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La Gran Pandemia de 1918: estado por estado

Se recopilaron historias y anécdotas sobre el impacto de la Gran Pandemia en cada estado para presentarlas en las cumbres para la planificación para una pandemia realizadas en cada estado.

Alabama

Florida

Luisiana

Nebraska

Oklahoma

Tribal

Alaska

Georgia

Maine

Nevada

Oregón

Utah

Arizona

Hawai

Maryland

Nuevo Hampshire

Pensilvania

Vermont

Arkansas

Idaho

Massachussets

Nueva Jersey

Puerto Rico

Virginia

California

Illinois

Michigan

Nuevo México

Rhode Island

Islas Vírgenes

Colorado

Indiana

Minesota

Nueva York

Carolina del Sur

Washington

Connecticut

Iowa

Misisipi

Carolina del Norte

Dakota del Sur

Virginia Occidental

Delaware

Kansas

Misuri

Dakota del Norte

Tennessee

Wisconsin

Distrito de Columbia

Kentucky

Montana

Ohio

Texas

Wyoming


Cumbre del Estado de Alabama

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
por el Honorable Mike Leavitt
Secretario de Salud y Servicios Humanos
22 de febrero de 2006

La Gran Pandemia también afectó a Alabama.

No se sabe con certeza cuándo apareció por primera vez, pero para fines de septiembre de 1918 en Florence, Alabama (en el rincón noroeste del estado). Sólo tres semanas después, se registraron más de 25,000 casos de influenza en el estado.

Es imposible saber con seguridad exactamente cuántos habitantes de Alabama se vieron afectados por la gripe, ya que los informes regulares al Servicio de Salud de EE.UU. nunca se realizaron. Pero se sabe que durante las dos últimas semanas de octubre, se produjeron más de 37,000 casos en Alabama.

Murieron cientos de personas en el estado.

Los profesionales de atención médica trabajaron sin descanso, y con recursos muy limitados para detener la ola de la creciente pandemia. Un informe enviado al Servicio de Salud Pública de EE.UU. describieron las condiciones bajo las cuales estuvieron trabajando los médicos de Florence:

"...[los médicos] estaban agobiados por la cantidad de trabajo [y] estaban limitados por el transporte inadecuado y dos días de retraso en las visitas; muchos pacientes . . . habían estado enfermos en refugios y carpas por varios días sin alimentación, ni atención médica o de enfermería, las condiciones sanitarias de los refugios eran deplorables; las condiciones de los comedores, extremadamente antihigiénicas, y su funcionamiento obstaculizado por la falta de ayuda; los hospitales existentes estaban muy abarrotados de pacientes; y los pacientes esperaban en filas por varias horas para recibir tratamiento en el dispensario, y esperaban mucho tiempo para recibir sus medicamentos recetados en la farmacia. La epidemia estaba tan avanzada que resultó imposible el aislamiento inmediato de todo los casos".

Un hombre, J.D. Washburn prestó sus servicios en una unidad médica en Alabama durante la guerra y recordó su experiencia:

"Trabajamos muy duro desde las siete de la mañana, aproximadamente hasta recibir o dar de alta al último paciente, generalmente alrededor de las 10de la noche. Los hombres morían como moscas, y muchas veces nos quedamos sin cajones en donde enterrarlos, y teníamos que almacenar sus cuerpos en lugares frescos hasta recibir más cajones. Fue horrible".

Cuando se trata de pandemias, no hay un fundamento racional para creer que los primeros años del siglo 21 serán diferentes del pasado. Si se desata una pandemia, llegará a Alabama.

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Cumbre del Estado de Alaska

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
por el Honorable Mike Leavitt
Secretario de Salud y Servicios Humanos
13 de abril de 2006

La Gran Pandemia también afectó a Alaska.

Cuando la gripe pandémica se hizo incontrolable en los 48 estados continentales, el gobernador del territorio de Alaska, Thomas Riggs Jr., impuso una cuarentena marítima y restringió los viajes al interior del territorio. Habían mariscales estadounidenses en todos los puertos, en los inicios de los caminos y bocas de ríos. Se cerraron escuelas, iglesias, teatros y piscinas.

En Juneau, se les indicó a los residentes "guardar para sí mismos lo máximo posible". Fairbanks estableció estaciones de cuarentena, también custodiadas por mariscales. Se les hacía exámenes a las personas periódicamente para detectar la gripe, y si estaban saludables, se les daban unas bandas para el brazo con la leyenda "OK Departamento de Salud de Fairbanks". Se importó la vacuna de Seatle y se la distribuyó por toda el área, aunque, por su puesto no funcionó. En las aldeas aborígenes, los chamanes alentaron a las personas a plantar "árboles medicinales" que podrían protegerlos de la influenza.

Desafortunadamente, a pesar de estas precauciones, la influenza se diseminó por todo el territorio. La mitad de la población blanca de Nome se enfermó. Walter Shields, el Superintendente de Educación de Nome, fue uno de los primeros en fallecer. La población nativa de Nome fue diezmada,176 de los 300 habitantes nativos de Alaska de la región murieron.

Por doquier, familias nativas enteras estaban demasiado enfermas para mantener encendido el fuego y murieron congelados en sus hogares. Muchos de los que eran traídos a un hospital improvisado creían que era una casa de muerte, y por eso, en vez de venir se suicidaron. Spit the Wind, ampliamente considerado el conductor de trineo más grande de Alaka, murió a la edad de 25 años. Él sobrevivió una durísima expedición al Polo Norte en la cual se vio forzado a comer los cordones de sus botas para nieve, pero no pudo sobrevivir a la gripe.

