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La búsqueda de las causas


Una de las piezas más importantes para desentrañar el misterio del Alzheimer es determinar lo que causa la enfermedad. En primer lugar, ¿Qué hace que el proceso de la enfermedad empiece? ¿Qué es lo que empeora con el transcurso del tiempo? ¿Por qué aumenta el número de personas con la enfermedad con el aumento de la edad? ¿Por qué lo desarrollan algunas personas mientras que otras siguen siendo saludables?

Algunas enfermedades, como el sarampión o la neumonía, tienen causas específicas. Pueden prevenirse con vacunas o curarse con antibióticos. Otras, como la diabetes o la artritis, se desarrollan cuando los factores genéticos, el modo de vida y el medio ambiente colaboran para causar que el proceso de la enfermedad comience. La importancia de cada uno de estos factores quizá es diferente para cada individuo.

El Alzheimer encaja en este segundo grupo de enfermedades. Todavía no entendemos completamente lo que causa Alzheimer, pero sabemos que se desarrolla a causa de una compleja serie de sucesos que tienen lugar en el cerebro durante un largo período. Muchos estudios están explorando los factores que influyen en la causa y el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.

Factores genéticos que contribuyen a la enfermedad de Alzheimer

En los últimos años, el trabajo de detective realizado por los científicos ha resultado en el descubrimiento de enlaces genéticos involucrados con los dos tipos principales de Alzheimer. Uno de ellos, el tipo más raro, es la enfermedad de Alzheimer de aparición temprana o precoz. Afecta generalmente a las personas entre 30 y 60 años de edad. Algunos casos de este tipo de Alzheimer son hereditarios y se denominan Alzheimer familiar (FAD, por su sigla en inglés). El otro tipo es la enfermedad de Alzheimer de aparición tardía. Es la forma más común y ocurre en aquellas personas de 65 años de edad y mayores.


Los genes y la enfermedad de Alzheimer de aparición temprana o precoz

En las últimas décadas, los investigadores que trabajan con Alzheimer se han dado cuenta que algunos casos, en particular aquellos casos de Alzheimer precoz, se heredan en las familias. Esto los ha llevado a examinar muestras de ADN de estas familias para ver si tenían algún rasgo genético en común. Los cromosomas 21, 14 y 1 se convirtieron en el foco de atención. Los científicos encontraron que algunas familias tienen una mutación en ciertos genes en estos cromosomas. En el cromosoma 21, la mutación hace que se produzca una proteína precursora amiloidea anormal (APP). En el cromosoma 14, la mutación causa que se produzca una proteína anormal llamada presenilin 1. En el cromosoma 1, la mutación causa que otra proteína anormal se produzca. Esta proteína, llamada presenilin 2, es muy similar a la presenilin 1. Aunque sólo uno de estos genes heredados de uno de los padres contenga una mutación, la persona desarrollará inevitablemente Alzheimer precoz. Esto significa que en estas familias, los niños tienen hasta un 50 por ciento de probabilidades de desarrollar la enfermedad si uno de sus padres la tiene.

Aunque el Alzheimer precoz es muy raro y las mutaciones en estos tres genes no desempeñan una función en la aparición de la forma más común de Alzheimer, estos resultados fueron cruciales porque mostraron que la genética es en verdad un factor en la aparición de Alzheimer y ayudó a identificar a los actores claves en el proceso del trastorno. Además, comprobaron que las mutaciones en la APP pueden provocar Alzheimer, destacando la función clave de la beta-amiloidea en la enfermedad. Muchos científicos creen que las mutaciones en cada uno de estos genes causan una sobreproducción de beta-amiloidea perjudicial para el cerebro.

Los resultados también sentaron las bases para muchos otros estudios que han aumentado nuestros conocimientos y han creado nuevas posibilidades para futuros tratamientos. Por ejemplo, en los últimos años, una serie de experimentos sumamente complejos han revelado que la presenilin podría ser en realidad una de las enzimas (sustancias que causan o aceleran una reacción química) que la APP utiliza para formar beta-amiloidea (fragmento proteico que es el componente principal de las placas de Alzheimer). Este descubrimiento ha ayudado a aclarar cómo la presenilin participaría en las primeras etapas de Alzheimer. También ha dado a los científicos metas para crear nuevos medicamentos y ha estimulado nuevos estudios en el tubo de ensayo, en los animales y hasta en las personas.


