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DECLARACIÓN DE CARLOS E. PASCUAL EMBAJADOR DESIGNADO ANTE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS COMISIÓN DE RELACIONES EXTERIORES DEL SENADO 8 DE JULIO DE 2009

Señor presidente y miembros de la comisión: 

Me honra estar aquí frente a ustedes como el nominado del Presidente Obama y la Secretaria Clinton para fungir como el próximo Embajador de los Estados Unidos en los Estados Unidos Mexicanos.  Agradezco a cada uno de ustedes la oportunidad de comparecer ante ustedes hoy, y expreso mi gratitud a quienes han sido tan generosos con su tiempo y su análisis durante este proceso.  Si el Senado me ratifica, espero trabajar con esta comisión y con otros miembros del Congreso para promover los intereses de los Estados Unidos en México y en la región.   

El Presidente Obama, durante su viaje a México en abril de 2009, estableció el marco estratégico para las relaciones con México: “una nueva era de cooperación y asociación” construida sobre una base de “responsabilidad mutua, respeto mutuo e interés mutuo”.  La Secretaria Clinton llamó a ésta “una de las relaciones más importantes entre dos países en el mundo”.  Como pueblos estamos entrelazados.  Más de un millón de ciudadanos estadounidenses vive en México.  Los latinos y latinas, la mayoría de origen mexicano, representan el 15% de la población de los Estados Unidos.  La Secretaria Clinton pidió una agenda amplia para “progresar en economía, energía y cambio climático, seguridad, migración, educación, salud y otras áreas que son de gran importancia para nuestros dos países y nuestros dos pueblos”.  Si el Senado me ratifica, mi trabajo será aportar creatividad y vigor para desarrollar e implementar esta agenda, y atender las necesidades de los ciudadanos estadounidenses que viven y trabajan en México.  

Ningún otro tema es más importante que la recuperación de nuestras economías.  Más de mil millones de dólares en comercio cruzan nuestra frontera compartida todos los días.  México es el primer o segundo socio comercial para 22 estados de EUA.  Debido a la recesión global, algunos calculan que el PIB de México caerá más de 7% en 2009.  Esto afecta las exportaciones estadounidenses.  También afecta el crecimiento económico de México a largo plazo, el cual es crucial para reducir el flujo de trabajadores indocumentados a los Estados Unidos.  Tenemos un compromiso común de trabajar con Canadá y el resto de los países del G20 para orquestar una recuperación global que creará más empleos tanto en México como en los Estados Unidos.  Tenemos un compromiso común de hacer que América del Norte sea el proveedor más importante de bienes, servicios y tecnología en el mundo.  Para lograrlo, nuestros cruces fronterizos deben de ser tan cordiales y eficientes como seguros.   

Ningún sector impulsa nuestra recuperación más que el energético y sus efectos sobre nuestro medio ambiente.  Felicito a los miembros de esta comisión por su liderazgo en este campo.  Para ayudar a enfrentar el urgente reto del cambio climático, los Estados Unidos y México tienen un interés no negociable: transformar la forma como usamos los combustibles fósiles y logramos crecimiento económico.  México ha sido el tercer proveedor de petróleo para los Estados Unidos.  El petróleo será una parte muy importante de nuestro futuro energético.  Pero nuestro destino competitivo es el desarrollar fuentes eólicas, solares y otras renovables de electricidad – y utilizarlas como combustible para nuestros vehículos – no sólo para proteger el planeta, sino para mantener a América del Norte como un centro vibrante en el mercado global. 

En este ambiente global, México y los Estados Unidos también deben asociarse para detener al crimen organizado y al tráfico de drogas ilícitas, armas, personas, y al dinero con que se les asocia.  Este es un flagelo hemisférico que rápidamente se está convirtiendo en uno global.  Se le controla en un lugar y se  reproduce en otros a menos que nos unamos para combatirlo de manera conjunta.  Estos tentáculos del crimen organizado tienen alcances en todos los Estados Unidos – desde las ciudades más grandes hasta los pequeños pueblos rurales.  Los Estados Unidos son el mayor consumidor de drogas y proveedor de armas de fuego.  Los cárteles mexicanos de las drogas utilizan el dinero resultante y los armamentos para amenazar a los pueblos tanto de México como de los Estados Unidos.  Si uno viaja más al sur, hasta la frontera de México con Guatemala, los retos se hacen más agudos: más tráfico, más actividades criminales y más pobreza.  El Presidente Calderón ha puesto el dedo sobre la llaga respecto a este reto: detener este “reclutamiento interminable de jóvenes sin esperanza, sin familia, sin oportunidades, sin futuro, sin creencias, sin convicciones”.  Tanto México como los Estados Unidos ganan cuando cada uno de nosotros combate a las drogas y al crimen organizado dentro de nuestra nación y en el exterior, y juntos podremos destacar en la lucha contra el crimen organizado en este hemisferio. 

Miembros de esta comisión han tomado la delantera en señalar que la lucha contra las drogas es hemisférica.  Lo mismo ha hecho México.  Promovió esa visión con la Iniciativa Mérida.  El Congreso ha demostrado visión al invertir en mejorar la capacidad de combatir las drogas y desarrollar fuerzas policiacas responsables y eficaces, al igual que un sistema judicial que rinda cuentas.  Junto con los 1,120 millones de dólares que Estados Unidos ha presupuestado para apoyar a México, el gobierno mexicano ha invertido más de 4,000 millones de sus propios fondos en programas de seguridad y justicia sólo en este año.  México está comprometido porque quiere un país seguro para su gente.  Para nuestras dos naciones, esta coincidencia de intereses es nuestra mejor oportunidad de lograr el éxito. 

La confluencia de intereses globales, regionales y nacionales es lo que da su característica muy particular a la relación México-Estados Unidos.  Hay quienes usan el neologismo “interméstico” para describir esta mezcla de intereses internacionales y domésticos.  Lo que queda claro es que los Estados Unidos deben coordinar cada parte de nuestro gobierno para mandar un mensaje común: que el crecimiento económico nos beneficia a los dos, que fronteras eficientes y seguras harán que los dos seamos más competitivos y gocemos de mayor seguridad, que el extinguir la demanda de comercio ilícito y mejorar la efectividad de la procuración de justicia son clave para sofocar las posibilidades para el crimen organizado, que los viajes y la migración legales enriquecen a nuestros dos países, y que la esperanza económica debe tomar el lugar de la desesperación cuando las personas se encuentran frente a decisiones que les permitan vivir dentro de la ley.   

Si el Senado me confirma, prometo apoyar el liderazgo de nuestro Presidente y de nuestra Secretaria de Estado, y trabajar incansablemente para coordinar nuestros esfuerzos en ésta, la más vital de nuestras relaciones.  Nuestro éxito llegará cuando demos a los ciudadanos, tanto de Estados Unidos como de México, la confianza de que la democracia, la rendición de cuentas y el imperio de la ley redundarán en una vida mejor y más segura. 

Gracias por esta oportunidad, y con gusto responderé sus preguntas.

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