El 7 de noviembre, el gobernador emitió unas directivas especiales para "Todos los nativos de Alaska". Se les pedía encarecidamente que se quedaran en sus casa y evitaran las reuniones públicas, algo que era anatema para sus vidas en comunidad. La pandemia arrasó a comunidades, matando aldeas enteras. Una maestra de escuela informó que, en su área "tres [aldeas] fueron arrasadas por completo, otras tuvieron un promedio del 85% de muertes.... El número total de muertes registradas 750, probablemente el 25% [de] este número murió congelado antes de que llegara la ayuda".

Debido a que estaban tan enfermos con gripe, muchos habitantes nativos de Alaska y otros se vieron incapacitados de cortar leña o parovisionarse de alces así que, después de que pasó la pandemia, muchos más murieron de hambre. Algunas personas se vieron forzadas a comerse sus perros tiradores de trineos, y algunos de esos perros se comieron a los muertos y a los moribundos.

Cuando se trata de pandemias, no hay un fundamento racional para creer que los primeros años del siglo 21 serán diferentes del pasado. Si se desata una pandemia, llegará a Alaska.

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Cumbre del Estado de Arizona

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
por el Honorable Mike Leavitt
Secretario de Salud y Servicios Humanos
6 de enero de 2006

La Gran Pandemia también afectó a Arizona.

El periódico más importante en esos tiempos era el Arizona Republican. La amenaza fue tan alta que no se publicó el periódico por un tiempo.

Un "Comité de Ciudadanos" conformó una fuerza policial especial y convocó a todos los "ciudadanos patrióticos" para que hicieran cumplir con las ordenenzas en contra de la influenza.

Cada persona tenía que utilizar una mascarilla en público. Aquellos que tosieran o salivaran sin cubrir sus bocas eran arrestados. Los republicanos describieron "Una ciudad de rostros cubiertos, una ciudad tan grotesca como un carnaval enmascarado".

A medida que la enfermedad hacía estragos, las personas recurrían a medicamentos inusuales.

Por ejemplo, Arizona había ratificado la Prohibición antes en el año (1918 de mayo) así que el superintendente de salud pública del estado recurrió a casi 10,000 pintas de whiskey de contrabando que había sido confiscado por la oficina del sheriff.

En dos días, las noticias sobre esa solución recorrió la ciudad, y la oficina del sheriff fue asediada tanto por ciudadanos como por médicos, todos ellos en búsqueda del "remedio".

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Cumbre del Estado de Arkansas

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
Por el Honorable John Agwunobi
Secretario Asistente de Salud
Departamento de Salud y Servicios Humanos
27 de julio de 2006

La Gran Pandemia también afectó a Arkansas.

El 4 de octubre de 1918, se registró un brote justo en el Condado de Lonoke. En pocos días se desató. La semana siguiente, el estado dijo, "Se han registrado epidemias graves en distintos puntos". A las dos semanas de haber aparecido la pandemia por primera vez, se diagnosticaban 1, 800 nuevos casos por día.

Uno de los afligidos fue James Geiger, el Funcionario del Servicio de Salud Pública del los EE.UU. en Arkansas. Él minimizó la amenaza al estado, posiblemente para evitar generar pánico, incluso después de que él contrajo la gripe y su esposa murió a causa de la misma.

La segregación hizo que los afroamericanos sufrieran cruelmente. Muchos no podían recibir la atención que necesitaban desesperadamente, ya que sólo podían ser atendidos por médicos y enfermeros de la misma raza. Está claro que los afroamericanos murieron en grandes cantidades, aunque que el estado hizo un trabajo deficiente en cuanto al registro del número de muertes.

Los soldados también sufrieron y murieron a causa de la gripe. Es probable que más habitantes de Arkansa hayan muerto por la influenza que en los campos de combate en Europa. Al menos 450 hombres de la fuerza aérea fueron afectados en las instalaciones de entrenamiento de aviación de Eberts Field en el Condado de Lonoke. Más de 3,500 soldados fueron afectados en el Campamento Pike en el Condado de Pulaski. Para evitar que la pandemia se disemine más, se cerró el campamento y se dispuso una cuarentena. Para disipar el pánico, el comandante del campamento insistió en que no se dieran a conocer los nombres de las personas fallecidas.

Nadie sabrá cuántas personas fallecieron en realidad durante la gran pandemia. Los registros están incompletos y muchos distritos rurales no dejaron ninguno, aún así los ecos del sufrimiento y la pérdida siguen presentes.

Si se desata una pandemia, llegará a Arkansas.

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Cumbre del Estado de California

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
por el Honorable Mike Leavitt
Secretario de Salud y Servicios Humanos
30 de marzo de 2006

La Gran Pandemia también afectó a California.

Los primeros casos se registraron en Beldevere y San Gabriel en el Condado de Los Angeles a finales de septiembre de 1918. A la semana siguiente, se registraron más de 500 casos.

En Los Angeles, los funcionarios de salud locales tenían optimismo. Dijeron, "Si se toman las precauciones necesarias, no hay motivos para alarmarse".

No pudieron haber estado más equivocados. La enfermedad se estaba propagando en todo el estado.

