Prevalencia y tipos de disfunción sexual en las personas con cáncer
La sexualidad es un fenómeno complejo y multidimensional que incorpora
aspectos biológicos, psicológicos, interpersonales y del comportamiento. Es
importante reconocer que hay una gran variedad de funcionamiento sexual
normal. Al fin de cuentas, la sexualidad la define cada paciente y su
compañero o compañera dentro del marco de factores como el género, la edad,
las actitudes personales y los valores religiosos y culturales.
Con frecuencia, muchos tipos de cáncer y terapias oncológicas están
relacionados con una disfunción sexual. En todos los sitios, los cálculos de
disfunción sexual después de varios tratamientos anticancerosos han fluctuado
entre 40% y 100%.[1] La mayoría de la información se relaciona con mujeres que tienen cáncer de mama o ginecológico y hombres con cáncer de próstata. Se conoce menos sobre como otros tipos de cáncer, en particular otros tumores sólidos, afectan la sexualidad. La investigación indica que alrededor de 50% de las
mujeres que han tenido cáncer de la mama sufren de disfunciones sexuales
prolongadas,[2,3] al igual que una proporción similar de mujeres que han
tenido cáncer ginecológico.[4] La disfunción eréctil (aquella que resulta inadecuada para el coito) es la principal forma de disfunción que ha sido investigada en hombres con cáncer de la próstata. Las tasas de prevalencia de disfunción eréctil han fluctuado. Estas tasas varían acorde a la procedencia de la fuente de información. En general, los estudios que utilizaron en su evaluación los informes de los propios pacientes, son los que contienen las tasas más altas de disfunción eréctil, las cuales oscilan entre 60% y 90% después de una prostatectomía radical y entre 67% y 85% después de la radioterapia de haz externo.[5-8] La disfunción eréctil parece ser menos prevalente cuando se utiliza la braquiterapia y más prevalente cuando se utiliza la crioterapia en el tratamiento del cáncer localizado de la próstata.[9] En el caso del cáncer testicular del linfoma de Hodgkin, 25% de la gente que lo ha tenido queda con problemas
sexuales duraderos.[3,10] Varios artículos resumen la literatura sobre la
sexualidad y el cáncer, con énfasis particular en los sitios de cáncer que
tienen repercusión directa en el funcionamiento sexual.[11-13]
La respuesta sexual de un individuo puede verse afectada de varias maneras, y
las causas de disfunción sexual suelen ser tanto fisiológicas como
psicológicas. Los problemas sexuales más comunes de las personas con cáncer
son la falta de deseo sexual en el hombre y en la mujer, disfunción eréctil
en el hombre y dispareunia
(dolor durante el coito) en la mujer.[3] Los hombres también pueden padecer de
aneyaculación (ausencia de eyaculación), eyaculación retrógrada (eyaculación
que retrocede hacia la vejiga) o de inhabilidad de alcanzar el orgasmo. Las
mujeres pueden experimentar cambios en las sensaciones genitales debido al
dolor o a la pérdida de sensación o insensibilidad, así como la reducción de
la habilidad de tener un orgasmo. La pérdida de sensación puede ser tan
angustiosa para algunos individuos como la sensación dolorosa.[14] En la
mujer el trastorno ovárico prematuro que resulta de la quimioterapia o de la
radioterapia pélvica es un antecedente frecuente de la disfunción sexual,
especialmente cuando la substitución hormonal está contraindicada debido a que
la malignidad es sensible a las hormonas.[2]
A diferencia de muchos otros efectos secundarios fisiológicos del tratamiento
del cáncer, los problemas sexuales no tienden a resolverse durante el primer o
segundo año de supervivencia sin enfermedad.[2,7,15-19] más bien, estos
podrían permanecer constantes y más o menos graves o incluso seguir aumentando. A pesar de que no está claro
cuanto pueden los problemas sexuales influir en la calidad de vida
relacionada con la salud del paciente, estos problemas son claramente
molestosos en muchos pacientes, e interfieren con el proceso de estos
reintegrarse a la rutina diaria después del tratamiento. En un estudio, llevado a cabo en 48 hombres (de 130 contactados) con disfunción eréctil después de someterse a tratamiento
para el cáncer de la próstata, se observó que la calidad de vida fue afectada
de forma significativa, incluso en aspectos como la calidad de la intimidad sexual,
las relaciones cotidianas con el sexo opuesto, su capacidad de fantasear
sexualmente, y la autopercepción de su masculinidad. Al grupo de pacientes que participaron en un ensayo aleatorio en el que se comparó la prostactectomía radical con la observación cautelosa, se les pidió que llenasen un cuestionario que trataba sobre los síntomas, funcionamiento psicológico y calidad de vida. A pesar que la frecuencia de pensamientos sexuales fue similar en ambos grupos, la incidencia de disfunción eréctil (cambios en las erecciones voluntarias en situaciones sexuales, erecciones al despertar y erecciones espontáneas) fue mucho mayor en el grupo sometido a prostactectomía radical (80%) en comparación con el grupo bajo observación cautelosa (45%). Entre los hombres que se sometieron a prostactectomía radical, 56% estuvieron agobiados de forma moderada o alta debido a la disminución en la función sexual, en comparación con el 40% de los hombres bajo el grupo de observación cautelosa.[20,21] Para optimizar la
calidad de vida y supervivencia del paciente, es importante la evaluación, el
referir el paciente al personal apropiado, una buena intervención terapéutica
y seguimiento.[2,17]
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