Una historia genética diferente en la enfermedad de Alzheimer de aparición tardía

Mientras algunos científicos estaban centrados en la función de los cromosomas 21, 14, y 1 en la aparición del Alzheimer precoz, otros estaban buscando en otro lugar para ver si podían encontrar indicios genéticos de la forma de aparición tardía. Para 1992, estos investigadores habían reducido la búsqueda a una región del cromosoma 19. Al mismo tiempo, otros colegas estaban buscando las proteínas que unen a las beta-amiloideas. Estaban esperando aclarar algunos de los pasos de las fases iniciales del proceso de aparición de la enfermedad. Encontraron que una forma de una proteína llamada apolipoproteína E (ApoE) se unía rápida y firmemente a las beta-amiloideas. También encontraron que el gen que produce ApoE estaba ubicado en la misma región del cromosoma 19 especificado por los genetistas. Este resultado los condujo a sugerir que una forma de este gen era un factor de riesgo de la enfermedad de Alzheimer de aparición tardía.

Otros estudios desde entonces han revelado que el gen que produce ApoE viene en varias formas, o alelos—e2, e3 y e4. El alelo de e2 de APOE es relativamente raro y puede proporcionar algún tipo de protección contra la enfermedad. Si el Alzheimer se presenta en una persona con este alelo, la enfermedad se desarrollará en etapas posteriores de la vida. El APOE e3 es el alelo más común. Los investigadores piensan que juega una función neutral en la aparición de Alzheimer. El APOE e4 ocurre en cerca del 40 por ciento de todos los pacientes con Alzheimer que contraen la enfermedad en etapas posteriores de la vida, aunque no está limitado a las personas cuyas familias tienen antecedentes de Alzheimer. Los pacientes con Alzheimer que no tienen antecedentes familiares conocidos de la enfermedad tienen también mayores probabilidades de tener un alelo de e4 de APOE que las personas que no tienen Alzheimer. Docenas de estudios han confirmado que el alelo de e4 de APOE aumenta el riesgo del desarrollar Alzheimer. Estos estudios también han ayudado a explicar algunas de las variaciones en la edad en la se presenta la enfermedad. Sin embargo, la herencia de un alelo de e4 de APOE no significa que una persona definitivamente vaya a desarrollar Alzheimer. Algunas personas con un par de alelos de e4 de APOE nunca contraen la enfermedad y otros que sí desarrollan la enfermedad no tienen un alelo e4 de APOE.

Aunque todavía no se sabe exactamente cómo el e4 de APOE aumenta el riesgo de Alzheimer, una teoría es que cuando su producto proteico se une rápida y firmemente a las beta-amiloideas, la amiloidea, que normalmente es soluble, se convierte en insoluble. Esto podría significar que tiene una mayor probabilidad de depositarse y acumularse en las placas.

Mientras los científicos están trabajando para comprender más plenamente el gen de APOE y su función en la aparición del Alzheimer, también han identificado regiones en otros cromosomas que podrían contener factores de riesgo genéticos. Por ejemplo, en el año 2000, tres equipos de científicos, usando tres estrategias diferentes, publicaron estudios que revelaban que el cromosoma 10 tiene una región que puede contener varios genes que podrían aumentar el riesgo de desarrollar Alzheimer. La identificación de estos genes es un paso importante en el proceso de investigación que conducirá a comprender cómo los cambios en las estructuras de las proteínas hacen que comience el proceso de desarrollar la enfermedad y la secuencia de los eventos que ocurren una vez que la enfermedad se ha desarrollado. Una vez comprendidos estos procesos, los científicos pueden buscar nuevas maneras para diagnosticar, tratar o incluso prevenir Alzheimer.

El ADN, los cromosomas y los genes: El asombroso centro de control del cuerpo

El núcleo de casi todas las células humanas contiene una vasta base de datos de información química. Esta base de datos lleva todas las instrucciones que la célula necesita para cumplir con su función. Esta base de datos es el ADN. El ADN tiene forma de dos hebras largas, entrelazadas, similares a hilos envasados en unidades llamadas cromosomas. Cada célula tiene 46 cromosomas distribuidos en 23 pares. Los cromosomas están constituidos de cuatro productos químicos, o bases, organizados en diversos modelos de secuencia. Las personas heredan material en cada cromosoma de cada padre.

Cada cromosoma tiene miles de segmentos, llamados genes. La secuencia de las bases en un gen le dice a la célula cómo fabricar proteínas específicas. Las proteínas determinan las características físicas de los organismos vivos. También dirigen casi todo el aspecto de la construcción, operación y reparación del organismo. Aunque sean leves, las alteraciones en un gen pueden producir una proteína anormal, que, a su vez, puede conducir a la disfunción de las células, y con el tiempo, a las enfermedades. Cualquier cambio poco común en el ADN de un gen que causa una enfermedad se llama una mutación. Otros cambios más comunes (o frecuentes) en el ADN de un gen no causan automáticamente enfermedades, pero pueden aumentar las posibilidades de que una persona contraiga una enfermedad particular. Cuando esto sucede, al gen alterado o mutado se le denomina factor de riesgo genético.

el ADN de un gen
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Otros factores involucrados en la enfermedad de Alzheimer

Aunque la genética explica algo de las causas de la enfermedad, no lo explica todo. Por lo tanto, los investigadores han considerado otras posibilidades que podrían revelar cómo comienza y se desarrolla el proceso de la enfermedad de Alzheimer.


