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Charles Rangel, Congressman, 15th District

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August 16, 2007
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YA ES LA HORA DE SALIR DE IRAK

El teniente general Douglas Luter tenía que haber faltado su reunión de orientación con la Casa Blanca. Si no, ¿cómo podemos explicar los comentarios del nuevo dirigente de la política en Irak y Afganistán para la Administración Bush en el programa de radio publico ‘All Things Considered?’ ¿Cómo podemos explicar su acuerdo con lo qué yo y muchos han estado diciendo por años? Que nuestro ejército, aunque son los mejores en el mundo, están estirado tanto que tenemos que considerar el reclutamiento militar para asegurarnos de que continuamos teniendo una fuerza de la mejor calidad.

La verdad nunca ha sido el carácter más fuerte de esta administración.
La Casa Blanca sabe que si la mayoría de familias americanas tuvieran que enviar a sus hijos a la zona de guerra, este conflicto se terminaría y nuestros hombres y mujeres militares estuvieran en el primer vuelo de regreso. Las protestas para su vuelta sonarían más ruidosamente que siempre, en cada esquina de este país, de los campos de los suburbios y de las universidades hasta las salas de Wall Street.

Pero la ironía cruel es que nuestras fuerzas armadas ya son formadas por un forma de reclutamiento. Es un reclutamiento económico que engaña minorías, mujeres y blancos pobres en áreas rurales y urbanas con promesas de beneficios lucrativos que en algunos casos pueden alcanzar casi $40,000 dólares estadounidenses. Pregúntele a la oficina del Congreso Independiente del Presupuesto (conocido en ingles como el CBO). Como otros estudios gubernamentales que se tratan sobre la representación en los militares de los varios grupos económicos, el CBO concluyó recientemente que gente de las clases bajas y clase media están sobre representadas en la fuerzas armadas comparadas a su representación en la población en general.

Desafortunadamente, no hay cantidad de dinero que puede ocultar la realidad que cada día se pone mas difícil para convencer al público para ser parte de esta institución militar. La realidad es que los únicos americanos que hacen un sacrificio en esta guerra son los soldados y sus familias.

En vez de ocuparse de hechos sólidos, nuestro presidente quisiera que tuviéramos una fe indudable. Que no le demos importancia a los informes diarios o de la plétora de retirado generales y creer que su estrategia - lo que ha extendido los periodos de servicios de algunos soldados, el cual que ha obligado la guardia nacional a periodos de servicios de cuatro o cinco veces - está trabajando.

Pero esta fe no va regresarnos a héroes jóvenes como Juan Alcántara, el residente de 22 años de mi distrito congresional que fue matado la semana pasada en Irak. Él podría estar en su casa, viendo los primeros pasos de su hijita de un mes, si su periodo de servicio no hubiese sido extendido. Pero ahora, su familia y su país nunca sabrán las grandes alturas que hubiera alcanzado. No sabrán si él, como otro anterior miembro de la segunda infantería de Ft. Lewis, Washington, habría podido hacerse presidente del comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes estadounidense.

Ahora estos sueños nunca serán realizados debido a una guerra que nunca debíamos haber empezado. Una guerra la cual tenemos que encontrar una manera de terminar antes de nuestro propio empuje imprudente lleve a estos hombres y mujeres finos más allá de su punto de desempate. Si no lo hacemos, no sólo sería peligroso para nuestro país y para la seguridad del mundo. También sería una injusticia a ese grupo pequeño de americanos patrióticos que están en las primeras líneas, asegurando que la libertad que llevamos a cabo hoy es todavía algo significante mañana.

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