La Figura
1 muestra un diseño modelo de una granja pequeña (0.5 hectárea) en
la cual se satisfacen la mayor parte de los requerimientos alimenticios
de una familia de escasos recursos y escaso terreno. En este sistema,
el factor crítico en el uso eficaz de los escasos recursos es la diversidad.
Así los cultivos, los animales y otros recursos agrícolas se integran
en el tiempo y en el espacio, para optimizar la eficiencia de la producción,
el reciclaje de los nutrientes y de la materia orgánica y la protección
de las cosechas.
![](ima_rev1/g1-4a.jpg)
Figura 1: Diseño de un sistema modelo autosuficiente,
basado en una rotación de seis años
El diseño de la pequeña granja autosuficiente se basa en una granja
experimental que existe en Chile (CET 1983). Esta granja es el fruto
del esfuerzo del Centro de Educación y Tecnología (CET) para desarrollar
tecnologías para la producción de alimentos adaptados a las condiciones
socio-económicas y a los recursos base de los campesinos chilenos.
La idea central es la de ayudar al campesino a ser autosuficiente,
reduciendo así su dependencia en la ayuda del gobierno, en la necesidad
de créditos y de la industria agrícola. Grupos de campesinos viven
en la granja del CET por diferentes períodos de tiempo, aprendiendo
directamente todas las nuevas tecnologías de manejo orgánico. Después
de su entrenamiento, los campesinos vuelven a sus comunidades para
enseñar a sus vecinos los nuevos métodos y poner en práctica el
nuevo modelo en sus propios terrenos.
Básicamente, la granja se compone de diferentes combinaciones de
cultivos, árboles y animales.
Los principales componentes son:
- Hortalizas: espinacas, repollos, tomates, lechugas, etc.
- Chacra: maíz, porotos, papas, arvejas, habas, etc.
- Cereales: trigo, avena, cebada
- Forraje: trébol, alfalfa, balllica
- Frutas: uvas, naranjas, duraznos, manzanas
- Arboles: algarrobo, acacia, sauces, etc.
- Animales domésticos: una vaca lechera, 10 gallinas, 1 cerdo
y abejas
Las hortalizas, frutas y los productos de la chacra se consumen
directamente por la familia. El forraje y algunos productos de la
chacra sirven de alimento para los animales. El forraje también
puede utilizarse para crear abono verde, enterrándolo. Las habas
proporcionan un componente de alta calidad proteíca para el alimento
de la familia. El trigo se utiliza para hacer el pan. Todos los
residuos de las plantas y los desechos orgánicos se utilizan para
la formación del compost. Los desechos orgánicos también pueden
colocarse directamente alrededor de la base de los árboles frutales
como mulch. Los residuos de cultivos de grano (por ejemplo la paja
del trigo, los tallos del maíz) pueden utilizarse como alimento
de los animales, aunque pueden dejarse en la superficie del suelo
como abono.
Los árboles no frutales se usan como forraje, madera, combustible,
material de construcción, etc. La especie Acacia (Robinia pseudoacacia)
es fijadora de nitrógeno y también produce una madera resistente,
adecuada para estacas y cierres. El follaje de Gleditsia triacanthus
y las especies de Salix pueden utilizarse como forraje. El
olivo silvestre ruso es también un fijador de nitrógeno, y proporciona
un buen hábitat para la vida silvestre. Los almácigos se comienzan
en un invernadero solar el que consiste en un gran hoyo en la tierra
de 3x3 metros y alrededor de 1 y medio por 2 metros de profundidad,
cubierto por un plástico transparente. La mayor parte de las verduras
se cultivan en camas altas con mucho compost. El resto de las verduras,
cereales, legumbres y plantas de forraje se producen con el sistema
de rotación de 6 años descrito en la Figura 1. Se obtiene una producción
relativamente constante por medio de la división del terreno en
la mayor cantidad posible de pequeños potreros de una capacidad
productiva similar. La rotación se creó para producir la mayor variedad
posible de cosechas básicas en seis potreros, aprovechando las propiedades
de restauración del terreno ofrecidas por la rotación. De esta forma,
cada potrero recibe el mismo tratamiento durante el período rotacional
de seis años.
En cada terreno, los cultivos pueden
manejarse en diferentes diseños temporales y espaciales (por ejemplo,
cultivo en hileras, cultivos mixtos, cultivos cobertura, abono verde,
etc.), optimizando así el uso de los limitados recursos, y mejorando
los atributos de autosustentación y conservación del terreno que
posee el sistema.
