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Adaptación normal y sus trastornos (PDQ®)
Versión Paciente   Versión Profesional De Salud   In English   Actualizado: 04/22/2009



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Los trastornos de adaptación






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Los trastornos de adaptación

Prevalencia
Curso
Problemas en el diagnóstico de los trastornos de adaptación
Tratamiento
        Psicoterapia y orientación individual y grupal
        Farmacoterapia

Los trastornos de adaptación, una categoría de diagnóstico del Manual de Diagnóstico y Estadística para los Trastornos Mentales de la Asociación Psiquiátrica de los Estados Unidos (DSM-IV),[1] se definen como reacciones a un factor de estrés psicosocial identificable (por ejemplo, el diagnóstico del cáncer) con un grado de psicopatología menos grave que los trastornos mentales diagnosticables como trastornos depresivos importantes o el trastorno de ansiedad generalizado y que aún “superan las expectativas” o resultan en “discapacidad importante en el funcionamiento social o laboral”.

Criterios para el diagnóstico de trastornos de adaptación

  • Criterio A. La aparición de síntomas emocionales o conductuales en respuesta a un factor o factores de estrés identificables que ocurren en el lapso de 3 meses del inicio de los factores de estrés.
  • Criterio B. Estos síntomas o conductas son clínicamente significativos según queda manifiesto por uno de los siguientes cuadros:
    • Aflicción marcada que supera las previsiones para la exposición al factor de estrés.
    • Incapacitación importante en el funcionamiento social o laboral (académico).
  • Criterio C. El trastorno relacionado con el estrés no satisface los criterios para otro trastorno específico en el eje I y no se trata meramente de una exacerbación de un trastorno preexistente del eje I o el eje II.
  • Criterio D. Los síntomas no representan sensación de pesar.
  • Criterio E. Una vez que el factor de estrés (o sus consecuencias) ha concluido, los síntomas no persisten durante más de 6 meses adicionales. Especifique los siguientes índices:
    • Agudo si el trastorno perdura menos de 6 meses.
    • Crónico si el trastorno perdura 6 meses o más.
  • Los subtipos específicos representan los síntomas predominantes e incluyen los siguientes cuadros:
    • Con estado de ánimo deprimido.
    • Con ansiedad.
    • Con combinación de ansiedad y estado de ánimo deprimido.
    • Con trastorno de la conducta.
    • Con alteración combinada de emociones y conducta no especificada.

 [Nota: Adaptación de la Asociación Psiquiátrica de los Estados Unidos, 2000.[1]]

Prevalencia

En la población general, los trastornos de adaptación se consideran comunes, a pesar de que las tasas de prevalencia varían por población estudiada. En estudios de muestras de la comunidad de niños, adolescentes y ancianos, las estimaciones de la prevalencia han oscilado entre 2% y 8%. En entornos de salud mental para pacientes ambulatorios, las tasas de prevalencia han alcanzado 10% a 30%; mientras que para los pacientes hospitalizados en nosocomios generales las tasas de prevalencia han alcanzado 12% de aquellos referidos para una consulta de salud mental.[1]

Aproximadamente todos los pacientes de cáncer experimentan lo que se puede considerar un factor de estrés identificable, puede ser el diagnóstico, el tratamiento, la recidiva o los efectos secundarios. La presencia de un trastorno de adaptación está determinada más por la respuesta del paciente al factor de estrés identificable y si esa respuesta se considera en exceso de las previsiones o produce incapacidad significativa, generalmente en funcionamiento social o laboral.

