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Cáncer de la próstata: Tratamiento (PDQ®)
Versión Paciente   Versión Profesional De Salud   In English   Actualizado: 10/31/2008



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Cáncer de próstata en estadio II






Cáncer de próstata en estadio III






Cáncer de próstata en estadio IV






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Aspectos generales de las opciones de tratamiento

Complicaciones quirúrgicas
Complicaciones de la radioterapia
        Complicaciones de la crioterapia
Complicaciones de la terapia hormonal

Nota: algunas citas en esta sección son seguidas por grados de comprobación científica. El consejo editorial de PDQ usa un sistema de clasificación formal para ayudar al lector a que juzgue la solidez de la prueba junto al informe de los resultados de la estrategia terapéutica. (Para mayor información, ver el sumario del PDQ sobre los Grados de comprobación científica.)

El tratamiento puntero del cáncer de la próstata proporciona una supervivencia prolongada sin enfermedad para muchos pacientes con enfermedad localizada, pero es escasamente curativo en pacientes con tumor local extenso. Aún cuando el cáncer aparece localizado clínicamente en la glándula prostática, una fracción substancial de pacientes desarrollará propagación tumoral después de recibir terapia local con cirugía o radioterapia. Este desarrollo es el resultado de la alta incidencia de subclasificación clínica aun con la utilización de técnicas actuales de diagnóstico. El tumor metastásico actualmente no es curable.

Generalmente, la cirugía se reserva para pacientes con buena salud que han elegido intervención quirúrgica.[1-3] Los tumores de estos pacientes deberán estar limitados a la glándula prostática (estadios I y II). La prostatectomía puede realizarse por vía perineal o retropúbica. El enfoque perineal requiere una incisión separada para la disección de ganglios linfáticos. La linfadenectomía laparoscópica es técnicamente posible y puede lograrse con mucha menos morbilidad del paciente.[4] En el caso de tumores pequeños, bien diferenciados, la incidencia de ganglios pélvicos positivos es menos del 20% y se puede omitir la disección de ganglios pélvicos.[5] En el caso de tumores más grandes, menos diferenciados, es más importante efectuar la disección de ganglios pélvicos. El valor de la disección de ganglios pélvicos (por ejemplo, cirugía abierta o laparoscópica) no es terapéutico, pero evita a los pacientes con ganglios positivos la morbilidad de la prostatectomía. Generalmente, no se realiza una prostatectomía radical si la evaluación de las muestras congeladas de los ganglios pélvicos revelan metástasis; dichos pacientes deben ser considerados para que ingresen en ensayos clínicos existentes o que reciban radioterapia para controlar los síntomas locales. El papel de la terapia hormonal preoperatoria (neoadyuvante) no ha sido establecido.[6,7]

Después de prostatectomía radical, la evaluación patológica estratifica la extensión del tumor en enfermedad limitada al órgano, limitada al espécimen y con un margen positivo. La incidencia de recidiva aumenta cuando el tumor no está confinado al espécimen (extracapsular) o los márgenes no son positivos.[8-10] No se tiene información sobre el resultado de los pacientes con márgenes quirúrgicos positivos. Los pacientes con enfermedad extraprostática, son idóneos para los ensayos clínicos (RTOG-9601). Estos ensayos incluyen evaluación de administración postoperatoria de radiación, fármacos citotóxicos y tratamiento hormonal usando agonistas de la hormona libradora de hormona luteinizante (LHRH, por sus siglas en inglés) o antiandrógenos.

La criocirugía es una técnica quirúrgica en desarrollo que consiste en la destrucción de las células de cáncer en la próstata por medio de un congelamiento intermitente del tejido de la próstata seguido por descongelamiento.[11][Grado de comprobación: 3iiiC][12,13][Grado de comprobación: 3iiiDiv] La criocirugía está menos afianzada que la prostatectomía y sus resultados a largo plazo no están tan bien determinados como los de la prostatectomía o la radioterapia. Efectos tóxicos incluyen daño a la vejiga, problemas con la orina, impotencia sexual y daño al recto. La impotencia es común. La frecuencia de otros efectos secundarios y la probabilidad de control del cáncer después de un seguimiento de 5 años han sido diferentes según el centro informante y las series son pequeñas en comparación con las de cirugía y radioterapia.[12,13]

