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Análisis de los hechos

Lectura 1: El sistema español de flotas

La exploración de las Américas se centró básicamente en el deseo de encontrar oro y plata. Estos metales preciosos tenían un gran valor porque se utilizaban en la fabricación de monedas, base de la mayoría de los sistemas monetarios de Europa. La moneda española de plata básica era la de 8 reales, que pasó a llamarse peso. Debido a su alto contenido en plata, en Europa, los pesos se aceptaban por norma general. Este hecho era de vital importancia para España, puesto que no tenía ninguna industria y debía comprar bienes manufacturados a otras naciones europeas. En este sentido, la plata y el oro que España extrajo de las Américas circuló por toda Europa y afecto a la economía mundial. Las colonias que España fundó en el Nuevo Mundo se convirtieron en las mayores fuentes de metales preciosos del mundo. España pronto estableció una política donde los colonizadores en las Américas sólo podían comerciar con navíos mercantes españoles. Dado que los primeros colonos dependían de los mercantes españoles para satisfacer necesidades básicas, incluyendo comida, herramientas, animales domésticos y armas, el monopolio del comercio español fue muy rentable.

El monopolio del Nuevo Mundo por parte de España resultó ser motivo de tensión con otros países europeos. Los franceses veían el tesoro como un objetivo irresistible y empezaron a atacar los navíos españoles mientras éstos se acercaban a los puertos españoles. Estos ataques fueron dirigidos por corsarios, navíos privados que tenían la licencia del gobierno francés para tratar de asaltar los navíos españoles. Si resultaban exitosos, el corsario se quedaba con una porción del tesoro capturado y el gobierno francés se quedaba con el resto. Con este sistema, Francia (y más tarde Inglaterra) fue capaz de reclamar de forma encubierta algunos de los tesoros del Nuevo Mundo sin atacar de manera directa a España. Para minimizar estas amenazas, España organizó la defensa de sus navíos mercantes. En 1522, el gobierno español envió una flota de navíos de guerra al Océano Atlántico para que escoltara a los navíos mercantes de vuelta hacia el puerto. El gobierno español financió las escoltas a través de un impuesto sobre las mercancías protegidas que se gravaba a los comerciantes.

En la década de 1530 España conquistó el Imperio Inca (lo que hoy en día es Perú) llenando con enormes cantidades de oro y plata sus arcas. No es de extrañar que Francia ampliara sus esfuerzos por capturar el tesoro español al permitir a los corsarios operar mar adentro en el Océano Atlántico, en vez de concentrarse en aguas cerca de España. En 1537 año en que los corsarios franceses capturaron nueve navíos, España envió varios navíos reales de guerra hasta el Caribe para escoltar los navíos de vuelta a España. Este convoy de barcos mercantes y navíos de guerra es considerado como la verdadera primera flota del tesoro. Este sistema de barcos mercantes que navegaban en grupos protegidos por navíos de guerra ayudó a que los españoles trajeran grandes cantidades de riqueza a España. En 1545, los españoles encontraron los más ricos yacimientos de plata hasta entonces descubiertos en el Nuevo Mundo en la ladera de una montaña peruana. Este hallazgo aseguró el crecimiento del imperio español e hizo de la plata el metal precioso más importante procedente del Nuevo Mundo.

La mayor parte del oro y plata de las minas en las colonias fue utilizada para hacer monedas. Estas monedas fueron acuñadas tanto en el Nuevo Mundo como en España. A través de un impuesto llamado el quinto real, la Corona española reclamaba el 20 por ciento de todos los metales preciosos y mercancías que pertenecían a los mercaderes privados. Sin embargo, la Corona a menudo estaba en deuda con los bancos extranjeros debido a que los gastos del país tendían a ser superiores a sus ingresos. Como resultado, la parte que le correspondía a la Corona, por lo general, ya se había comprometido por anticipado con los banqueros años atrás. Los retrasos en la llegada del tesoro causados por problemas climáticos, políticos o burocráticos podían tener un impacto negativo en los mayores centros financieros de Europa.