En un estudio [2] se evaluó a 215 pacientes de cáncer hospitalizados y ambulatorios seleccionados al azar en tres centros de cáncer diferentes y determinó que de este grupo un poco menos de la mitad (47% o 101 pacientes) cumplió los criterios para el diagnóstico para todo trastorno mental (criterios de DSM-III). De este grupo de 101, 68% (69 pacientes) cumplió los criterios para el diagnóstico para un trastorno de adaptación. Del total de 215 pacientes evaluados, se identificó que aproximadamente 32% satisface los criterios de diagnóstico para un trastorno de adaptación —la prevalencia más alta de cualquier categoría de diagnóstico—. Otros análisis [3] continuaron encontrando que los trastornos de la adaptación son el trastorno mental más común. En los pacientes de cáncer en estadio avanzado, la prevalencia oscila entre 14% y 34,7%; en los pacientes de enfermedad terminal, las tasas oscilan entre 10,6% y 16,3%. El estadio de la enfermedad, el tipo de cáncer, los procedimientos de diagnóstico utilizados y otras variables de los pacientes influyen en esta variabilidad en las tasas de prevalencia. En un estudio de mujeres con cáncer del seno sometidas a quimioterapia adyuvante, se encontró una tasa de incidencia de 36,1%.[4] En otro estudio con pacientes de cáncer japoneses que fueron derivados a un centro de cuidados paliativos, el 16,3% fueron diagnosticados con un trastorno de adaptación en el momento de su derivación inicial y 10,6% fueron diagnosticados con un trastorno de adaptación en el momento de ingresar al centro de cuidados paliativos. De los pacientes diagnosticados con trastornos de adaptación en el momento de la derivación inicial, 42% habían evolucionado a una depresión mayor en el momento de ingreso a la unidad y 42% no tenían diagnóstico.[5] Así que, parece seguro concluir que los trastornos de adaptación son los trastornos mentales diagnosticados con mayor frecuencia en el entorno oncológico.

Curso

Según se definió en los criterios para el diagnóstico, un trastorno de adaptación comienza dentro de 3 meses del inicio de un factor de estrés identificable y no dura más de 6 meses después de la interrupción del factor de estrés o su consecuencia. Hay dos especificaciones para diferenciar entre un trastorno de adaptación agudo (<6 meses) y un trastorno de adaptación crónico (>6 meses). El paciente de cáncer puede sufrir una secuencia de factores de estrés múltiples como el diagnóstico, el comienzo del tratamiento, los efectos secundarios del tratamiento, la conclusión del tratamiento y el retorno al trabajo. A menudo es difícil determinar la desaparición de un factor de estrés. No es inusual observar un trastorno de adaptación crónico que persiste dada la presencia de múltiples factores de estrés secuenciales. El trastorno de adaptación persistente también puede avanzar hasta convertirse en un trastorno mental más serio (por ejemplo, trastorno depresivo importante). Los trastornos de adaptación crónicos que perduran y avanzan a trastornos mentales de mayor gravedad parecen más comunes en niños y adolescentes que en adultos.[1] (Para mayor información, consultar el sumario del PDQ sobre Cuidado médico pediátrico de apoyo.)

Problemas en el diagnóstico de los trastornos de adaptación

Los trastornos de adaptación son una categoría intermedia entre la adaptación normal y un trastorno mental diagnosticable específico. En términos de su ubicación como parte de una jerarquía de trastornos mentales cada vez más graves, los trastornos de adaptación constituyen una categoría intermedia de la siguiente manera:

  • Trastornos mentales principales (por ejemplo, trastorno depresivo principal, trastorno de pánico, trastorno por estrés postraumático, trastorno de ansiedad generalizada).
  • Trastornos no especificados de otra manera.
  • Trastornos de adaptación.
  • Diagnósticos de problemas (por ejemplo, problemas de relaciones con la pareja, angustia, abuso físico de niños).
  • Fluctuaciones en el estado de ánimo que representan adaptación normal.[6]

Ha resultado difícil el encontrar instrumentos para la detección del trastorno de adaptación.[7,8] Esta condición intermedia y la falta de toda lista específica de síntomas representó una serie de problemas con la categoría de diagnóstico para los trastornos de adaptación.[6] La mayoría de los problemas se desprenden de la falta de especificidad y la subjetividad consecuente. Esta falta de especificidad se aplica tanto a los factores de estrés identificables como a la alteración marcada y la incapacidad significativa.

