Alteraciones del sueño en pacientes con cáncer
Los pacientes con cáncer tienen gran riesgo de desarrollar insomnio y trastornos
del ciclo sueño-vigilia. El insomnio es el trastorno del sueño más común en esta
población y con mayor frecuencia suele ser secundario a los factores físicos y
psicológicos relacionados con el cáncer y con el tratamiento de cáncer.[1] La
ansiedad y la depresión, respuestas psicológicas comunes al diagnóstico de
cáncer, al tratamiento de cáncer y a la hospitalización, están sumamente
correlacionadas con el insomnio.[2-6]
Las perturbaciones del sueño se pueden agudizar debido a síndromes
paraneoplásicos asociados con la producción de esteroides y por síntomas
asociados con la invasión tumoral, tales como drenaje de lesiones, alteraciones
gastrointestinales (GI) y genitourinarias (GU), dolor, fiebre, tos, disnea,
prurito y fatiga. Los medicamentos, incluso vitaminas,
corticosteroides, neurolépticos para la náusea y el vómito, y los
simpaticomiméticos para el tratamiento de la disnea —así como otros factores de
tratamiento— pueden tener un efecto negativo en los patrones de sueño.
Entre los efectos secundarios de tratamiento que pueden afectar el ciclo de
sueño-vigilia se encuentran los siguientes:[7]
- Dolor.
- Ansiedad.
- Sudoración nocturna/calores fogosos [para mayor información, consultar el sumario del PDQ sobre Fiebre, sudación y crisis vasomotoras (sofocos)].
- Trastornos GI (por ejemplo, incontinencia, diarrea, estreñimiento o náusea).
- Trastornos GU (por ejemplo, incontinencia, retención o irritación GU).
- Trastornos respiratorios.
Los fármacos que se utilizan con frecuencia en el tratamiento del cáncer pueden también causar insomnio. El uso continuo de estimulantes del
sistema nervioso central (SNC) (por ejemplo, anfetaminas, cafeína y pastillas para adelgazar
que incluyen suplementos dietéticos para estimular la pérdida de peso y la
supresión del apetito), sedantes e hipnóticos (por ejemplo, glutetimida,
benzodiacepinas, pentobarbital, hidrato de cloral, secobarbital sódico y
amobarbital sódico), algunos fármacos quimioterapéuticos contra el cáncer
(especialmente antimetabolitos), anticonvulsivos (por ejemplo, fenitoína),
adrenocorticotropina, anticonceptivos orales, inhibidores de monoaminooxidasa,
metildopa, propanolol, atenolol, alcohol y preparaciones de tiroides pueden
causar insomnio. Además, la supresión de los depresivos del SNC (por ejemplo, barbitúricos, opioides, glutetimida, hidrato de cloral, metacualona,
etoclorovinol, alcohol, sedantes antihistamínicos con receta y sin ella),
benzodiacepinas, principales tranquilizantes, antidepresivos tricíclicos e
inhibidores de monoaminooxidasa y drogas ilícitas (por ejemplo, marihuana, cocaína,
fenciclidina y opioides) pueden causar insomnio. Los hipnóticos más comúnmente
recetados pueden interferir con el sueño de movimientos oculares rápidos (sueño MOR) dando así lugar a mayor
irritabilidad, apatía y disminución de la agilidad mental. La supresión abrupta
de los hipnóticos y sedantes puede generar varios síntomas, incluso nerviosismo,
intranquilidad, convulsiones y rebote del sueño MOR. El rebote del sueño MOR
se ha definido como un "aumento marcado del sueño MOR con mayor frecuencia e intensidad del soñar, inclusive pesadillas".[8] El aumento de la vigilia fisiológica que ocurre
durante el rebote del sueño MOR puede ser peligroso para los pacientes con úlceras
pépticas o antecedentes de problemas cardiovasculares.
Es posible que el sueño de los pacientes hospitalizados sea frecuentemente interrumpido por regímenes de tratamiento, rutinas hospitalarias y compañeros de habitación que, individualmente o en conjunto,
alteran el ciclo sueño-vigilia. Otros factores que influyen en los ciclos de
sueño-vigilia en el entorno del hospital son la edad del paciente, la comodidad, el dolor y la ansiedad, así como el ruido y la temperatura ambiental.[9]
Las consecuencias de las perturbaciones del sueño pueden influir en los
resultados terapéuticos y en las medidas de atención médica complementaria. Los
pacientes con perturbaciones leves a moderadas del sueño pueden sentir
irritabilidad e inhabilidad de concentrarse, lo que puede a su vez afectar el
cumplimiento por parte del paciente de los protocolos de tratamiento, la
capacidad para tomar decisiones y las relaciones con otras personas allegadas al
paciente. La depresión y la ansiedad también pueden ser causadas por los trastornos del sueño. Las medidas de atención médica complementaria deben
enfocarse hacia el fomento de la calidad de vida y del descanso adecuado.
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