Germancito el Cangrejo Ermitaño y la búsqueda
de una concha resistente a desastres
Cuento por Holly Harrington
Ilustraciones por Andy Jones
Germancito el Cangrejo Ermitaño
Hola. Me llamo Germancito y soy un cangrejo ermitaño. Ya sé
lo que estás pensando... ¡que los cangrejos ermitaños
no podemos hablar! Pues sí, podemos hablar, aunque normalmente
sólo hablamos bajito entre nosotros.
Pero te estoy hablando ahora porque quiero hacerte un cuento. He aprendido
mucho desde que era un cangrejo ermitaño pequeñito y buscaba
mi primera concha. Déjame contarte.
Primero, ¿sabías que los cangrejos ermitaños no
nacen con una concha?
Cuando somos cangrejos ermitaños pequeñitos nuestros padres
nos envían a escoger una concha. No es difícil encontrar
una. Hay muchas conchas alrededor de nosotros para escoger.
Mis padres me dieron este consejo: No la escojas demasiado pequeña
ni demasiado grande. ¡Pensaba que eso era lo único que necesitaba
saber!
Mi primera concha no era demasiado pequeña ni demasiado grande.
Me quedaba perfecta. Me gustaba su color y pensé que viviría
en ella por mucho tiempo. ¡Encontrar una buena concha era fácil!
¡Que equivocado estaba!
Poco después de conseguir mi primera concha, empezó a soplar
un viento terrible.
Podía oír al viento aullando fuera de mi concha. Sonaba
con fuerza y tuve que agarrarme fuertemente a una rama. Entré profundamente
en mi concha y pensé que estaba a salvo.
Entonces, antes de que pudiera darme cuenta, ocurrió algo terrible....
¡Mi concha se fue volando y jamás la volví a ver!!!
El viento era muy fuerte y no había hecho nada para proteger mi
casa. Cuando la tormenta se calmó, no pude hacer otra cosa que
ir a buscar otra concha y con suerte una mejor.
Encontré una concha nueva rapidito. Me gustaba mucho. Pensé
que sería un buen hogar. "Esta vez", me dije, "me
aseguraré que no se vaya volando cuando haya vientos fuertes".
Le puse amarras a prueba de huracanes y tomé otras medidas para
proteger mi concha del viento. Estaba muy contento. Mi nuevo hogar me
quedaba bien ajustado y estaba seguro.
Al menos,... eso pensaba yo.
Entonces, un día cayó una lluvia terrible. Llovió
y llovió. Parecía que habían pasado días.
Me quedé en mi concha y me mantuve seco y caliente durante un tiempo.
Luego, el agua subió y, de repente, ¡mi vecindario estaba
bajo el agua!
Entonces, ¡las aguas arrastraron mi concha y la cubrieron con lodo!
¡La concha era un desastre y yo no estaba nada de contento!
Tuve que dejarla y partir a buscar una nueva, otra vez.
¡A que no sabías que ser un cangrejo ermitaño era
tan difícil!
Estaba decidido a aprender bien mi lección y escoger la concha
perfecta.
Y esta vez tomé las medidas necesarias para protegerla de los
vientos fuertes y las inundaciones. Estaba feliz de nuevo. Ningún
huracán, tornado o inundación podía dañar
mi concha.
¡Ser un cangrejo ermitaño no era tan malo después
de todo!
Todo estuvo muy bien durante un tiempo. Entonces, un día tembló
la tierra. La tierra debajo de mí retumbaba y se movía.
¡No sabía que hacer! Me quedé en mi concha con la
esperanza de que nada malo ocurriría. Pero no fue así. Las
cosas comenzaron a caerse alrededor de mí y algo me cayó
encima. Había una enorme grieta en mi concha y, de repente, podía
ver hacia fuera.
Esto era terrible para mí y estaba muy enojado. ¿Por qué
seguían ocurriéndome estas cosas?
Así que, cuando salí a buscar una concha nueva otra vez,
me aseguré que:
- no fuera demasiado grande,
- no fuera demasiado pequeña,
- resistiera los vientos,
- fuera a prueba de inundaciones y
- fuera a prueba de terremotos.
Miré y miré mi concha. Leí información que
me enseñó a convertirme en un cangrejo ermitaño resistente
a desastres. Algunas cosas eran muy simples y otras eran un poco más
difíciles y tuve que pedir ayuda. Pero en general, no fue difícil
y bien valió la pena el tiempo y el esfuerzo que pasé.
Finalmente, estaba seguro en mi concha. El viento sopló muy fuerte,
pero mi concha se quedó en su sitio. Vinieron las crecidas, pero
mi concha siempre estuvo seca y cuando la tierra temblaba, mi concha se
quedaba intacta.
Ser un cangrejo ermitaño era bueno otra vez. Me instalé
en mi nueva concha para tener una vida feliz. ¿Cómo iba
a imaginarme lo que me esperaba?
Un día estaba haciendo una barbacoa con mis amigos. Era un día
de verano muy bonito y nos divertíamos mucho. De repente, mi concha
se incendió.
No tenía extintor de fuegos y no había tomado precauciones
para cortar la maleza seca que había alrededor del vecindario.
¡Tuve que salir corriendo de mi concha y dejarla allí! Mi
concha fue una pérdida total.
Estaba muy triste.
Mi concha especial, la que tanto esfuerzo me había costado, se
había arruinado, otra vez.
Así que esta vez, cuando busqué mi nueva concha, me aseguré
de que:
- no fuera demasiado grande,
- no fuera demasiado pequeña,
- resistiera a los vientos,
- fuera a prueba de agua,
- fuera a prueba de terremotos y
- fuera a prueba de incendios.
Sabía que estaba seguro y que había aprendido bien mis
lecciones. ¡Mi concha era completamente resistente a desastres!
Pero entonces, me di cuenta de que otros cangrejos ermitaños no
sabían lo que yo había aprendido. Y otras personas -- como
ustedes -- tampoco sabían lo que yo había aprendido.
Por eso ahora, hablo con todo el mundo. Por medio de FEMA, la Agencia
Federal para el Manejo de Emergencias, aprendí lo importante que
es ser resistente a desastres.
FEMA le enseña a la gente cómo lograr que sus casas sean
seguras durante los desastres antes de que ocurran.
Ahora viajo a todas partes diciéndole a todos cómo prevenir
los daños por desastre.
Tú puedes unirte a mí. Pregunta qué desastres pueden
ocurrir en tu vecindario y luego averigua qué tienes que hacer
para que tu casa, tú y tus familiares estén seguros.
Puedes aprender más sobre desastres en el espacio cibernético
de FEMA o preguntándole al encargado de manejar emergencias de
tu pueblo. Hay muchas cosas que puedes hacer para prevenir los daños
por desastres.
Ahora tengo que irme. Hay mucha gente por ahí que no sabe cómo
prevenir los daños de un desastre. Ayúdame a regar la voz.
Cuéntale mi historia a todos.
Y la próxima vez que veas un cangrejo ermitaño, detente
y susúrrale: "Hola". ¡Ese cangrejo ermitaño
podría ser yo!
Este libro es publicado por la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias,
producido para propósitos educacionales. Para ordenar copias adicionales,
llame al 1-800-480-2520.
FEMA-362/March 2002
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