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La lucha contra la influenza
El legado de la pandemia
Una fila de camas de campaña en un gimnasio. Los médicos y enfermeras están parados junto a las camas.

Cuando hubo que tratar a los pacientes de influenza, doctores, enfermeras y farmacéuticos se encontraban perdidos. [Crédito: Oficina del Historiador del Servicio de Salud Pública]

Un ataúd a punto de ser enterrado. Los niños han decorado el ataúd con guirnaldas y flores. Los dolientes se encuentran parados al fondo.
Los funerales tradicionales, como éste en 1910, incluían típicamente a muchos amigos y familiares del fallecido. Durante la pandemia, el miedo a que los dolientes pudieran contagiarse de influenza y colaborar con su diseminación llevó a muchas comunidades a prohibir los funerales públicos. [Crédito: La Biblioteca del Congreso]
La lucha contra la influenza

¿Cómo entendían la influenza los médicos y científicos en 1918?

Desde mediados hasta finales del siglo diecinueve, médicos y científicos comenzaron a entender que las enfermedades eran causadas por microorganismos. Esto implicaba un cambio radical con respecto a las teorías médicas tradicionales que habían sostenido que las enfermedades eran causadas por miasmas o un desequilibrio de los humores del cuerpo.

Sobre este nuevo entendimiento de las enfermedades, los científicos y médicos realizaron increíbles logros, identificando cincuenta agentes causantes de enfermedades que iban desde la fiebre tifoidea, la tuberculosis, el cólera, la peste y la malaria entre 1880 y 1920.

En 1918, la mayoría de los médicos y científicos creían equivocadamente que la influenza era causada por una bacteria, no un virus. Llamada bacilo de Pfeiffer, esta bacteria había sido identificada por primera vez como la causa de la influenza por Robert Friedrich Pfeiffer, un importante científico alemán. A pesar de que Pfeiffer no había podido demostrar de manera definitiva que este bacilo era la real causa de la influenza, pocos científicos cuestionaron sus afirmaciones.

En medio de la pandemia, sin embargo, esta teoría comenzó a ser atacada. Los investigadores que realizaban autopsias en las víctimas de influenza informaron, una y otra vez, que no habían encontrado el bacilo. Tampoco se pudo infectar de influenza a pacientes sanos al inyectarles el bacilo de Pfeiffer.

A pesar de que no podían localizar la causa de la influenza los científicos y médicos entendían que la influenza se contagiaba a través del contacto con secreciones como las de la nariz y la garganta cuando una persona infectada tosía o estornudaba.

¿Qué sucedía en 1918 cuando los pacientes contraían influenza?

La mayoría de los médicos de principios del siglo veinte estaban familiarizados con la influenza y sus síntomas. Sin embargo, el diagnóstico era a menudo difícil de realizar ya que los médicos confundían frecuentemente esta enfermedad con otra infección viral, el común resfrío. En 1918, realizar el diagnóstico de la influenza se convirtió en algo aún más difícil ya que había surgido una forma de la enfermedad especialmente virulenta.

Los primeros síntomas de la enfermedad incluían ahora una temperatura entre de 102 y 104 grados. Junto con esta alta temperatura, los pacientes también experimentaban dolor de garganta, agotamiento, dolor de cabeza, dolor en las extremidades, ojos inyectados en sangre, tos y ocasionalmente violentos sangrados de nariz. Algunos pacientes también sufrían de síntomas digestivos como vómitos y diarrea. La mayoría de los pacientes que experimentaban estos síntomas se recuperaron completamente.

Muchos pacientes se recuperaron para experimentar luego una recaída. Sus temperaturas, que habían bajado, se elevaron nuevamente y ahora experimentaban graves problemas respiratorios. En algunos casos, estos pacientes también experimentaron hemorragias pulmonares masivas. Después de la muerte, los patólogos encontraron que estas víctimas tenían los pulmones hinchados y el bazo de gran tamaño.

Debido a que los pacientes experimentaban síntomas que no estaban tradicionalmente asociados con la influenza, los médicos en 1918encontraron que la enfermedad era especialmente difícil de diagnosticar. En las primeras etapas de la pandemia, muchos médicos y científicos afirmaron que los pacientes con influenza sufrían de cólera o de peste bubónica, no de influenza.

