Educación | Los logros del futuro

06 octubre 2008

Marcando la diferencia

Tres jóvenes explican porque quieren trabajan en favor de un mundo mejor

 
Una madre de Burkina Faso recibe ayuda del programa Pan para el Mundo (Margaret W. Nea)

(Este artículo pertenece al Periódico electrónico: “Jóvenes del Mundo, constructores del futuro”)

Por Alexandra Abboud

Más de 57.000 organizaciones sin fines de lucro de unos 180 países aparecen inscritas en el sitio electrónico Idealist.org. El sitio sirve de punto de reunión para aquellos interesados en seguir carreras y hacer voluntariado en organizaciones sin fines de lucro que intervienen en una amplia gama de actividades sociales, filantrópicas y humanitarias. Idealist.org destaca las muchas organizaciones de Estados Unidos y el extranjero que atraen a estudiantes universitarios, graduados y otros “que quieren cambiar sus comunidades y el mundo conectando personas, ideas y recursos de todas las formas posibles”, según dice el sitio electrónico. Las conexiones hechas por la gente que se introduce en este tipo de trabajo a menudo conducen a intercambios interculturales entre gente apasionada e idealista de todo el mundo que colabora en pro de una causa común.

Alexandra Abboud, redactora y editora en el Departamento de Estado, entrevistó a tres jóvenes adultos de Estados Unidos que trabajan para apoyar temas que les interesan. Lean sus relatos a continuación.

Diana Smith: La dignidad humana fundamental

Diana es pasante en la sección de política internacional en Pan para el Mundo, una organización sin fines de lucro con sede en Estados Unidos, que trabaja para provocar cambios en las políticas sobre las causas fundamentales del hambre y la pobreza en Estados Unidos y el extranjero. En 2006, se graduó del Colegio Universitario Wheaton en Illinois, donde estudió antropología. Tiene 23 años de edad.

El desarrollo internacional ha despertado siempre en mí un especial interés. Mi hermano, que pasó varios años trabajando en Sudán, Chad y Bangladesh con la Organización Mundial de la Salud me inspiró. Más específicamente, me interesa aliviar el hambre.

Cuando tenía 15 años escribí una monografía de investigación sobre la malnutrición y compuse poesía tratando de imaginar cómo el hambre afecta a la gente social y psicológicamente. Mientras asistía al Colegio Universitario de Wheaton participé en un programa con el cual pasé seis meses en Ghana viviendo con refugiados liberianos. Cada mes tenía oportunidad de distribuir las raciones alimenticias – sal yodada, una mezcla de maíz y soja, aceite, guisantes secos y maíz. Después de graduarme de Wheaton, el director del programa me sugirió que solicitara una pasantía de un año en Pan para el Mundo, y aprendiera cómo abogar por cambios de política en nombre de aquellos que había conocido en Ghana, Bangladesh, Egipto y otros lugares.

Primordialmente me interesa la gente, su dignidad y belleza humanas fundamentales. Me interesa cómo se desarrollan y viven la vida, qué retos le salen al paso y cómo se enfrentan a ellos. Llegué a Pan para el Mundo como aprendiz, deseosa de aprender el modo en que el gobierno estadounidense decide proporcionar ayuda exterior. He visto muchos proyectos de desarrollo ya instalados, pero nunca comprendí como se financian. Mi pasantía con Pan para el Mundo me ayuda a comprender la dinámica política y presupuestaria desde la perspectiva estadounidense.

Me siento feliz al ir aumentando la conciencia entre los estadounidenses de lo que ellos pueden hacer para cambiar las cosas en el mundo. Pasé un verano en Bangladesh en un proyecto con trabajadores sexuales, y al partir, un colega me dijo: “¡Cuando vaya a su tierra, debe contarlo! Debe contar lo que usted ha visto y cómo vivimos. Le escucharán si usted les dice la verdad”. Eso es algo que he visto mucho aquí en Pan para el Mundo. Muchos estadounidenses son bastante generosos, pero, simplemente, no conocen las realidades del mundo tal como yo las he visto. Una vez que comprendan que en todo el mundo cada cinco segundos un niño muere de hambre y que ellos pueden hacer algo al respecto, se convertirán en apasionados defensores de esa causa.

Para obtener más información sobre el trabajo de Diana, vea http://www.bread.org/.

Jóvenes del mundo, constructores del futuro

Alejandro Martínez: Abrir un mundo de posibilidades

Alejandro es estudiante en la Universidad de Darmouth, en el estado de Nuevo Hampshire. Trabaja con la Fundación Rassias, de la Universidad de Darmouth, que enseña el idioma inglés a estudiantes extranjeros. Con Worldfund, una fundación estadounidense que apoya la reducción de la pobreza mediante la educación en América Latina, Alejandro volvió a su tierra, México, a enseñar inglés, antes de reiniciar sus estudios en Darmouth. Tiene 22 años.

Empecé a trabajar como maestro de español para la Fundación Rassias, tras un año de trabajar para el Departamento de Español en la Universidad de Darmouth. Por medio de la Fundación Rassias conocí las actividades de Worldfund que están relacionadas con la educación en América Latina. He trabajado como maestro de ESL (inglés como segundo idioma) en la Ciudad de México en programas de Worldfund. Actualmente trabajo con otros estudiantes en Darmouth, tratando de aumentar la conciencia en el campus sobre mejoras para la educación en América Latina.

