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16 septiembre 2008

Constitucionalismo

 
La firma de la Constitución de Estados Unidos en Filadelfia, en 1787.
La firma de la Constitución de Estados Unidos en Filadelfia, en 1787. (Foto: Bettmann/CORBIS)

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Una institución vital para cualquier democracia es una constitución que señale cuáles son las obligaciones y las limitaciones fundamentales del poder del Estado.

Constituciones: la ley suprema

Una constitución define los propósitos y las aspiraciones fundamentales de una sociedad para procurar el bienestar común de la población. Todos los ciudadanos, incluso los dirigentes nacionales, están sujetos a la constitución del país, la cual constituye la ley suprema de la nación.

En su mínima expresión, la constitución, que suele estar contenida en un documento escrito único, establece la autoridad del gobierno nacional, prescribe garantías para los derechos humanos básicos y señala los procedimientos operativos esenciales del gobierno. Con frecuencia, las constituciones se basan en prácticas y precedentes anteriores, no escritos pero ampliamente aceptados. Por ejemplo, la Constitución de Estados Unidos se basa en conceptos tomados del derecho consuetudinario británico y de los intentos de los filósofos del siglo XVIII para definir los derechos del hombre.

En el sistema federal de Estados Unidos, instituciones como la policía y las escuelas se financian y gestionan a nivel local.
En el sistema federal de Estados Unidos, instituciones como la policía y las escuelas se financian y gestionan a nivel local.

El constitucionalismo reconoce que un gobierno democrático y responsable tiene que llevar consigo definiciones claras acerca de los límites de su poder. Por lo tanto, todas las leyes deben ser redactadas de acuerdo con la constitución. En una democracia, un poder judicial políticamente independiente permite que los ciudadanos impugnen las leyes que consideren inconstitucionales, y que acudan a los tribunales en busca de remedio para los actos ilegales de los gobiernos o sus funcionarios.

A pesar de sus cualidades perdurables y monumentales, las constituciones deben ser susceptibles de sufrir modificaciones y adaptaciones para que no se conviertan en admirables fósiles. La constitución escrita más antigua de mundo, la de Estados Unidos, contiene siete artículos breves y 27 enmiendas, las primeras 10 de las cuales se conocen como la Declaración de Derechos. Sin embargo, ese documento escrito es también el fundamento de una vasta estructura “constitucional” de decisiones judiciales, estatutos, edictos presidenciales y prácticas que se han erigido durante los últimos 200 años y que han mantenido viva y pertinente la Constitución de EE.UU.

En general, hay dos modos de pensar en torno al proceso de enmendar o cambiar la constitución de un país. Una de ellas sostiene que es mejor adoptar un procedimiento difícil que requiera muchos pasos y el voto de mayorías considerables para aprobar una enmienda. El resultado es que la constitución cambia con poca frecuencia y esto sólo ocurre cuando hay razones convincentes que cuenten con un alto grado de apoyo entre el público. Este es el modelo de Estados Unidos.

Un método más sencillo para el cambio constitucional, que muchos países emplean, consiste en permitir que cualquier enmienda sea adoptada con la aprobación de la legislatura y la ratificación de los votantes en la siguiente elección. Las constituciones que son enmendadas de esta manera pueden llegar a ser muy voluminosas.

Federalismo: la dispersión del poder

Cuando los pueblos libres deciden vivir bajo un marco constitucional aceptado, pueden implementar éste en varias formas. Algunas democracias optan por la administración unitaria. Otra solución es el sistema federal de gobierno. En él, el poder es compartido entre los niveles local, regional y nacional.

Por ejemplo, Estados Unidos es una república federal dividida en estados que tienen su propia jerarquía legal y autoridad independientes del gobierno federal. A diferencia de las subdivisiones políticas de naciones como Gran Bretaña y Francia, donde hay una estructura política unitaria, los estados estadounidenses no pueden ser abolidos ni modificados por el gobierno federal. Aun cuando el poder ha crecido de modo apreciable a nivel nacional en Estados Unidos, los estados del país siguen teniendo responsabilidades significativas en ámbitos tales como la educación, la salud, el transporte y la seguridad pública. Por su parte, algunos estados se han adaptado en general al modelo federal y delegan en las comunidades locales muchas de sus funciones, como la administración de escuelas y la policía.

Las divisiones del poder y la autoridad en un sistema federal nunca son claras y precisas (las dependencias federales, estatales y locales pueden tener programas que se superponen e incluso discrepan unos de otros, en rubros tales como la educación y la justicia penal), pero el federalismo puede maximizar las oportunidades para la participación ciudadana que es tan vital para el funcionamiento de una sociedad democrática. Los estadounidenses creen que esa estructura federal protege su autonomía individual.

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