Prevención de la Influenza:

Antes del advenimiento de los antibióticos en la década de 1940, los médicos contaban con una limitada habilidad para tratar las enfermedades. Además, aún si los antibióticos hubieran estado disponibles en 1918 (no lo estaban), una enfermedad viral como la influenza no podría haber sido tratada por estas drogas.

Como enfermedad viral, puede prevenirse la influenza por medio de una vacuna y, durante las primeras semanas de la pandemia, muchas personas creían que la vacuna contra la inlfuenza ya estaba por aparecer. A pesar de que las vacunas han sido desarrolladas antes de que los científicos hubieran determinado la causa exacta de la enfermedad, la imposibilidad de los investigadores médicos de determinar y aislar el virus de la influenza no significó una buena señal para el desarrollo de la vacuna de la influenza en aquel momento.

Durante el otoño de 1918, investigadores del Servicio de Salud Pública, incluyendo al renombrado Joseph Goldberger, comenzaron a buscar una vacuna. A ellos se unieron investigadores de muchos otros países. Estos investigadores desarrollaron una variedad de vacunas que luego fueron probadas en comunidades en todo el mundo. Ninguna de estas vacunas resultó ser efectiva.

Mientras que los investigadores colocaban sus esperanzas en las vacunas, muchos políticos y médicos comenzaron a creer que la diseminación de la enfermedad podría ser contenida por medio de cuarentenas y prohibiciones a reuniones públicas.

En toda la superficie de los Estados Unidos, ciudades y condados también comenzaron a solicitar o recomendar que los ciudadanos utilizaran máscaras de gasa. Desafortunadamente, mientras que las máscaras son altamente efectivas en la prevención de enfermedades causadas por una bacteria, no son tan efectivas para proporcionar protección contra enfermedades virales. Como resultado, aún en comunidades en las que la utilización de máscaras era obligatoria, la influenza no podría ser contenida.

Los funcionarios públicos también buscaron limitar la influenza mediante la prohibición de lugares públicos y exigiendo que aquellos que estornudaran se cubrieran la boca al hacerlo.

Tratamiento de la influenza:

Confrontados con una pandemia cada vez más extensa, los médicos y científicos comenzaron ahora a pensar en las formas de tratamiento y cura de la influenza. Otra vez, el conocimiento limitado de la enfermedad significó que muchos de los tratamientos recomendados tanto por los médicos como por la gente común fueran ineficaces.

Profesionales y pacientes utilizaron una variedad de remedios, muchos de los cuales podían ser encontrados en sus droguerías locales. Las medicinas patentadas, que son aquellas medicinas cuyos ingredientes eran secretos y tenían marca registrada, aún eran muy populares. Entre estas medicinas, el Vicks Vapo-Rub, las cápsulas de atropina (belladona) y una gran variedad de otros tratamientos eran especialmente comunes. En cuanto a curar o aunque sea tratar los síntomas de influenza, estos remedios servían poco y nada.

A pesar de que la mayoría de los médicos ya no creían que las enfermedades eran causadas por miasmas o por un desequilibrio en los humores del cuerpo, la mayoría de los profesionales recurrían a tratamientos que derivaban de estas teorías médicas. Estos tratamientos incluían el causar la sudoración al paciente envolviéndolo en colchas o la aplicación de ventosas para remover el exceso de sangre.

Los remedios caseros también eran populares y muchas personas escribieron al Servicio de Salud Pública recomendado tratamientos que habían desarrollado. Una mujer en Misuri había propuesto una "cura segura" para la influenza y afirmaba que su remedio secreto consistía en agua, sal y aceite de carbón. Ofreció su remedio al gobierno a cambio de una recompensa. Dicha recompensa jamás llegó, pero ella no fue la única persona en creer que habría una recompensa.

Científicos en un laboratorio lleno de equipos.
Los científicos realizaron investigaciones en laboratorios a principios de la década de 1900. [Crédito: Oficina del Historiador del Servicio de Salud Pública]
Un artículo de un periódico se refiere a cómo la gente en Rapid City, Dakota del Sur, era arrestada por escupir.
Se tomaron duras medidas contra aquellos que desobedecían las leyes que prohibían escupir. [Crédito: Sociedad Histórica de Dakota del Norte]
Una publicidad de Moore’s Throat and Lung Lozenges. Una cigüeña con un largo cuello se encuentra en el centro de la publicidad.

Los remedios tradicionales para los resfríos y la tos se mantenían como los remedios populares. [Crédito: Biblioteca Nacional de Medicina]

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