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Cáncer del recto: Tratamiento (PDQ®)
Versión Paciente   Versión Profesional De Salud   In English   Actualizado: 02/26/2009



Propósito de este sumario del PDQ






Información general sobre el cáncer de recto






Clasificación celular y patología del cáncer de recto






Información sobre los estadios del cáncer de recto






Aspectos generales de las opciones de tratamiento






Cáncer de recto en estadio 0






Cáncer de recto en estadio I






Cáncer de recto en estadio II






Cáncer de recto en estadio III






Cáncer de recto en estadio IV y recidivante






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Modificaciones a este sumario (02/26/2009)






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        Factores genéticos de riesgo
        Otros factores de riesgo
Presentación clínica y síntomas
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Tratamiento
Factores pronósticos
Seguimiento

Nota: algunas citas en el texto de esta sección vienen seguidas de un grado de comprobación científica. Los consejos de redacción del PDQ usan un sistema de clasificación formal para ayudar al lector a juzgar la solidez de las pruebas relacionadas con los resultados observados en una estrategia terapéutica. (Para mayor información, consultar el sumario del PDQ sobre Grados de comprobación científica.)

Sumarios relacionados

Otros sumarios del PDQ que contienen información relacionada con el cáncer de recto son los siguientes:

Estadísticas

Nota: cálculo del número de casos nuevos y defunciones por cáncer de recto en los Estados Unidos en 2008:[1]

  • Casos nuevos: 40.740.


  • Defunciones (cánceres de colon y de recto combinados): 49.960.

    Es difícil separar las consideraciones epidemiológicas del cáncer de recto de las del cáncer de colon porque los estudios epidemiológicos con frecuencia consideran como una sola entidad el cáncer de colon y el de recto (es decir, cáncer colorrectal).



Epidemiología

En el ámbito mundial, el cáncer colorrectal es la tercera forma más común de cáncer. En 2000, el cáncer colorrectal representó 9,4% de los cánceres nuevos, con 945.000 casos diagnosticados, y 7,9% de las defunciones, con 492.000 defunciones.[2] El cáncer colorrectal afecta tanto a hombres como a mujeres de forma casi igual. Entre todos los grupos raciales de los Estados Unidos, los de origen africano tienen la incidencia esporádica más alta de cáncer colorrectal y las tasas de mortalidad más altas.[3,4]

Los adenocarcinomas constituyen la vasta mayoría de los tumores de recto en los Estados Unidos.[5] Los tumores poco frecuentes, como los carcinoides, linfomas y neuroendocrinos, representan menos de 3% de los tumores colorrectales.[5]

Los tumores del estroma gastrointestinal se pueden presentar en el recto. (Para mayor información, consultar el sumario del PDQ sobre Tratamiento del sarcoma de tejido blando en adultos.)

Anatomía

El recto está ubicado dentro de la pelvis y se extiende desde la mucosa transicional de la línea dentada anal hasta el colon sigmoideo en el reflejo del peritoneo. Observado mediante sigmoidoscopía rígida, el recto mide entre 10 cm y 15 cm desde el borde del ano.[6] Por lo general, la localización de un tumor de recto se indica por la distancia entre el borde del ano, la línea dentada o el anillo anorrectal, y el borde del tumor, con distintas medidas según se use un endoscopio rígido o flexible, o un examen digital.[7] La distancia del tumor desde la musculatura del esfínter anal influye en la capacidad de llevar a cabo cirugías para preservar el esfínter. Como las restricciones óseas de la pelvis limitan el acceso quirúrgico al recto, hay una probabilidad menor de obtener márgenes ampliamente negativos y un riesgo más alto de recidiva local.[6]

Factores de riesgo

Factores genéticos de riesgo

Las personas con ciertos trastornos en un gen único conocido tienen un riesgo más alto de contraer cáncer de recto. Los trastornos en un gen único relacionados con un síndrome conocido representan entre 10 y 15% de los cánceres colorrectales. (Para mayor información, consultar el sumario en inglés del PDQ sobre Genética del cáncer colorrectal.) El síndrome de cáncer colorrectal hereditario y algunos de los genes involucrados incluyen los siguientes:[7-9]

Trastornos sin poliposos

  • Cáncer colorrectal sin poliposis hereditario (CCSPH) o síndrome de Lynch: genes de reparación de errores de replicación (RER).

