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The Healthy Marriage Initiative (HMI)

Hispanic Healthy Marriage Initiative (HHMI)

Pongamos término a la inequidad social en el matrimonio

Dr. Wade Horn

El debate actual sobre “cómo afianzar el matrimonio” ha reemplazado a la discusión anterior en torno al valor del matrimonio que se inició en las academias nacionales a mediados de los años 60. La mayoría de los estadounidenses reconoce ahora el valor del matrimonio como algo bueno para los niños, para los adultos y para la sociedad. Los estudios más recientes apoyan lo que el sentido común siempre sostuvo: que en promedio, los niños que se crían con sus propios padres en familias saludables y estables, disfrutan una mayor salud física y mental y tienen menor probabilidad de ser pobres. Tienen más éxito en la escuela, demuestran una tasa menor de deserción escolar y un número más reducido de embarazos. A su vez, tienen menor propensión de caer en el uso de drogas y de verse involucrados en delitos penales.

Los adultos, por su parte, también se benefician al tener matrimonios saludables y estables. Tienden a vivir una vida más larga, más saludable y tienen más recursos económicos. Al igual que una buena educación, el tener un buen matrimonio es un beneficio real. Los hombres casados ganan entre 10 y 40% más que otros hombres solteros de características similares, y las parejas casadas acumulan considerablemente más riqueza. Las parejas casadas, para cuando desean jubilarse, tienen como promedio bienes que suman dos veces y media más que los de otras parejas solteras. La cifra en el caso de cónyuges es de $410.000 dólares en comparación con $167.000 dólares en el caso de aquellas parejas que nunca se casaron, y $154,000 en el caso de personas divorciadas, según el libro The Case for Marriage (El caso a favor del matrimonio) de Linda J. Waite y Maggie Gallagher. La estructura familiar también tiene repercusiones en el proceso familiar. No sorprende ver que los niños disfrutan más las relaciones cariñosas y duraderas con sus padres, cuando sus mismos padres sostienen una relación cariñosa y duradera entre sí.

Pero si el matrimonio es un bien social, ¿podemos estar satisfechos con una situación en la cual tanto los niños como las comunidades se ven negados de sus beneficios? Una vez que se reconoce la importancia de un matrimonio estable y saludable, la pregunta es: ¿qué función puede y debe desempeñar el gobierno para ayudar a las parejas a lograrlo, en particular a aquellas que se encuentran en mayor riesgo? El Presidente Bush, en su Iniciativa de Matrimonio propone ayudar a las parejas a formar matrimonios duraderos y saludables, siempre y cuando deseen esta ayuda. La misión de la Administración para Niños y Familias, del Departamento de Salud y Bienestar Social, es la de respaldar actividades que ayuden a aquellas parejas que decidieron casarse a que desarrollen las aptitudes y los conocimientos necesarios para formar y mantener un matrimonio saludable.

Los críticos argumentan que a pesar de que las propuestas del Presidente Bush son bien intencionadas, simplemente no se sabe lo suficiente sobre cómo educar a los hombres y a las mujeres para el matrimonio, como para ofrecer tales programas. Sin embargo, aunque no sabemos tanto como quisiéramos, sí sabemos lo suficiente, basados en datos de la realidad, para señalar que los programas matrimoniales sí funcionan. Estos pueden ayudar a las parejas a encontrar mayor satisfacción en sus matrimonios, disminuir los conflictos y disminuir la probabilidad de que haya divorcio. Existe suficiente experiencia para iniciar proyectos de demostración bien estudiados por medio de la investigación práctica sólida, y dirigidos a ayudar a las parejas en riesgo para que logren desarrollar matrimonios saludables.

El Programa para la Prevención y para el Fortalecimiento de la Relación (o PREP, por sus siglas en inglés) es uno de estas iniciativas cuyos resultados positivos de largo plazo se ven confirmados por los datos obtenidos en la práctica. El programa PREP ofrece una secuencia de doce horas de breves charlas y discusiones sobre temas como la comunicación, manejo de conflictos, perdón, creencias y prácticas religiosas, expectativas, diversión y amistad.
Los estudios a largo plazo en parejas que participan en el programa PREP indican que existe una mejoría en la calidad del matrimonio y una disminución en el número de divorcios entre los primeros tres y cinco años. Luego del programa podían dialogar más eficazmente y señalaron tener menos conflictos que otras parejas que no tomaron parte en el programa. De igual forma, se denunciaron menos ocasiones de violencia física en los seguimientos efectuados en las parejas participantes, a los tres y a los cinco años después del programa.

Los datos de experiencias que se han publicado respaldan la efectividad del programa de Fortalecimiento de la Relación (RE). En dos días del fin semana, este programa RE les enseña a las parejas nueve estrategias para un matrimonio saludable que ponen de relieve cómo dialogar de manera eficaz, cómo responder con empatía y cómo resolver conflictos. Un estudio realizado en 90 esposos violentos (todos los cuales habían sido arrestados por cometer un delito de violencia con su cónyuge por primera vez) indicó que, ninguno de los hombres que se eligió al azar para recibir el programa de RE fue arrestado nuevamente por el mismo delito dentro del año siguiente, comparado con 20% del grupo que no participó en el programa y que sí fue arrestado.

