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Ingreso a una muestra del estado atestada de gente.
Una probable reserva de influenza. El ingreso a una Muestra de Guerra del Gobierno de los Estados Unidos, 8 de septiembre de 1918, doscientas cincuenta mil personas asistió. [Crédito: La Biblioteca del Congreso]

El 27 de septiembre, funcionarios estatales informaron al PHS que numerosos casos de influenza habían surgido en Chicago y sus inmediaciones.

El 1 de octubre, el director médico del estado de Illinois envió un telegrama al PHS, en el que decía que "la situación en las comunidades adjacentes a la estación naval de Great Lakes muestra una tendencia a mejorar. La enfermedad se propaga a lo largo de las rutas más transitadas". El director era demasiado optimista. En ese mismo día, se denunciaron 374 casos en Chicago, con 14 muertes a causa de la influenza y 45 por neumonía. Para el 11 de octubre, el PHS fue obligado a reconocer que "entre quinientas y seiscientas municipalidades habían registrado casos". Para ese momento, la enfermedad ya era una epidemia en Chicago, Peoria, Kankakee y Rockford. Las comunidades rurales también habían comenzado a registrar casos.

El 25 de octubre, funcionarios estatales fallaron en enviar informes al PHS a pesar de que se les había pedido hacerlo. Esto se puede haber debido a que los funcionarios de salud estaban demasiado abrumados por la pandemia para llevar registros precisos. Una semana más tarde, el estado pudo enviar un informe para el estado. En ese momento, los funcionarios creían que "la epidemia estaba disminuyendo en la zona norte" del estado. Sin embargo, la pandemia se estaba "desarrollando rápidamente en la porción sur. Se decía que las secciones rurales y los distritos de minas de carbón habían sido fuertemente azotados". Chicago aún registraba más de diez mil casos nuevos cada semana. El número real de casos de influenza y muertes relacionadas con ésta probablemente era mucho más alto que el registrado. La epidemia alcanzó su apogeo con mayor probabilidad en Illinois durante la semana del 26 de octubre. Más de 40,000 casos nuevos de influenza se registraron para el estado durante esa sola semana.

Fotografía en blanco y negro de un teatro en Illinois con un cartel que decía: El Hombre del Año.
Chicago, Ill., Illinois c. 1890-1910. [Crédito: La Biblioteca del Congreso]

Como era el centro ferroviario más grande del país, Chicago era especialmente vulnerable. La influenza llegó a la ciudad y, desde allí, se propagó hacia el resto del país. A pesar de que Chicago debería haber sido reconocida como una ciudad especialmente vulnerable, los funcionarios de salud pública en ese lugar estaban superconfiados. Incluso antes de que la influenza haya afectado a la ciudad, los funcionarios se enorgullecían diciendo "tenemos la situación de influenza española bien controlada ahora". Por supuesto, esto no era así.

A pesar de que los funcionarios de Chicago sabían que las grandes reuniones ayudaban a propagar la influenza, los desfiles patrióticos seguían siendo comunes. Sin embargo, las personas que asistían a los desfiles tenían la precaución de regresar a su hogar inmediatamente después del desfile. Para minimizar el riesgo de infección, se les pedía a los asistentes que se quitaran todas las prendas, restregaran sus cuerpos secos y tomaran un laxante. Este enfoque falló en la prevención de la diseminación de la enfermedad.

Los pacientes que contraían influenza sufrían de varios síntomas extraños. El delirio era común. Una enfermera de Chicago encontró un niño de ocho años que deliraba, merodeando las calles en pijama. Cuando lo llevó de regreso a su hogar, descubrió que toda su familia estaba enferma. Sus cuatro hermanos tenían más de 104 grados de temperatura. Cuatro chicos, incluyendo al niño, tenían más de 104 de fiebre. Su padre, quien tenía una temperatura que superaba los 101 grados, le acabada de dar a su esposa una cucharada de aceite alcanforado en lugar de aceite de ricino, lo cual era su intención. El aceite alcanforado fue prohibido por la FDA en 1980 debido a que es venenoso.

No había tranquilidad para los muertos. La ciudad se quedó sin coches fúnebres. Los funcionarios de la ciudad declararon "no se realizarán funerales en Chicago para ningún cuerpo que haya muerto de cualquier enfermedad o causa alguna". No se harán velatorios o reuniones públicas de ningún tipo en relación con estos cuerpos. No se le permitirá a nadie, excepto familiares adultos y amigos sin superar las diez personas además del director de la funeraria, sus asistentes, el pastor y los choferes necesarios asistir a ningún funeral. Ningún cuerpo será llevado a ninguna iglesia o capilla para realizar servicios fúnebres en relación con dicho cuerpo.

