Siempre que las células T y las células B se activen, algunas de ellas se convierten en células de "memoria". En la próxima ocasión en que una persona se encuentre con el mismo antígeno, el sistema inmunológico está preparado para destruirlo rápidamente. Ésta es una inmunidad activa debido a que el sistema inmunológico del cuerpo se prepara a sí mismo para los retos futuros. La inmunidad activa de largo plazo puede ser adquirida naturalmente por infección o puede ser adquirida artificialmente mediante vacunas fabricadas a partir de agentes infecciosos que han sido inactivados o, más comúnmente, a partir de porciones diminutas del microbio.
La inmunidad pasiva de corto plazo puede ser transferida artificialmente de una persona a otra por vía del suero rico en anticuerpos; similarmente, una madre le permite a un recién nacido adquirir naturalmente protección mientras está creciendo dentro de ella, donando sus anticuerpos y ciertas células inmunes. Ésta es inmunidad pasiva debido a que el recién nacido que está protegido no produce anticuerpos sino que los pide prestados.
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