La
agricultura alternativa es un enfoque sistémico de la agricultura,
que es más sensible a los ciclos naturales y a las interacciones
biológicas que los métodos agrícolas convencionales. Por ejemplo,
los sistemas alternativos de agricultura tratan de integrar los
aspectos positivos de la interacción biológica entre cultivos, plagas
y predadores. La agricultura orgánica se basa en diversos principios
científicos reconocidos y en una gran riqueza de experiencias empíricas.
Sin embargo, los mecanismos específicos de muchos de estos fenómenos
e interacciones necesitan mayor estudio. En general, se sabe mucho
en relación a algunos de los componentes de los sistemas alternativos,
pero se sabe muy poco en relación a cómo funcionan estos sistemas
como un todo.
Algunas de las prácticas o componentes de sistemas
alternativos y de las cuales ya son parte de manejos agrícolas convencionales,
incluyen:
- Rotaciones culturales que disminuyen los
problemas de malezas, insectos y enfermedades; aumentan los niveles
de nitrógeno disponible de fertilizantes sintéticos y, junto con
prácticas de labranza conservadoras de suelo, reducen la erosión
edáfica.
- Manejo integrado de plagas (MIP), que reduce
la necesidad de pesticidas mediante la rotación de cultivos, muestreos
periódicos, registros meteorológicos, uso de variedades resistentes,
sincronización de las plantaciones o siembras y control biológico
de plagas.
- Sistemas de manejo para mejorar la salud
vegetal y la capacidad de los cultivos para resistir plagas y
enfermedades.
- Técnicas conservacionistas de labranza de
suelo.
- Sistemas de producción animal que enfatizan
el manejo preventivo de las enfermedades, reducen el uso de confinamiento
de grandes masas ganaderas, bajan los costos debido a enfermedades
y disminuyen la necesidad del uso de niveles subterapéuticos de
antibióticos.
- Mejoramiento genético de cultivos para que
resistan plagas y enfermedades y para que logren un mejor uso
de los nutrientes.
Muchos sistemas agrícolas alternativos desarrollados
por los agricultores son altamente productivos. Hay ciertas características
típicas comunes a todos ellos, como la mayor diversidad de cultivos,
el uso de rotaciones con leguminosas, la integración de la producción
animal y vegetal, y el uso reducido de productos químicos sintéticos.
Aunque algunas prácticas se ven como altamente promisorias, a menudo
las bases científicas de muchas ellas se conocen sólo parcialmente.
Durante las últimas cuatro décadas, la investigación
agrícola en las universidades que funcionan con fondos públicos
y en el USDA ha sido abundante y muy productiva. La mayor parte
del nuevo conocimiento ha sido generado mediante un enfoque intradisciplinario
de la investigación. Investigadores especializados en un campo han
centrado su experiencia en un aspecto de una práctica agronómica
específica, o en una enfermedad o plaga de un cultivo en particular.
La solución de los problemas de campo, sin embargo, requieren algo
más que un enfoque intradisciplinario. El conocimiento ganado en
cada campo debe ser implementado por personas con una formación
amplia o por equipos interdisciplinarios, a fin de entregar soluciones
a problemas que afectan a la finca como un todo. El enfoque interdisciplinario
para los equipos de campo dedicados a la solución de problemas es
esencial para entender las prácticas agrícolas alternativas.
La investigación agrícola no ha sido organizada
para responder a esta necesidad, excepto en unas pocas áreas como
en el MIP, el uso de residuos orgánicos como fuente alternativa
de nutrientes, y el uso de leguminosas como abonos verdes o como
parte de rotaciones destinadas al control de erosión a la obtención
de nitrógeno. Pero esta investigación tampoco ha contribuido mayormente
a la adopción de sistemas agrícolas alternativos por dos razones
principales. Primero, la mayor parte de la investigación se ha centrado
en prácticas agrícolas específicas y aisladas, y no en el desarrollo
de sistemas agrícolas. Esto debido al alto costo de la investigación
en sistemas agrícolas, la naturaleza intradisciplinaria de la investigación
universitaria y la falta de recursos. Segundo, la mayor parte de
los resultados de la investigación han sido implementados bajo políticas
de aumento incesante de los rendimientos por área como la mejor
forma de aumentar las ganancias del agricultor y la disponibilidad
mundial de alimentos.
En contraste, la investigación sobre agricultura
alternativa debe incluir la interacción y la integración de todas
la actividades de la finca y debe considerar las metas más globales
de manejo de recursos, productividad, calidad ambiental y rentabilidad
con un mínimo de apoyo gubernamental. Sólo un pequeño número de
investigaciones ha adoptado este enfoque más global. Sin embargo,
la literatura científica sobre prácticas agrícolas específicas y
la evidencia empírica obtenida por los agricultores ilustran la
eficacia y el potencial de los métodos agrícolas alternativos y
dan las bases sobre las cuales construir un programa de investigación
sobre agricultura alternativa.
ROTACION DE CULTIVOS
Una rotación de cultivos es la plantación sucesiva
de diferentes cultivos en el mismo terreno. Un ejemplo típico sería
maíz, seguido por soya, seguido por avena, seguido por alfalfa.
Las rotaciones son lo opuesto al cultivo continuo, o la siembra
sucesiva del mismo cultivo en el mismo terreno. Las rotaciones pueden
ir de 2 a 5 años de largo (algunas veces más) y generalmente el
agricultor planta cada año una parte de su terreno con cada uno
de los cultivos que forman parte de la rotación. Existe amplia evidencia
sobre los beneficios económicos ambientales que se obtienen mediante
el uso de rotaciones. Algunos de estos beneficios son inherentes
a todas las rotaciones; otras dependen de los cultivos, la labranza,
la fertilización y los métodos de control de plagas utilizados durante
la rotación. Cuando las rotaciones incluyen praderas, normalmente
se necesita que haya producción animal en el mismo predio o que
exista un mercado local para el forraje a fin de hacer rentable
el cultivo de la pradera.
El efecto rotacional se refiere al hecho que
la mayoría de las rotaciones aumentarán los rendimientos de granos
a niveles superiores a los obtenidos mediante cultivo continuo bajo
similares condiciones. Se ha demostrado la existencia de este efecto
en rotaciones con o sin leguminosas. Maíz después de trigo da mayores
rendimientos que maíz continuo con cantidades similares de fertilización.
El aumento en el rendimiento después de una leguminosa es generalmente
mayor del que se esperaría de la cantidad de nitrógeno integrado.