Dentro de dos días de emitirse esa declaración, las escuelas e iglesias se cerraron para evitar la diseminación de la enfermedad. Los teatros se cerraron, en algunos casos definitivamente, porque no pudieron resistir la pérdida de ganancias.

Para la primera semana de noviembre, se habían registrado más de 115,000 casos y cientos de muertes en todo el estado.

Se abrieron apresuradamente hospitales improvisados para afrontar el aumento repentino de pacientes que estaban sobrecargando el sistema del cuidado de la salud.

En San Francisco y en el resto del estado, los mandatos obligaban a utilizar mascarillas en público o de lo contrario se aplicaban multas o incluso encarcelamiento.

El periódico San Francisco Chronicle informó, "La persona que no utilice la mascarilla será aislada, sospechada y considerada como descuidada. Como una persona de recursos sin un prendedor del 'Liberty Loan' (préstamo de la libertad), se quedará sin amigos".

Se utilizó una rima para ayudar a las personas a recordar la ordenanza:

Obey the laws (obedezca las leyes)
And wear the gauze (y utilice la gasa)
Protect your jaws (proteja su boca)
From septic paws (de las manos infectadas)

Aunque la pandemia comenzó a perder fuerza en noviembre, los residentes todavía sintieron sus efectos a lo largo de la temporada de vacacones. Todavía se les pedía a los ciudadanos que realizaran sus compras de Navidad por teléfono en vez de trasladarse en persona hasta los negocios. Incluso se les pedía a los comerciantes que no lanzaran ofertas de temporada, ya que podrían atraer a multitudes.

Cuando se trata de pandemias, no hay un fundamento racional para creer que los primeros años del siglo 21 serán diferentes del pasado. Si se desata una pandemia, llegará a California.

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Cumbre del Estado de Connecticut

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
por el Honorable Mike Leavitt
Secretario de Salud y Servicios Humanos
2 de febrero de 2006

La Gran Pandemia también afectó a Connecticut.

Llegó el 11 de septiembre, enfermando al personal inferior de la Marina en New London. Sólo dos semanas después, se registraron 2,000 casos de influenza aproximadamente dentro y en los alrededores de la ciudad.

El 27 de septiembre, el Servicio de Salud Pública declaró, "la influenza se extendió hacia el este y sur del estado parece estar aumentando". Lo estaba. Tres días después, se registraron 9,000 casos. Una semana después, ese número se había duplicado. Luego se reduplicó, y reduplicó de nuevo. Para finales de octubre, un número estimado de 180,000 personas habían sido afectadas por la influenza.

Para ese punto, más de 300 personas habían muerto aquí en Hartford. El Hartford Golf Club se convirtió en un hospital de emergencias. Un funcionario del Servicio de Salud Pública de Hartford llamado F.S. Echols cayó con la pandemia. Una enfermera llamada Beatrice Springer Wilde contó la trágica historia de cuatro estudiantes de Yale que ella atendió. Ellos se habían enfermado mientras estaban viajando y decidieron bajarse del tren en Hartford. Sus últimos pasos los dieron desde la estación de tren hasta el hospital, porque dentro de veinticuatro horas, todos estaban muertos.

Las personas rogaban, y a veces exigían, que los atendieran. El periódico Hartford Courant informó que en el pueblo de New Britain (justo al sur de Hartford) un hombre bloqueó el auto de un médico local, insistiendo que viera a su hija. El médico dijo que estaba demasiado agobiado con casos para hacerlo. El enfrentamiento continuó hasta que el alcalde intervino y arregló que un médico viera a la hija del hombre.

Las personas de Boston no fueron tan afortunadas. La pandemia se estaba diseminando con igual ferocidad a través de Massachusetts y la situación en Boston era tan mala que las personas le rogaban a Connecticut que enviara médicos o enfermeras que pudiera tener de sobra.

No se podía enviar a ninguno. La emergencia era demasiado grave; la pandemia era demasiado agobiante. El Comisionado de Salud de Connecticut (John T. Black) se vio forzado a obligar a los médicos y enfermeros a permanecer en el estado.

En su punto máximo, la pandemia se cobró la vida de más de 1,600 personas en una sola semana. Pero el número total en Connecticut nunca se conocerá. Los registros están incompletos; la pandemia fue demasiado arrolladora. Pero sus ecos de terror, de sufrimiento y de pérdida siguen presentes.

Cuando se trata de pandemias, no hay un fundamento racional para creer que los primeros años del siglo 21 serán diferentes del pasado. Si se desata una pandemia, llegará a Connecticut.

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Cumbre Estatal de Delaware

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
Por el Honorable Alex Azar
Subsecretario de Salud y Servicios Humanos
21 de febrero de 2006

La Gran Pandemia también afectó a Delaware.

En 1918, Delaware era el cuarto estado más pequeño en los EE.UU. según su cantidad de habitantes, con sólo un cuarto de millón de personas. Además se ubicaba en el segundo lugar según su extensión geográfica entre los estados de la nación, después de Rhode Island.

A pesar de su tamaño reducido, en el otoño de 1918, se registraron miles de casos de la gripe española en Delaware, así como miles de muertes a causa de ella. Las cifras exactas de habitantes de Delaware afectados por la gripe nunca se conocerán, ya que nunca se hicieron los informes regulares al Servicio de Salud Pública de los EE.UU.