Los pacientes idóneos para radioterapia definitiva deben tener un diagnóstico patológico confirmado de cáncer que se limita clínicamente a la próstata o tejidos circundantes (estadios I, II y III). Estos pacientes deberán tener una tomografía computarizada, que sea negativa de metástasis, pero no se requieren la laparotomía para clasificación ni la disección de ganglios linfáticos. La radioterapia profiláctica a los ganglios linfáticos que no estén clínica o patológicamente comprometidos, no parecen mejorar la supervivencia general (OS, por sus siglas en inglés), o la supervivencia específica del cáncer de la próstata RTOG-7706).[14][Grado de comprobación: 1iiA] Además, los pacientes que no son considerados médicamente idóneos para la prostatectomía radical pueden ser tratados con una tasa baja en complicaciones si se da atención cuidadosa a la técnica de la administración.[15] Los resultados a largo plazo con la radioterapia dependen del estadio. Una revisión retrospectiva de 999 pacientes tratados con radioterapia de megavoltaje mostró tasas de supervivencia de causa específica significativamente diferentes a los 10 años por etapas T: T1 (79%), T2 (66%), T3 (55%) y T4 (22%).[16] Una concentración inicial del antígeno prostático específico sérico mayor de 15 ng/mL es un indicador de falla probable con radioterapia convencional.[17] Varios estudios aleatorios han mostrado una mejoría en la exención de la recidiva bioquímica (basada en el PSA) con dosis más altas de radioterapia (78 Gy–79 Gy) en comparación con las dosis convencionales (68 Gy–70 Gy).[18-20][Grado de comprobación: 1iiDiii] Las dosis más altas se administraron mediante el uso de técnicas conformales. Ninguno de los estudios mostró un beneficio de supervivencia específica de casos a las dosis más altas; sin embargo, un estudio en curso a través del Grupo Oncológico de Radioterapia estará impulsando por una SG.

La braquiterapia intersticial ha sido empleada en varios centros generalmente para pacientes con tumores T1 y T2. Los pacientes son seleccionados acorde a características favorables, que incluyen un puntaje Gleason bajo, concentraciones de PSA bajos, y tumores en estadio T1-2. Se necesita más información y estudios para definir mejor los efectos de la braquiterapia moderna intersticial en el control de las enfermedades y la calidad de vida y determinar la contribución de una selección favorable de pacientes a los resultados.[21][Grado de comprobación: 3iiiDiv] Para mayor información sobre ensayos clínicos en curso, consulte el portal de Internet del NCI. (Nota: la información contenida en este enlace solo está disponible en inglés.)

Los pacientes asintomáticos de edad avanzada o con enfermedad concomitante podrían requerir la consideración de una conducta expectante sin tratamiento activo inmediato.[22,23] Un estudio basado en la población con 15 años de seguimiento (tiempo promedio de observación = 12,5 años) reveló una excelente supervivencia sin ningún tratamiento en pacientes con tumores bien o moderadamente bien diferenciados clínicamente limitados a la próstata, independientemente de la edad del paciente.[8] Ninguno de estos pacientes fueron detectados mediante el examen de detección PSA, ya que este no se encontraba disponible al momento. A este cohorte de pacientes se le dio seguimiento por un promedio de 21 años después del diagnóstico inicial.[24] El riesgo de evolución y fallecimiento a causa del cáncer de la próstata se mantuvo a través del período de seguimiento. Al finalizar el seguimiento, 91% del cohorte habían muerto; 16% a causa del cáncer de la próstata. Un segundo estudio, más pequeño, basado en la población de 94 pacientes con cáncer de la próstata clínicamente localizado controlado con una estrategia de conducta expectante dio resultados muy similares a los 4–9 años de seguimiento.[25] En una serie seleccionada de 50 pacientes en estadio C, 48 de los cuales tuvieron tumores bien o moderadamente bien diferenciados, las tasas específicas de supervivencia para el cáncer de la próstata a 5 y 9 años fue del 88% y 70%, respectivamente.[9]