De hecho, el rendimiento en granos después de una leguminosa es
a menudo un 10 a 20 por ciento superior al obtenido mediante cereal
continuo, independientemente del fertilizante aplicado.
Se piensa que son muchos los factores que contribuyen
al efecto rotacional, incluyendo una mayor humedad del suelo, mayor
control de plagas y enfermedades y mejor disponibilidad de nutrientes.
En general se concuerda, sin embargo, que el componente más importante
de este efecto son los beneficios obtenidos de un mejor control
de plagas y enfermedades durante la rotación. El aumento de la materia
orgánica del suelo, especialmente en rotaciones que integran rastrojos,
puede ser la base para las mejores características físicas del suelo
que se observa en las rotaciones. Esto puede explicar parte de los
aumentos en rendimiento. Ciertos cultivos con raíces profundas pueden
utilizar nutrientes ubicados más profundamente en el perfil de suelo.
En el proceso, estas plantas pueden traer los nutrientes a la superficie,
volviéndolos disponibles para cultivos de raíces más superficiales,
si los rastrojos no se sacan del terreno.
El control de plagas y enfermedades se logra
principalmente a través del cambio estacional de la fuente de alimento
(el cultivo), el que usualmente impide el establecimiento de niveles
productivos de plagas y enfermedades. A medida que el daño a las
raíces se reduce, las raíces más sanas están en mejores condiciones
para absorber nutrientes en el suelo, lo que puede reducir las dosis
de fertilizantes necesarias. Los sistemas radiculares sanos también
pueden absorber más eficientemente, reduciendo la probabilidad de
lixiviación de nutrientes desde la zona de raíces.
Las leguminosas en una rotación pueden integrar
nitrógeno atmosférico al suelo. La cantidad de nitrógeno fijado
depende de la leguminosa y del sistema de manejo; sin embargo, sin
fertilizante nitrogenado adicional alguno, el nitrógeno fijado por
las leguminosas puede asegurar altos rendimientos de granos.
Las praderas y los cereales sembrados a alta
densidad, tales como el trigo, la avena y la cebada, pueden producir
ciertos beneficios en relación a la conservación de suelos. En áreas
erosionadas con suelos en pendiente, es común el cultivo en franjas
de maíz (un cultivo en hileras) con trigo (un cultivo en cobertera)
o pradera (por ejemplo, alfalfa) en rotaciones destinadas a diminuir
la erosión. Debe enfatizarse, sin embargo, que las prácticas de
labranza influyen fuertemente sobre los posibles beneficios obtenidos
de las rotaciones. Por ejemplo, una rotación con maíz, soya y trigo
es excelente para el control de plagas y enfermedades, pero no para
el control de erosión, a no ser que se utilice labranza cero o alguna
forma de labranza reducida.
Un efecto indirecto, pero importante de todas
las rotaciones, es que ellas provocan diversificación. En general,
sin embargo, la diversificación es un seguro contra las fluctuaciones
de precios de los cultivos e insumos, y contra ataques de plagas
y fluctuaciones imprevisibles.
Manejo Alternativo de Nutrientes
El abastecimiento adecuado de nutrientes -particularmente
nitrógeno, fósforo y potasio- y la mantención de un pH del suelo
adecuado son esenciales para el crecimiento vegetal. Idealmente,
los nutrientes del suelo debieran estar disponibles en las cantidades
adecuadas en el momento en que la planta pueda usarlos; esto implica
evitar un abastecimiento excesivo, el que no podrá ser totalmente
utilizado por la planta y que puede convertirse en una fuente de
contaminación ambiental.
Un enfoque alternativo en relación al manejo
de nutrientes, menos dañino para el medioambiente, es reducir la
necesidad de fertilizantes mediante un manejo más eficiente de los
ciclos de los nutrientes y una aplicación más precisa de los fertilizantes.
Tales prácticas incluyen la aplicación de restos orgánicos animales
o vegetales, rotaciones con leguminosas, mejoramiento de la sanidad
vegetal para lograr mejor uso de los nutrientes y aplicaciones en
banda o parcializadas de los fertilizantes. En sistemas que combinan
la producción animal y vegetal, por ejemplo, muchos de los nutrientes
presentes en los granos y residuos de los cultivos producidos en
la finca pueden ser devueltos al suelo si el estiércol y los residuos
vegetales son incorporados al suelo. Las rotaciones que incluyen
leguminosas también pueden jugar un papel fundamental en el reciclaje
de nutrientes, especialmente en la reposición de los niveles de
nitrógeno. Los residuos vegetales y el estiércol pueden liberar
nitrógeno en forma más continua a lo largo del período de crecimiento
que los fertilizantes comerciales comunes. Sin embargo, el nitrógeno
de fuentes orgánicas puede ser liberado cuando los cultivos no lo
estén absorbiendo en forma activa. Contrariamente, el nitrógeno
de los fertilizantes inorgánicos es convertido en forma relativamente
rápida a nitratos, solubles y lixiviables.
Los esfuerzos por dar una nutrición adecuada
a los cultivos continúan siendo difíciles, producto de la falta
de comprensión y la incapacidad para predecir los factores que influyen
sobre la acumulación, reciclaje, accesibilidad y absorción y uso
de nutrientes por parte de los cultivos. Los análisis de suelo y
tejidos entregan al agricultor información que le permiten asegurar
un abastecimiento adecuado para todos los cultivos. Pero las variaciones
en las condiciones edáficas y climáticas que influyen sobre la absorción
y pérdida de nutrientes hacen difícil poder predecir los niveles
de nutrientes que resulten más rentables y ambientalmente seguros.
Las leguminosas como fuente de nitrógeno
Es posible obtener nitrógeno de las leguminosas
que se cultiven como parte de una rotación. Para la agricultura
alternativa, las leguminosas son a menudo una forma efectiva y rentable
de entregar nitrógeno al suelo. El nitrógeno proveniente del suelo
es "fijado" y luego generalmente liberado al suelo en forma constante
a los largo del período de crecimiento, cuando las temperaturas
son suficientemente altas para permitir la descomposición microbiológica.
En combinación con el efecto rotacional, el nitrógeno proveniente
de las leguminosas es capaz de sustentar altos rendimientos de maíz
y trigo. Sin embargo, la contribución final de las leguminosas depende
del sistema de manejo y del clima. Por ejemplo, las leguminosas
forrajeras son más efectivas en las regiones húmedas y subhúmedas.
