Educación | Los logros del futuro

16 septiembre 2008

El Nuevo Trato y la Segunda Guerra Mundial

 
Fila de espera para la sopa durante la Depresión de la década de 1930.
Fila de espera para la sopa durante la Depresión de la década de 1930.

Este artículo pertenece a la publicación “La historia de EE.UU. en síntesis”. Para consultar los demás artículos, haga clic a la derecha.

A principios de la década de 1930, el presidente Franklin Roosevelt propuso un “Nuevo Trato”, es decir, un plan ideado para sacar a los estadounidenses de la Gran Depresión lo más pronto posible. Él observó que la democracia había desaparecido en otros países en esa época, no porque la gente se opusiera a ella, sino porque ya estaban hartos de la falta de empleos y la inseguridad.

Bajo su liderazgo se estableció una corporación federal para garantizar los depósitos en los bancos de ahorro. Se impusieron reglamentos a la venta de acciones. Fueron aprobadas leyes para garantizar el derecho de los trabajadores a ser representados por sindicatos. Los granjeros recibieron subsidios por ciertas cosechas y ayuda para prevenir la erosión del suelo. El Cuerpo Civil de Conservación empleó a varones jóvenes para plantar árboles, limpiar cauces acuáticos y mejorar las instalaciones de los parques nacionales. La Administración de Obras Públicas contrató trabajadores capacitados para proyectos en gran escala, como la construcción de presas y puentes. La Autoridad del Valle del Tennessee proveyó de energía eléctrica y sistemas para controlar inundaciones, a esa región empobrecida. Además, la Administración Federal de Ayuda de Emergencia distribuyó asistencia, a menudo en forma de pagos directos.

En una segunda ronda de programas se empleó a trabajadores para la construcción de carreteras, aeropuertos y escuelas; fueron contratados artistas, actores, músicos y escritores; y se dio empleo de tiempo parcial a personas jóvenes. Se estableció entonces el sistema de Seguridad Social para ayudar a los pobres, los discapacitados y los ancianos.

En general, a los estadounidenses les parecía incómoda la idea de tener un gobierno grande, pero querían que su gobierno asumiera una mayor responsabilidad por el bienestar de la gente ordinaria. Y aun cuando el Nuevo Trato aportó ayuda tangible a millones de estadounidenses, nunca logró restablecer la prosperidad. Después vendrían tiempos mejores, pero eso no ocurrió sino hasta después de que otra guerra mundial involucró a este país en su derrotero.

El presidente Franklin D. Roosevelt firma lo que fue quizá la legislación de más largo alcance del Nuevo Trato: la Ley de Seguridad Social de 1935.
El presidente Roosevelt firma lo que fue quizá la legislación de más largo alcance del Nuevo Trato: la Ley de Seguridad Social de 1935.

Estados Unidos trató de permanecer neutral mientras los regímenes totalitarios de Alemania, Italia y Japón expandían su control sobre las naciones vecinas. El debate se intensificó cuando Alemania invadió Francia y empezó a bombardear Gran Bretaña. A pesar del fuerte sentimiento de aislacionismo, el Congreso votó a favor de la conscripción de soldados y el fortalecimiento de las fuerzas militares.

La mayoría de la gente enfocaba su atención en lo que ocurría en Europa, cuando Japón amenazó con apoderarse de las fuentes de materias primas que la industria occidental utilizaba. La respuesta de Estados Unidos consistió en imponer un embargo al único producto que Japón necesitaba más que cualquier otro –el petróleo– y exigió que esa nación se retirara de los territorios que había conquistado. Japón se negó y el 7 de diciembre de 1941 lanzó un ataque devastador contra la flota de EE.UU. en el Pacífico, en Pearl Harbor, Hawai. Estados Unidos le declaró la guerra a Japón. Alemania e Italia, que entonces eran aliados de Japón, le declararon la guerra a Estados Unidos.

La industria y la agricultura estadounidenses fueron utilizadas para la guerra. La producción de equipo militar fue asombrosa: 300.000 aviones, 5.000 barcos de carga, 60.000 naves de desembarco y 86.000 tanques en menos de cuatro años. Gran parte del trabajo fue realizado por mujeres, las cuales laboraron en las fábricas mientras los hombres estaban en el frente.

Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética se aliaron para contener la amenaza de los nazis y decidieron que sus principales tareas militares debían concentrarse en Europa. Estaban decididos a romper el dominio alemán e italiano sobre el Mediterráneo e impedir la caída de Moscú. Después liberarían Roma y París, y por último Berlín.

Desde la ocupación alemana de Polonia en 1939 hasta su rendición en 1945, la guerra en Europa cobró la vida de millones de personas, soldados y civiles por igual. Otros millones fueron exterminados en el Holocausto, la política de genocidio sistemático de la Alemania nazi contra los judíos y otros grupos.

La guerra en Asia fue en gran parte una serie de batallas navales y asaltos anfibios para romper el dominio japonés sobre las islas del océano Pacífico. Los combates continuaron allí cuando la lucha en Europa ya había terminado. Las batallas finales figuraron entre las más sangrientas de la guerra. La mayoría de los estadounidenses, entre ellos el presidente Harry Truman, creían que una invasión a Japón sería aún peor. Truman estaba dispuesto a usar la bomba atómica, recién desarrollada, para poner final conflicto. Cuando Japón se negó a rendirse, Truman ordenó que las bombas fueran arrojadas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.

El plan dio resultado: Japón se rindió y la Segunda Guerra Mundial concluyó por fin en agosto de 1945. Sólo más tarde comprendería la gente todas las implicaciones del pavoroso poder destructivo de las armas nucleares.

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