15 septiembre 2008
Este artículo pertenece a la publicación “La democracia en síntesis”. Para consultar los demás artículos, haga clic a la derecha.
La democracia, palabra que proviene del vocablo griego “demos” o “pueblo”, se define básicamente como un gobierno en el que el poder supremo le corresponde al pueblo. En algunas de sus formas, la democracia puede ser ejercida directamente por el propio pueblo, pero en las sociedades grandes, el pueblo la ejerce por medio de agentes elegidos por él mismo. Así, según la memorable frase del presidente Abraham Lincoln, la democracia es el gobierno “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Las palabras libertad y democracia se usan a menudo indistintamente, pero no son sinónimos. La democracia es sin duda una serie de ideas y principios sobre la libertad, pero también incluye prácticas y procedimientos que se han ido forjando a través de una historia larga y con frecuencia tortuosa. La democracia es la institucionalización de la libertad.
Finalmente, las personas que viven en una sociedad democrática deben ser los mayores guardianes de su libertad y tienen que abrir su propio camino hacia los ideales expuestos en el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de las Naciones Unidas: “El reconocimiento de que todos los miembros de la familia humana tienen una dignidad intrínseca y gozan por igual de derechos inalienables es el fundamento de la libertad, la justicia y la paz en el mundo”.