Trastornos poliposos

  • Poliposis adenomatosa familiar (PAF): gen APC.
  • Síndrome de Turcot : gen APC; genes RER.
  • Poliposis adenomatosa familiar atenuada (PAFA): gen APC.
  • Síndrome poliposo hiperplásico: genes BRAF y KRAS2.

Trastornos hamartomatosos

  • Síndrome de Peutz-Jeghers: gen STK11/LKB1.
  • Síndrome de poliposis juvenil: genes SMAD4 o DPC4, y BMPR1A.
  • Síndrome de Cowden: gen PTEN.
  • Síndrome de Ruvalcaba–Myhre–Smith: gen PTEN.
  • Síndrome de poliposis mixta hereditario.

El CCSPH, resultado de defectos en el gen RER (que involucra a hMSH2, hMLH1, hPMS1, hPMS2 o hMSH6) representa la forma más común de cáncer colorrectal hereditario y constituye de 3 al 5% de todos los cánceres colorrectales.[8] La mayoría de los casos genéticamente definidos involucran al hMSH2 en el cromosoma 2p y el hMLH1 en el cromosoma 3p. Se ha encontrado que, entre las familias afectadas, entre 15 y 60% de los miembros de la familia tienen mutación en el hMSH2 o el hMLH1. La prevalencia de las mutaciones depende de las características de los antecedentes familiares.[10] Los judíos asquenacíes también tienen un riesgo mayor de cáncer colorrectal relacionado con una mutación en el gen APC (I1307K), que está presente entre 6 y 7% de esa población.[11]

Otros factores de riesgo

Las afecciones más comunes con aumento del riesgo incluyen las siguientes:

  • Antecedentes personales de cáncer colorrectal o adenomas colorrectales.
  • Antecedentes familiares de primer grado de cáncer colorrectal o adenomas colorrectales.[12]
  • Antecedentes personales de cáncer de ovario, endometrio o mama. [13,14]

Estos grupos de riesgo alto constituyen solo 23% de todos los cánceres colorrectales. Con el tamizaje o los exámenes de detección temprana del cáncer limitados solo a estos grupos de riesgo alto se perdería la detección de la mayoría de los cánceres colorrectales.[15] (Para mayor información en inglés, consulte los sumarios del PDQ sobre Exámenes de detección del cáncer colorrectal y Prevención del cáncer colorrectal.)

Presentación clínica y síntomas

Al igual que con respecto al cáncer de colon, los síntomas del cáncer de recto incluyen las siguientes características:[16]

  • Hemorragia del aparato digestivo
  • Cambios de hábitos intestinales.
  • Dolor abdominal.
  • Obstrucción intestinal.
  • Pérdida de peso.
  • Cambios de apetito.
  • Debilidad.

Con excepción de los síntomas obstructivos, los síntomas del cáncer de recto no se correlacionan necesariamente con el estadio de la enfermedad ni significan un diagnóstico en particular.[17] El examen físico puede revelar una masa palpable o sangre brillante en el recto. En el caso de enfermedad metastásica, pueden estar presente signos de adenopatía, hepatomegalia o pulmonares. [7] El examen de laboratorio puede revelar anemia por carencia de hierro y anomalías funcionales de los electrolitos y el hígado.