También se ha informado en los Estados Unidos sobre el seguimiento a largo plazo de un cohorte basado en la población con 767 hombres con cáncer de la próstata clínicamente localizado, diagnosticados en la fase pre PSA y manejados mediante ya sea la conducta expectante o el retiro del andrógeno.[26][Grado de comprobación: 3iiiA] Después de un seguimiento de 20 años, la mortalidad específica a causa del cáncer era de 6 por 1.000 años-personas en hombres con puntaje de Gleason de 2 a 4. Los hombres con puntaje de Gleason de 8 a 10, sin embargo, tuvieron una mortalidad específica ligada al cáncer de próstata de 121 por 1.000 años-personas y los hombres con puntaje de Gleason de 5 a 7 tuvieron una mortalidad por cáncer de la próstata intermedia (por ejemplo, 12, 30 y 65 muertes por 1.000 años-persona en los puntajes de Gleason 5, 6 y 7, respectivamente).

Desde el principio de la década de los 80, ha habido un aumento dramático en las tasas de prostatectomía radical en los Estados Unidos entre hombres en las edades de 65–79 (5,75 incremento de 1984 a 1990). Hay una amplia variación geográfica en estas tasas.[27] Se ha llevado a cabo una revisión estructurada de la literatura de 144 artículos en un intento de comparar las tres estrategias principales de tratamiento para cáncer de la próstata clínicamente localizado:[28]

  • Prostatectomía radical.
  • Radioterapia definitiva.
  • Conducta expectante.

Los autores concluyeron que informes deficientes y factores de selección dentro de las series, obstaculizaron la eficacia de una comparación válida de las tres estrategias de tratamiento. En otra revisión de la literatura de una serie de casos de pacientes con enfermedad palpable clínicamente localizada, los autores encontraron que las tasas de supervivencia a 10 años, en el cáncer prostático específico, fueron mejores en las series de prostatectomía radical (cerca del 93%), peores en las series de radioterapia (cerca del 75%), e intermedias con tratamiento diferido (cerca del 85%).[29] Puesto que es muy poco probable que la radioterapia empeore la supervivencia específicamente relacionada con la enfermedad, la explicación más probable es que los factores de selección afectan la elección del tratamiento. Tales factores de selección hacen imprecisas las comparaciones de estrategias terapéuticas.[30] Un análisis retrospectivo de los resultados con hombres demostró una tasa de supervivencia específica de la enfermedad a 10 años del 94% para los tumores de 2 a 4 del grado Gleason y de un 75% para los tumores entre 5 y 7 en la escala de Gleason;[31] esto es similar a un estudio previo que utilizó la base de datos del Surveillance, Epidemiology and End Results, con una tasa de supervivencia de 93% y 77%, respectivamente.[32]

Un estudio aleatorio que compara la prostatectomía radical con la conducta expectante en hombres con enfermedad en estadio temprano en la fase de detección pre PSA (estadios clínicos T1b, T1c, o T2) demostró una diferencia apreciable desde el punto de vista estadístico en cuanto a la OS a 10 años.[33][Grado de comprobación: 1iiA] (Consulte la sección sobre el estadio II y tratamiento a continuación para obtener detalles adicionales.) Después de 10 años, la diferencia en cuanto a la OS fue de aproximadamente 73% versus 68%; diferencia absoluta 5,0%; riesgo relativo de muerte 0,74 (intervalo de confianza de 95%; 0,56–0,99). Este beneficio estuvo restringido a los hombres menores de 65 años al momento de la cirugía (P = .01 en un análisis planificado de subconjunto del efecto de la edad en la eficacia del tratamiento).[34] No se han informado los resultados de un estudio aleatorio en curso, llamado Intervención de próstata versus estudio de observación (PIVOT, por sus siglas en inglés) en los Estados Unidos (VA-CSP-407) que compara la prostatectomía radical con conducta expectante no se han notificado. PIVOT utiliza la mortalidad general como su criterio de valorización primario. (Consultar la sección de este sumario sobre el Cáncer de próstata en estadio II del tratamiento de cáncer de próstata, para mayor información.)