Dejando a un lado las cifras, sin embargo, Delaware tomó medidas para contener la gripe tal como lo habían hecho otros estados. El 3de octubre de 1918, el Consejo de Salud del Estado de Delaware se reunió en una sesión de emergencia para frenar la tasa de mortalidad por influenza. Cerraron la mayor parte del estado:

"Mientras que: En la actualidad se está desarrollando una muy grave pandemia de influenza en el estado de Delaware... para proteger la salud de todos los ciudadanos de Delaware... todas las escuelas, todos los teatros, todas las iglesias, todos los cines, todos los salones de baile, todos los carnavales, ferias y bazares, todos los salones de billar y pool, todas las boleras en todo el estado de Delaware se cerrarán y permanecerán así hasta próximo aviso".

Esta orden permaneció vigente durante más de tres semanas. Incluso estas prudentes precauciones no fueron suficientes para controlar la enfermedad.

Como la situación en Delaware empeoró, Delaware se vio tan agobiada que el Departamento de Salud intentó derivar a los pacientes con influenza a los hospitales de Filadelfia. La gripe, sin embargo, no conocía las fronteras entre estados. Filadelfia no pudo acudir al rescate de Delaware, ya que ellos también estaban completamente infestados por la enfermedad.

Muy cerca, en el Memorial Hospital en Nueva Jersey, John Kingsman, 36 años de edad, murió en la tarde de un lunes. Días antes, su hija de 17 años murió en el mismo lugar, y él nunca lo supo. Las personas que lo estaban cuidando no pudieron armarse de valor para decirle que, sólo una semana después de que su madre y hermanastro murieron en Dover, su hija adolescente también estaba muerta.

Cuando se trata de pandemias, no hay un fundamento racional para creer que el siglo 21 será muy diferente del pasado. Si se desata una pandemia, llegará a Delaware.

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Cumbre del Distrito de Columbia

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
por el Honorable Mike Leavitt
Secretario de Salud y Servicios Humanos
20 de marzo de 2006

La Gran Pandemia también afectó al Distrito de Columbia.

La ciudad estaba llena de gente contribuyendo al esfuerzo de la guerra, así que tan pronto como aparecieron los primeros casos, la situación se puso grave.

Eso sucedió alrededor de la última semana de septiembre. Luego la enfermedad se diseminó rápidamente. Más de 160 casos se registraron el 1° de octubre. Siete días después (8 de octubre), la gripe había atacado a más de 2,100 personas.

Los muertos empezaron a multiplicarse. Se registraron cuatrocientas cuarenta víctimas de influenza en la segunda semana de octubre. Más de 730 víctimas, la semana siguiente.

El Comisionado de Salud de DC, Louis Brownlow, enfrentó una escasez de ataúdes. Recurrió a secuestrar un cargamento de ataúdes que estaban pasando a través de la ciudad camino a Pittsburgh.

En la casa fúnebre Sardo (ubicada en el Distrito), Bill Sardo recordó que:

"Desde el momento en que me levantaba por la mañana hasta que me iba a acostar por la noche, tenía una sensación constante de miedo. Utilizábamos mascarillas de gasa. Teníamos miedo de besarnos unos a otros, de comer juntos, de tener cualquier tipo de contacto. No teníamos vida familiar, vida religiosa ni comunitaria. El miedo distanció a las personas".

Cuando se trata de pandemias, no hay un fundamento racional para creer que los primeros años del siglo 21 serán diferentes del pasado. Si se desata una pandemia, llegará al Distrito de Columbia.

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Cumbre del Estado de Colorado

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
por el Honorable Mike Leavitt
Secretario de Salud y Servicios Humanos
24 de marzo de 2006

La Gran Pandemia también afectó a Colorado.

Apareció por primera vez a fines de septiembre de 1918, cuando se informó acerca de unos 33 presuntos casos a la Universidad de Colorado. Hizo estragos en todo el estado durante el mes de octubre, enfermando a los habitantes de los valles y haciendo bajar a los residentes de pueblos ubicados en las montañas.

Más de 150 personas murieron en una sola semana aquí en Denver. Miles fueron afectadas (aunque las cifras reales no se conocen).

Una de esas personas fue Katherine Porter, quien más tarde adquiriría fama y aclamación (incluyendo un Premio Pulitzer) por sus cuentos cortos. Uno de sus trabajos más reconocidos fue Pale horse, Pale Rider (Caballo pálido, jinete pálido), un relato en ficción de su experiencia en la pandemia.

Porter contrajo influenza mientras trabajaba como periodista para el periódico Rocky Mountain News. No pudieron admitirla en el hospital al principio, porque no habían habitaciones. En vez de eso, la propietaria de su casa la amenazó con desalojarla y luego un inquilino desconocido la cuidó y atendió hasta que se desocupó una cama en el hospital.

Porter estaba tan enferma que sus colegas del periódico prepararon una nota necrológica y su padre escogió una parcela para su sepultura. Su experiencia cercana a la muerte cambió a Porter profundamente. Ella dijo después, "Simplemente dividió mi vida, la cortó así. Todo lo que sucedió antes fue una preparación, y después de eso yo había cambiado de algún modo extraño".

Las vidas de otros innumerables habitantes de Colorado también sufrieron un cambio.

