Medio ambiente | Protección de los recursos naturales

13 abril 2009

La promoción del civismo a través de la eficiencia energética

 
Postes con innumerables líneas eléctricas torcidas. (Foto cedida por AES Eletropaulo)
La foto muestra el estado precario del tendido eléctrico donde se conectaban los ladrones de electricidad.

Por Fábio Palmigiani

Este artículo pertenece al periódico electrónico de abril de 2009 “El uso eficiente de la energía”. Para consultar los demás artículos de este periódico haga clic a la derecha.

En el mundo desarrollado, las empresas de servicio eléctrico educan a sus clientes sobre el ahorro energético para fomentar el uso eficiente de la energía. En el mundo en desarrollo, estas empresas educan a sus clientes sobre los beneficios que reciben cuando dejan de ser usuarios ilegales y se convierten en abonados legítimos que pagan por este servicio.

Fábio Palmigiani, escritor autónomo radicado en Río de Janeiro, se especializa en temas de energía y comercio.

Brasil, quinto país del mundo en extensión geográfica, ocupa casi la mitad de la superficie del continente sudamericano. Con una población de 191 millones de habitantes, Brasil es la décima potencia económica del mundo y uno de los mercados emergentes más prometedores del mundo. Los productos de sus industrias se exportan al mundo entero y el consumo de energía eléctrica del país es elevado.

A la prosperidad de una economía en crecimiento se suma la desigualdad social y la diferencia de clases. El centro de investigaciones IPEA informa que el 90 por ciento de los países del mundo disfruta de una distribución de ingresos más equitativa que la de Brasil, donde el 75 por ciento de la riqueza se concentra en manos del 10 por ciento de la población. No obstante, el ingreso per cápita entre las clases menos privilegiadas ha aumentado anualmente entre un 7 y un 8 por ciento, ritmo sin precedentes. Aun así, las cifras estadísticas del Instituto Brasileño de Geografía e Investigación (IBGE) revelan que, para el año 2020, el número de residentes en los barrios pobres de las zonas urbanas podría alcanzar los 55 millones, cifra que equivale al 25 por ciento de la población nacional.

El acceso a servicios básicos como la electricidad es bastante limitado en las comunidades de bajos ingresos de Brasil, y los habitantes de los barrios pobres en las regiones del sudeste y nordeste del país suelen recurrir a conexiones ilegales a la red de suministro eléctrico para satisfacer sus necesidades básicas de refrigeración y luz.

La Empresa de Investigación Energética (EPE), entidad del gobierno brasileño a cargo de la planificación energética federal, calcula que las “pérdidas comerciales” –término que designa las conexiones ilegales a las líneas del tendido eléctrico– promedian entre el 5 y 6 por ciento. Sin embargo, el robo de electricidad consume hasta el 25 por ciento de toda la energía producida en algunas regiones del nordeste del país.

Neoenergia, grupo financiero brasileño propietario de distribuidoras de electricidad, es una de las más afectadas por el hurto de electricidad y la suscripción informal a la red de suministro.

“La gente no piensa que el robo de electricidad es un delito”, explica Marcelo Maia de Azevedo Corrêa, director general de Neoenergia. “A pesar del respaldo del gobierno local, sólo será posible erradicar este hábito si la población se da cuenta de que robar electricidad carece de lógica”.

La seguridad es la razón principal por la que robar electricidad es poco inteligente. Las conexiones inseguras al tendido eléctrico y la calidad inferior del equipo son a menudo las responsables de incendios y cortocircuitos.

“Hemos tenido muchos casos de incendio causados por cortocircuitos en los que los vecinos han perdido todas sus posesiones. En algunos casos, la gente ha sufrido lesiones debido a estos incidentes”, declaró Gilson Rodrigues, presidente de la Asociación de Moradores de Paraisópolis, la segunda barriada más pobre de São Paulo. Esta favela, como se les denomina en portugués a estos barrios pobres, cuenta con una población de casi 80.000 personas en una zona metropolitana de unos 19 millones de habitantes.