En las regiones con menos de 500 mm de lluvia al año, las leguminosas
de raíz profunda en suelos no regados pueden disminuir la humedad
del subsuelo y reducir los rendimientos de maíz cultivado al siguiente
año. La rentabilidad de los cultivos forrajeros leguminosos depende
fuertemente de la presencia de ganado en el predio, o de la existencia
de un mercado local de forraje.
Las leguminosas entregan una cantidad importante
de nitrógeno al suelo, pero la cantidad de nitrógeno fijado es muy
variable (Tabla 1).
TABLA 1
Cantidad de N2 Fijado por Varias Especies
Leguminosas, Según Diversos Informes
Especies |
N Fijado (kg/ha/año) |
alfalfa |
70-198 |
alfalfa-p.ovillo |
13-121 |
lotera |
44-100 |
garbanzo |
21-75 |
trébol Clarke |
19 |
frijol común |
1.8-192 |
trébol encarnado |
57 |
habas |
158-223 |
arvejas |
155-174 |
vicia vilosa |
99 |
trébol ladino |
146-167 |
lenteja |
149-168 |
trébol rosado |
61-101 |
soya |
20-276 |
trébol subt. |
52-163 |
melilotus |
4 |
trébol blanco |
114 |
Las diferentes especies y variedades fijan
diferentes cantidades de nitrógeno atmosférico. Diversos factores
físicos y de manejo, incluyen la acidez y la temperatura del suelo,
el drenaje, el momento de la cosecha, y si el forraje es o no enterrado
como abono verde, influyen sobre la cantidad de nitrógeno fijado,
así como sobre la cantidad de nitrógeno que posteriormente se incorpora
al suelo. La fijación de nitrógeno de la soya, por ejemplo, se ha
visto que varía entre 0 y 227 kilos por hectárea, dependiendo de
las prácticas de manejo de las características del suelo y la disponibilidad
de agua.
La cantidad de nitrógeno en el suelo también
influye sobre la fijación de nitrógeno. Los suelos ricos en nitrato
inhiben la fijación de nitrógeno. En el medio-oeste, la soya se
cultiva para la producción de grano y generalmente se cultiva después
del maíz en suelos con nitrato residual. Donde hay nitrato residual
en el suelo, el cultivo de soya puede resultar en una exportación
neta de nitrógeno. Por ejemplo, los análisis de reserva de nitrógeno
en los suelos del mediooeste demuestran que la soya extrae el 40
por ciento del nitrógeno de la fijación biológica, y el 60 por ciento
restante del nitrógeno residual en el suelo. Normalmente, el nitrógeno
extraído por la soya al memento de la cosecha es mayor que el nitrógeno
fijado biológicamente, lo que lleva a una pérdida neta de nitrógeno
de aproximadamente 70 kilos por hectárea. Así, bajo estas circunstancia,
el cultivo del soya puede estar desgastando el nitrógeno del suelo
y aumentado las necesidades de fertilizante nitrogenado para el
cultivo subsiguiente, en vez de enriquecer el suelo con nitrógeno,
como se creía anteriormente. Por otro lado, cuando se hace un manejo
que permite que la soya fije un 90 pro ciento del nitrógeno que
utiliza, se obtienen ganancias de 20 kilos de nitrógeno por hectárea.
Los sistemas de manejo también influyen sobre
la cantidad de nitrógeno disponible después de una leguminosa forrajera.
Las plantas forrajeras leguminosas normalmente se cultivan por su
valor como heno y por su capacidad para fijar nitrógeno atmosférico
e incorporarlo al suelo a través de los residuos vegetales. El momento
de la cosecha, sin embargo, influye drásticamente sobre la cantidad
de nitrógeno disponible para cultivos posteriores. Una vez que se
cortan, las forrajeras leguminosas utilizan primeramente las reservas
de nitrógeno en la corona, las raíces y el suelo para sustentar
su propio crecimiento. A medida que la planta crece, aumenta su
área foliar y la fotosíntesis, quedando nuevamente energía disponible
para la fijación de nitrógeno. El nitrógeno es luego extraído cuando
se cosechan hojas y tallos ricos en nitrógeno. Algunos resultados
obtenidos en alfalfa muestran que una cosecha seguida por la incorporación
al suelo de un rebrote vigoroso y abundante dio como resultado una
ganancia neta de 48 kilos de nitrógeno por hectárea. Por otro lado,
la cosecha del rebrote seguida por la incorporación del rebrote
subsiguiente resultó en una pérdida marginal de 4 kilos de nitrógeno
por hectárea. Esta pequeña pérdida se produjo porque la mayor parte
del nitrógeno fijado durante el desarrollo vigoroso del primer rebrote
fue extraído mediante la cosecha. La cosecha del segundo rebrote
seguida por la incorporación de raíces y coronas dio como resultado
una pérdida neta de 38 kilos de nitrógeno por hectárea.
Los métodos de labranza también influyen sobre
la cantidad y disponibilidad del nitrógeno fijado por las leguminosas.
La labranza cero puede reducir los niveles de nitrógeno disponible
para el cultivo subsiguiente en comparación con un laboreo con vertedera,
que incorpora mejor al suelo los residuos vegetales. Se han obtenido
mayores rendimientos de maíz después de incorporar vicia arando
dos veces con un arado de discos. Los rendimientos del maíz fueron
menores cuando la vicia permaneció en pie durante todo el cultivo
del maíz, o cuando la vicia fue exterminada mediante herbicidas.
Al utilizar leguminosas en una rotación o como
cultivo de cobertura durante el invierto, es posible reducir y en
algunos casos eliminar la necesidad de fertilizantes nitrogenados.
Se están desarrollando variedades que fijan más nitrógeno que sus
predecesoras. Las bacterias de los géneros Rhizobium y Bradyrhizobium
que fijan el nitrógeno atmosférico se están estudiando ampliamente.
El trabajo en la actualidad se centra en los mecanismos de la fijación
de nitrógeno en sí, en el proceso de infección que culmina con una
simbiosis exitosa, en los determinantes genéticos y procesos bioquímicos
que hacen a las plantas receptivas, y en las bacterias capaces de
sostener la asociación entre planta y nitrógeno. Ya se han obtenido
mejoramientos mediante la selección de variedades y de razas de
Rhizobium naturales capaces de fijar altas cantidades de
nitrógeno. En una rotación de 2 años con maíz en Minnesota, un nuevo
cultivar de alfalfa, Nitro, desarrollado por el USDA y la
Universidad de Minnesota, fijó 94 kilos por hectárea de nitrógeno
entre la última cosecha a fines del verano y la muerte del cultivo
después de la primera helada en un mes más tarde. Esto constituyó
un 59 por ciento más de nitrógeno fijado después de la cosecha de
fines de verano que lo obtenido con los cultivares perennes que
normalmente se utilizan y que fueron comparados como testigos en
el ensayo. Cerca del 11 por ciento adicional provino de una mayor
capacidad de fijación del nuevo cultivar. El 48 por ciento restante
resultó de la mayor productividad al final de la temporada de crecimiento.
