Educación | Los logros del futuro

16 septiembre 2008

Crecimiento y transformación

 
Toro Sentado, el jefe sioux que derrotó al general George Custer en la Batalla de Little Bighorn en 1876.
Toro Sentado, el jefe sioux que derrotó al general George Custer en la Batalla de Little Bighorn en 1876.

Este artículo pertenece a la publicación “La historia de EE.UU. en síntesis”. Para consultar los demás artículos, haga clic a la derecha.

Estados Unidos maduró en los decenios posteriores a la Guerra Civil. La frontera se fue desvaneciendo poco a poco y una república rural se convirtió en una nación urbana. Entonces surgieron grandes fábricas, plantas siderúrgicas y ferrocarriles transcontinentales. Las ciudades crecieron con rapidez y millones de personas llegaron de otros países para iniciar su nueva vida en la tierra de la oportunidad.

Los inventores aprovecharon el poder de la ciencia. Alexander Graham Bell desarrolló el teléfono. Thomas Edison produjo la bombilla luminosa y, con George Eastman, la película cinematográfica. Antes de 1860, el gobierno ya había expedido 36.000 patentes. En los siguientes 30 años expidió 440.000.

Thomas Edison examina la película utilizada en el proyector de imágenes en movimiento que él inventó con George Eastman.
Thomas Edison examina la película utilizada en el proyector de imágenes en movimiento que él inventó con George Eastman.

Fue una época de consolidación corporativa, sobre todo en las industrias del acero, ferrocarriles, petróleo y telecomunicaciones. Los monopolios impedían la competencia en el mercado, lo cual generó peticiones de regulación gubernamental. En 1890 fue aprobada una ley para impedir los monopolios que restringían el comercio, pero al principio no fue aplicada con suficiente energía.

A pesar de los grandes progresos de la industria, la agricultura siguió siendo la ocupación básica en el país, pero también en ella hubo enormes cambios. La extensión de tierras de cultivo se duplicó y los científicos desarrollaron semillas mejoradas. Las máquinas –por ejemplo, sembradoras mecánicas, cosechadoras y trilladoras– se hicieron cargo de gran parte del trabajo que antes se realizaba a mano. Los granjeros estadounidenses producían suficiente cereal, algodón, lana y carne de vacuno y de cerdo para abastecer al creciente mercado interno e incluso les quedaban grandes excedentes para la exportación.

La región occidental de Estados Unidos siguió atrayendo colonizadores. Los mineros reclamaban propiedades en las montañas ricas en minerales, los ganaderos en los vastos pastizales, los criadores de ovejas en los valles fluviales y los granjeros en las grandes llanuras. Los vaqueros a caballo conducían a sus animales y los guiaban hasta lejanas terminales de ferrocarril para su envío al este. Esa es la imagen de Estados Unidos que mucha gente tiene todavía, aun cuando la época de los cowboys del “Salvaje Oeste” duró sólo unos 30 años.

Desde el momento en que los europeos desembarcaron en la costa oriental de Norteamérica, su avance hacia el oeste significó enfrentamientos con los pueblos nativos. Durante mucho tiempo, la política del gobierno había consistido en desplazar a los norteamericanos nativos a tierras reservadas para su uso, más allá del alcance de la frontera blanca. Sin embargo, el gobierno ignoró una y otra vez sus acuerdos y abrió esas áreas a la colonización blanca. A fines del siglo XIX, las tribus sioux de las llanuras del norte y los apaches en el sudoeste lucharon denodadamente para preservar su estilo de vida. Aunque eran hábiles guerreros, a la postre fueron avasallados por las fuerzas del gobierno. La política oficial después de esos conflictos era bien intencionada, pero a veces resultó desastrosa. En 1934, el Congreso aprobó una medida para tratar de proteger las costumbres tribales y la vida comunal en las reservaciones.

En los últimos decenios del siglo XIX las potencias europeas competían por colonizar África y por conquistar el comercio de Asia. Muchos estadounidenses pensaron que su país tenía el derecho y el deber de expandir su influencia en otras partes del mundo. Muchos otros, sin embargo, rechazaban todo lo que pudiera sugerir un afán imperialista.

Una breve guerra con España en 1898 permitió que Estados Unidos obtuviera el control de varias posesiones españolas en ultramar: Cuba, Puerto Rico, Guam y las Filipinas. Oficialmente, Estados Unidos las instó a gobernarse por sí mismas, pero en realidad mantuvo sobre ellas su control administrativo. El idealismo coexistió en la política exterior junto con el deseo práctico de proteger los intereses económicos de lo que había sido una nación aislada y ahora se convertía en una potencia mundial.

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