Intervención
Psicoestimulantes
Tratamiento de la anemia
Ejercicio
Psicoterapia conductista cognitiva
Actividad y descanso
Educación del paciente
Gran parte de la información sobre las intervenciones para aliviar la fatiga
está relacionada ya sea con sujetos saludables o personas cuya fatiga muscular
es la etiología primaria del problema o donde la fatiga es secundaria a la
anemia relacionada con el tratamiento.[1-4] Sin una determinación de los
mecanismos de la fatiga en los pacientes de oncología, las intervenciones
deben orientarse al control de síntomas y apoyo emocional. Aunque se han
hecho algunas recomendaciones para el control de la fatiga en los pacientes de
oncología, éstas son de naturaleza teórica o anecdótica y, en general, no han
sido el foco de la evaluación científica.
Como la etiología y los mecanismos de la fatiga y astenia en el paciente de
cáncer no se han podido determinar, hay una variación considerable en las
pautas habituales respecto al manejo de este síntoma. El enfoque del manejo
médico suele orientarse hacia la identificación de síntomas específicos y
síntomas correlacionados posiblemente reversibles. Por ejemplo, los pacientes
con fatiga y dolor pueden tener titulación de los fármacos analgésicos; los
pacientes con fatiga y anemia pueden recibir una transfusión de eritrocitos
concentrados, intervenciones nutricionales que incluyen alimentos ricos en
hierro, suplementos de hierro o vitaminas para corregir una deficiencia
subyacente o inyecciones de epoetina α; los pacientes deprimidos y con
fatiga se pueden tratar con agentes antidepresivos y psicoestimulantes. Suele
ser útil pensar en la posibilidad de suspender los fármacos que puedan
retirarse sin peligro. No hay un modo reconocido de evaluar y tratar la
fatiga, pero hay una serie creciente de ensayos clínicos que han sido ideados
para atender este problema en el paciente de cáncer.
Psicoestimulantes
Aunque la fatiga es uno de los síntomas más generalizados en el cáncer,
hay hasta la fecha pocos ensayos publicados sobre el uso de psicoestimulantes en
el tratamiento de la fatiga.[5] Las recomendaciones para su uso surgen
generalmente de la experiencia clínica anecdótica.[6] Los
psicoestimulantes (cafeína, metilfenidato, modafinila y
dextroanfetamina) administrados en dosis bajas son útiles para los pacientes
que están sufriendo de depresión, apatía, disminución de energía, mala
concentración y debilidad.[5] Una vasta experiencia clínica con personas que
padecen de cáncer indica que los psicoestimulantes fomentan sensación de
bienestar, disminución de la fatiga y aumento del apetito. También son útiles
para contrarrestar los efectos sedantes de la morfina y, en comparación con
otros antidepresivos, producen un efecto rápido. Entre los efectos
secundarios más comúnmente descritos de los psicoestimulantes se encuentran
insomnio, euforia y labilidad. Las dosis elevadas y el uso prolongado pueden
producir anorexia, pesadillas, insomnio, euforia, paranoia y complicaciones
cardíacas. Estos fármacos (ver Cuadro 2. más adelante) deben administrarse en dos dosis a las 8 a.m. y al
mediodía, y pueden utilizarse como adyuvantes analgésicos y para contrarrestar
la sedación producida por los opiáceos. Las dosis iniciales de metilfenidato y
dextroanfetamina son de 2,5 a 5,0 mg a las 8 a.m. y al mediodía para evitar los
desvelos y lograr que el paciente obtenga un absoluto descanso. La modafinila
es una no-anfetamina que actúa de manera central como estimulante del sistema nervioso central, aprobada por la Administración de Fármacos y Alimentos de los Estados Unidos para el tratamiento de la narcolepsia. Se desconoce su
mecanismo de acción exacto. A pesar de que aun no se ha estudiado de manera
empírica para tratar la fatiga relacionada con el cáncer o la sedación (por ejemplo, sedación inducida por opioides) informes anecdóticos muestran que éste es útil
en el tratamiento de estos problemas. El tratamiento de modafinila se
comienza de 50 a 100 mg en las mañanas y puede escalonarse hasta 200 mg de
forma oral cada mañana. En el paciente de cáncer que tiene fatiga y que
también sufre de depresión, estos fármacos pueden comenzar a administrarse
junto con un antidepresivo no estimulante; se puede pensar en suspenderlos
cuando el antidepresivo haga efecto.[7,8] El buproprión es un estimulante antidepresivo con un mecanismo de acción principalmente dopaminérgico y noradrenérgico. (Para mayor información, consultar el cuadro sobre Fármacos antidepresivos para pacientes adultos ambulatorios en el sumario del PDQ sobre la Depresión.) Datos preliminares de un estudio pequeño sin anonimato (n = 21) indica que la forma de buproprion de liberación lenta (SR) tiene el potencial de ser un fármaco terapéutico eficaz para tratar la fatiga relacionada con el cáncer con síntomas depresivos comórbidos o sin estos.[9] Las convulsiones, uno de los efectos secundarios de este fármaco que si bien es rara es muy seria, no se presentó en este estudio (la dosis máxima de buproprion SR que se usó en este estudio fue de 300 mg).