La alfalfa Nitro fue seleccionada y creada
como cultivo anual para ser utilizada en una rotación de dos años
con maíz. Se cultiva durante un año y continúa creciendo y fijando
nitrógeno hasta que muere producto de la primera helada, normalmente
a principios de otoño. Las alfalfas de uso común se cultivan por
dos o más años y (en Minnesota) la dormancia comienza y la fijación
se detiene al menos un mes antes.
Investigaciones efectuadas en el norte de California
han demostrado que la vicia puede ser una fuente de nitrógeno económicamente
conveniente para el arroz. Se estudió el efecto de la selección
del cultivar y de la fecha de plantación. La siembra al voleo de
dos variedades de vicia dos días antes o después de haber drenado
los campos produjo excelentes poblaciones. La vicia fijó entre 30
y 60 kilos de nitrógeno por hectárea al ser sembrada sobre el rastrojo
del arroz, y hasta 100 kilos bajo condiciones ideales.
El estiércol como fuente de nutrientes
El estiércol animal puede contribuir en forma
significativa a suplir las necesidades de nitrógeno, fósforo, potasio
y otros nutrientes. La disponibilidad total, sin embargo, dependerá
del tamaño y tipo de explotación animal y los métodos utilizados
para guardar y esparcir el estiércol.
La mayor parte del estiércol es retornado al
suelo. Sin embargo, sus nutrientes a menudo son utilizados en forma
ineficiente como resultado de un mal almacenamiento o técnicas de
aplicación deficientes. Las pérdidas de nutrientes en el estiércol
almacenado, debido a escurrimiento superficial, volatilización y
lixiviación, pueden ser tan altas que sólo una fracción de los nutrientes
originales llega a ser aplicado a los cultivos. Un transporte y
esparcimiento deficientes aumentan estas pérdidas. Sin embargo,
las técnicas que pueden aumentar la eficiencia en el uso de nutrientes
pueden resultar costosas. El costo de una aplicación adecuada, por
ejemplo, puede resultar superior al costo de los nutrientes adicionales
en relación a una aplicación más ineficiente. Los efectos de las
técnicas de aplicación del estiércol sobre las pérdidas de nitrógeno,
sin incluir las pérdidas durante el almacenamiento pueden alcanzar
entre 10 y 30% dependiendo si el estiércol aplicado es sólido o
líquido, o si se aplica al voleo con o sin incorporación. En muchos
casos, el estiércol no se aplica en el momento de la temporada de
barbecho o cultivo que permita una utilización óptima del estiércol
como fertilizante. Por ejemplo, la aplicación invernal del estiércol
puede dar como resultado una pérdida importante de nutrientes. Es
poco el uso que se hace del compost como técnica de fermentación
aeróbica del estiércol, a pesar que el compostaje ofrece las ventajas
de aumentar la concentración de nutrientes y reducir los volúmenes
a ser aplicados. La fermentación anaeróbica del estiércol para producir
gas metano no resulta económicamente conveniente si se compara con
el costo de otros combustibles. Además, la fermentación crea residuos
que deben ser descartados o si no utilizados.
Aunque hay sistemas disponibles para manejar
las fecas en forma de purines, los otros sistemas existentes están
diseñados básicamente para deshacerse del estiércol como un producto
indeseable. Si el estiércol animal va a ser utilizado más eficientemente,
se necesitan las técnicas y correspondientes equipos para poder
almacenar, manejar y esparcir en forma económica. Se necesita más
investigación para lograr sistemas de bajo costo para producir biogas
a partir del estiércol animal, lograr que los sistemas de aplicación
eficientes sean económicamente convenientes, y educar a los agricultores
sobre los efectos beneficiosos del estiércol.
Cerca de 110 millones de toneladas (materia
seca) de estiércol fueron producidas por el ganado y las aves de
los Estados Unidos en 1974. Las cantidades totales de nitrógeno,
fósforo y potasio en este estiércol fueron 4,1 , 1,0 y 2,4 millones
de toneladas respectivamente. Se estima que un 40 por ciento del
total, o 1,3, 0,5 y 1,2 millones de toneladas del nitrógeno fósforo
y potasio estaban disponibles y eran económicamente recuperables
y utilizables. El ganado vacuno produjo cerca del 60 por ciento
(800.000 toneladas) del nitrógeno económicamente recuperable producido
por el ganado en su conjunto. El total de los nutrientes económicamente
recuperables equivalían al 15 por ciento del total del nitrógeno,
9,9 por ciento del total del fósforo y 24,2 por ciento del total
del potasio aplicados en las fincas de los Estados Unidos en 1974.
La cantidad de nutrientes disponibles a partir
del estiércol depende en gran medida de cómo se almacene y maneje.
El nitrógeno es el que se pierde más fácilmente; de hecho, las pérdidas
son inevitables, sin importar la forma en que el estiércol se almacene
o aplique. Las pérdidas de fósforo y potasio son menos probables,
excepto directamente por escurrimiento superficial y lixiviación
cuando se almacena al aire libre. La Tabla 2 entrega una lista de
los contenidos aproximados de nutrientes de diferentes tipos de
estiércol, como resultado de diferentes métodos de almacenamiento
y manejo. El adecuado manejo del estiércol es esencial si se quiere
tener éxito en su uso como fuente de nutrientes.
La Labranza Conservacionista
La mayoría de las técnicas de labranza conservacionista
fueron desarrolladas para disminuir la erosión y conservar el agua
mediante una menor alteración del suelo. En USA, cerca de cincuenta
millones de hectáreas se cultivan utilizando alguna forma de labranza
conservacionista. La mayor parte de esto se hace en la forma de
labranza reducida. Aunque algunas de estas prácticas pueden reforzar
algunos de los objetivos de la agricultura alternativa, como aumentar
los niveles de materia orgánica en el suelo y disminuir la erosión,
algunos métodos de labranza conservacionista pueden aumentar la
necesidad herbicidas.