Beta-amiloidea

Todavía no sabemos si las placas de beta-amiloidea causan Alzheimer o si son un subproducto del proceso de la enfermedad. Sí sabemos, sin embargo, que la formación de beta-amiloideas de APP es un proceso clave en la enfermedad. Por eso, conocer más acerca de las beta-amiloideas es una parte importante en el curso de la investigación relacionada con el Alzheimer. Los investigadores están estudiando:

  • La naturaleza de la beta-amiloidea
  • Maneras en que podría ser tóxica para las neuronas
  • Maneras en que las placas se forman y se depositan
  • Maneras en que la beta-amiloidea y las placas podrían ser reducidas en el cerebro

Tau

Un nudo de la enfermedad de Alzheimer
Un nudo de la enfermedad de Alzheimer 

En los últimos años, los científicos han estado prestando mayor atención a tau, otro sello particular de la enfermedad de Alzheimer. Esta proteína se encuentra comúnmente en las células nerviosas del cerebro. En Alzheimer, tau experimenta cambios que provocan que se acumule anormalmente en filamentos enredados en las neuronas (para más información refiérase a la sección Un paseo a través del cerebro). Al estudiar tau y lo que puede salir mal, los investigadores han encontrado que las anormalidades de esta proteína son también fuente de otras enfermedades neurodegenerativas raras. Estas enfermedades, llamadas taupatías, incluyen demencia frontotemporal, enfermedades de Pick, parálisis supranuclear y degeneración corticobasal. Todas éstas comparten algunas características, pero también cada una tiene características propias que las diferencia entre ellas y de Alzheimer. Los signos característicos y los síntomas incluyen cambios en la personalidad, el comportamiento social y la capacidad para hablar; dificultades para pensar y tomar decisiones; coordinación y equilibrio deficiente; síntomas psiquiátricos; y demencia. Adelantos recientes incluyen el descubrimiento que mutaciones en tau causan una demencia frontotemporal llamada taupatía con parkinsonismo vinculada al cromosoma 17 (FTDP-17). El desarrollo de varios modelos de ratones que producen nudos de tau permitirá a los investigadores abordar muchas preguntas sin respuesta acerca de estas enfermedades. El desarrollo de un ratón “transgénico doble” que tiene tantos nudos tau como placas de beta amiloidea, también conducirá a extender las apreciaciones acerca de la enfermedad de Alzheimer.


Factores de riesgo cardiovascular

Varios estudios recientes han descubierto una conexión posible entre los factores relacionados con las enfermedades cardiovasculares y el Alzheimer. Uno de estos estudios ha revelado que los niveles elevados de un aminoácido llamado homocisteína, son un factor de riesgo de cardiopatías, y están asociados con un mayor riesgo del desarrollo de Alzheimer. La relación entre el Alzheimer y la homocisteína es particularmente interesante, porque los niveles sanguíneos de la homocisteína pueden reducirse mediante un aumento de la ingesta de ácido fólico y de vitaminas B6 y B12. De hecho, en otros estudios los científicos han mostrado que el ácido fólico puede proteger contra la pérdida de células nerviosas en las regiones cerebrales afectadas por el Alzheimer. Los investigadores también han encontrado que el uso de estatinas, el tipo más común de los medicamentos para disminuir los niveles de colesterol, está asociado con un menor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.


Daño oxidativo de los radicales libres

Otra área promisoria de la investigación se relaciona con una teoría de larga data sobre el envejecimiento. Esta teoría indica que con el transcurso del tiempo, el daño realizado por una clase de molécula llamada radical libre se puede acumular en las neuronas, causando pérdida de la función. Los radicales libres pueden ayudar a las células de ciertas maneras, como a combatir la infección. Sin embargo, demasiados radicales libres pueden dañar las células porque son muy activos y fácilmente pueden alterar otras moléculas vecinas, como las de las membranas de las células de la neurona o del ADN. Las moléculas resultantes pueden iniciar una reacción en cadena, liberando más radicales libres que pueden extender el daño a las neuronas. Esta clase de daño se llama oxidativo, y puede contribuir al desarrollo del Alzheimer al alterar la delicada maquinaria que controla el flujo de las sustancias dentro y fuera de la célula. Las características únicas del cerebro, incluyendo su alta tasa de metabolismo y las células de larga vida, pueden hacerlo especialmente sensible al daño oxidativo durante el transcurso de la vida. Algunos estudios epidemiológicos y de laboratorio indican que los antioxidantes de los suplementos alimenticios o de los alimentos pueden proporcionar alguna protección contra el desarrollo de Alzheimer. Otros estudios indican que los regímenes alimenticios bajos en calorías pueden proteger contra el desarrollo de la enfermedad al desacelerar las tasas metabólicas.


