Educación | Los logros del futuro

16 septiembre 2008

Descontento y reforma

 
Llegada de inmigrantes a Ellis Island en la ciudad de Nueva York, la puerta principal de acceso a Estados Unidos a fines del siglo XIX y principios del XX. De 1890 a 1921, casi 19 millones de personas llegaron a este país como inmigrantes.
Llegada de inmigrantes a Ellis Island en Nueva York, puerta principal de acceso a EE.UU. a fines del siglo XIX y principios del XX.

Este artículo pertenece a la publicación “La historia de EE.UU. en síntesis”. Para consultar los demás artículos, haga clic a la derecha.

En 1900, los cimientos políticos de Estados Unidos habían resistido los dolores del crecimiento, una guerra civil, la prosperidad y la depresión económica. El ideal de la libertad religiosa logró mantenerse. La educación pública gratuita se había realizado en buena parte y la libertad de prensa se conservaba intacta. Sin embargo, al mismo tiempo, el poder político parecía estar concentrado en manos de funcionarios políticos corruptos y sus amigos empresarios. En respuesta surgió un movimiento de reforma llamado “progresismo”. Algunas de sus metas eran mayor democracia y justicia social, honradez en el gobierno y una reglamentación más eficaz de las empresas.

Mulberry Street en la ciudad de Nueva York, también conocida como “La Pequeña Italia”, en los primeros años del siglo XX. Las familias inmigrantes recién llegadas se establecían a menudo en enclaves urbanos densamente poblados.
Mulberry Street en la ciudad de Nueva York, también conocida como “La Pequeña Italia”, en los primeros años del siglo XX.

Escritores y críticos sociales protestaron, afirmando que las prácticas vigentes eran injustas, insanas y peligrosas. Upton Sinclair, Ida M. Tarbell, Theodore Dreiser, Lincoln Steffens y otros produjeron una “literatura de denuncia” con la cual presionaron a los legisladores para que corrigieran los abusos por medio de leyes. Los reformadores creyeron que al ampliar el alcance del gobierno se aseguraría el progreso de la sociedad del país y el bienestar de sus ciudadanos.

El presidente Theodore Roosevelt encarnaba el espíritu del progresismo y pensó que las reformas necesarias debían aplicarse en el plano nacional. Trabajó con el Congreso para regular los monopolios y aplicar medidas legales contra las compañías que violaran la ley. También luchó sin descanso para proteger los recursos naturales de Estados Unidos, administrar las tierras públicas y preservar áreas para uso recreativo.

Las reformas prosiguieron en las presidencias de William Howard Taft y Woodrow Wilson. El sistema de banca de la Reserva Federal fue establecido para que determinara las tasas de interés y controlara la oferta monetaria. La Comisión Federal de Comercio fue fundada para intervenir cuando las empresas emplearan métodos de competencia desleales. Fueron promulgadas nuevas leyes para ayudar a mejorar las condiciones de trabajo de los marineros y los jornaleros ferroviarios. Se creó un sistema de “extensión de condado” para ayudar a los granjeros a obtener información y créditos. Además, como una ayuda encaminada a reducir el costo de la vida para todos los estadounidenses, los impuestos sobre bienes importados fueron reducidos o eliminados.

En la época progresista fue también cuando un gran número de personas de todo el mundo llegó a Estados Unidos. Casi 19 millones de inmigrantes arribaron entre 1890 y 1921. Los primeros inmigrantes habían sido sobre todo europeos del norte y el oeste, y algunos chinos. Los nuevos inmigrantes llegaron de Italia, Rusia, Polonia, Grecia, los Balcanes, Canadá, México y Japón.

Estados Unidos siempre ha sido un “crisol” de nacionalidades y durante 300 años impuso pocas restricciones a la inmigración. Sin embargo, a partir de la década de 1920 se establecieron cuotas en respuesta al temor de los estadounidenses de que los recién llegados fueran una amenaza para sus empleos y su cultura. Aun cuando grandes oleadas de inmigración han creado tensiones sociales a través de la historia, la mayoría de los ciudadanos –cuyos propios antepasados llegaron como inmigrantes– creen que la Estatua de la Libertad en el puerto de Nueva York representa el espíritu de una tierra que da la bienvenida a los que “anhelan respirar un aire de libertad”. Esa creencia ha preservado a Estados Unidos como una nación de naciones.

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