No hay criterios o pautas en DSM-IV a fin de cuantificar la naturaleza de los factores psicosociales de estrés. Si tenemos cuenta las diferencias individuales en las capacidades de adaptación, ciertos factores de estrés pueden ocasionar mucha tensión para un paciente y no ser tensionantes en absoluto para otro paciente. Sin pautas cuantificables para medir los factores de estrés, el diagnóstico es a menudo determinado por la naturaleza de la respuesta individual. Si una persona responde con trastorno marcado o incapacidad significativa en el funcionamiento, a menudo se presume que el acontecimiento de la vida fue un factor de estrés identificable. No obstante, la identificación de una respuesta que pone de manifiesto trastorno marcado o incapacidad significativa también carece de la especificidad y es de esta manera muy subjetiva. Muchos de estos términos para el diagnóstico son demasiado vagos para ser válidos o confiables; de este modo, hay una variación considerable en el uso de la categoría de trastorno de adaptación.

A pesar de estos problemas, la categoría de trastorno de adaptación no ofrece un medio para identificar una respuesta emocional o conductual ante la necesidad de tratamiento adicional. Los pacientes de cáncer a menudo confrontan variedad de factores de estrés y así se enfrentan al potencial de padecer un trastorno de adaptación.

Tratamiento

Psicoterapia y orientación individual y grupal

A pesar de que solo 1 estudio ha sido dirigido específicamente a una población de pacientes de cáncer diagnosticados exclusivamente con el trastorno de adaptación, diferentes estudios han revelado los beneficios de las intervenciones psicosociales con pacientes adultos de cáncer (por ejemplo, el metaanálisis).[9] Estas intervenciones han incluido tanto orientación individual [10] como grupal [11-13] y han utilizado una variedad de enfoques teóricos. En un ensayo clínico aleatorio para el tratamiento de los trastornos de adaptación, 57 pacientes con una variedad de tipos de cáncer, fueron asignados de forma aleatoria ya sea a una intervención psicoterapéutica conductual cognoscitiva enfocada en el problema por 8 semanas o a una intervención individual con consejería de apoyo, por 8 semanas.[14] Los resultados mostraron que aquellos que recibieron psicoterapia conductual cognoscitiva enfocada en el problema, mostraron un cambio substancial en su espíritu de lucha, en como lidiar con el cáncer, la ansiedad y su autodefinición de los problemas, tanto al concluir la intervención como al cuarto mes durante el seguimiento.

Las intervenciones cognitivas y conductuales se han estudiado ampliamente. Un enfoque cognitivo y conductual se basa en la idea que los síntomas mentales, emocionales e incluso físicos se desprenden en parte de los pensamientos, las sensaciones y los comportamientos de la persona, lo cual resulta en una adaptación deficiente.[15] Las intervenciones se centran directamente en los pensamientos, las sensaciones y los comportamientos de una persona con la meta de modificar estrategias específicas de adaptación y aliviar los trastornos emocionales. Las intervenciones cognitivas y conductuales incluyen una variedad de técnicas como las siguientes:

  • Capacitación para la relajación.
  • Biorretroalimentación.
  • Manejo de imprevistos.
  • Solución de problemas.[16]
  • Reestructuración cognitiva.
  • Distracción.
  • Interrupción de los pensamientos.
  • Superación a través de las aseveraciones propias.
  • Ejercicios de imágenes mentales.