El programa Transiciones a la Maternidad y Paternidad es un método especialmente prometedor centrado en torno a los nuevos padres de familia. Puesto que entre 30 y 60% de los cónyuges señalan que sus matrimonios no son tan satisfactorios después del nacimiento de su primer hijo, existe una necesidad de ofrecer programas de intervención en pro del matrimonio y de la relación en el caso de los padres que esperan un hijo por primera vez, o que recién se han convertido en nuevos padres, de acuerdo a Philip y Carolyn Cowan, psicólogos de la Universidad de California en Berkeley.

¿Cómo funcionan los programas de transición a la maternidad y paternidad? Parte de la respuesta está en el “proceso de normalización” que ocurre cuando las parejas de un grupo comparten sus frustraciones, alegrías, ansiedades y cambios de vida que acompañan el primer nacimiento. Las parejas con este tipo de apoyo social presentan menor probabilidad de definir los nuevos problemas de su relación como prueba de que sus matrimonios básicamente tienen fallas, y existe mayor probabilidad de que consideren dichas experiencias, simplemente aspectos normales de la vida familiar.

Otras estrategias comunitarias innovadoras que se han concebido a fin de mejorar los matrimonios aún no se han evaluado tan detalladamente o ilustrado en publicaciones periódicas de expertos, pero los datos preliminares nos permiten expresar prudentemente la esperanza de que estos métodos utilizados por la sociedad civil y grupos religiosos puedan contribuir al afianzamiento de los matrimonios y reducir el número de niños con madres solteras.

Salvamatrimonios (Marriage Savers), una organización sin fines de lucro cuyo objetivo es contribuir a las congregaciones locales a que puedan ayudar a los fieles de sus propias comunidades, ha sido una defensora y creadora destacada de la Política Matrimonial de la Comunidad (CMP, por sus siglas en ingles). De acuerdo a CMP, el clero local accede formalmente a no efectuar matrimonios sin requerir primero una preparación considerable de parte de las parejas. Esta organización, a su vez establece grupos de debate permanentes, como por ejemplo, las familias con hijos de distintos matrimonios y el asesoramiento matrimonial.

Primero lo Primero (First Things First, o FTF por sus siglas en inglés), que se constituyó en Chattanooga, Tennessee, en 1997 es otro ejemplo de un caso de iniciativa cívica sobre el matrimonio realizada en colaboración con organizaciones comunitarias y religiosas, fundaciones, gobierno, empresas privadas y escuelas, a fin de lograr sus metas orientadas hacia el trabajo con las familias. FTF ayudó a crear un proyecto piloto local de Plan de Educación y Crianza de Hijos después del Divorcio, el que ha sido ampliado por la legislatura local de modo que cubra todo el estado. FTF también ha lanzado una Iniciativa afroamericana sobre el matrimonio en asociación con Urban League y Front Porch Alliance.

¿Tienen repercusiones estas iniciativas cívicas? Si bien es cierto que es necesario realizar más investigación y evaluaciones, vale la pena hacer notar que entre 1996 y 2000 la tasa de divorcio en el Condado de Hamilton, Tennessee, bajó a casi un 17%. Desde 1997 el número de adolescentes no casadas que tienen bebés ha disminuido 21% (si bien el número de madres solteras en conjunto aumentó en un 5%).

Los programas que son eficaces comparten varias características comunes, entre ellas la de enviar un mensaje claro. Lo que funcionó para lograr reducir el número de embarazos en las adolescentes fue conversar con ellas sobre cómo evitar tener relaciones sexuales antes del matrimonio y por qué evitarlo.

Cuando hablamos de educación matrimonial, comenzamos desde una base de conocimientos mucho más amplia en cuanto a qué cosas funcionan, pero ciertamente visualizamos un proceso parecido: lanzar proyectos piloto (de demostración) basados en los conocimientos actuales y evaluar estos programas para averiguar qué es lo que da mejor resultado. Y el mensaje será claro: un matrimonio saludable hace una gran diferencia para los padres y para sus hijos.

Por cierto, muchos de los nuevos padres solteros, la mayoría de los cuales se ubican en el margen más bajo de la escala de ingresos, son candidatos potenciales para los programas sobre el matrimonio. En una encuesta representativa de todo el estado de Oklahoma, 72% de los adultos que recibe asistencia de bienestar social, cupones de alimentos o Medicaid señala que consideraría usar los servicios de educación matrimonial, comparado con 64% de los adultos que nunca recibió dicha ayuda. El 88% de los beneficiarios de ayuda concordó en que era una buena idea tener una iniciativa en todo el estado que fomentara el matrimonio y disminuyera el divorcio.

No sabemos tanto como quisiéramos sobre cómo ayudar a las parejas en riesgo a crear matrimonios saludables, pero esto no debe detenernos para tomar medidas al respecto. La necesidad existe y es hora de poner término a la disparidad del matrimonio entre los ricos y los pobres. Las personas que se preocupan por el futuro de esta sociedad, en cuanto a igualdad social, lucha contra la pobreza y bienestar de nuestros niños, no pueden simplemente esperar mientras estas discrepancias siguen aumentando.

Las familias de menores recursos merecen matrimonios buenos y saludables tanto como aquellas personas acomodadas. Una sociedad verdaderamente justa no puede permitir que las poderosas ventajas sociales y económicas de un buen matrimonio no sean aprovechadas por todas la población.

Wade Horn, Ph.D., es el subsecretario para niños y familias del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos.

 



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