Los residentes de Boulder experimentaron una cuarentena. También aquellas personas que vivían en la cuenca del San Juan (en el extremo sudoeste del estado). Se cancelaron todas las reuniones, incluyendo escuelas, eventos deportivos y salidas sociales. Los votantes al igual que los jueces tenían la obligación de utilizar barbijos quirúrgicos durante la elección de noviembre. Incluso estaba prohibido que las personas se reunieran para los funerales.

La ciudad de Silverton (ubicada al norte de Durango) perdió casi el 10 por ciento de su población, incluyendo a los empleados de las funerarias. Los ataúdes tuvieron que ser enviados desde Durango para poder cubrir la gran cantidad de muertos.

La pandemia finalmente desapareció dejando ecos de terror y sufrimiento y pérdidas en todo el estado.

Cuando se trata de pandemias, no hay un fundamento racional para creer que los primeros años del siglo 21 serán diferentes del pasado. Si se desata una pandemia, llegará a Colorado.

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Cumbre del Estado de Florida

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
por el Honorable Mike Leavitt
Secretario de Salud y Servicios Humanos
16 de febrero de 2006

La Gran Pandemia también afectó a Florida.

En 1918, la población de todo el estado de Florida era aproximadamente el cinco por ciento de lo que es hoy, menos de un millón de personas.

A pesar de esta escasa población, entre mediados de octubre y finales de noviembre de 1918, el estado informó miles de casos de la gripe española, como también cientos de muertes por ella.

Nunca se conocerá la cantidad exacta de floridanos afectados por la gripe, ya que nunca se enviaron informes regulares al Servicio de Salud Pública de Estados Unidos.

Florida reaccionó ante la gripe como muchos otros estados lo hicieron: Las ordenanzas de la ciudad autorizaron las cuarentenas y el uso de máscaras en público, las reuniones públicas fueron prohibidas y las escuelas e iglesias fueron cerradas.

Pero estas prudentes precauciones no fueron suficientes para controlar la enfermedad aún cuando fueron obedecidas.

En el otoño de 1918, un hombre de Ocala, FL, el Sr. Olson, viajó a Jacksonville, FL para realizar un trabajo de carpintería. Jacksonville estaba inundada de gripe en ese momento, y a pesar de una cuarentena en toda la ciudad y el uso de máscaras de gasa, Olson contrajo la gripe.

Impaciente por regresar a su ciudad natal y a su familia, pasó la cuarentena y tomó un tren de regreso a su casa llevando el virus con él. A pocos días de su regreso, había infectado a su familia y estuvo postrado en cama con su hijo. Olson se recuperó, pero otros no tuvieron la misma suerte.

En 1919, Carl Lindner, de ocho años de edad, compartió una habitación en el hospital del Condado de Marion con su primo de cinco años, Philip Townsend. Ambos habían contraído la gripe. Cuando el pequeño Philip se recuperó, le preguntó a las enfermeras dónde esta su primo. La única respuesta que éstas pudieron darle fue que Carl ya se había ido a su casa. No sabían cómo decirle a un niño de cinco años que su primo había muerto.

En tres semanas, el padre y el abuelo materno de Carl también fallecieron de la enfermedad.

Cuando se trata de pandemias, no hay un fundamento racional para creer que los primeros años del siglo 21 serán diferentes del pasado. Si se desata una pandemia, llegará a Florida.

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Cumbre del Estado de Georgia: suplemento histórico

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
por el Honorable Mike Leavitt
Secretario de Salud y Servicios Humanos
13 de enero de 2006

La Gran Pandemia también afectó a Georgia.

Probablemente llegó durante la primera semana de octubre de 1918, y luego se diseminó como un incendio arrasador por todo el estado. En sólo tres semanas, desde el 19 de octubre hasta el 9 de noviembre, hubo más de 20,000 casos y más de 500 muertes.

Los pueblos y comunidades fueron terriblemente afectados.

Augusta fue la ciudad más afectada del estado. Las capacitadas enfermeras no fueron suficientes para tantos necesitados y también fueron afectadas por la pandemia. Como consecuencia, los estudiantes de enfermería fueron puestos a cargo de los turnos en un hospital local. Los maestros fueron reclutados para desempeñarse como enfermeros, cocineros y empleados administrativos en un hospital de emergencia construido en un recinto ferial local.

En Athens, la Universidad de Georgia anunció la suspensión indefinida de clases.

En la ciudad de Quitman, se establecieron estrictas reglas para combatir la influenza, que afectaron casi todas las facetas de la vida:

Se adoptó una estrategia similar en Atlanta. El Municipio declaró una prohibición de las reuniones públicas por dos meses. Las escuelas, las bibliotecas, los teatros y las iglesias fueron cerrados.

Para mejor ventilación, se ordenó que los tranvías mantuvieran las ventanillas abiertas, salvo en caso de lluvia.

Pero a pesar de todas esas desesperadas medidas, la pandemia aún provocó una terrible cantidad de víctimas.

Las cifras finales de afectados en Georgia nunca se conocerán. Después de hacer sus informes iniciales, los funcionarios del estado estuvieron demasiado abrumados para decir algo más al Servicio de Salud Pública de EE.UU.

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Cumbre del Estado de Idaho

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
por el Honorable Mike Leavitt
Secretario de Salud y Servicios Humanos
27 de marzo de 2006

La Gran Pandemia también afectó a Idaho.

Los primeros casos fueron informados en el Condado de Canyon (al noroeste de Boise) el 30 de septiembre. En tres semanas, la enfermedad hizo estragos en todo el estado.