La crioterapia también se encuentra bajo evaluación para el tratamiento del cáncer de la próstata localizado. Las pruebas existentes sobre su eficacia e inocuidad son limitadas en comparación con las terapias locales comúnmente usadas y la técnica está evolucionando con la intención de reducir la toxicidad local y el daño tisular normal (ver más abajo). La calidad de las pruebas sobre su eficacia es baja, en la actualidad se encuentra limitada a serie de casos de tamaño relativamente pequeño, seguimiento breve y resultados indirectos de eficacia.[35]

Complicaciones quirúrgicas

Las complicaciones de una prostatectomía radical pueden incluir incontinencia urinaria, estrechez uretral, impotencia y morbilidad relacionada con la anestesia general y con un procedimiento quirúrgico principal. Un análisis de los archivos de Medicare donde se informa de 101,604 prostatectomía radicales llevadas a cabo entre 1991 y 1994 mostró una tasa de mortalidad operativa de 30 días del 0,5%, una tasa de rehospitalización del 4,5%, y una tasa de complicaciones graves del 28,6%; durante el período de estudio, estas tasas disminuyeron en 30%, 8% y 12%, respectivamente.[36] En los hospitales donde las prostatectomías realizadas eran menores en cantidad, se observó que la tasa de mortalidad postoperatoria en los 30 días subsiguientes fue más alta, las complicaciones postquirúrgicas fueron más graves, la estadía en el hospital fue mayor y la tasa de rehospitalización fue también más alta, cuando se le comparó con aquellos hospitales en los que se llevaban a cabo mayor número de prostatectomías. Las tasas de mortalidad y morbilidad aumentan con la edad.[27,37] La comorbilidad, sobre todo la enfermedad vascular subyacente y un historial de apoplejías, constituyen una porción del aumento en la mortalidad en 30 días relacionada con la edad. En un cohorte de hombres con cáncer de la próstata que se sometieron a prostatectomía radical en la ciudad de Ontario de 1990 a 1999, a los hombres de 75 años, sin comorbilidad se les predijo una mortalidad a 30 días de 0,74%.[37] Las tasas de complicación a 30 días también dependieron más de la comorbilidad que de la edad (por ejemplo, cerca de 5% vs. 40% con 0 vs. 4 o más trastornos comórbidos subyacentes).

En una serie grande de casos de hombres a quienes se les practicó la técnica anatómica (preservación de nervios) de prostatectomía radical, aproximadamente 6% de los hombres requirieron el uso de almohadillas para incontinencia urinaria, pero una proporción adicional desconocida de hombres tuvieron goteo urinario ocasional. Cerca del 40%–65% de los hombres que eran sexualmente potentes antes de la cirugía retuvieron la potencia adecuada para penetración vaginal y coito sexual.[38] La preservación de la potencia con esta técnica depende del estadio del tumor y de la edad del paciente, pero la operación probablemente induce por lo menos un déficit parcial en casi todos los pacientes.[38]

Una encuesta nacional de pacientes con Medicare que se sometieron a prostatectomía radical de 1988 a 1990 reportaron más morbilidad que en la serie de casos.[39] En esa encuesta, más del 30% de los hombres reportó necesitar almohadillas o presillas para las fugas urinaria y 63% de todos los pacientes informó tener problemas de fuga urinaria. Cerca del 60% de los hombres informó no tener erecciones desde la cirugía; cerca del 90% de los hombres no tuvieron suficiente erección para coito sexual durante el mes previo a la encuesta. Cerca del 28% de los pacientes reportó tratamiento de seguimiento para cáncer con radioterapia o terapia hormonal en los cuatro años después de su prostatectomía.

En un cohorte longitudinal basado en la población, (Estudio de resultados del cáncer de próstata) de 901 hombres entre 55 a 74 años de edad quienes se sometieron a prostatectomía radical reciente debido a cáncer de la próstata, 15,4% de los hombres presentaron ya sea incontinencia urinaria frecuente o carencia de control urinario a los 5 años de la cirugía y 20,4% de los participantes en el estudio utilizaron paños absorbentes para mantenerse secos.[40] En cuanto a la incapacidad de obtener una erección suficiente para completar el coito, se informó de un 79,3% de los hombres. Las razones de las diferencias de los resultados entre la encuestas basadas en la población y las serie de casos anteriores podrían incluir:

  • Diferencia de edad entre poblaciones.
  • Pericia quirúrgica en los centros principales que rindieron un informe.
  • Factores de selección.
  • Parcialización hacia la publicación de la serie favorable.
  • Diversos métodos de recabar información de los pacientes.