Algunas características y posibilidades de la Rotación de Cultivos
Una consideración importante en el diseño del sistema rotacional
es la estabilidad del sistema de cultivos, tanto en términos de
la mantención de la fertilidad del suelo como en la regulación de
plagas:
- Fertilidad del suelo: es un hecho bien aceptado que la
rotación de cultivos gramíneos con leguminosas proporciona un
aporte fuerte de nitrógeno resultando en una cosecha de más alto
rendimiento en el año siguiente que la que se obtiene con un monocultivo
continuo de gramíneas. La producción de grano dependerá de la
eficiencia con que las leguminosas proporcionan nitrógeno. Generalmente,
cuando se desea obtener una adición alta de nitrógeno, se debe
incorporar al suelo una gran cantidad de material vegetal. Los
tejidos incorporados al suelo deben estar ya maduros o senescentes.
La incorporación de abonos verdes con una alta relación C/N, al
comienzo resulta en una inmovilización del N. soluble. Temporalmente,
esto se puede subsanar mediante adiciones de Nitrógeno. Estudios
han demostrado que leguminosas tales como el trébol rosado, la
alfalfa y especies de Vicia pueden producir entre 10 y
20 toneladas por hectárea de materia seca y fijar entre 76 a 367
kilos de nitrógeno por hectárea. Esto es suficiente para satisfacer
los requisitos de N de la mayoría de los cultivos agrícolas.
- Regulación de Plagas: el esquema rotacional proporciona
una cubierta vegetal casi constante lo que ayuda en el control
de malezas anuales. En los potreros de pradera, la subsiembra
de trébol dentro del trigo, ayuda a mantener las malezas bajo
control después que se ha cosechado el trigo. La asociación de
leguminosas con cultivos anuales como el maíz, repollo, tomate,
etc. ha demostrado que reduce las malezas en una forma sorprendente.
Aunque estos sistemas a lo mejor no mejoran el rendimiento de
los cultivos si se les compara con cultivos sin cobertura, ellos
ofrecen un gran potencial a los campesinos que tienen sus terrenos
en las laderas de cerros, ya que reducen la erosión del terreno
y conservan la humedad del mismo.
La rotación de cultivos también tiene un profundo impacto sobre
la dinámica poblacional de insectos. Por ejemplo, el gusano de la
raíz del maíz (Diabrotica spp) continuamente alcanza mayores
niveles en monocultivos de maíz, que en campos de maíz sembrados
después de poroto de soya, trébol, alfalfa y otros cultivos. La
plaga tiene una generación anual y prefiere oviponer en los campos
de maíz. El diseño correcto de rotaciones puede también influenciar
la sincronía entre insectos plaga y sus enemigos naturales. Un cultivo
de invierno compatible puede permitir a un gran número de parásitos
invernar con éxito. Las malezas alrededor o dentro de los campos
pueden cumplir una función similar. Su importancia no yace en que
ellas pueden albergar poblaciones de plagas, sino más bien en la
mantención de un equilibrio natural entre la plaga y sus enemigos
naturales, durante el período en que el cultivo no está disponible.
Es así como la limpieza anual indiscriminada de algunas malezas
a lo largo de los campos puede eliminar los lugares de invernación
de importantes enemigos naturales.
La presencia de alfalfa en el esquema rotacional puede aumentar
la abundancia y diversidad de predatores y parásitos en el campo.
El corte de alfalfa obliga a los predatores a moverse a otros cultivos.
El cortar y repartir la paja de alfalfa que contiene un gran número
de insectos benéficos por todo el campo, también aumenta la población
de enemigos naturales. El uso de residuos de cereales como abono
de paja en los cultivos siguientes, puede reducir significativamente
la población de moscas blancas, propagadoras de virus (Bemisia
tabaci) al afectar sus atracción y colonización (Palti 1982).
Las infestaciones del gusano cortador de otoño (Spodoptera frugiperda)
en el maíz, de Empoasca spp. Y la Diabrotica spp.
En el poroto, pueden reducirse substancialmente si se plantan ambos
conjuntamente.
Se ha propuesto numerosos sistemas de rotaciones (3-6 años) para
reducir la población de patógenos del suelo; secuencias a corto
plazo también pueden ser eficaces. La arveja, por ejemplo, reduce
la población de Gaeumannomyces solanacearum acumulada durante
un cultivo de trigo el año anterior. La incorporación de cebada
puede reducir drásticamente la población de Verticillium albo-atrum.
La incorporación de leguminosas maduras o de heno como abono verde
reduce la población de Gaeumannomyces graminis en el trigo
ya que estimula sus antagonistas.
|