El Condado Franklin (ubicado en la esquina sudeste del estado) fue una de las zonas más afectadas por la pandemia. Uno de los residentes, Watkin L. Roe del diario Citizen del Condado Franklin, envió una carta a la Dirección General de Salud Pública, Rupert Blue (en nombre de "muchos ciudadanos destacados"), informando que la pandemia había afectado a alrededor de 1,300 de los 7,500-8,000 de residentes del condado y había matado a 31.

El Sr. Roe aceptó el consejo de la Dirección General de Salud Pública en dos puntos. Primero, quería saber si había "alguna efectividad en las vacunas y los sueros que los médicos están usando". Segundo, el Sr. Roe y sus conciudadanos se preguntaban si cerraban o no los lugares de reunión pública como escuelas, teatros y galerías, porque aunque temían contraer la pandemia, también temían la paralización de los negocios.

No se informa respuesta pero se sintieron inquietudes similares en todo el estado.

Los mensajes fueron a veces diversos ya que las personas se esforzaban por informar, no exacerbar. Por ejemplo, un titular del Rexburg Journal (del noreste de Idaho) leía "NO HAY LUGAR PARA EL PÁNICO", e incluso el mismo número incluía una orden de los funcionarios de la ciudad que ponía a la ciudad en cuarentena y prohibía todas las reuniones públicas.

El News of Sandpoint, de Idaho del Norte (norte-centro de Idaho), declaró que no había razón para alarmarse por la gripe, pero luego observó, como medida preventiva, que las escuelas serían cerradas por tiempo indefinido y las iglesias, los espectáculos y todas las reuniones públicas de todo tipo serían prohibidas. El diario además emitió una advertencia a los padres para alejar a sus niños de estaciones de ferrocarriles como precaución contra la infección.

Aunque probablemente esas medidas ayudaron, muchos habitantes de Idaho estuvieron aún afligidos.

En la ciudad de Paris (ubicada en el extremo sudeste del estado), el residente, Russell Clark, recordó que el índice de mortalidad fue alrededor del 50 por ciento. Clark dijo: "Hubo un sentimiento de depresión y tristeza porque los vecinos . . . estaban muriendo".

Nunca se conocerá la cantidad final de víctimas que se llevó la pandemia en Idaho. Pero quedaron los ecos del sufrimiento y las pérdidas.

Cuando se trata de pandemias, no hay un fundamento racional para creer que los primeros años del siglo 21 serán diferentes del pasado. Si se desata una pandemia, llegará a Idaho.

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Cumbre del Estado de Illinois

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
por el Honorable Mike Leavitt
Secretario de Salud y Servicios Humanos
17 de marzo de 2006

La Gran Pandemia también afectó a Illinois.

Chicago era entonces la segunda ciudad más grande del país y el centro ferroviario más grande del país. Como consecuencia, la enfermedad llegó a la ciudad rápidamente. Antes de que la enfermedad llegara a la ciudad, los superconfiados funcionarios de salud pública declararon: "Ahora tenemos la situación de la influenza española bajo control".

Luego llegó la enfermedad.

La influenza fue reportada en Chicago el 27 de septiembre. En dos semanas, se convirtió en epidemia en todo el estado. Ciudades como Kankakee y Rockford fueron tan afectadas como las secciones rurales y los distritos mineros.

Pero Chicago sufrió los impactos más espantosos. Mientras la pandemia hizo estragos, la ciudad vio un promedio de 12,000 casos nuevos cada semana. Más de 2,100 habitantes de Chicago murieron durante la segunda semana de octubre. Más de 2,300 murieron durante la tercera semana.

La ciudad se quedó sin coches fúnebres. Se publicaron carteles que prohibían los funerales públicos y limitaban los asistentes a los funerales a no más de 10, además del director de la funeraria, el pastor y los choferes necesarios. No se dejó ingresar a ninguna persona en las iglesias.

Un funcionario del Servicio de Salud Pública de EE.UU. llamado Jo Cobb, que estaba trabajando en el Hospital Marino de la ciudad, escribió a un amigo: "Nuestras camas se ocupaban tan rápido como se vaciaban".

Una enfermera de la marina, Josie Brown, que prestó sus servicios en el Hospital Naval en Great Lakes recordaba:

"Las morgues estaban llenas casi hasta el techo de cuerpos apilados uno arriba de otro. Los empleados de las funerarias trabajaban día y noche. Nunca podían darse vuelta sin ver un gran camión rojo cargado de ataúdes para la estación de ferrocarril para que los cuerpos pudieran ser enviados a sus casas. No teníamos tiempo de tratarlos. No podíamos medir la temperatura; no teníamos tiempo ni siquiera de tomar la presión sanguínea. Les dábamos un pequeño whisky toddy caliente; eso era todo lo que podíamos hacer. Tenían espantosas hemorragias nasales con eso. A veces la sangre corría por la habitación. Teníamos que salir del camino porque la sangre corría por encima de uno".

Cuando se trata de pandemias, no hay un fundamento racional para creer que los primeros años del siglo 21 serán diferentes del pasado. Si se desata una pandemia, llegará a Illinois.

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Cumbre del Estado de Indiana

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
por el Honorable Mike Leavitt
Secretario de Salud y Servicios Humanos
23 de marzo de 2006

La Gran Pandemia también afectó a Indiana.