Al mismo tiempo que el comercio del Nuevo Mundo continuaba incrementándose a inicios de la década de 1550, España se esforzaba por encontrar navíos que no sólo pudieran llevar grandes cantidades de carga y navegar bien, sino que también pudieran defenderse contra los ataques. El galeón, perfeccionado durante este periodo, pronto se convirtió en el navío estándar utilizado en estas flotas. El galeón típico tenía alrededor de 30 metros de largo y 9 de ancho, tres o cuatro mástiles, dos o tres cubiertas, y de dos a tres docenas de cañones. Aunque los galeones podían cargar grandes cantidades de cargamento y armas, eran muy pesados y difíciles de maniobrar. Los navíos mercantes llamados naos, que eran básicamente galeones sin armas, constituían la mayor parte de la flota y llevaban carga, riquezas y pasajeros. Otros de los navíos que viajaban en las flotas eran los pataches –embarcaciones menores utilizadas para comunicarse entre navíos- y los refuerzos o navíos de suministro, que llevaban comida y carga habitual.

Hacia la década de 1560, el sistema de flotas estaba bien establecido y centrado en dos flotas-la de Tierra Firme y la de Nueva España-que navegaban hacia el Nuevo Mundo cada año. Algunos años, las dos flotas abandonaban España como un gran convoy y otras veces lo hacían de manera separada. Ambas seguían la misma ruta hacia el Caribe, pero mientras la flota de Tierra Firme continuaba hasta Sudamérica, la flota de la Nueva España se dirigía a México. Después de reunirse en la Habana, el convoy navegaba de regreso hacia España.

Cada flota se componía de al menos dos galeones fuertemente armados y dos pataches así como de entre 10 a 90 naos mercantes. En el galeón más grande, la Capitana, viajaba el Capitán-General, quien comandaba la flota. En un galeón más pequeño, la Almiranta, navegaba el almirante, segundo en mando. Debido a que estos navíos se hallaban fuertemente armados, eran los que llevaban todo el tesoro de la Corona. Durante la segunda mitad del siglo XVI, al menos 60 navíos formaban los convoyes. Seis o más galeones viajaban usualmente con la flota de Tierra Firme ya que era la que transportaba la mayoría del tesoro (desde Perú). Debido a que se hallaba mejor armado, este convoy vino a ser conocido como los galeones. La flota de Nueva España se terminó llamando la flota.

Hacia mediados de la década de 1560, una tercera flota, llamada el Galeón de Manila, empezó a navegar entre la colonia española de Filipinas y Acapulco, en la costa occidental de la Nueva España. En Filipinas, los productos exóticos de Oriente, tales como especias, porcelana, seda y marfil, eran cargados en los navíos y llevados a Acapulco. Aquí las mercancías eran transportadas por animales de carga hacia Veracruz donde se unían a las riquezas de la flota de Nueva España. Aunque la travesía marítima desde Manila hacia Acapulco duraba entre cuatro y ocho meses y era considerada como la más difícil del mundo, las ganancias financieras sobrepasaban los riesgos.

Hacia la década de 1570, unos cinco millones de pesos en metales preciosos se enviaban a España cada año. La plata sumaba por lo menos el 95 por ciento del total del peso.1 Hacia finales del siglo XVI, los colonos empezaron a demandar más bienes manufacturados tales como textiles, armas, vidrio y papel. Dado que España no producía estas mercancías en grandes cantidades, los comerciantes tenían que comprar más y más productos extranjeros para enviarlos a las colonias españolas, lo que, a su vez, hizo a España cada vez más dependiente del tesoro de las Américas.

El sistema de flotas de tesoro alcanzó su auge entre 1590 y 1600. Durante este periodo, llegaban a España alrededor de unos 16 millones de pesos en metales preciosos de las minas del Nuevo Mundo cada año..2 Posteriormente, a lo largo del siguiente siglo comenzó el declive del sistema de flotas. Los conflictos religiosos, territoriales y comerciales ocasionaron que España entrara en varias guerras contra los ingleses, holandeses y franceses durante gran parte del siglo XVII; las flotas españolas siempre fueron el mayor objetivo de los enemigos de España. La enorme carga financiera de las guerras y la escasez de mercancías y navíos hicieron difícil mantener los ingresos anuales pasados. Mientras que las deudas de España aumentaban, las minas de las colonias empezaron a producir menos plata y oro, los ataques a los navíos incrementaron y otras naciones europeas empezaron a colonizar el Caribe. En España, empezó el declive de la economía, así como el de sus astilleros. Para mediados del siglo XVII, más de dos tercios de los navíos españoles se construían en países extranjeros. Además, en esta época, el número de navíos que integraban una flota había disminuido a 25.