Evaluación clínica y estadificación

La estadificación precisa suministra información clave sobre la localización y el tamaño del tumor primario en el recto, y el tamaño, número y localización de cualquier metástasis, si existiera. La estadificación inicial precisa puede influir en el tratamiento porque ayuda a determinar el tipo de intervención quirúrgica y la elección de la terapia neoadyuvante a fin de potenciar al máximo la probabilidad de una resección con márgenes claros. En el caso del cáncer primario de recto, las pruebas de imaginología de la pelvis ayudan a determinar la profundidad de la invasión tumoral, la distancia del complejo del esfínter, el potencial para lograr márgenes circunferenciales (radiales) negativos y el compromiso de los ganglios linfáticos locorregionales o los órganos adyacentes.[18] La evaluación clínica inicial y los procedimientos de estadificación clínicos pueden incluir los siguientes:[7,18-23]

  • Examen digital del recto o examen rectovaginal, y proctoscopia rígida para determinar si es posible una cirugía para preservar el esfínter.[7,18,19]


  • Colonoscopia completa para descartar cánceres en otros sitios del intestino.[7]


  • Tomografía computarizada (TC) de todo el cuerpo para explorar y descartar la presencia de enfermedad metastásica.[7]


  • Pruebas de imaginología por resonancia magnética (IRM) del abdomen y la pelvis para determinar la profundidad de penetración y la posibilidad de lograr márgenes circunferenciales (radiales) negativos, así como identificar metástasis ganglionares locorregionales y enfermedad metastásica a distancia.[18]


  • Ecografía endorrectal (EER) con una sonda rígida o un microscopio flexible para determinar la profundidad de penetración de lesiones estenóticas e identificar metástasis ganglionares locorregionales.[19,21]


  • Tomografía por emisión de positrones (TEP) para obtener una imagen de la enfermedad metastásica distante.[18]


  • Medición de la concentración del antígeno carcioembrionario (ACE) en el suero para hacer una evaluación pronóstica y determinar la respuesta al tratamiento.[22,23]


En el caso de la estadificación tumoral (T) del carcinoma de recto, varios estudios indican que la exactitud de la EER oscila entre 80 y 95%, en comparación con 65 a 75% de la TC y 75 a 85% de la IRM. La precisión para determinar el compromiso ganglionar metastásico mediante EER es de aproximadamente 70 a 75%, en comparación con 55 a 65% con TC y 60 a 70% con IRM. [19] En un metaanálisis de 84 estudios, ninguno de las tres modalidades de imaginología, incluso EER, TC e IRM, resultó ser significativamente superior a los otros para clasificar el estado ganglionar.[24] La EER con una sonda rígida puede ser igual de precisa para la estadificación del T y los ganglios linfáticos regionales (N) en comparación con la EER con una sonda flexible; sin embargo, una EER técnicamente difícil puede dar un resultado no concluyente o inexacto tanto para los estadios T como para los estadios N. En este caso, se puede considerar una evaluación adicional con IRM o EER con sonda flexible.[21,25]

En los pacientes de cáncer de recto, el margen circunferencial de resección (MCR) es un parámetro importante para la estadificación patológica. Medido en milímetros, se define como el margen retroperitoneal o margen adventicio de tejido blando más cercano al punto de penetración más profunda del tumor.[26]

Aunque se basa en los datos retrospectivos, el panel patrocinado por el American Joint Committee on Cancer (AJCC) y el Instituto Nacional del Cáncer recomendó que se examinen por lo menos 12 ganglios linfáticos en pacientes de cáncer de colon y recto para confirmar la ausencia de compromiso ganglionar causado por el tumor.[26-28][Grado de comprobación: 3iiiA] Esta recomendación toma en consideración que el número de ganglios linfáticos examinado refleja tanto la intensidad de la disección mesentérica linfovascular en el momento de resección quirúrgica como la identificación patológica de los ganglios en el espécimen. Los estudios retrospectivos demostraron que el número de ganglios linfáticos examinados durante la cirugía del colon y el recto puede estar relacionado con el desenlace terapéutico.[29-32] Se pueden necesitar estudios de estadificación si se sospecha recidiva o evolución de la enfermedad. La IRM puede ser particularmente útil para determinar un compromiso sacral en la recidiva local.[18]