La pandemia primero fue reconocida en el estado el 20 de septiembre de 1918. Fue informada en Evansville (extremo sudoeste de Indiana) el 25 de septiembre y en Indianápolis cinco días después. Para la semana del 11 de octubre, la influenza había sido informada en muchos lugares de todo el país.

Las personas hicieron todo lo posible para disminuir la diseminación de la pandemia. A fines de septiembre, el Departamento de Salud Pública del Estado de Indiana emitió una orden para todos los funcionarios de salud de los condados y las ciudades que los advierte de la pandemia, les recomienda medidas preventivas (como usar pañuelos descartables para estornudar o toser) y solicita la exclusión de aquellos que están resfriados de las reuniones públicas.

Una semana después, el Departamento de Salud Pública prohibió todas las reuniones públicas. Las iglesias estuvieron abiertas para rezar pero no para realizar grandes oficios religiosos. Se prohibieron los funerales públicos.

Evansville agregó una ordenanza que prohíbe escupir en la vía pública como otra medida. El diario local anunció remedios como Dr. Jones' Liniment, Mendenhall's Chill y Fever Tonic, y Father John's Medicine.

Se cerraron las escuelas en Indianápolis. Se les exigió a los ciudadanos que utilicen máscaras en tiendas y en tranvías, en oficinas y fábricas, en edificios públicos y teatros. Se prohibieron las fiestas y reuniones por Halloween para impedir que la ciudad sufra una epidemia peor.

Dichas medidas pudieron haber disminuido su crueldad. Durante la pandemia, alrededor del 12% de los habitantes de Indiana estuvieron afligidos por la gripe comparado con alrededor del 25% de todos los estadounidenses.

Pero la cantidad de víctimas en todo el estado fue aún grande. Para el momento en que la pandemia finalmente pasó, por lo menos 150,000 habitantes de Indiana habían estado aquejados de la pandemia. Alrededor de 10,000 habían muerto.

Las víctimas incluían una tal Sra. Estil Graffis y su esposo, que vivían en el Condado de Fulton (norte-centro de Indiana). Estil falleció un miércoles. Su esposó, el lunes siguiente. En una semana, la influenza había dejado huérfanos a sus tres hijos. Trágicas historias como la de los Graffis fueron comunes en todo el estado.

Cuando se trata de pandemias, no hay un fundamento racional para creer que los primeros años del siglo 21 serán diferentes del pasado. Si se desata una pandemia, llegará a Indiana.

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Cumbre del Estado de Iowa: suplemento histórico

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
por el Honorable Mike Leavitt
Secretario de Salud y Servicios Humanos
7 de febrero de 2006

La Gran Pandemia también afectó a Iowa.

La pandemia ya estaba diseminándose entre los soldados instalados en Iowa antes de comenzar a elevarse en la población civil. El 5 de octubre de 1918, los primeros casos de gripe fueron informados en Des Moines, y el mismo día, el Des Moines Tribune informó que los hospitales locales rechazaban cualquier paciente con gripe.

Después de sólo 25 casos confirmados entre civiles en Des Moines, la Dirección General de Salud Pública recomendó que la ciudad cerrara los teatros y otros lugares públicos para prevenir una pandemia.

Ya era demasiado tarde. En una semana, el Servicio de Salud Pública informó que hubo más de 8,100 nuevos casos de gripe (civiles y militares) y más de 70 muertes por ella, y la cantidad "parece estar aumentando".

La semana siguiente, se informaron más de 21,000 casos.

En Des Moines, se estableció una cuarentena general para toda la ciudad. Se cerraron las escuelas y también los teatros, los salones de pool y otros lugares de reunión.

Sin clases, a los maestros se les pagó por contribuir con el "trabajo de detección sanitaria". Esto significó ir de casa en casa para examinar afectados por la gripe.

Para el momento en que la pandemia finalmente llegó a su trayecto terrible, infinitas personas habían sido aquejadas. Nunca se conocerá la cantidad final de víctimas que provocó la pandemia en Iowa. Pero aquí siguen los ecos.

Cuando se trata de pandemias, no hay un fundamento racional para creer que los primeros años del siglo 21 serán diferentes del pasado. Si se desata una pandemia, llegará a Iowa.

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Cumbre del Estado de Kansas

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
por el Honorable Mike Leavitt
Secretario de Salud y Servicios Humanos
31 de mayo de 2006

La gran pandemia también afectó a Kansas. De hecho, es probable que haya comenzado aquí. A fines de enero y febrero de 1918, un médico del Condado de Haskell (ubicado en el extremo sudoeste del estado), observó un brote de casos graves de influenza.

El diario local, el Santa Fe Monitor informó (pasaje de La Gran Influenza):

La Sra. Eva Van Alstine tiene neumonía. Su pequeño hijo, Roy, ahora puede levantarse. . . . Ralph Linderman está aún bastante enfermo. . . . Goldie Wolgehagen está trabajando en la tienda de Beeman mientras dura la enfermedad de su hermana Eva.

Esa lista de los aquejados se alargó terriblemente en el otoño.

Se pensó que un soldado infectado del Condado de Haskell había llevado la influenza con él a Camp Funston, cerca de Fort Riley (alrededor de una hora en auto al oeste de Topeka). A mediados de marzo, un brote aquejó a más de 1,100 soldados, y mató a 38.