La labranza conservacionista generalmente deja
una capa de residuos vegetales sobre el suelo. Este residuo puede
convertirse en un hábitat favorable para algunas plagas y enfermedades.
Algunas enfermedades sobreviven el invierno o manteniéndose en los
residuos dejados sobre el terreno, aumenta la sobrevivencia de insectos
hipógeos y epígeos, y pueden establecerse malezas perennes. Los
efectos de las plagas pueden aumentar si el mismo cultivo se siembra
al año siguiente, pero pueden ser insignificantes o mínimos en una
rotación.
La labranza conservacionista cambia las propiedades
del suelo. Los nutrientes se encuentran más estratificados en los
suelos sin labranza que en los suelos con labranza reducida o convencional.
Los nutrientes también tienden a concentrarse en la porción superior
del perfil de suelo. El suelo sometido a prácticas de labranza conservacionista
que dejan una cubierta muerta superficial, es a menudo 3 a 4°C más
frío a fines de primavera que los suelos bajo labranza convencional.
Las temperaturas más bajas en primavera pueden retardar el crecimiento
vegetal de comienzos de temporada en regiones de latitud alta. Con
la labranza cero, también es más probable que el suelo se compacte,
lo que también puede reducir el crecimiento vegetal.
TABLA 2
Contenido Aproximado de Nutrientes de Diversos Estiércoles
Tipo de Ganado
|
Almacenamiento / Manejo
|
Contenido de nutrientes (kilos/ton)
|
N Total
|
Amonio (NH4)
|
Fosfato (P205)
|
Potasio (K20)
|
Cerdo |
Sólido SC
|
10 |
6 |
9 |
8 |
Sólido CC
|
8 |
5 |
7 |
7 |
Líquido F
|
36 |
26 |
27 |
22 |
Líquido L
|
4 |
3 |
2 |
4 |
Vacuno de carne
|
Sólido SC
|
21 |
7 |
14 |
23 |
Sólido CC
|
21 |
8 |
18 |
26 |
Líquido F
|
40 |
24 |
27 |
34 |
Líquido L
|
21 |
42 |
9 |
5 |
Vacuno de leche
|
Sólido SC
|
9 |
4 |
4 |
10 |
Sólido CC
|
9 |
5 |
4 |
10 |
Líquido F
|
24 |
12 |
18 |
29 |
Líquido L
|
4 |
2.5 |
4 |
5 |
Pavos |
Sólido SC
|
27 |
17 |
20 |
17 |
Sólido CC
|
20 |
13 |
16 |
13 |
Caballos |
Sólido CC
|
14 |
4 |
4 |
14 |
SC = sin cama;
CC = con cama; F = fosa; L = laguna
En verano, sin embargo, el suelo cubierto está
más frío y la superficie del suelo bajo la cubierta permanece mayormente
húmedo. Como resultado, muchos sistemas de labranza conservacionista
han tenido mucho éxito. La concentración de microbios del suelo
y de lombrices de tierra es mayor bajo sistemas conservacionistas
de labranza. Varios estudios, demuestran la efectividad de diversas
prácticas de labranza en el control de malezas y como un componente
de sistemas alternativos viables. La labranza conservacionista provoca
una liberación de nutrientes más lenta pero más homogénea. Las leguminosas
son una fuente de nitrógeno eficiente en algunos sistemas de labranza
conservacionista, aunque los distintos métodos de labranza pueden
influir sobre la cantidad de nitrógeno disponible para los cultivos
subsiguientes. La labranza conservacionista puede reducir el escurrimiento
superficial. Estudios demuestran que en comparación con la labranza
convencional, los sistemas de cero labranza redujeron el escurrimiento
superficial entre un 86.3 y 98.7 por ciento, y las pérdidas de suelo
en un 96.7 a 100 por ciento.
La labranza en camellones es una forma de labranza
conservacionista con numerosos efectos beneficiosos sobre la conservación
de suelos y que permite superar algunos de los problemas de temperatura
del suelo, control de malezas y compactación del suelo asociados
a la labranza cero. La parte superior de los camellones se somete
a labranza en la primavera. Esto permite remover la cubierta de
la parte superior y altera lo suficiente el suelo como para formar
una cama de semillas. El suelo en los camellones también está generalmente
a mayor temperatura que el suelo entre camellones o el suelo en
sectores sin ellos. El suelo más tibio permite una germinación más
rápida. Al labrar exclusivamente en la parte superior de los camellones,
se remueven menos semillas de malezas, lo que reduce su germinación.
La erosión disminuye porque tanto el suelo como el residuo entre
camellones no es removido. Las malezas que emergen más tarde en
la temporada tiende a ubicarse entre los camellones. El paso de
una cultivadora controla fácilmente estas malezas y reduce la compactación
del suelo en las hilera, aumentando con ello el crecimiento de las
raíces y la infiltración de agua.
Efecto de los Organismos del Suelo sobre
la Disponibilidad de Nutrientes
Numerosos microorganismos de vida libre pero
que se encuentran asociados a los vegetales cooperan con la absorción
de nutrientes. Las micorrizas son importantes en la absorción de
nutrientes desde el suelo y en la obtención de un crecimiento vigoroso
de las plántulas de muchos cultivos y plantas de vivero. Poco se
sabe acerca de la genética de estos y otros organismos similares
o de cómo la asociación con ellos benefician a los vegetales. El
mejoramiento de su uso y el establecimiento de microorganismos benéficos
en la rizósfera podría permitir que las plantas fuesen más eficientes
en el uso de los nutrientes del suelo. En particular, el trabajo
que actualmente se hace sobre la base genética de algunas asociaciones
específicas con las raíces podría posibilitar que bacterias fijadoras
de nitrógeno de vida libre se uniesen a la raíz de los cereales
o que estableciesen relaciones de dominancia en la rizósfera, mejorando
así el uso del nitrógeno.
Las bacterias y hongos, descomponen los azúcares,
polisacáridos y proteínas presentes en la materia orgánica. Por
otro lado, también asimilan nutrientes minerales, tales como nitrógeno
y fósforo y lo incorporan a sus propios tejidos. Cuando estos organismos
mueren, liberan nutrientes minerales, como amonio, nitrato, fosfatos
y sulfatos. Esto se conoce como mineralización. Una gran parte de
la mineralización ocurre cuando varios miembros de la fauna del
suelo se alimentan de hongos y bacterias muertas. Una gran parte
de la actividad de la flora y de la fauna ocurren en los primeros
centímetros del perfil del suelo. La típica capa arada, 15 cm, pesa
aproximadamente 2,000 toneladas por hectárea y contiene aproximadamente
8 toneladas de flora (4 toneladas de bacterias e igual cantidad
de hongos) y cerca de 2 toneladas de todo tipo de fauna.