La mayoría de los estudios han combinado una variedad de estos enfoques en una estrategia para el tratamiento que comprende componentes múltiples diseñados para mitigar síntomas específicos. Los enfoques cognitivos y conductuales tienden a ser intervenciones breves relativamente a corto plazo, bien adaptadas al entorno oncológico.[15,16] Un estudio [17] asignó de forma aleatoria a 382 pacientes con diferentes tipos de cáncer a uno de tres grupos: atención de rutina, educación profesional sobre el manejo de la tensión o manejo autoadministrado de la tensión. Los dos grupos de intervención recibieron entrenamiento sobre el manejo de la tensión que incluyó respiración abdominal, entrenamiento sobre relajación muscular progresiva valiéndose de imaginación guiada y autoinformes sobre cómo manejaba el problema antes del comienzo de la quimioterapia. El grupo de intervención dirigido por un profesional en la materia se reunió con un experto en salud mental quien les enseñó técnicas de manejo de la tensión en una sesión de 60 minutos. El grupo autoadministrado recibió un paquete con materiales de entrenamiento que incluía un video con instrucciones de 15 minutos de duración, un folleto de 12 páginas sobre cómo hacer frente a la quimioterapia y una cinta de audio con instrucciones sobre entrenamiento de relajación de 35 minutos de duración. Los resultados mostraron una mejoría en la calidad de vida sobre la atención ordinaria solamente en el grupo autoadministrado. El grupo dirigido por un profesional no mostró ninguna mejoría en la calidad de vida cuando se comparó con el de atención regular.

Un metaanálisis de 45 estudios de este tipo que investigan 62 comparaciones de tratamiento y control determinó efectos beneficiosos importantes en la adaptación emocional.[9] Las dimensiones del efecto beneficioso para la adaptación emocional oscilaron entre 0,19 y 0,28; con lo cual se indicó que el paciente medio de cáncer que recibe tratamiento estaba en mejor situación que 56,5% a 59,5% de aquellos pacientes que no recibían tratamiento. Estas intervenciones se han administrado en formatos individuales [10] y de grupo,[18] indicando los beneficios de la adaptación emocional a raíz de ambos formatos al concluir la intervención y en evaluaciones de seguimiento a 6 meses y 12 meses. Un enfoque novedoso, adaptó un formato de grupo de seis semanas a una estructura telefónica de llamada en conferencia para supervivientes de cáncer; hubo una alta aceptación y se vieron efectos modestos del tratamiento inmediatamente después de la intervención pero no durante el seguimiento a los tres meses.[19]

Otro estudio encontró que una intervención de comportamiento cognoscitiva para enseñar como resolver problemas, resultó eficaz al promover un mejor automanejo de los síntomas relacionados con el cáncer, especialmente en los pacientes con 60 años o menos.[20]

Farmacoterapia

No se ha realizado ningún estudio que haya estado dirigido a una población de pacientes de cáncer que hayan sido diagnosticados exclusivamente con trastorno de adaptación y para la que la intervención primaria fue alguna forma de farmacoterapia. Teniendo cuenta la naturaleza de los trastornos de adaptación, la experiencia clínica indica que, de estar disponible, debería llevarse a cabo una prueba inicial de orientación a corto plazo o psicoterapia diseñada para modificar o eliminar el factor de estrés identificado (y así mitigar los síntomas) esto debe intentarse antes de la farmacoterapia.[6] Como se mencionó anteriormente, algunas veces el trastorno de adaptación puede avanzar a un trastorno mental más serio (por ejemplo, trastorno depresivo principal) y así merecer que se tome en cuenta el uso de la farmacoterapia. Por otra parte, cuando el paciente no se beneficia de la psicoterapia a corto plazo, agregar un medicamento sicotrópico adecuado durante un período breve de tiempo (por ejemplo, 2–3 semanas en el caso de los ansiolíticos, 12 meses en el caso de los antidepresivos) puede facilitar la psicoterapia, con lo cual se permite al paciente emplear de mejor modo las estrategias para adaptación disponibles. El patrón específico de síntomas emocionales o conductuales determinará el tipo de medicamento psicotrópico a considerar. (Para mayor información, consultar los sumarios PDQ sobre la Depresión y el Trastorno por ansiedad.)

Bibliografía

  1. American Psychiatric Association.: Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders: DSM-IV-TR. 4th rev. ed. Washington, DC: American Psychiatric Association, 2000. 