Series de casos de 93,459 y 89 hombres que se habían sometido a prostatectomía radical por cirujanos experimentados mostraron tasas similarmente elevadas de impotencia como en la encuesta nacional de Medicare cuando los hombres fueron interrogados cuidadosamente acerca de la potencia sexual, aunque los hombres en la serie de casos eran más jóvenes en término medio que los de la encuesta de Medicare.[41-43] En una de las series de casos se utilizó el mismo cuestionario que en la encuesta de Medicare.[41] La tasa de incontinencia urinaria en esa encuesta fue también similar al de la encuesta de Medicare.

Una encuesta con carácter cruzado de pacientes con cáncer de la próstata que fueron tratados en un ambiente de cuidado controlado por prostatectomía radical, radioterapia, o conducta expectante mostró una disfunción sexual urinaria substancial en el grupo de prostatectomía.[44] Los resultados informados por los pacientes fueron consistentes con los de la encuesta nacional de Medicare. Además, aunque el poder estadístico fue limitado, las diferencias en la disfunción sexual y urinaria entre hombres que tuvieron prostatectomía radical estándar o preservación de nervios no fueron estadísticamente significativas. Este asunto, requiere más estudio.

La prostatectomía radical podría también causar incontinencia fecal, y la incidencia varía dependiendo del método quirúrgico.[45] En una encuesta nacional con un muestreo de 907 hombres que habían sido sometidos a prostatectomía radical al menos un año antes de la encuesta, un 32% de los hombres que habían sido sometidos a una prostatectomía perineal preservadora del nervio radical y 17% de los que fueron sometidos a prostatectomía radical retropúbica, informaron haber tenido accidentes de incontinencia fecal. Diez por ciento y 4% de los que respondieron informaron de accidentes de incontinencia fecal moderado y grandes, respectivamente. Menos del 15% de los hombres con incontinencia fecal han informado a su médico o proveedor de servicios médicos de este trastorno.

Complicaciones de la radioterapia

La radioterapia definitiva de haz externo (EBRT, por sus siglas en inglés) puede dar lugar a cistitis aguda, proctitis y a veces enteritis.[1,43,46-48] Generalmente, estas enfermedades son reversibles pero pueden ser crónicas y rara vez requieren intervención quirúrgica. La potencia, a corto plazo, se preserva con radioterapia en la mayoría de los casos, pero puede disminuir con el transcurso del tiempo.[48] Una encuesta de sección cruzada de pacientes con cáncer de la próstata que habían sido tratados en un ambiente de cuidado controlado por prostatectomía radical, radiación, o conducta expectante mostró una substancial disfunción sexual y urinaria en el grupo de radioterapia.[44]

La morbilidad se puede reducir mediante el empleo de técnicas sofisticadas de radioterapia, como el uso de aceleradores lineales y simulación cuidadosa así como planificación del tratamiento.[49] Los efectos secundarios de la radiación conformal tridimensional versus radioterapia convencional usando dosis similares (dosis total de 60–64 Gy) ha sido comparada en estudios aleatorios no ciegos.[50][Grado de comprobación: 1iiC] No hubo diferencia en la morbilidad aguda y los efectos secundarios lo suficientemente severos como para requerir hospitalización, no fueron muy frecuentes con el uso de ambas técnicas; sin embargo, la incidencia cumulativa de proctitis leve o severa fue más leve en el grupo conformal que en el de terapia estándar (37% vs. 56%; P = 0,004). Los síntomas urinarios fueron similares en ambos grupos, como también lo fue el control del tumor local y las tasas de OS con seguimiento a 5 años.