La mayor parte de la fauna del suelo se encuentra
en la rizósfera. La investigación actual en agroecosistemas sobre
fauna, flora microbiana y fuentes de materia orgánica va dirigida
a descubrir cómo la producción y las transformaciones pueden ser
mejor entendidas y manejadas a fin de sincronizar la liberación
de nutrientes con la absorción de nutrientes requerida por las plantas.
Como resultado de ello, algunos agricultores de las grandes planicies
al norte de EE.UU. están cambiando a trigo de primavera, porque
su crecimiento está mejor sincronizado con la descomposición de
la materia orgánica y el reciclaje de los nutrientes. Diversos ecólogos
y agrónomos aseguran que las prácticas agrícolas que tomen ventaja
de la actividad microbiana del suelo son más eficientes desde el
punto de vista de la energía y de la utilización de nutrientes que
las prácticas convencionales. Factores como la humedad, temperatura
y textura del suelo deben incluirse en el proceso de toma de decisiones
sobre el momento de efectuar la labranza o la siembra, y para determinar
el sistema de labranza en general. Las relaciones entre microorganismos
del suelo, reciclaje de nutrientes, presión de plagas y enfermedades,
crecimiento, rendimientos de cultivos y muchos otros factores de
la producción agrícola necesitan más estudio.
El ROL DEL GANADO EN LA AGRICULTURA
El ganado juega un papel importante en muchos
sistemas de agricultura alternativa en términos de reciclaje de
nutrientes y por su capacidad para hacer que las rotaciones de cultivos
sean económicamente posibles a través del consumo de cultivos forrajeros.
La conversión de tierra de cultivo marginal en praderas para el
pastoreo también ayuda a controlar la erosión y a reducir el escurrimiento
de agua. Los nutrientes no retenidos por el animal pueden ser fácilmente
retornados al suelo en el estiércol. El estiércol entrega nutrientes
y mejora el contenido de materia orgánica y el mullimiento del suelo.
La investigación en esta área se ha descuidado en los últimos años,
porque la agricultura se ha centrado en sistemas monoespecíficos
y de monocultivos, y ha ido separando cada vez más la producción
vegetal de la producción animal. Hay mucho por hacer en cuanto a
entender y promover más adecuadamente las interacciones entre cultivos
y ganado.
Se necesita investigar en las siguientes áreas
a fin de aprovechar al máximo los sistemas que integran la producción
animal y vegetal:
- Rotaciones de cultivos y forrajes; manejo,
cosecha y almacenamiento de forraje:
Debido a que las praderas tienen algunas ventajas
en relación a los cultivos en hileras, como una menor erosión del
suelo y su capacidad potencial para entregar nitrógeno, son un elemento
importante en muchos sistemas de agricultura alternativa. Sin embargo,
para convencer a más agricultores de incorporar o expandir el terreno
dedicado a praderas se necesitan sistemas de producción animal que
sean rentables y que permitan ahorrar mano de obra y tiempo, así
como una política agrícola que estimule su adopción.
- Digestión de la lignocelulosa por parte
de los rumiantes:
Se necesita mayor investigación para mejorar
la biodisponiblidad de la lignocelulosa. Esto debiera incluir el
mejoramiento genético para aumentar la digestibilidad de los pastos
y forrajes y de la porción vegetativa de los residuos de los cultivos.
Por ejemplo, la manipulación genética del maíz redujo el contenido
de lignina en un 40 por ciento. Esto dió como resultado un aumento
de un 30 por ciento de la materia seca digerible en un rastrojo
de maíz. Cuando se consumió, este forraje permitió una ganancia
de peso de ½ kg diario.
- Calidad y disgestibilidad de praderas
y forrajes:
La palatabilidad es importante, porque el animal
debe comer el forraje para aprovechar su contenido nutricional.
Los factores que afectan la palatabilidad son aún poco conocidos,
y la investigación aún podría rendir resultados de importancia.
Una amplia gama de antimetabolitos y de toxinas vegetales forman
parte de plantas forrajeras. La investigación está avanzando en
la identificación y eliminación de estos compuestos. Los mejoradores
genéticos han reducido en un tercio los niveles de indol en Phalaris
arundinacea. Ovejas alimentadas en base a variedades bajas en
alcaloides presentaron una tasa de ganancia de peso igual al doble
de aquellas alimentadas con las variedades comerciales. Resultados
similares serían posibles al reducir los taninos en sorgo y lespedeza;
la cumarina en melilotus; los glicósidos cianogénicos en sorgo,
pasto Sudán y trébol blanco; y la saponina en alfalfa.
- Sistemas de sanidad animal:
Los actuales sistemas de salud animal están
dominados por el uso de tecnologías para el tratamiento de las enfermedades,
más que por sistemas de manejo que permitan prevenir esas enfermedades.
La aplicación subterapéutica de antibióticos y el tratamiento mediante
antibióticos y el tratamiento mediante antibióticos en los animales
enfermos continúan siendo los métodos principales de las actuales
prácticas de sanidad animal. Sin embargo, existen muchos sistemas
alternativos que se practican ampliamente en la actualidad. Algunos
productores comerciales de importancia mantienen la salud de sus
animales sin una aplicación profiláctica de antibióticos. Les es
posible lograr esto mediante sistemas de producción modificados,
incluyendo el confinamiento animal reducido, una mejor ventilación
y mejor manejo de desechos, y, en ciertos casos, el uso de algunas
tecnologías alternativas.
Los sistemas y técnicas alternativos de manejo,
pueden reducir fuertemente la dependencia en relación a las dosis
subterapéuticas de antibióticos. Un confinamiento menor y el uso
de corrales al aire libre y del pastoreo son componentes de la producción
ganadera alternativa que permiten la reducción o eliminación de
la aplicación subterapéutica de antibióticos. Se ha demostrado que
los costos veterinarios y farmacéuticos de las producción porcina
en confinamiento son al menos el doble de aquellos observados en
unidades comparables en que se utiliza pastoreo y corrales abiertos.