  2. Derogatis LR, Morrow GR, Fetting J, et al.: The prevalence of psychiatric disorders among cancer patients. JAMA 249 (6): 751-7, 1983.  [PUBMED Abstract]

  3. Miovic M, Block S: Psychiatric disorders in advanced cancer. Cancer 110 (8): 1665-76, 2007.  [PUBMED Abstract]

  4. Morasso G: Screening adjustment disorders related to mastectomy and its treatment. New Trends in Experimental and Clinical Psychiatry 13 (1): 90-3, 1997. 

  5. Akechi T, Okuyama T, Sugawara Y, et al.: Major depression, adjustment disorders, and post-traumatic stress disorder in terminally ill cancer patients: associated and predictive factors. J Clin Oncol 22 (10): 1957-65, 2004.  [PUBMED Abstract]

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  7. Kirsh KL, McGrew JH, Dugan M, et al.: Difficulties in screening for adjustment disorder, Part I: Use of existing screening instruments in cancer patients undergoing bone marrow transplantation. Palliat Support Care 2 (1): 23-31, 2004.  [PUBMED Abstract]

  8. Kirsh KL, McGrew JH, Passik SD: Difficulties in screening for adjustment disorder, Part II: An attempt to develop a novel self-report screening instrument in cancer patients undergoing bone marrow transplantation. Palliat Support Care 2 (1): 33-41, 2004.  [PUBMED Abstract]

  9. Meyer TJ, Mark MM: Effects of psychosocial interventions with adult cancer patients: a meta-analysis of randomized experiments. Health Psychol 14 (2): 101-8, 1995.  [PUBMED Abstract]

  10. Greer S, Moorey S, Baruch JD, et al.: Adjuvant psychological therapy for patients with cancer: a prospective randomised trial. BMJ 304 (6828): 675-80, 1992.  [PUBMED Abstract]

  11. Telch CF, Telch MJ: Group coping skills instruction and supportive group therapy for cancer patients: a comparison of strategies. J Consult Clin Psychol 54 (6): 802-8, 1986.  [PUBMED Abstract]

  12. Penedo FJ, Dahn JR, Molton I, et al.: Cognitive-behavioral stress management improves stress-management skills and quality of life in men recovering from treatment of prostate carcinoma. Cancer 100 (1): 192-200, 2004.  [PUBMED Abstract]

  13. Goodwin PJ, Leszcz M, Ennis M, et al.: The effect of group psychosocial support on survival in metastatic breast cancer. N Engl J Med 345 (24): 1719-26, 2001.  [PUBMED Abstract]

  14. Moorey S, Greer S, Bliss J, et al.: A comparison of adjuvant psychological therapy and supportive counselling in patients with cancer. Psychooncology 7 (3): 218-28, 1998 May-Jun.  [PUBMED Abstract]

  15. Jacobsen PB, Hann DM: Cognitive-behavioral interventions. In: Holland JC, Breitbart W, Jacobsen PB, et al., eds.: Psycho-oncology. New York, NY: Oxford University Press, 1998, pp 717-29. 

  16. Allen SM, Shah AC, Nezu AM, et al.: A problem-solving approach to stress reduction among younger women with breast carcinoma: a randomized controlled trial. Cancer 94 (12): 3089-100, 2002.  [PUBMED Abstract]

  17. Jacobsen PB, Meade CD, Stein KD, et al.: Efficacy and costs of two forms of stress management training for cancer patients undergoing chemotherapy. J Clin Oncol 20 (12): 2851-62, 2002.  [PUBMED Abstract]

  18. Fawzy FI, Cousins N, Fawzy NW, et al.: A structured psychiatric intervention for cancer patients. I. Changes over time in methods of coping and affective disturbance. Arch Gen Psychiatry 47 (8): 720-5, 1990.  [PUBMED Abstract]

  19. Heiney SP, McWayne J, Hurley TG, et al.: Efficacy of therapeutic group by telephone for women with breast cancer. Cancer Nurs 26 (6): 439-47, 2003.  [PUBMED Abstract]

  20. Sherwood P, Given BA, Given CW, et al.: A cognitive behavioral intervention for symptom management in patients with advanced cancer. Oncol Nurs Forum 32 (6): 1190-8, 2005.  [PUBMED Abstract]

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