La enfermedad desapareció por un tiempo y luego regresó con ganas en el otoño. Apareció en Kansas en septiembre e hizo estragos en todo el estado durante todo el mes de octubre.

El primer informe oficial de la enfermedad se conoció el 27 de septiembre. Primero 1,000 personas fueron aquejados y luego, 10,000. Para mediados de octubre, más de 26,000 personas habían sido aquejadas por la gripe.

Un soldado de Camp Funston siguió los efectos de la pandemia por medio de cartas a su casa. El 29 de septiembre, escribió:

Estamos retrasados porque la "influenza", o como se llame, está en el campamento. Es como la neumonía y parece que es bastante mala. Es por lo menos suficientemente mala como para privarnos de nuestros pases.

Una semana después, el 6 de octubre, escribió: "Muchos de ellos iban al hospital de la base cada día y un gran número de ellos están 'ingresando'. Hay entre 6 y 7,000 casos en el campamento".

Dos días después escribió:

Aún estoy desempeñando el papel de "niñero", ¡ja, ja!. Un nombre que hemos inventado para la "niñera varón". El techo de nuestro hospital ha estado goteando en varios lugares y nos ha costado tiempo mantener a los pobres diablos en lugares secos.

Están manteniendo nuestras camas ocupadas con nuevos pacientes apenas enviamos a los viejos pacientes "bien, de vuelta a casa" o al hospital, medio muertos. No hubo tantos casos en las últimas 48 horas. Espero que todos se pongan bien pronto porque me estoy cansando del trabajo. No me gusta estar despierto todas las noches. Hoy hemos puesto en cama a seis más de los nuestros. No tenemos personal suficiente.

Y aún la epidemia hizo estragos. Los hospitales de Topeka y de otros lugares se desbordaron. Se abrieron hospitales de emergencia en Garfield School y Reid Hotel. Se abrieron dos enfermerías conectadas con Washburn College (en Topeka). El gimnasio de la escuela se convirtió en "un hospital de observación".

El Secretario del Departamento de Salud Pública del Estado hizo todo lo posible para contener la enfermedad al cerrar escuelas, iglesias y teatros, al poner en cuarentena a las casas con pacientes enfermos y al limitar la cantidad de personas en tiendas y de pasajeros en tranvías.

Pero la pandemia aún provocó una terrible cantidad de víctimas. Nunca se conocerá el costo final pero quedaron los ecos de las pérdidas.

Cuando se trata de pandemias, no hay un fundamento racional para creer que los primeros años del siglo 21 serán diferentes del pasado. Si se desata una pandemia, llegará a Kansas.

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Cumbre del Estado de Kentucky: suplemento histórico

Comentarios iniciales preparados para ser presentados
Por el Honorable Alex Azar
Subsecretario de Salud y Servicios Humanos
20 de enero de 2006

La Gran Pandemia también afectó a Kentucky.

Kentucky vio sus primeros casos de influenza durante la última semana de septiembre de 1918. Las tropas infectadas que viajaban en el ferrocarril de Louisville y Nashville pararon unas horas en Bowling Green, KY, donde transmitieron el virus a algunos ciudadanos del lugar.

Para cuando terminó la primera semana, Louisville ya había sufrido una cantidad aproximada de 1,000 casos de influenza.

La pandemia empeoró en las siguientes semanas. Louisville sola perdió 180 personas cada semana por la influenza durante la segunda y tercera semanas después de que llegó.

El 6 de octubre, el Departamento de Salud Pública del Estado de Kentucky anunció el cierre de "todos lugares de diversión, las escuelas, iglesias y otros lugares de reunión".

Como estuvieron prácticamente abrumados combatiendo la enfermedad, los funcionarios de Kentucky ni siquiera informaron los casos de influenza al Servicio de Salud Pública de EE.UU. hasta fines de octubre.

En ese momento, los funcionarios del estado informaron más de 5,000 casos de la gripe. Durante las próximas tres semanas, informaron 8,000 más.

El estado nunca pudo informar de fuentes fidedignas las muertes provocadas por la gripe en Kentucky, pero los informes de residentes en ese momento pintan un cuadro desalentador.

Por ejemplo, en el Condado de Pike, Kentucky, un minero llamado Teamus Bartley llamó a la epidemia: "El tiempo más triste que han visto en sus vidas".

Él y su hermano trabajaron en una mina de carbón cuando toda la familia de su hermano se contagió de la enfermedad. Teamus visitó a su hermano cada noche e informó lo que él vio:

"...cada, prácticamente cada porche, cada porche que había visto tenía--tendría un ataúd. Y los hombres cavaban tumbas y las minas tenían que cerrarse, no había ni un hombre, ni una, ni una mina que sacara un trozo de carbón o que tuviera trabajo. Estuve alejado de eso alrededor de seis semanas".

Más tarde, Teamus dijo que cada noche veía cuatro o cinco mineros e integrantes de sus familias morir en los campos.

Incluso a mediados de diciembre de 1918, Kentucky estuvo tan abrumada con la enfermedad que un funcionario de salud local envió un telegrama urgente al Director General de Salud Pública, Rupert Blue, en el que le solicitaba que el Servicio de Salud Pública de EE.UU. asuma la administración del trabajo de salud hasta que la influenza epidémica haya acabado.

Cuando se trata de pandemias, no hay un fundamento racional para creer que los primeros años del siglo 21 serán diferentes del pasado. Si se desata una pandemia, llegará a Kentucky.

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