Los expertos en salud pública de Washington informaron oficialmente la presencia de influenza el 27 de septiembre, al decir que "se habían reportado algunos casos en las inmediaciones de American Lake". La influenza, de hecho, había aparecido antes en el estado.

El 17 de septiembre, de Filadelfia llegaron reclutas a Puget Sound Naval Yard, once de ellos estaban enfermos de influenza. Para el 20 de septiembre, Camp Lewis tenía 173 casos de influenza. El 23 de septiembre, 10.000 personas se reunieron para presenciar una revista de la Infantería de la Guardia Nacional Estatal. Mientras el director médico del campamento reconoció que el mismo estaba sufriendo una ligera epidemia de influenza, insistió en que no había nada de qué preocuparse. De ese modo, cometió un grave error de cálculo mientras la enfermedad se diseminaba hacia afuera del campamento hacia las zonas aledañas. Para el 25 de septiembre, la influenza ya había alcanzado proporciones epidémicas en Seattle (a pesar de que la ciudad no reportó oficialmente la enfermedad como epidemia hasta mucho después).

Hacia fines de septiembre, funcionarios estatales preocupados preguntaron al Servicio de Salud Pública si se impondría una cuarentena interestatal para impedir la diseminación de la enfermedad. Como se creía que una cuarentena tendría poco efecto, el Servicio de Salud Pública estuvo en contra de imponer una cuarentena.

Los policías de Seattle utilizaban máscaras con la convicción de que los protegerían de la influenza. Las máscaras no brindaban protección real. c. 1918.

Para la semana del 11 de octubre, se cerraron las escuelas en todo el estado y se prohibieron las reuniones públicas en Seattle, Bremerton, Pasco, Prosser, Sultan y Port Angeles. El cierre de las escuelas no ayudó a disminuir la diseminación de la pandemia, especialmente en ciudades como Bremerton que ya tenía 1.000 casos de influenza.

Para la tercera semana de octubre, el estado se vio obligado a admitir abiertamente lo que ya sabían hace tiempo: "la enfermedad es epidémica en Seattle y Spokane". Funcionarios estatales, sin embargo, notaron que "Tacoma declara que la situación no es crítica". Este fue el único punto claro, dado que el Servicio de Salud Pública notó inexorablemente que "los casos de la enfermedad se registran como ocurridos en todo el estado".

En Seattle, el Ayuntamiento viejo y una de las residencias estudiantiles de la Universidad de Washington se convirtieron en hospitales de emergencia. Se prohibieron las reuniones entre residentes, incluso por motivos religiosos. En respuesta a las quejas de los pastores, el alcalde desbordado dijo, "Una religión que se mantiene por dos semanas no vale la pena".

El 29 de octubre, era obligatorio el uso de máscaras en Seattle. Un día después, los legisladores estatales impusieron el uso de las máscaras en todo el estado. El cumplimiento de esta ley fue muy difícil y la gente generalmente se quitaba las máscaras, la mayoría drásticamente cuando se reunían para celebrar el día del Armisticio. Aunque los funcionarios no lo sabían, las máscaras que se implementaron en estos tiempos eran poco eficaces para impedir la diseminación de la influenza.

Las tasas de influenza comenzaron a menguar hacia fines de noviembre. Sin embargo, la enfermedad continuó siendo una seria amenaza durante todo el invierno. A fines de diciembre, un funcionario del PHS informó al Director General que los hombres en las diferentes bases militares del estado todavía "estaban contrayendo influenza", con la necesidad de que permaneciesen en estas bases durante todo enero. Era fuerte la preocupación en todo el estado, respecto de la influenza y los funcionarios estaban en contra de re abrir las escuelas antes de enero y marzo.

La influenza alcanzó su punto máximo en el otoño de 1918 pero se mantuvo en todo el estado durante el invierno y la primavera de 1919.