Tratamiento

Debido a un mayor riesgo de recidiva local y un pronóstico general más precario, el tratamiento de cáncer de recto varía en algo del de cáncer de colon. Las diferencias incluyen la técnica quirúrgica, el uso de radioterapia y el método de administración de la quimioterapia. Además, para determinar la intención de la cirugía del cáncer de recto (es decir, curativa o paliativa), es importante considerar aspectos temas terapéuticos relacionados con el mantenimiento o restauración de las funciones normales anales del esfínter, genitourinarias y sexuales.[25,33] El método de tratamiento del cáncer de recto debe ser multimodal e incluir un equipo multidisciplinario de los especialistas en cáncer con pericia en gastroenterología, oncología médica, oncología quirúrgica, radiooncología y radiología.

El abordaje quirúrgico del tratamiento varía según la localización, el estadio y la presencia o ausencia de características de riesgo alto (es decir, márgenes positivos, invasión linfovascular, invasión perineural e histología mal diferenciada) y puede incluir los siguientes procedimientos: [25,33,34]

  • Polipectomía para cánceres T1 seleccionados.


  • Escisión local (EL) transanal y microcirugía endoscópica transanal (MET) para cánceres de recto seleccionados, estadificados clínicamente como T1/T2 N0.


  • Escisión mesorrectal total (EMT) con técnicas de preservación nerviosa autonómica (pan) mediante resección anterior baja (RAP).


  • EMT por vía de resección abdominoperineal (RAP) para pacientes que no son aptos para operaciones que preservan los esfínteres, que dejan a los pacientes con una colostomía terminal permanente.


La polipectomía sola para la curación se puede usar en ciertos casos en los que los pólipos con cáncer invasor se pueden resecar completamente con márgenes claros y tienen características histológicas favorables.[35,36] En los pacientes de cánceres avanzados del recto medio a superior, la RAB seguida de la creación de una anastomosis colorrectal puede ser el tratamiento preferido. Sin embargo, para cánceres de recto localmente avanzados en los que se indica la resección radical, generalmente es preferible una MET, con técnicas de PAN mediante RAB, a una RAP.[25,33]

A pesar de que el tratamiento posoperatorio de los pacientes en estadios II o III de cáncer de recto sigue siendo una opción aceptable, el tratamiento neoadyuvante para cáncer de recto con quimiorradioterapia preoperatoria es la opción preferida actualmente.[37][Grado de comprobación: 1iA] Los beneficios de la quimiorradioterapia neoadyuvante incluyen regresión tumoral, descenso de estadio y mejora resecabilidad, así como una tasa más alta de preservación del esfínter y control local.[37] Pueden lograrse tasas de respuesta patológicas completas de 10 a 25% con quimiorradioterapia preoperatoria.[38-45] Sin embargo, la radioterapia preoperatoria se relaciona un aumento de complicaciones cuando se la compara con la cirugía sola; algunos pacientes con cánceres de riesgo más bajo de recidiva local se podrían tratar adecuadamente con cirugía y quimioterapia adyuvante.[46-49] (Para mayor información, consultar la sección sobre Aspectos generales de las opciones de tratamiento.)

Factores pronósticos

El pronóstico de los pacientes con el cáncer de recto se relaciona con varios factores, incluso los siguientes:[7,25,26,29-32,50-52]

  • Presencia o ausencia de compromiso ganglionar y número de ganglios linfáticos positivos.[7,29-32]


  • Adherencia a órganos adyacentes o invasión de los mismos.[26]


  • Presencia o ausencia de metástasis a distancia.[7,26]


  • Presencia o ausencia de características patológicas de riesgo alto, incluso márgenes quirúrgicos positivos, invasión linfovascular, invasión perineural e histología mal diferenciada.[7,50,51]


  • Perforación u obstrucción del intestino.[7,52]


  • MCR o profundidad de la penetración del tumor a través de la pared intestinal.[7,25,53]


Sin embargo, solo el estadio de la enfermedad (tumoral, ganglionar y distante) se validó en los estudios multiinstitucionales.