De consumidores a clientes

Ambas inquietudes, el robo de electricidad y la falta de seguridad, han motivado la puesta en marcha de un proyecto abarcador por la entidad estatal de distribución de electricidad AES Eletropaulo de São Paulo y la Asociación Internacional del Cobre (ICA), en cooperación con la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). En 2005, estos socios iniciaron un programa con el fin de establecer conexiones eléctricas legales y reducir el robo de electricidad, y con el propósito social de convertir a los consumidores de energía en clientes del sistema de distribución de electricidad, de fomentar la inclusión social y de propiciar el civismo.

“El programa significó mucho para nosotros los de Paraisópolis, ya que el suministro ha mejorado y muchas vidas han cambiado a mejor”, afirmó Rodrigues, presidente de la Asociación de Moradores de Paraisópolis.

AES Eletropaulo logró convencer a los consumidores que aceptaran una factura como clientes de la red eléctrica a cambio de una tarifa subsidiada para personas de bajos ingresos. La empresa de servicio eléctrico también entregó frigoríficos de alta eficiencia energética, bombillas y calentadores solares.

AES Eletropaulo emprendió este programa en respuesta a los importantes cambios económicos y sociales que atraviesa Brasil.

“La emigración de la población es un gran problema en Brasil. La gente abandona sus comunidades rurales y se traslada a zonas metropolitanas, como São Paulo y Río de Janeiro”, señaló José Cavaretti, director de nuevos proyectos de AES Eletropaulo. “Estas personas no disponen de dinero para pagar alquiler, así que invaden espacios públicos o privados y establecen una nueva favela. El crecimiento exponencial de la nueva favela la convierte en una comunidad con importantes problemas sociales y económicos. Las condiciones de vida son precarias y los residentes no tienen otra opción que robar electricidad de la red”.

André Urani, economista del centro de investigación brasileño IETS, opina que el círculo vicioso de la informalidad en Brasil afectó negativamente al país. “La informalidad y la transgresión llegaron a un extremo. Los que pagaban sus facturas de electricidad también lo hacían por los consumidores con facturas morosas”.

Postes con un número reducido de líneas eléctricas. (Foto cedida por AES Eletropaulo)
La foto muestra las mejoras de seguridad realizadas una vez que los usuarios legalizaron su situación con la compañía de electricidad.

Si esta situación continúa, Urani prevé que el ciclo perjudicará el desarrollo y futuras mejoras de la infraestructura de Brasil. “Es dudoso que una empresa interesada en establecer una nueva fábrica elija un lugar con elevados costos de electricidad debido a las prácticas informales en esa región. De alguna manera se ha de romper este círculo vicioso”, concluyó Urani.

La inversión en la calidad de vida

Con la finalidad de convertir a los usuarios en clientes y de convencer a la población de bajos recursos acerca de la importancia de pagar sus facturas de electricidad, AES Eletropaulo y otras empresas de distribución eléctrica invirtieron en mejoras a la calidad de vida de las comunidades menos favorecidas. Las distribuidoras Ampla, del estado de Río de Janeiro; Coelba, del estado de Bahía; Celpe, del estado de Pernambuco, y Cosern, del estado de Río Grande do Norte reemplazaron 30.000 frigoríficos viejos por nuevos modelos de alta eficiencia energética en las favelas. En la mayoría de los casos, se reciclaron los viejos electrodomésticos y el dinero obtenido se donó a instituciones benéficas o se invirtió en las comunidades participantes.

Los frigoríficos consumen mucha energía en el hogar y, en el caso de otras familias, se les ofrecieron modelos nuevos de alta eficiencia energética a precio muy reducido y con oportunidades de realizar el pago a plazos. En Coelba, en el estado de Bahía, estos electrodomésticos se venden con un 60 por ciento de descuento y 24 plazos de pago. Para reducir los costos de electricidad que genera la luz, la empresa Neoenergia, propietaria de Coelba, Cosern y Celpe, donó 365.000 bombillas de ahorro energético.

