Modelo de enfermedades potencialmente mortales
Aunque varios modelos intentan dar cuenta de cómo las personas se desenvuelven las personas con una enfermedad potencialmente mortal, el
enfoque basado en tareas es el más comúnmente usado.[1] Se han adscrito varios factores significativos y limitantes al modelo antiguo, una teoría de etapas basada en el trabajo original de Elizabeth Kubler-Ross,[2], incluso la existencia real de estas cinco etapas (negación, rabia, negociación, depresión y aceptación). No
hay evidencia de que todas las personas experimentan estas etapas o que
se dé un patrón de movimiento secuencial de una etapa a otra. Más aún, el único análisis de esta teoría fue imperfecto por limitaciones en la
metodología de investigación.[1]
El modelo basado en tareas no implica ningún orden o secuencia y, por lo tanto, se considera como un modelo más flexible y fluido que ayuda a darle
fortaleza al paciente, su familia y seres queridos. Se han
identificado cuatro fases o segmentos en una enfermedad potencialmente mortal: prediagnóstico, aguda, grave y recuperación o muerte. Se ha
aplicado este modelo basado en tareas para explicar cómo los individuos confrontan cada
fase.[3]
La fase de prediagnóstico de una enfermedad potencialmente mortal es el
tiempo anterior al diagnóstico de la enfermedad, durante la cual la persona paciente reconoce
síntomas en sí mismo o factores de riesgo que lo hacen propenso a la enfermedad y durante el cual se realizan los estudios diagnósticos. No se trata de un solo momento, pero puede culminar en el momento mismo en que recibe el diagnóstico.
La fase aguda se centra en la crisis del diagnóstico en la cual la
persona se ve forzada a entender el diagnóstico y tomar una serie de
decisiones sobre su cuidado médico.
La fase crónica de una enfermedad es el período de tiempo que
transcurre entre el diagnóstico y el resultado.[3] Las personas tratan de
enfrentar las exigencias de la vida, demandas cotidianas, mientras que simultáneamente se esfuerzan por cumplir con los tratamientos y ajustarse a los efectos secundarios. Hasta muy
recientemente, el período transcurrido entre el diagnóstico de cáncer y la
muerte se medía típicamente en meses y la mayor parte del tiempo se pasaba en el
hospital. Hoy las personas pueden vivir durante años después de un diagnóstico de cáncer.
Las personas pueden experimentar una recuperación de la enfermedad y entonces enfrentar los efectos psicológicos, sociales, físicos, espirituales
y financieros del cáncer.
Otras personas se encuentran con una fase final o terminal de una enfermedad cuando la muerte deja
de ser una posibilidad y es inevitable. En este momento, las
metas médicas cambian de curar la enfermedad o prolongar la
vida del individuo a proveer confort y enfocarse en el cuidado paliativo.
Las tareas durante esta fase final reflejan esta transición y a menudo se enfocan en las preocupaciones espirituales y existenciales.
Bibliografía
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Corr CA, Nabe CM, Corr DM: Death and Dying, Life and Living. 2nd ed. Pacific Grove, Calif: Brooks/Cole Publishing Company, 1997.
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Kubler-Ross E: On Death and Dying. New York: Macmillan Publishing Company Inc.,1969.
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Doka KJ: Living with Life-Threatening Illness: A Guide for Patients, Their Families, and Caregivers. New York: Lexington Books, 1993.
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