Cuadro 2. Psicoestimulantes para los pacientes de cáncer adultos
Fármaco/dosis
|
Efectos secundarios principales/comentarios
|
d-anfetamina (Dexedrina) |
Ansiedad, desasosiego |
Dosis: |
2,5 mg/día (inicial) |
|
|
5–30 mg/día |
|
metilfenidato (Ritalín) |
Ansiedad, desasosiego |
Dosis: |
2,5 mg/día (inicial) |
|
|
5–30 mg/día |
|
modafinil (Provigil) |
Ansiedad, desasosiego |
Dosis: |
50–100 mg (inicial) |
|
|
100–200 mg cada mañana |
|
Sobre la base de la experiencia limitada, es razonable tratar un psicoestimulante como el metilfenidato o un corticosteroide para el tratamiento de la fatiga severa. El tratamiento a largo plazo con esteroides se reserva generalmente para pacientes con
enfermedad avanzada.
Tratamiento de la anemia
La mejor forma de manejar la anemia en los pacientes con cáncer es tratando
la causa subyacente. Cuando ésta es obscura o no hay un remedio específico,
entonces el tratamiento es paliativo. Las intervenciones nutricionales,
incluso la ingesta suplementos alimenticios y de alimentos ricos en nutrientes,
debe ser tomadas en cuenta, además de otras modalidades de tratamiento. La
transfusión de glóbulos rojos concentrados es el tratamiento que más se usa y
la forma más rápida de aliviar los síntomas en los pacientes de cáncer con
anemia sintomática. Con la transfusión hay una probabilidad muy alta de
aumentar con éxito la concentración de hemoglobina y hay poco riesgo de
complicaciones. No obstante, realizar repetidas transfusiones puede ser
incómodo y el riesgo de contraer una infección llevada por la sangre puede
preocupar a los pacientes. Otros riesgos incluyen una reacción aguda a la
transfusión, enfermedad de injerto contra huésped asociada con la transfusión,
modulación inmunitaria sutil que aparece con la transfusión y exceso de hierro
para aquellos que reciben muchas transfusiones.[10]
Varios estudios comunitarios grandes han examinado la eficacia de la epoetina α
en el tratamiento de la anemia relacionada con el cáncer en aquellos pacientes
que se encuentran bajo tratamiento quimioterapéutico.[4,11,12] Cada uno de estos
estudios empleó un diseño abierto no aleatorio e incluía como objetivos
finales de estos estudios (respuesta de la hemoglobina, requisitos de
transfusión) y una evaluación subjetiva de los testimonios personales sobre
los grados de actividad y de la calidad de vida en sentido general. En estas
circunstancias, la epoetina α ha sido eficaz en aumentar las concentraciones de
hemoglobina y disminuir las necesidades de transfusión. Además la epoetina
α ha estado relacionado con una mejora en lo funcional y la calidad de vida
independientemente de la respuesta tumoral. La dosis empleada en estos
estudios fue de 10.000 unidades subcutáneas tres veces por semana. Es uso de
dosis de 40.000 unidades por semana, se ha convertido en algo común tanto en
el ambiente académico como en centros oncológicos.[13] Si después de cuatro semanas la
hemoglobina tiene un incremento menor de 1 g/dl, la dosis debe ser
aumentada a 60.000 unidades cada semana. El tratamiento debe cesar si la
hemoglobina sube por encima de 12 g/dl o si la hemoglobina tiene un aumento mayor de 1,3 g/dl durante cualquier periodo de dos semanas. Un aumento excesivo en la concentración de hemoglobina aumenta el riesgo de tromboembolismo venoso. A pesar de que las características que se
toman como punto de comparación, parecen tener poco valor a la hora de
predecir la respuesta del paciente al tratamiento con epoetina humana
recombinante α, los índices de suero de ferritina al principio del
tratamiento pudieran resultar útiles. Estudios retrospectivos sobre el
tratamiento con epoetina α han indicado que los pacientes que tienen un
índice reducido de suero de ferritina (con relación al punto de comparación) o
sea (<400 ng/ml) tienen probabilidades de responder al tratamiento
con epoetina α, mientras que los pacientes con un índice mayor de suero de