“El objetivo principal es ajustar la demanda energética de las comunidades de bajos ingresos a su presupuesto familiar”, explicó Marcelo Maia de Azevedo Corrêa. “Los nuevos frigoríficos tienen el beneficio añadido de estar mejor equipados para conservar los alimentos y mejorar la salud. El programa anima a consumir energía de modo sostenible”, agregó el director general de Neoenergia.

Más de 400 comunidades de los estados de Bahía, Pernambuco y Rio Grande do Norte han aprovechado este programa, que también incluye la modernización del tendido eléctrico para evitar los cortocircuitos y reducir el consumo.

Cuando se le preguntó si existía la posibilidad de que los clientes de bajos ingresos dejaran de pagar de nuevo, Cavaretti, de AES Eletropaulo, contestó que la empresa lleva a cabo campañas permanentes para animar a las personas a que se mantengan al día en el pago de sus facturas.

“Es absurdo invertir en redes de distribución eléctrica si los clientes dejan de pagar. Hemos lanzado campañas para que la gente tome conciencia de la importancia de tener un suministro constante y seguro”, agregó. Con este propósito, los promotores asesoran a las familias cuyas facturas están próximas a vencerse.

A partir de 2005, AES Eletropaulo ha “regularizado” a 275.000 clientes residenciales, industriales y comerciales en 1.240 favelas de la zona metropolitana de São Paulo, para proporcionar un suministro fiable y seguro a 1,1 millones de personas, indicó Cavaretti.

La inclusión social

Las empresas brasileñas de distribución de electricidad consideran que estos programas han tenido un impacto que trasciende las mejoras al sistema de suministro, el aumento de la eficiencia y la regularización de los usuarios ilegales. De hecho, han mejorado sus actividades de responsabilidad social de la empresa al plantearse el objetivo más importante de fomentar el civismo entre sus clientes y contribuir a su inclusión social.

El cliente que paga su factura a tiempo adquiere un pasaporte a un nuevo mundo, porque la factura de la luz sirve de comprobante de que la persona tiene domicilio fijo, lo cual facilita la expedición de un certificado de residente. En Brasil, cualquier persona que quiera encontrar trabajo, comprar productos a plazos u obtener un préstamo necesita este certificado.

“Esto es, sin duda, inclusión social”, afirmó Cavaretti.

El señor Corrêa, de Neoenergiam concuerda con esta opinión y agrega: “no se trata sólo de proporcionar frigoríficos. Cuando se establece un programa social como éste, se toma conciencia de estas personas, se les da un trato más humano y se contribuye a que se integren a la sociedad”.

Rodrigues, presidente de la asociación de moradores de Paraisópolis, confirma que los programas sociales y educativos sobre el uso responsable de la electricidad son populares. “Es bueno tener un suministro constante a tarifas subsidiadas, pero me parece que el progreso ha sido más. Al hacerse clientes formales, los residentes de Paraisópolis dieron un gran paso adelante para distanciarse de la economía informal. Además, se han reducido considerablemente los pagos vencidos en Paraisópolis”, informó.

AES Eletropaulo tiene previsto reemplazar 20.000 frigoríficos en el estado de São Paulo antes de fines de 2009, y está animando a ciudades de países en desarrollo en África y Asia a que adopten programas similares. Esta empresa, ICA y USAID presentarán el caso de Paraisópolis en la Exposición y Foro Global de Eficiencia Energética que se llevará a cabo en París del 27 al 29 de abril de 2009.

Es posible que el gobierno brasileño extienda sus programas de prevención de robo de electricidad y eficiencia energética, y en la actualidad considera la venta de frigoríficos subsidiados por todo el país para lo que contará con la experiencia de las distribuidoras en las favelas.

Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente la política ni el punto de vista del gobierno de Estados Unidos.

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