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18 septiembre 2008

Campos de sueños: los deportes en las películas estadounidenses

David J. Firestein

 
Matthew Fox (izq.)como uno de los entrenadores en la película We Are Marshall.

Como reflejo de la pasión de Estados Unidos por los deportes de todo tipo, los productores de películas del país recurren con frecuencia a ese tema para transmitir mensajes de mucha más transcendencia que las historias mismas. David J. Firestein es diplomático, destinado actualmente a la Oficina de Asuntos de Asia Oriental y el Pacífico, del Departamento de Estado. Autor de tres libros y alrededor de 130 artículos, Firestein ha enseñado en la Universidad Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú (MGIMO), la Universidad de Texas (Austin) y la Universidad de George Mason, en Fairfax (Virginia).

Hay pocos países en el mundo, si es que los hay, donde los deportes, no ya un deporte, sino los deportes en general, estén tan identificados con la vida nacional como lo están en Estados Unidos. Los deportes son parte de la trama misma de la vida, el discurso y el léxico estadounidenses, hasta el punto en que es normal oír a destacados líderes nacionales intercalar metáforas deportivas tales como "throwing up a Hail Mary" hacer un intento desesperado, "scoring a slam dunk" tener la certeza absoluta, "play hardball" no andarse con bromas, y "hitting below the belt" dar un golpe bajo. Incluso la cartera negra del presidente, que guarda los códigos necesarios para activar las fuerzas nucleares del país, se conoce como "el balón de fútbol".

El papel fundamental que desempeñan los deportes en la vida estadounidense tiene un amplio reflejo en el cine contemporáneo. Durante decenios, los cineastas estadounidenses han explotado los deportes para producir algunas de las películas más edificantes, emotivas, interesantes y memorables que jamás se hayan hecho. Esta tradición se inició en la primera mitad del siglo XX, y permanece vibrante hasta nuestros días. Precisamente, en los últimos años, Hollywood ha producido películas aclamadas igualmente por la crítica y el público sobre, prácticamente, cada uno de los deportes más populares, desde el fútbol americano, al baloncesto, béisbol y hockey, al boxeo, las carreras de caballos, e incluso el surf. Desde mediados del decenio de 1970, cuatro películas estadounidenses de deportes han ganado premios de la Academia (el Óscar); las más recientes, Million Dollar Baby (2004), la película de Clint Eastwood sobre una mujer boxeadora, ganó cuatro premios Óscar, incluido uno a la mejor película (honor que comparte con sólo otras dos películas de deportes). Aunque las películas estadounidenses de deportes se valen de un vehículo común para explorar la plenitud de la vida del país y los matices de la psicología humana, nos dicen muchas cosas distintas sobre los valores que son importantes para los estadounidenses.

Ken Carter, entrenador de básquetbol en una escuela secundaria.

El fútbol americano, siempre un subgénero importante del cine de deportes de Estados Unidos, ha sobrepasado al béisbol en los últimos años como el deporte presentado con más frecuencia en las películas. En los últimos años se ha distribuido gran número de películas serias, de alta calidad, de fútbol, que han explorado diversos temas, como la superación de la adversidad (We Are Marshall, 2006); la dedicación con ahínco al trabajo para realizar los sueños (Invencible, 2006); la búsqueda infatigable de la excelencia (Friday Night Lights, 2004); el poder de los deportes para subsanar divisiones raciales o de clase y edificar comunidades (Titanes, hicieron historia, 2000); y el triunfo de la inocencia y el espíritu competitivo innato de un atleta sobre el comercialismo y el cinismo de la industria profesional del deporte en Estados Unidos (Un domingo cualquiera, 1999). Tan diversos como son estos temas, de estas últimas películas emerge un mensaje general: el fútbol—en su escala épica, por encima de la pompa, la actitud animosa y, sí, dura—es la más completa y viva metáfora deportiva de la vida estadounidense misma.

Últimamente ha habido una relativa escasez de películas estadounidenses sobre baloncesto y béisbol, segundo y tercero, respectivamente, entre los deportes de masas más populares de Estados Unidos. Las películas sobre baloncesto que más éxito han tenido en los últimos años, ambas basadas en historias edificantes auténticas, abordan temas de reconciliación racial [Camino a la gloria, 2006) y trabajo de equipo y respeto a sí mismo (Coach Carter, 2005). Otra clásica del baloncesto estadounidense (Hoop Dreams, 1994), uno de los relativamente escasos documentales del género de películas de deportes, presentaba un emotivo cuadro de la vida de los barrios marginados de las ciudades estadounidenses y el poder—y las limitaciones del mundo real—de los sueños. A su modo, las dos películas más recientes sobre baloncesto vienen a decir lo mismo: cualquiera que sea el color de tu piel, cualquiera que sea el lugar que ocupes en la escala socioeconómica, podemos hacer grandes cosas cuando nos comprometemos con un equipo más importante y un ideal más alto. Hoop Dreams nos dice que, incluso así, probablemente no va a ser fácil. Mientras tanto, la otra importante película de béisbol de los últimos años (The Rookie, 2002), también inspirada por una historia real, nos recuerda, en un espíritu auténticamente estadounidense, que nunca se es demasiado viejo para realizar los propios sueños, contra viento y marea.

Hollywood siempre ha demostrado una fascinación con el boxeo. Las tres principales películas sobre este deporte producidas en los últimos años (Rocky Balboa, 2006; Cinderella Man, 2005; y Million Dollar Baby, 2004) son todas historias clásicas de desvalidos (mientras que Million Dollar Baby aborda también otros temas más complejos). El tema del desvalido—favorito perenne de los productores estadounidenses de películas de deportes—también se extiende a la pista olímpica de hockey (Miracle, 2004) y al hipódromo (Seabiscuit, 2003), en los que los atletas (y, en Seabiscuit, un caballo de carreras) alcanzan resonantes victorias frente a enormes obstáculos.

En conjunto, estas películas dicen mucho sobre los valores estadounidenses, pero también apelan a la sensibilidad del público extranjero. Eso se debe a que estas películas, en el fondo, no son tanto sobre deportes como sobre la parte de cada uno de nosotros que anhela salir al campo, dar lo mejor, y vivir nuestros sueños.

Para más detalles sobre la relación entre los deportes y la sociedad estadounidense, véase el periódico electrónico de 2003 "Los deportes en Estados Unidos", en http://usinfo.state.gov/journals/itsv/1203/ijse/ijse1203.htm

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