ferritina (con relación al punto de comparación) mayor de 400 ng/ml pueden no
responder.[14] Un estudio evaluó retrospectivamente las características
marginales entre 2.289 pacientes para identificar los factores que pudiesen
predecir la respuesta al tratamiento con epoetina α. En este estudio no se
encontró diferencia alguna entre los diversos tipos de tumores o sobre si el
paciente había recibido quimioterapia previa.[11] Expertos independientes de dos sociedades profesionales revisaron una extensa colección de pruebas recopiladas por el centro de evaluación de una compañía nacional de seguros quien publicó las pautas.[15] A continuación se detallan los aspectos mayores de estas pautas:
- Las pruebas favorecen el uso de epoetina α para el tratamiento de la anemia inducida por quimioterapia (Hgb <10 g/dl). Esta recomendación se basa en el mejoramiento de la concentración de hemoglobina (variación de 1,6–3,1 g/dl) y menores requisitos de transfusión.
- Otra opción es la transfusión de glóbulos rojos.
- Debe observarse el resultado hematológico antes de tomarse la decisión de comenzar con epoetina α en pacientes con mieloma múltiple, linfoma no Hodgkin y leucemia linfocítica crónica.
- No se ha establecido una mejora sintomática con el uso de epoetina α y esto exigiría más estudios. Los datos disponibles sobre la calidad de vida ha mostrado resultados no uniformes, calidad metodológica variable y tasas de abandono del 10% a 40%.
La Administración de Fármacos y Alimentos de los Estados Unidos ha revisado la información sobre el uso de las sustancias estimulantes de la eritropoyesis (ESAs, por sus siglas en inglés) en la anemia inducida por la quimioterapia en los pacientes de cáncer y ha revisado los datos sobre inocuidad. La administración ha ordenado los siguientes cambios de etiqueta en las ESAs epoetina alfa y darbepoetina alfa. Nota: la información contenida en este enlace solo está disponible en inglés.
-
Las ESAs no se indican en pacientes que están recibiendo quimioterapia mielosupresiva cuando el resultado anticipado del tratamiento es la cura. Todavía se indican las ESAs cuando la intensión de la quimioterapia mielosupresiva es la paliación.
-
Las ESAs no deben iniciarse cuando las concentraciones de hemoglobina son ≥10 g/dl.
Ejercicio
Estudios preliminares [16-23] indican que el ejercicio
(incluso caminar lenta o rápidamente) tiene beneficios potenciales para las
personas con cáncer. Entre los beneficios que se observaron en estos estudios
en un entorno clínico tenemos el mejoramiento de la energía física, estímulo
del apetito o de la capacidad de funcionamiento o ambos, con mejoramientos de
la calidad de vida y mejora de muchos aspectos del estado psicológico (tales
como mejor concepto de la vida, sentimiento de bienestar, sentido realzado de
participación y habilidad para enfrentarse a los obstáculos del cáncer y su
tratamiento). Un estudio pequeño, novedoso, (n = 21) asignó de manera aleatoria a pacientes con cáncer de próstata para recibir radioterapia más ejercicios de gimnasia tres veces por semana durante ocho semanas, versus un grupo de control que recibió radioterapia sin ejercicios. La fatiga así como otros indicadores de adaptación mejoraron de manera sustancial en el grupo de ejercicios versus el grupo de control.[24] La mayoría de los ensayos clínicos de ejercicio se han enfocado
en las mujeres con cáncer de la mama y sobre la validez de generalizar los
resultados para aplicarlos a otros tipos de cáncer. Estos estudios presentan
muchas dificultades metodológicas, entre ellas errores sistemáticos y
selección de muestras que no son representativas, inscripción de pacientes en ensayos aleatorios mal seguimiento a los ejercicios de intervención del programa y evaluaciones muy variadas de
las variables de la investigación y de la medida de los resultados.[25] Las
conclusiones a las que se lleguen basadas en estos estudios deben considerarse
como preliminares.