La radioterapia puede aplicarse después de una disección de ganglio linfático extraperitoneal sin un aumento de las complicaciones si se presta atención cuidadosa a la técnica de radiación. El campo de tratamiento no deberá incluir los ganglios pélvicos resecados. La resección transuretral previa de la próstata (TURP, por sus siglas en inglés) aumenta el riesgo de constricción por encima de la observada con la radioterapia sola, pero si la radioterapia se retrasa de 4 a 6 semanas después de dicha resección, el riesgo de constricción puede reducirse al mínimo.[51-53] Aunque el TURP de pretratamiento para aliviar los síntomas de obstrucción ha sido relacionado con diseminación del tumor; sin embargo, el análisis multivariado en casos clasificados patológicamente, indica que esto se debe a un pronóstico subyacente peor, que el de los casos que requieren TURP, más que al procedimiento en si mismo.[54]

Un estudio basado en la población de recipientes de Medicare que han recibido radioterapia como tratamiento primario para el cáncer de la próstata, (similar en diseño a la encuesta descrita anteriormente de pacientes de Medicare que se sometieron a la prostatectomía radical) [39] se ha presentado, mostrando apreciables diferencias en los perfiles mórbidos del postratamiento entre la cirugía y la radioterapia.[55] Aunque los hombres que se sometieron a la radioterapia eran mayores en el momento de la terapia inicial, tenían menos probabilidad de decir que necesitaban almohadillas o presillas para controlar la fuga urinaria (7% vs. más de 30%). Una proporción mayor de los pacientes tratados con radioterapia antes de la cirugía declaró que habían podido tener una erección suficiente para el coito sexual en el mes antes de la encuesta (hombres <70 años, 33% de los que habían recibido radioterapia vs. 11% de los que se sometieron solo a la cirugía; hombres ≥70 años de edad, 27% de los que habían recibido radioterapia vs. 12% de los que solo tuvieron cirugía). Sin embargo, los hombres que recibieron radioterapia tenían más probabilidad de informar sobre problemas con las funciones intestinales, especialmente movimientos frecuentes de los intestinos (10% vs. 3%). Al igual que en la encuesta de los pacientes quirúrgicos, alrededor de 24% de los pacientes que se sometieron a la radioterapia dijeron que recibieron tratamiento subsiguiente adicional para un cáncer persistente o recidivante conocido o sospechado en un plazo de 3 años después de la terapia primaria.

El citrato de sildenafilo puede ser eficaz en el tratamiento de la disfunción sexual después de la administración de radioterapia en algunos hombres. En un estudio de diseño transversal aleatorio controlado con placebo de (RTOG-0215) 60 hombres que se habían sometido a radioterapia para el tratamiento del cáncer de la próstata localizado clínicamente y quienes notificaron disfunción eréctil al cabo de la radioterapia, 55% notificó coito sexual satisfactorio después de la administración de sildenafilo en comparación con 18% después de la administración del placebo (P <0,001).[56][Grado de comprobación: 1iC]

Un cohorte prospectivo comunitario de hombres entre 55 y 74 años de edad que fueron tratados con prostatectomía radical (N = 1156) o EBRT (N = 435) intentó comparar las complicaciones agudas y graves de las dos estrategias de tratamiento después de hacer ajustes en las diferencias iniciales de las características del paciente y su salud en general.[57] En cuanto a la morbilidad relacionada con el tratamiento agudo, la prostatectomía radical estuvo relacionada con altas tasas de complicaciones cardiopulmonares (5,5% vs. 1,9%) y la necesidad de tratamiento de las estructuras urinarias (17,4% vs. 7,2%). La radioterapia estuvo relacionada con una proctitis rectal más aguda (18,7% vs. 1,6%). Con relación a la morbilidad crónica relacionada con el tratamiento, la prostatectomía radical estuvo relacionada con una mayor incontinencia urinaria (9,6% vs. 3,5%) e impotencia (80% vs. 62%). La radioterapia estuvo ligeramente relacionada con una mayor disminución de las funciones intestinales.

Complicaciones de la crioterapia

La impotencia resulta común en la serie de caso de las que se tiene informes, oscilando entre alrededor de 47% a 100%. Otras complicaciones mayores incluyen incontinencia, desprendimiento de la uretra, fístula urinaria o estenosis y obstrucción del cuello de la vejiga.[35]

Complicaciones de la terapia hormonal

Varias estrategias hormonales diferentes pueden beneficiar a los hombres en diversas estadios de cáncer de la próstata. Estos enfoques son la orquiectomía bilateral, la terapia con estrógenos, agonistas de LHRH, antiandrógenos, ketoconazol y aminoglutetimida.