En otro ejemplo, se vio que la crianza de vaquillas en confinamiento
permanente requiere cinco veces más antibióticos que la crianza
en corrales abiertos y bajo pastoreo. El uso de praderas y forrajes
puede mejorar otros aspectos de la producción, como el manejo de
desechos y la nutrición. El manejo sanitario preventivo, sin embargo,
no es tan fácil e implica rediseñar los sistemas y las instalaciones
productivas.
MANEJO INTEGRADO DE PLAGAS
Se ha logrado progresos en el descubrimiento
de alternativas biológicas y genéticas al uso de pesticidas y en
el diseño de una diversidad de estrategias de control biológico
y cultural orientadas a reducir e incluso eliminar el uso de pesticidas.
Esta nueva estrategia, se denomina manejo integrado de plagas (MIP).
Un principio central del MIP es el concepto de umbral económico,
que indica que la mera presencia de una plaga no implica una situación
de daño económico en la que los beneficios del control serán mayores
que los costos de ese control. En principio, el MIP es una estrategia
de control sanitario con base ecológica que utiliza los factores
de mortalidad natural, tales como los enemigos naturales, clima
y manejo cultural, y busca tácticas de control que alteren estos
factores lo menos posible.
Hoy en día, se utiliza el término MIP para
incluir el control integrado de insectos, enfermedades y malezas.
En forma ideal el término MIP se refiere al control de todos los
problemas sanitarios agrícolas a través de un enfoque integrado.
El MIP considera todos los aspectos de la producción
agrícola, incluyendo prácticas culturales tales como el control
mecánico de malezas, la fertilización, el manejo de postcosecha
de los terrenos de cultivo, monitoreo de plagas, métodos de labranza,
el uso de variedades resistentes, rotaciones culturales, y el uso
del control biológico. Sin embargo la mayoría de los programas de
MIP actualmente en uso no utilizan todas estas técnicas. Los actuales
programas de MIP en insectos generalmente se centran en el uso de
variedades mejoradas, el monitoreo de los insectos, una mejor sincronización
de las aplicaciones de pesticidas, y en el uso de pesticidas más
específicos y biológicamente menos activos. La necesidad de proteger
los agentes de control biológico natural en el agroecosistema (como
predatores y parásitos) es ampliamente reconocida, pero a menudo
descuidada en la realidad. En muchas situaciones sus poblaciones
no pueden preservarse. Las prácticas culturales de aumentar la capacidad
del cultivo para resistir la plaga a través de técnicas de manejo
de nutrientes que mejoran la salud del cultivo, tienen un gran potencial
. Pero estas técnicas no están bien articuladas o no se entienden
bien. Por eso son subutilizadas y requieren más investigación cuantitativa
al respecto.
Aunque el MIP es efectivo, altamente rentable
y relativamente seguro, ha sido adoptado en forma masiva sólo para
algunos cultivos.
La Tabla 3, muestra los grados de implementación
del MIP en 12 cultivos principales. El grado de sofisticación de
los programas de MIP también varía fuertemente de acuerdo a la región,
el cultivo y el agricultor. Los insectos y las enfermedades son
una amenaza siempre presente en las regiones cálidas con temporadas
de crecimiento prolongadas. Algunas enfermedades vegetales son un
problema más permanente en zonas cálidas con alta humedad. La producción
de frutales y hortalizas tienen un alto valor unitario, y la pérdida
de incluso una pequeña parte de la cosecha puede ser costosa. Bajo
el actual sistema de clasificación, los productos sin daño físico
a menudo reciben mejores precios. Esta situación fomenta la aplicación
de pesticidas según calendarios previamente determinados y va fuertemente
en contra de la reducción en el uso de pesticidas.
El mayor factor limitante para la adopción
de estrategias MIP, es la incapacidad de utilizarlas como parte
integral de los sistemas de manejo general de las fincas. Cuando
se utilizan en un ambiente agrícola convencional, la efectividad
de muchas alternativas disminuye o se pierde totalmente.
TABLA 3
Uso de estrategias MIP en algunos cultivos principales
en 1986 en USA (miles de acres)
Cultivo
|
Area
sembrada
|
Area bajo
MIP
|
% Total bajo
MIP
|
Alfalfa |
24,74 |
1,27 |
4,7 |
Manzano |
461,00 |
299,00 |
65,0 |
Citrus |
1,05 |
700,00 |
70,0 |
Maíz |
76,67 |
15,00 |
19,5 |
Algodón |
10,04 |
4,84 |
48,2 |
Papas |
1,21 |
196,00 |
16,1 |
Arroz |
2,40 |
935,00 |
38,9 |
Tomate |
378,00 |
312,00 |
82,5 |
Trigo |
72,03 |
10,68 |
14,8 |
Soya |
61,48 |
8,89 |
14,4 |
Manejo ecológico de insectos
El control cultural de insectos incluye la
modificación del hábitat de la plaga a través del uso de rotaciones
culturales, el aumento de la diversidad del ecosistema, el ajuste
de los momentos de siembra y cosecha, el manejo preciso del agua
y los fertilizantes, modificación de las prácticas de cultivo y
labranza y mejores métodos de sanitización. Los controles culturales
han demostrado su eficiencia en muchas situaciones contra plagas
como el gusano rosado del algodón en Texas. Allí, un cultivo de
período corto es cosechado tempranamente y su rastrojo es inmediatamente
picado y enterrado. Esto se hace en forma simultánea (a menudo por
mandato del gobierno estatal) y en toda el área afectada. La rotación
de maíz con soya es otra práctica cultural común que hasta el momento
ha casi eliminado el daño del gusano de la raíz en maíz.
Los controladores biológicos naturales, tales
como los antagonistas, los predatores y los mecanismos de autodefensa
eliminan a la mayoría de las pestes. El control biológico de plagas
mediante enemigos naturales (parásitos, predatores y patógenos)
es parcial o totalmente efectivo contra la mayoría de las plagas
potenciales. Además, este tipo de control es de larga duración si
no es alterado por prácticas agrícolas como el uso de insecticidas,
ciertas rotaciones culturales y condiciones climáticas poco usuales.
Irónicamente, lo que mejor ilustra la importancia de los enemigos
naturales son los casos en que el uso de insecticidas reduce las
poblaciones de los insectos benéficos y surgen nuevos insectos plagas.
Control alternativo de enfermedades
El control de las enfermedades de los cultivos
se ha hecho históricamente mediante la integración de diversos métodos.