Un estudio en pacientes sometidos a trasplante de células madre de
sangre periférica encontró beneficios sintomáticos y una mejoría en el humor
de los pacientes que participaron en el programa de adiestramiento a
intervalos versus el grupo de control.[26,27] Los grupos de gimnasia supervisada proveen beneficios funcionales así como en la calidad de vida en las mujeres durante el tratamiento del cáncer del seno.[28] El hacer ejercicio mejoró la capacidad funcional en las pacientes bajo tratamiento del cáncer del seno.[29,30] En un estudio con 545 pacientes supervivientes de cáncer de mama, quienes en promedio tenían seis meses posdiagnótico, el aumento de la actividad física fue congruente tanto con una mejoría del funcionamiento físico, como con una reducción de la fatiga y el dolor corporal. La actividad física antes del diagnóstico estuvo relacionada con un mejor funcionamiento físico a los 39 meses pero, por lo general, síntomas no relacionados. El aumento en la actividad física después del cáncer estuvo relacionado con menos fatiga y dolor y mejor funcionamiento físico. Se encontró una relación significativamente positiva entre la actividad física recreativa que va de moderada a vigorosa pero que no incluía a los quehaceres domésticos. Este estudio indica que los supervivientes de cáncer podrían disminuir la fatiga y el dolor corporal y estar en mejores condiciones de llevar a cabo sus actividades cotidianas mediante el aumento en sus actividades físicas recreativas después del cáncer.[31]
Es difícil estudiar el ejercicio en los pacientes con enfermedad avanzada o
terminal, pero puede tener beneficios similares. En un estudio se observó un
mejoramiento en la habilidad de los pacientes con cáncer avanzado que estaban
bajo atención médica en asilos y que seguían un régimen de fisioterapia para
realizar sus actividades cotidianas.[32] Además, se observó mayor
satisfacción con el régimen fisioterapéutico cuando aumentaba la
participación familiar en el programa. Un estudio aleatorio indicó que el ejercicio mejoró la fatiga durante el tratamiento del cáncer de mama.[33]
Psicoterapia conductista cognitiva
La psicoterapia conductista cognitiva (CBT, por sus siglas en inglés) se ha usado por mucho tiempo para tratar una variedad de problemas psicológicos; la psicoterapia se enfoca en los pensamientos (cogniciones) y las conductas funcionales pertinentes para los problemas que se presentan. En un ensayo clínico aleatorio, a 98 sobrevivientes de diferentes tipos de cáncer (grupo de intervención = 50, control en lista de espera = 48) que presentaban fatiga grave no atribuible a una causa somática específica se les proporcionó CBT individual.[34] La CBT se enfocó en el modelo único de cada participante relacionado con seis factores posibles que pueden servir para perpetuar su fatiga después del tratamiento del cáncer: enfrentar en forma insuficiente la experiencia del cáncer, temor a la recidiva de la enfermedad, cogniciones disfuncionales con respecto a la fatiga, desregulación del sueño, desregulación de la actividad y bajo apoyo social o interacciones sociales negativas. El número de sesiones de psicoterapia varió según el número de factores que se perpetúan (rango: 5–26 sesiones de una hora; media: 12,5 sesiones); los resultados mostraron una disminución clínicamente significativa en la gravedad de la fatiga y la deficiencia funcional.