Un gran número de estudios evaluaron otros parámetros clínicos, patológicos y moleculares; hasta ahora, no se validó ninguno en ensayos multiinstitucionales.[54-60] Por ejemplo, en una serie con base en una población de 607 pacientes de cáncer colorrectal de 50 años de edad o menos en el momento del diagnóstico, la IMS-Alta —que también se relaciona con cáncer de recto sin poliposis hereditaria— mostró estar relacionada con un aumento de la supervivencia independientemente del estadio tumoral [61] Además, se notificó que el perfil de la expresión del gen puede ser útil para predecir la respuesta de los adenocarcinomas de recto a la quimiorradioterapia preoperatoria y para determinar el pronóstico de los estadios II y III del cáncer de recto después de la quimiorradioterapia neoadyuvante con base en fluorouracilo. [62,63] Se observaron diferencias raciales y étnicas en la supervivencia general (SG) después de la terapia adyuvante para el cáncer de recto, con una SG más corta de las personas de raza negra en comparación con los de raza blanca; los factores que contribuyen a esta disparidad pueden incluir la posición del tumor, el tipo de procedimiento quirúrgico y diversas afecciones concomitantes.[64]

Seguimiento

Las metas principales de los programas de vigilancia posoperatoria para el cáncer de recto son las siguientes:[65]

  1. Evaluar la eficacia del tratamiento inicial.
  2. Detectar neoplasias malignas nuevas o metacrónicas.
  3. Detectar los cánceres potencialmente curables, recidivantes o metastásicos.

Los estudios rutinarios y periódicos de seguimiento de los pacientes tratados por cáncer de recto pueden conducir a la identificación temprana y el manejo de la enfermedad recidivante.[65-69] En dos ensayos clínicos, se demostró un beneficio estadísticamente significativo de la supervivencia en el marco de los protocolos de seguimiento más intensivos. En un metaanálisis que combinó estos dos ensayos con otros cuatro, se notificó una mejora estadísticamente de la supervivencia de los pacientes a quienes se les hizo un seguimiento intensivo.[65,70,71] Las directrices para la vigilancia después del tratamiento inicial con intención curativa para cáncer colorrectal varían entre principales sociedades de Estados Unidos y las europeas, y las estrategias óptimas de vigilancia siguen siendo inciertas.[72,73] Se pueden necesitar estudios grandes, bien diseñados, multiinstitucionales y aleatorizados para establecer un consenso basado en datos probatorios para la evaluación del seguimiento.

La medición del ACE, una glicoproteína sérica, se usa con frecuencia en el manejo y seguimiento de los pacientes de cáncer de recto. Un examen del uso de este marcador tumoral para cáncer de recto indica lo siguiente:[65]

  • La puesta a prueba del ACE sérico no es un instrumento valioso de tamizaje para el cáncer de recto debido a su baja sensibilidad y especificidad.


  • La puesta a prueba del ACE después de la cirugía se debe restringir a los pacientes potencialmente aptos para una intervención adicional, de la siguiente manera:
    1. Pacientes con cáncer de recto en estadios II o III (cada 2 a 3 meses durante por lo menos dos años después de diagnóstico).
    2. Pacientes con cáncer de recto que serían candidatos para una resección de metástasis hepática.


En un estudio retrospectivo del ensayo holandés de la MET para el tratamiento del cáncer de recto, los investigadores encontraron que la concentración de ACE sérico preoperatorio fue normal en la mayoría de los pacientes; no obstante, el ACE sérico se elevó por lo menos 50% en pacientes con recidiva. Los autores concluyeron que la prueba posoperatoria seriada del ACE no se puede desechar sobre la base de una concentración de ACE sérico preoperatorio normal en los pacientes con cáncer de recto.[74,75]

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