En el año anterior a la pandemia, los trabajadores viajaron a Washington DC para prestar servicio militar al gobierno en la época de guerra. Este rápido crecimiento condujo a diversos problemas de salud pública y cuando la influenza pandémica atacó en el otoño de 1918, los funcionarios de la ciudad se encontraron rápidamente abrumados.
El Servicio de Salud Pública, cuya oficina central estaba en el Distrito, observó que “la enfermedad apareció en el Distrito de Columbia...y la situación se volvió muy grave casi de inmediato. El director médico del Distrito y los representantes del Departamento de Guerra solicitaron que el servicio los ayudara a manejar la epidemia, y como consecuencia un funcionario fue enviado inmediatamente a Washington para que ayudara a las autoridades locales a manejar la epidemia.
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Desesperados por obtener una cura, los habitantes de Washington inundaban las farmacias como esta farmacia llamada People's Drugstore en Northwest. c. 1901-1921. [Crédito: La Biblioteca del Congreso] |
El Director General de la Marina ofreció el servicio de 40 oficiales médicos que estuvieron disponibles inmediatamente. Se abrió un hospital de emergencias con una capacidad de 500 camas. Este hospital se trasladó luego a un edificio más pequeño que tenía una capacidad de alrededor de 100 pacientes. Este último estuvo prácticamente en constante funcionamiento desde octubre hasta el 1 de marzo, cuando el servicio fue suspendido.
En pleno desarrollo de la pandemia, el Comisionado de Salud del Distrito, Louis Brownlow, enfrentó una escasez de ataúdes y recurrió a secuestrar un cargamento de ataúdes que estaban pasando a través de la ciudad camino a Pittsburgh.
La casa fúnebre Sardo del DC no paraba de trabajar. Al revisar los sucesos de la pandemia, Bill Sardo recordó que "desde el momento en que me levantaba por la mañana hasta que me iba a acostar por la noche, tenía una sensación constante de miedo. Utilizábamos mascarillas de gasa. Teníamos miedo de besarnos unos a otros, de comer juntos, de tener cualquier tipo de contacto. No teníamos vida familiar, vida religiosa ni comunitaria. El miedo distanció a las personas".
La enfermedad comenzó a disminuir lentamente a fines del otoño, aunque se mantuvo dominante en todo el área durante el invierno y la primavera de 1919. |