Actividad y descanso
Los profesionales de la salud pueden asesorar a las personas con cáncer para
formular un programa de actividad y descanso que, basándose en la
evaluación de su modalidad de fatiga, les permitan utilizar mucho mejor la
energía. Cualquier cambio en la rutina diaria requiere un consumo adicional de
energía. Debe aconsejarse a los individuos con cáncer que establezcan
prioridades y mantengan un horario razonable. Los profesionales de la salud
pueden ayudar a los pacientes suministrándoles información sobre los servicios
complementarios disponibles para ayudarles con sus actividades y
responsabilidades diarias. Una consulta de terapia ocupacional puede ser útil
en la evaluación de métodos de conservación de energía. Unos buenos hábitos de
dormir, que incluyan el evitar acostarse en la cama a menos que no sea para
dormir, reducir las siestas a no más de una hora, evitar los ruidos que
distraigan (como el de la radio o la televisión) al dormir, puede ayudar a
mejorar el sueño y los ciclos de actividad.
Educación del paciente
Gran parte del control de la fatiga crónica en el paciente de cáncer supone el fomento de la adaptación y el ajuste del paciente a su estado. Se debe discutir
con el paciente la posibilidad de que la fatiga sea una incapacidad crónica.
Aunque suele ser un efecto secundario temporal esperado del tratamiento, el
problema puede persistir si otros factores siguen estando presentes.
Una meta importante del tratamiento es facilitar la autoayuda de la persona
con cáncer. Como la fatiga es el síntoma que se observa con más frecuencia
(81% de los pacientes de cáncer se quejan de fatiga),[35] es importante
transferir la responsabilidad de controlar los efectos secundarios del
profesional de la salud al paciente.[36] Es imprescindible que los individuos con
cáncer se eduquen para que puedan adquirir las habilidades de autocuidado
necesarias para lidiar con la fatiga.
Entre las técnicas específicas para el control de la fatiga se encuentran las
siguientes:
- Diferenciar entre la fatiga y la depresión.
- Evaluar la presencia de correlaciones corregibles o causas de la fatiga (por ejemplo, deshidratación, desequilibrio electrolítico, disnea y anemia).
- Evaluar los patrones de descanso y actividad durante el día al igual que
durante un período de tiempo.
- Determinar el grado de la fatiga de atención y estimular el uso de un plan
de actividades que restaure la atención (tales como caminar, cuidar el jardín
o mirar los pájaros).
- Orientar al paciente con anticipación sobre la posibilidad de que se presente fatiga y sobre la modalidad de la fatiga que se asocia con cada tratamiento en
particular.
- Estimular actividades y programas planificados de ejercicio según las
limitaciones individuales, y hacer que las metas sean realistas teniendo
presente el estado de la enfermedad y los regímenes de tratamiento.
- Educar a los individuos y las familias acerca de la fatiga relacionada con
el cáncer y su tratamiento.
- Ayudar a que las personas con cáncer y sus familias identifiquen las
actividades que producen la fatiga y adopten estrategias específicas para
modificarlas.
- Sugerir cambios individualizados del medio ambiente o de actividad que
puedan contrarrestar la fatiga.
- Mantener la hidratación y nutrición adecuadas.
- Recomendar fisioterapia para las personas con déficit
neuromusculoesquelético.
- Recomendar terapia respiratoria a las personas cuya disnea sea un factor
que contribuye a la fatiga.
- Programar las actividades cotidianas importantes durante las horas de menos
fatiga y eliminar las actividades no esenciales que produzcan tensión nerviosa.
- Atender el efecto negativo de los factores psicológicos y sociales que
producen tensión nerviosa y pensar cómo evitarlos o modificarlos.
- Evaluar la eficacia de las intervenciones para la fatiga de manera regular y
sistemática.[37]
En un ensayo controlado, con pacientes que dieron cuenta de síntomas tales como grupos de dolores y fatiga mientras recibían quimioterapia, una intervención conductual de enfermería produjo mejorías en la calidad de vida y disminuyó la carga de síntomas en relación al cuidado en general.[38,39] Estos intrigantes resultados necesitan de una mayor exploración en otras poblaciones de pacientes que no sean mujeres con cánceres ginecológicos o de las mamas.
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