El Comisionado de Salud de Chicago, John Dill Robertson, preocupado la posibilidad de que aquellos que escupían o estornudaban propagaran la enfermedad, ordenó a la policía a que "¡Arrestara a miles, si era necesario para evitar los estornudos en público!". El delito tomó un segundo lugar conrespecto a las preocupaciones de la influeza. Afortunadamente, las tasas de delito permanecieron bajas; la mayoría de los delincuentes de la ciudad estaban demasiado enfermos como para aprovecharse de este descuido en el mantenimiento del orden.

Multitudes de espectadores se sentaban en un auditorio al aire libre para ver un espectáculo.
Muestra de Guerra del Gobierno de los Estados Unidos, en Chicago, tuvo lugar el 3 de septiembre de 1918, tan sólo unas pocas semanas antes de que se informara del primer caso al PHS. [Crédito: La Biblioteca del Congreso]

Debido a que el número de casos de influenza comenzó a disminuir, el 6 de noviembre, el funcionario del PHS J.O Cobb, redactó una carta para el funcionario del PHS W.G Stimpson. Cobb señaló que numerosos doctores y enfermeras en el área de Chicago habían contraído la enfermedad debido a que no habían utilizado sus máscaras adecuadamente. No obstante, la verdad era que las máscaras no servían de mucho a la hora de impedir la diseminación de la influenza. Cobb también se quejó de que el hospital del PHS de Chicago tenía una necesidad tan extrema de reparación que el cuidado de los pacientes resultaba dificultoso. Notando que las "camas del hospital se ocupaban tan rápido como se vaciaban", Cobb explicó a sus superiores en Washington que había superado su presupuesto. En defensa propia, dijo "Estábamos conduciendo bajo una gran presión y no permití que los asuntos relacionados con gastos se interpusieran en el camino". A Cobb le preocupada especialmente los soldados que provenían de la clase alta: "Tenemos a hijos de gente adinerada desparramados por todo el país. Madres y padres vinieron de todo lados y hasta ahora sé que no se ha emitido ninguna queja, al contrario, numerosas cartas y expresiones de gratitud".

Afuera de Chicago, la situación era igualmente seria. Una enfermera de la marina, Josie Brown, tomó un Pullman desde St. Lous hasta el Hospital Naval en Great Lakes. Al llegar se horrorizó por lo que descubrió. En cada sala, todas las camas estaban ocupadas por soldados moribundos, quienes también yacían agonizantes en camillas junto a las camas. Brown, junto con otros miembros del personal del hospital, trabajaba 18 horas por día.

Al revisar la situación, Brown dijo "Las morgues estaban llenas casi hasta el techo de cuerpos apilados uno arriba de otro. Los empleados de las funerarias trabajaban día y noche. Nunca podían darse vuelta sin ver un gran camión rojo cargado de ataúdes para la estación de ferrocarril para que los cuerpos pudieran ser enviados a sus casas. No teníamos tiempo de tratarlos. No podíamos medir la temperatura; no teníamos tiempo ni siquiera de tomar la presión sanguínea. Les dábamos un pequeño whisky toddy caliente; eso era todo lo que podíamos hacer. Tenían espantosas hemorragias nasales con eso. A veces la sangre corría por la habitación. Teníamos que salir del camino porque la sangre corría por encima de uno". Brown estaba particularmente horrorizada por el sufrimiento, diciendo A cuando sus pulmones colapsaban, el aire quedaba atrapado debajo de la piel. Mientras enrollábamos a los fallecidos en mortajas, sus cuerpos crujían B- un horroroso ruido crujiente que sonaba como Rice Crispies cuando uno sirve leche sobre ellos.

La influenza se mantuvo en todo el estado durante el invierno y la primavera de 1919. En el verano, la enfermedad comenzó a desaparecer en Illinois.

Población en 1920:
6.48 millones. Chicago era la ciudad más grande del estado, con una población de 2,701,705. Peoria era la segunda ciudad más grande del estado, con una población de 76,121.

Demografía:
La mayoría de los residentes en el estado vivían en zonas urbanas.

Primer informe oficial de influenza:
La Salud Pública no solicitó que los estados informaran sobre la influenza antes del 27 de septiembre. Illinois informó por primera vez la presencia de la enfermedad el 1 de octubre.

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