Después de 1700 el sistema de flotas apenas mejoró. Una de las principales razones fue que los colonos españoles comenzaron a comprar las mercancías que necesitaban a los comerciantes ingleses, holandeses y franceses a precios más baratos. Como consecuencia, la demanda de mercancías de los navíos españoles decreció y el monopolio del comercio español se debilitó. La guerra con los holandeses y los ingleses a principios del siglo XVIII supuso una enorme carga, como lo fue la guerra contra los ingleses en la década de 1730. Durante estos años, en el mejor de los casos, sólo navegaban de manera esporádica pequeñas flotas y muchas veces, ninguna. La pérdida de las flotas de 1715 y 1733 por los huracanes tuvo también un impacto negativo en el sistema. En las décadas de 1760 y 1770 sólo navegaron seis flotas a Veracruz. El sistema de flotas español finalmente terminó en 1778 cuando la corona Española declaró el libre comercio en todas sus colonias americanas. Después de esto, los navíos navegaban de forma individual hacia y desde las Américas, pero los convoyes organizados dejaron de existir.

A pesar de que el dominio español en las Américas llegó a su fin, dejó un legado duradero. Desde los siglos XVI al XVIII, las minas españolas en México y Sudamérica produjeron más de 4 mil millones de pesos en metales preciosos, lo que supuso aproximadamente el 80 por ciento de la producción mundial de plata y el 70 por ciento de oro durante un tiempo en el que estos metales eran la unidad monetaria por excelencia.3 La riqueza generada por el comercio del Nuevo Mundo se extendió por toda Europa, moldeando la economía mundial y, en último caso, fomentando los asentamientos europeos de las Américas.

Preguntas para la Lectura 1

1. ¿Por qué se consideraban los metales preciosos tan valiosos?

2. ¿Cuándo y por qué España organizó un sistema de defensa para los navíos que navegaban hacia y desde el Nuevo Mundo?

3. Describa los elementos básicos del sistema de flotas. ¿Por qué era España tan dependiente del tesoro del comercio del Nuevo Mundo?

4. ¿Qué tipos de navíos viajaron en los convoyes? ¿Cuál era el papel que desempeñaba cada uno?

5. ¿Cuándo alcanzó su auge el sistema de flotas? ¿Qué factores contribuyeron a su gradual declive?

6. ¿De qué forma el sistema del flotas de tesoro afectó al resto del mundo?

La lectura 1 fue compilada de Robert F. Marx, The Search for Sunken Treasure: Exploring the World’s Great Shipwrecks (Toronto: Key Porter Books, 1993); Robert F. Marx, Shipwrecks in the Americas (New York: Dover Publications, Inc., 1987); Della Scott-Ireton y Barbara Mattick, “San Pedro” (Monroe County, Florida) National Register of Historic Places Registration form,-(Washington, D.C.: U.S. Department of the Interior, Programa del National Park Service, 2001); Della Scott-Ireton y Barbara Mattick, “Urca de Lima” (St. Lucie County, Florida), National Register of Historic Places Registration Form,-(Washington, D.C.: U.S. Department of the Interior, Programa del National Park Service, 2001); Roger C. Smith, “Treasure Ships of the Spanish Main: The Iberian-American Maritime Empires,” en Ships and Shipwrecks of the Americas, editado por George F. Bass; y Timothy R. Walton, The Spanish Treasure Fleets ) Sarasota, Florida: Pineapple Press, Inc., 1994).

1 Timothy R. Walton, The Spanish Treasure Fleets (Sarasota, Florida: Pineapple Press, Inc., 1994), 44..
2 Walton, 111.
3 Walton, 189.

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