he mencionado el buen trabajo que se realizó en el taller de la "Sociedad para la Prosperidad" el mes pasado en San Francisco. Las iniciativas que resultaron de la reunión representan éxitos conjuntos. Se trata de proyectos que México y los Estados Unidos van a poner en práctica juntos. Incluyen un proyecto de los institutos nacionales de salud y del CONACYT para fortalecer la cooperación en la investigación en los campos de las ciencias biomédicas, enfermedades infecciosas como el SIDA, y la salud maternal e infantil. La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la organización "Ayuda para los Artesanos" anunciaron planes para promover el uso de barnices y pinturas libres de plomo en las artesanías de cerámica mexicanas. De esta forma, incluso quienes elaboran estas bellas artesanías en poblados pequeños podrán aprovechar las oportunidades que ofrece el mercado mundial.

Además, la Agencia para el Desarrollo del Comercio anunció planes para proporcionar 1.4 millones de dólares en asistencia a proyectos mexicanos de infraestructura.

Estos éxitos conjuntos se construyen con base en la colaboración conjunta que hemos establecido en años recientes. Hace poco más de 15 años, esencialmente no existían nuestros esfuerzos bilaterales en cuanto a la observancia y aplicación de ley. Muchos mexicanos consideraban la "guerra contra las drogas" que llevaba a cabo Estados Unidos casi como una guerra contra México. Recuerdo que hace casi 10 años estuve aquí mismo en Monterrey con el entonces Gobernador de Texas, George Bush, cuando lo elogiaron por haber estado dispuesto a hablar con franqueza sobre el aspecto de la demanda en relación con el problema de las drogas. Hoy, sin embargo, los esfuerzos construidos sobre los dos pilares del respeto y la confianza han demostrado su éxito. Los arrestos de Osiel Cárdenas y Benjamín Arellano Félix son ejemplos excelentes del compromiso de México de no ceder ante el chantaje del crimen organizado.

Los ciudadanos tanto mexicanos como estadounidenses están más a salvo de las drogas y de la violencia que el narcotráfico conlleva porque, juntas, las dos naciones, estamos deteniendo este flagelo.

De manera similar, a causa de nuestros esfuerzos de trabajar en colaboración y de compartir información, se ha incrementado la seguridad de blancos potenciales para los terroristas tanto en los Estados Unidos como en México. Ambos países han realizado acciones en este esfuerzo con base en sus propios y mejores intereses, y lo hemos hecho dentro de una atmósfera de verdadera cooperación. Ambos sabemos que con el fin de mantener la seguridad de los ciudadanos y de seguir buscando juntos objetivos comunes, también debemos vigilar juntos.

Es bueno que ya hemos demostrado nuestra capacidad de trabajar juntos porque el hecho es que en los meses venideros vamos a abordar varias cuestiones serias que debemos solucionar. Es en especial preocupante el asunto del agua. Nuestro tratado bilateral de 1944 establece los términos para compartir el agua de los ríos Colorado y Bravo, con la intención de establecer una distribución predecible de agua para ambos países.

Sin embargo, mientras los Estados Unidos nunca han fallado en cumplir su obligación de proporcionar agua del río Colorado a México, durante los últimos 10 años México ha proporcionado a los Estados Unidos menos del 60 por ciento del agua del río Bravo, según lo estipula el tratado.

Recientemente, México no ha hecho las entregas prometidas de agua de sus presas, ha utilizado sus reservas de agua de este río y en general ha evitado una solución seria a este problema que data de mucho tiempo. Tan sólo imaginen lo que un político estadounidense debe pensar cuando el mismo negociador mexicano en jefe sobre este asunto ha dicho claramente que México "no tiene el derecho ni la ley de su lado". En el caso de violaciones tan evidentes, no puede haber duda de que México debe tomar medidas para cumplir sus compromisos internacionales.