La selección y desarrollo de variedades con resistencia específica
o general (multigénica) han ayudado a reducir la dependencia excesiva
en relación a los productos químicos. La resistencia genética es
el método individual (específico) más importante en la defensa de
las plantas contra las enfermedades y es la única alternativa comprobada
al uso de pesticidas.
Por diversas razones, muchas enfermedades de
las plantas no pueden ser controladas directamente. En muchos casos,
los agricultores enfrentan las enfermedades simplemente mediante
adecuadas técnicas de manejo y utilizando variedades resistentes.
Cuando interactúan con los niveles naturalmente existentes de control
biológico, el manejo y las variedades resistentes mantienen a la
mayoría de las enfermedades a raya. Sin embargo, las enfermedades
aún pueden causar pérdidas económicas significativas.
El desarrollo y durabilidad de las variedades
resistentes ha sido un desafío para los fitopatólogos y fitomejoradores.
Las estrategias genéticas para mejorar la durabilidad de la resistencia
incluyen el uso de multilíneas y mezcla de cultivares, así como
la resistencia multigénica y horizontal. La tecnología genética
moderna acelerará el desarrollo de cultivos resistentes.
Las prácticas culturas, como la rotación de
cultivos, la alteración del pH del suelo, la sanitización y los
ajustes en los momentos de plantación y cosecha para evitar las
poblaciones máximas de patógenos, complementan la resistencia genética
en muchos casos. Por ejemplo, al subir el pH del suelo mediante
encalado de 6,5 a 7,5 reduce la severidad de los ataques de fusariosis
en tomates y papas. La reducción del pH a 5,0 con azufre controla
la sarna de la papa causada por Streptomyces scabies. Las
diversas formas de nitrógeno también afectan en forma significativa
la severidad de las enfermedades. Por ejemplo, el nitrógeno en forma
de amonio suprime el mal del pie en trigo, pero el nitrato lo favorece.
La introducción o aplicación de agentes de
control biológico no ha sido muy exitosa con los fitopatógenos debido
a la gran complejidad de las comunidades microbianas. Aunque muchas
de las prácticas de manejo que indirectamente controlan enfermedades
logran un balance entre organismos benéficos y organismos dañinos,
el conocimiento existentes es insuficiente como para desarrollar
y utilizar efectivamente agentes de control biológico comercialmente.
Poco se sabe sobre la ecología, clasificación y fisiología de los
organismos que efectúan el control biológico, o de los mecanismos
subyacentes que afectan a la interacción entre microorganismos benéficos,
patógenos y plantas.
Sin embargo, existen varios esfuerzos por desarrollar
agentes de control biológico contra los fitopatógenos. Varios productos
ya han llegado al mercado. Una especie avirulenta, productora de
antibióticos, de Agrobacterium está a la venta para el control
de la agalla causada por Agrobacterium tumefaciens en plantas
ornamentales y árboles frutales. Existen planes para comercializar
una bacteria del género Pseudomonas que coloniza las raíces
y controla Rhizoctonia y Pythium en algodón.
Otra posibilidad interesante es la estimulación
del sistema de defensa de la planta mediante productos químicos
o a través de la inoculación de formas avirulentas del patógeno.
El virus de la tristeza de los cítricos entró desde el Africa a
Brasil en la década del 20 y casi eliminó la producción de cítricos
en ese país. En la década del 50, se descubrió una raza poco virulenta
del virus que protegía a los árboles de la raza virulenta. La inoculación
comercial con la raza menos virulenta comenzó a fines de la década
del 60 y hasta el momento ha sido muy exitosa.
Control alternativo de nemátodos
El control de nemátodos es particularmente
difícil. Las estrategias utilizadas incluyen la resistencia genética,
el control químico, y los métodos culturales, como la rotación de
cultivos. La resistencia genética ha tenido éxito en sólo algunos
casos, tales como remolacha azucarera y tomates.
Un agente prometedor de control biológico es
la bacteria patogénica Pasteuria penetrans, que es efectiva
contra varios nemátodos de importancia económica. Sin embargo, resulta
caro producirlo a escala comercial. Una opción de control biológico
menos cara, pero también menos efectiva, es la utilización de plantas
como Crotalaria spectabilis que impide la reproducción del
nemátodo. El pasto Bermuda (Cynodon dactylon), incorporado
al suelo antes del transplante de lespedeza, tabaco u hortalizas,
protege a las plantas contra Meloidogyne spp.
Control alternativo de malezas
Aunque los agricultores en los EE.UU. dependen
fuertemente de los herbicidas para controlar las malezas, existe
una gran diversidad de otros métodos, como la rotación de cultivos,
el control mecánico, la competencia con otras plantas y el control
biológico mediante enemigos naturales, que pueden controlar a las
malezas. De hecho, los agricultores a menudo no se percatan de las
fuerzas que controlan a las malezas en forma natural. Por ejemplo,
los insectos minadores de la hoja ayudan a controlar Portulaca
oleracea en varios cultivos en California. Estos insectos serían
aún más efectivos si sus poblaciones no fuesen reducidas con el
uso de insecticidas. La polilla Bactra verutana elimina a
la maleza Cyperus rotundus que infesta al algodón en Mississippi.
Más de 70 especies de insectos de fitófagos y fitopatógenos han
sido introducidos en los EE.UU. para el control de malezas; 14 especies
de malezas se controlan en la actualidad de esta manera. Sin embargo,
pocas son controladas biológicamente en la agricultura, aunque se
prevén numerosas oportunidades en el futuro.
Las prácticas culturales son en la actualidad
la alternativa más eficiente a los herbicidas. El control mecánico,
el uso de un cultivador rotativo, los cultivos intercalados, los
ajustes en el momento de siembra para darle al cultivo una ventaja
competitiva, y el uso del transplante para que el cultivo comience
a desarrollarse antes que las malezas, son métodos actualmente en
práctica y efectivos. El transplante de tomates en altas densidades
ha controlado con éxito la quinhuilla debido a su intolerancia a
la sombra. El trébol sembrado como un nivel inferior o cubierta
viva reduce el crecimiento de las malezas en maíz. Diversas combinaciones
de cultivos de cobertera con prácticas de labranza son efectivas
para el control de malezas en maíz y soya.
Los cultivos tolerantes a la malezas y los
cultivos que producen sustancias tóxicas para las malezas son posibilidades
potencialmente prometedoras a las que se les ha dado poca atención
en la investigación. Sin embargo, las sustancias alelopáticas tóxicas
naturalmente producidas por las plantas no siembre son más seguras
que los herbicidas sintéticos.
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