La trayectoria de la muerte
Las personas moribundas no avanzan hacia la muerte con las mismas tasas o de iguales maneras. Las diferentes causas de muerte se asocian
con diferentes patrones de morir.[1] Estos patrones llamados trayectorias
de la muerte indican el camino de la experiencia de morir de una persona. Las actitudes y comportamientos de las personas
encargadas del cuidado del paciente están fuertemente influidas por sus
percepciones de la trayectoria del paciente moribundo. Estas trayectorias también afectarán los tipos de respuestas emocionales y los mecanismos para hacer frente a situaciones difíciles exhibidos tanto por el paciente como su familia, así como las intervenciones que se iniciarán. Por estas razones, el propósito de comprender las trayectorias que sigue uno al
confrontar la muerte es anticipar y llevar a cabo intervenciones
apropiadas.
Las trayectorias inciertas resultan más difíciles de transitar que los que son ciertas otras trayectoria porque ya que la ambigüedad genera ansiedad.
Se puede describir el proceso de morir por su duración y forma. La duración
se refiere al tiempo entre el comienzo de morir y la llegada de la
muerte. La forma indica el curso que toma el proceso de morir (por
ejemplo, si se puede predecir como avanzará el proceso o si el momento aproximado de la muerte es el que se espera o es inesperado).
Se han descrito los siguientes ejemplos de trayectorias:
- La declinación
gradual se caracteriza por una declinación larga y lenta, que a veces se extiende
durante años.
- El descenso oblicuo se caracteriza por una declinación rápida
hacia la muerte en la que la fase
crónica es corta o no existe.
- La trayectoria de altas y bajas se caracteriza por patrones de remisiones y recaídas alternados.
- La trayectoria de meseta
descendiente se caracteriza por períodos lentos de declinación seguidos de estabilización. Los pacientes en esta
trayectoria deben ajustarse repetidamente a diferentes niveles de funcionamiento.
Con frecuencia, las muertes relacionadas con el cáncer son procesos
largos a los que se pueden sumar dolor y sufrimiento a largo plazo, o pérdida de
control sobre las funciones mentales y corporales. Es muy probable que este tipo de muertes
agoten los recursos físicos y emocionales porque exigirán que los familiares provean cuidados por períodos de
tiempo más largos. Frente al espectro de necesidades de atención de las enfermedades crónicas, estos pacientes y sus prestadores de asistencia puede beneficiarse de la referencia a un servicio de atención paliativa, que pueden proveer recursos más apropiados para sus necesidades que los que proveen los establecimientos de alta tecnología más enfocados hacia la curación.[2] En uno el estudio italiano de prestadores de asistencia de los pacientes tratados en el hogar por cáncer avanzado, se presentaron problemas de desadaptación al duelo 12 meses después de la muerte de un paciente, correlacionados con la autonotificación de sufrimiento emocional y problemas relacionados con la atención detectados en el momento de referencia al programa de atención domiciliaria de la unidad de cuidados paliativos. La identificación de tales factores predictivos puede facilitar la puesta en práctica de intervenciones para las personas en riesgo.[3].
Bibliografía
-
Glaser BG, Strauss AL: Time for Dying. Chicago: Aldine, 1968.
-
McGrath P: Caregivers' insights on the dying trajectory in hematology oncology. Cancer Nurs 24 (5): 413-21, 2001.
[PUBMED Abstract]
-
Rossi Ferrario S, Cardillo V, Vicario F, et al.: Advanced cancer at home: caregiving and bereavement. Palliat Med 18 (2): 129-36, 2004.
[PUBMED Abstract]
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