Los Estados Unidos tienen preocupaciones, que deben abordarse, en cuanto a las políticas mexicanas con respecto a las exportaciones estadounidenses de carne de res, arroz y jarabe de maíz. Debemos también asegurar la protección de los derechos de propiedad intelectual, reconociendo que si los inventores y creadores no tienen confianza en obtener una ganancia de su trabajo, entonces no tendrán razón para compartirlos.

Al mismo tiempo, no sería honesto de mi parte si les dijera que los Estados Unidos no tienen nada que se les reproche. Necesitamos hacer un mejor trabajo en muchos asuntos -me vienen a la mente la cuestión del transporte de carga y el etiquetado de latas de atún.

Pero el punto es que tanto los Estados Unidos como México deben cumplir sus obligaciones tanto conforme al TLCAN como a otros acuerdos.

En el futuro debemos también trabajar seriamente hacia la coordinación de nuestros procedimientos de inspección y de aduanas. Para todos los residentes de la América del Norte, ésta región será más segura cuando tengan una mayor certeza en cuanto a la confianza en las inspecciones y la seguridad de los bienes importados. Fue precisamente aquí en Monterrey que los Presidentes Bush y Fox anunciaron un plan de 22 puntos para establecer una frontera inteligente para el siglo 21. A medida que ponemos en práctica esta visión, estamos también trabajando juntos para asegurar que personas y productos de bajo riesgo se muevan con rapidez a través de la frontera, al mismo tiempo que se concentran recursos donde más se necesitan.

Otro asunto que debe abordarse es la migración. Los estadounidenses señalan con frecuencia que somos una nación de inmigrantes, y de verdad podemos sentirnos orgullosos de que gente de todas partes del mundo han trabajado para hacer de los Estados Unidos la nación que es. Durante siglos, nuestro país ha sido un faro de esperanza para todo el mundo, y los inmigrantes han venido a pensar, vivir, trabajar y respirar en libertad. Sin embargo, el régimen migratorio difícil de manejar que existe hoy no cumple la promesa de nuestra orgullosa herencia.

La presencia de tantos extranjeros indocumentados en los Estados Unidos dificulta más la observancia de la ley y el proporcionar servicios; ubica en la marginación a aquéllos cuya gran esperanza es vivir el sueño americano, y al mismo tiempo mina el apoyo a la larga tradición estadounidense de apertura a la inmigración. El Presidente Bush ha dejado en claro que los Estados Unidos deben hacer las reformas necesarias para asegurar que la inmigración sea segura, ordenada, legal y humana - pocos estarían en desacuerdo con él.

No es motivo de sorpresa que abordemos juntos tantos asuntos. Nuestros futuros están tan ligados como los de cualesquier otras dos naciones del planeta. Muchos más mexicanos viven fuera, en los Estados unidos, que en cualquier otro país, y más estadounidenses viven fuera, en México, que en cualquier otra nación. Compartimos una frontera, compartimos la historia, incluso personalidades célebres. Hasta hace poco un ex columnista de la revista Newsweek y del diario Los Angeles Times fue el ex Secretario de Relaciones Exteriores de México, y una mujer que creció dentro de un ambiente común en la Ciudad de México fungió como la Tesorera de los Estados Unidos. ¿Cuántas naciones pueden reclamar lazos tan estrechos?

Por consiguiente, creo que estamos en un buen tiempo de ser no sólo optimistas sino incluso entusiastas con respecto a nuestra relación. Tenemos muchos logros conjuntos. Y estoy convencido de que estamos bien posicionados para trabajar juntos y aprovechar las oportunidades que están ante nosotros, y de dar paso a un nuevo periodo de cooperación y de objetivos compartidos.

A medida que avanzamos en nuestros intereses comunes, podemos construir con base en una relación que ya es fuerte y sana. Tenemos mucho en qué trabajar, muchos retos a qué hacer frente y muchos éxitos por compartir.

Les agradezco de nuevo la oportunidad de dirigirme hoy a ustedes.

Muchas gracias.

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