A diferencia de muchas personas de México y América Latina, tuve la suerte de recibir una educación excelente y puedo ser testigo de su valor. La educación me ha abierto un mundo de posibilidades. Debemos ocuparnos de la educación en América Latina para resolver los problemas que allí existen. Mediante la educación tendremos líderes mejor preparados y poblaciones más fuertes y más activas que puedan cambiar verdaderamente las cosas en el futuro de sus países.

Contar con buenos maestros de inglés en América Latina es importante. Por ejemplo, muchos estudiantes universitarios de México tienen que trabajar en un empleo mientras van a la escuela. Aprender inglés les abre una gama más amplia de posibilidades de encontrar empleo inmediatamente después de terminar la escuela secundaria y, en último término, les ayudará en sus vidas profesionales en el futuro.

Por medio de mi trabajo enseñando inglés en México y enseñando español en Estados Unidos, tuve oportunidad de sacar a relucir el tema de la educación y hacer que la gente comprendiera su importancia. Aumentar la percepción de este problema en mi universidad ha sido para mí una manera de compartir con otras personas mi cultura y mis antecedentes. Cuanto mejor comprendan los demás este problema, más probable será que la gente ayude y participe.

Mientras enseñaba inglés en la Ciudad de México conocí a estudiantes desde el primer grado pasando por toda la escuela primaria. Lo más impresionante e inspirador fue escuchar las historias personales de los estudiantes y cuántos padecimientos habían sufrido para ir a la escuela. Conocer a los estudiantes me ayudó a poner en perspectiva mi propia vida y mis oportunidades. Estos estudiantes se han convertido para mí en una inspiración y han hecho que desee desempeñar un papel más activo en ayudar a otros.

Para obtener más información sobre el trabajo de Alejandro, véase http://www.worldfund.org/ y http://www.dartmouth.edu/~rassias/.

Jóvenes del mundo, constructores del futuro

Sophia Lafontant: Todos estamos conectados

Sophia es la organizadora nacional de campus de Oxfam América, una organización de desarrollo internacional concentrada en el alivio de la pobreza, la ayuda humanitaria, la realización de campañas y los temas de defensa de causas. La sede central de Oxfam América está en Boston, Massachusetts. Sophia se graduó como trabajadora social por la Universidad de St. Edward's en Texas, y tiene 25 años.

En Oxfam América trabajo para educar y movilizar a estudiantes universitarios en Estados Unidos respecto a los problemas del comercio internacional justo. El comercio es un tema general que engloba muchas cuestiones importantes, tales como la reducción de la pobreza, el medioambiente y los derechos laborales.

Antes de trabajar para Oxfam América como colegial universitaria, participé en un programa de adiestramiento en justicia social de una semana de duración dirigido por Oxfam que se llamaba la iniciativa CHANGE (cambio), en la que a los colegiales universitarios se les enseña a hacer campañas, a defender causas y a participar como estudiantes. Dicho adiestramiento me hizo saborear por primera vez el trabajo en el desarrollo internacional y el comercio. Fue allí donde comprendí que los estudiantes y los adultos jóvenes tienen una voz poderosa. Necesitamos emplear nuestra voz para ocasionar un cambio social positivo y significativo. Esto requiere trabajar solidariamente con comunidades en desventaja social, que con frecuencia están excluidas del proceso de toma de decisiones.

Oxfam tiene oficinas en todo el mundo, y trabajamos unidos para hablar al unísono, aunque vivamos en diferentes husos horarios y tengamos contextos sociales diferentes. En Oxfam creemos que las voces internacionales son importantes y deberían ser destacadas. Por ejemplo, en los dos últimos años trajimos a Estados Unidos a agricultores de África Occidental y América Central y a activistas de Tailandia en cuestiones de VIH/SIDA, para que se reunieran con sus homólogos norteamericanos. Concertamos reuniones con miembros del Congreso de Estados Unidos de modo que los legisladores comprendan mejor el modo en que las políticas estadounidenses afectan a las comunidades en el extranjero. Estos activistas aportaron a los debates una voz importante y auténtica acerca de diferentes temas.

Desde el año 2002 Oxfam ha circulado una petición mundial, llamada “El Gran Ruido” (The Big Noise), para promover reglas comerciales más equitativas. Para el momento de la reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio en Hong Kong en 2005, habíamos reunido en todo el mundo más de 20 millones de firmas, tanto de países en desarrollo como desarrollados. El impulso mundial ayudó a fortalecer el papel que desempeña la sociedad civil en varios países en desarrollo. Sólo en Etiopía, nuestros asociados de la sociedad civil reunieron tres millones de firmas.

Al ser estadounidense he tenido la suerte de tener acceso a mucha información, lo que me ofreció la oportunidad de educarme a mí misma sobre cuestiones internacionales y de política exterior estadounidense. Es importante, para todos pero especialmente para los jóvenes, tratar de obtener noticias equilibradas sobre temas de actualidad. La tecnología nos permite compartir información a través de los husos horarios y los océanos. Me considero a mí misma una ciudadana del mundo, y desde Dakar a Delhi y a Denver, creo firmemente que todos estamos conectados.

Para conocer mejor el trabajo de Sophia, véase http://www.oxfamamerica.org/.

Nota del editor: desde que tuvo lugar esta entrevista, Sophia fue ascendida en Oxfam América a organizadora principal y especialista en capacitación.

Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente los puntos de vista o políticas del gobierno de Estados Unidos.

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