CHICAGO (Reuters) - Los desfibriladores implantables, que previenen arritmias cardíacas mortales, podrían ofrecer pocos beneficios a personas que tienen otros problemas de salud graves en el momento de la disfunción, dijeron recientemente investigadores estadounidenses.
Los expertos señalaron que los dispositivos -que detectan ritmos cardíacos anormales y ofrecen un shock para restablecer el latido regular- dan más beneficios a las personas menores de 65 años que tienen pocas complicaciones de salud.
"Encontramos que los pacientes más ancianos y con co-morbilidades como enfermedades crónicas del riñón, cáncer y demencia, son los que tienen menores probabilidades de mejorar", dijo la doctora Soko Setoguchi, de la Facultad de Medicina de Harvard y Brigham y el Hospital de Mujeres de Boston, cuyo estudio aparece en la Revista de la Asociación Médica de Canadá.
"Los pacientes con múltiples internaciones también tienen pocas probabilidades de beneficiarse", dijo Setoguchi en una entrevista telefónica.
Los desfibriladores implantables, cuya colocación cuesta entre 20.000 y 30.000 dólares, se recomiendan a personas con problemas del corazón para prevenir una muerte súbita, que ocurre cuando el corazón deja de hacer circular la sangre.
Un estimado de 5,3 millones de estadounidenses sufre problemas de corazón, una enfermedad crónica en la cual el corazón pierde gradualmente su capacidad de bombear sangre de forma eficiente.
La Asociación Estadounidense del Corazón estima que la enfermedad costó al país 34.800 millones de dólares el año en pasado en gastos por tratamientos directos e indirectos.
Varios ensayos clínicos descubrieron que los desfibriladores son dispositivos que salvan vidas y tienen buena proporción costo-beneficio, pero estos estudios tienden a excluir a las personas con otras complicaciones de salud, dijo Setoguchi.
Los hallazgos de su equipo se basaron en registros de más de 14.000 personas con fallas cardíacas en Canadá. El promedio de edad del grupo fue 77 años y muchos también sufrían diabetes, enfermedad pulmonar crónica y enfermedad del riñón.
Todos en el grupo habían sido hospitalizados al menos una vez por problemas de corazón.
Setoguchi y sus colegas descubrieron que la colocación del desfibrilador prolongaba sus vidas apenas seis meses en la mitad de los pacientes, y que este beneficio se achicaba con cada subsiguiente internación.
La doctora dijo que las personas menores a 65 años y los pacientes mayores sin enfermedad renal, cáncer o demencia serían las que más se beneficiarían de la implantación de desfibriladores y que los médicos podrían usar los resultados, que aún necesitan confirmación, para aconsejar a sus pacientes.
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Página actualizada: 18 marzo 2009 |