Entre los beneficios de la orquiectomía bilateral tenemos la facilidad del procedimiento, el que no se requiere que el paciente siga instrucciones de medicación, su prontitud en bajar las concentraciones de testosterona y su bajo costo. Sus desventajas son los efectos psicológicos, pérdida de la libido, impotencia, osteoporosis, rubor y sofocos.[58]

Los estrógenos en una dosis de 3 mg/día de dietilestilbestrol lograrán índices de castración de testosterona. Similar a la orquiectomía, los estrógenos pueden causar pérdida de la libido e impotencia. La ginecomastia se puede prevenir por medio de dosis baja a las mamas. Los estrógenos se usan rara vez en la actualidad a causa del riesgo de efectos secundarios graves como el infarto del miocardio, accidente cerebrovascular y embolia pulmonar.

Los agonistas LHRH como la leuprolida, goserelina y buserelina bajarán la testosterona a índices de castración. Similares a la orquiectomía y a los estrógenos, los agonistas LHRH causan la impotencia, sofocos, ruboración y pérdida de la libido. Las reacciones de exacerbación del tumor pueden ocurrir transitoriamente pero se pueden prevenir con antiandrógenos o con estrógenos a corto plazo a dosis baja por varias semanas.

La flutamida, antiandrógeno puro, puede causar diarrea, sensibilidad de las mamas y náusea. Informes de casos dan cuenta de toxicidad mortal y no mortal del hígado.[59] La bicalutamida puede causar náusea y sensibilidad de las mamas, ruboración, pérdida de la libido e impotencia.[60] El antiandrógeno esteroide acetato de megestrol suprime parcialmente la producción de andrógeno y no se usa generalmente como terapia inicial.

El uso de ketoconazol a largo plazo puede resultar en impotencia, prurito, cambios en las uñas e insuficiencia suprarenal. La aminoglutetimida comúnmente causa sedación y erupciones de la piel. Una encuesta nacional entre hombres hecha por Medicare, en la que estos habían sido sometidos a prostatectomía radical para el cáncer de próstata, mostró una disminución en los siete puntos relacionados con las medidas concernientes a la calidad de vida relacionada con la salud (impacto del cáncer y su tratamiento, preocupaciones en cuanto a la imagen corporal, salud mental, salud en general, actividad, preocupaciones concernientes al cáncer y la muerte, y la energía) entre los hombres que han recibido terapia para la disminución del andrógeno (ya sea médica o quirúrgicamente inducido) versus aquellos que no.[61][Grado de comprobación: 3iC] Se requieren estudios adicionales que evalúen los efectos de varias terapias hormonales en la calidad de vida.[62]

La privación de la terapia de andrógeno también podría ocasionar osteoporosis y fracturas óseas. En una muestra basada en una población de 50,613 pacientes de Medicare con 66 años o más de edad, a los que se les dio seguimiento por un promedio de 5,1 años, los hombres que se trataron ya sea con una gonadoliberina (GnRH) u orquiectomía, tuvieron una tasa de fractura ósea de 19,4% comparado con 12,6% en hombres que no habían recibido terapia de privación hormonal. El efecto fue similar en los hombres independientemente de que tuvieran enfermedad metastásica ósea.[63] Un reducido estudio, no ciego, de seguimiento breve, indica que el bisfosfonato pamidronato puede prevenir la pérdida ósea en aquellos hombres que reciben un agonista GnRH para el cáncer de la próstata.[64] Cuarenta y siete pacientes con cáncer de la próstata (41 de ellos evaluables) con cáncer de la próstata local avanzado, pero sin metástasis ósea conocida, fueron asignados de forma aleatoria para recibir mensualmente 3 depo leuprolide con pamidronato o sin este (60 mg intravenoso). No se informó de fractura ósea en ninguno de los grupos. La sustitución de objetivos y la evaluación no ciega de estos, hace difícil el establecer con certeza, si el uso de pamidronato prevendría la ocurrencia de fracturas.[64][Grado de comprobación: 1iiDiii]

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