Inflamación

Otro conjunto de pistas acerca de las causas del inicio del Alzheimer es la inflamación en el cerebro. Este proceso forma parte del sistema inmunitario y ayuda a que el cuerpo reaccione a lesiones o enfermedades. La fiebre, la hinchazón, el dolor o el enrojecimiento en otras partes del cuerpo son a menudo signos de inflamación. Dado que las células y los compuestos que se sabe participan en la inflamación se encuentran en las placas de Alzheimer, algunos investigadores piensan que pueden desempeñar una función en el desarrollo del Alzheimer.

Sin embargo, difieren en si la inflamación es un signo bueno o malo. Algunos piensan que es perjudicial, que desencadena un círculo vicioso de eventos que en último término hace que las neuronas mueran. Las pruebas de muchos estudios apoyan esta idea.

Otros científicos creen que algunos aspectos del proceso inflamatorio quizá sean útiles—que forman parte de un proceso curativo en el cerebro. Por ejemplo, ciertos procesos inflamatorios pueden desempeñar una función al combatir la acumulación de las placas. Muchos estudios actualmente examinan las diferentes partes del proceso inflamatorio en forma más profunda y sus efectos sobre el Alzheimer.


Infarto cerebral

Todos hemos escuchado alguna vez los consejos para vivir una vida larga y saludable: comer bien, hacer ejercicio, no fumar, usar el cinturón de seguridad. Todos estos hábitos pueden ayudar a prevenir los ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y las lesiones. Este asesoramiento incluso podría tener alguna relevancia en la enfermedad de Alzheimer. Los resultados de un estudio a largo plazo sobre el envejecimiento y el Alzheimer muestran que los participantes que han tenido accidentes cerebrovasculares en ciertas regiones cerebrales tuvieron más síntomas de demencia que podrían ser explicados por el número de placas y de nudos en el tejido cerebral. Estos resultados indican que el daño a los vasos sanguíneos en el cerebro no sería suficiente para causar Alzheimer, pero que sí podrían empeorar los síntomas clínicos de la enfermedad de Alzheimer.

nudos en el tejido cerebral
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El Lado Humano de la Investigación Sobre la Enfermedad de Alzheimer

El Estudio de Órdenes Religiosas y el Estudio Sobre las Monjas: Vidas al servicio que siguen incluso después de la muerte.

Una manera en que los científicos han tratado de desentrañar el misterio de la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades complejas, como las cardiopatías o el cáncer, es comparar las características, los modos de vida y las tasas de enfermedades en diferentes grupos de personas. Este enfoque a menudo ha proporcionado indicios sobre el motivo por el cual algunas personas contraen una enfermedad y otras no.

Otra manera es estudiar a un grupo de personas con el transcurso del tiempo. La idea es que los datos recogidos durante años revelarán pistas importantes acerca de los orígenes de la enfermedad que está siendo investigada. El conocimiento adquirido también puede sentar las bases para un tratamiento a futuro o estrategias de prevención. El Framingham Heart Study (Estudio del Corazón Framingham) es un ejemplo famoso de esta clase de estudio. Ha seguido dos generaciones de los residentes de Massachussets durante 50 años, y sus resultados han revolucionado la manera en que pensamos, tratamos y prevenimos las enfermedades cardiovasculares.

El Instituto Nacional Sobre el Envejecimiento patrocina dos estudios sobre la enfermedad de Alzheimer que están usando este enfoque—pero con un ángulo único. Estos proyectos estudian miembros de comunidades religiosas.

Desde 1990, los científicos han estado trabajando con más de 650 monjas de la comunidad School Sisters of Notre Dame, que viven en diversas partes de los Estados Unidos. El estudio de las monjas es una ampliación de un proyecto piloto iniciado en 1986 con la comunidad de las School Sisters of Notre Dame en el convento de Mankato, Minnesota.

Desde 1993, los científicos también han estado investigando las capacidades mentales y físicas de las monjas mayores, los sacerdotes y los hermanos en el Religious Orders Study (Estudio de Órdenes Religiosas). Más de 30 comunidades religiosas en una docena de Estados están participando en este estudio.

Todos los participantes en ambos estudios acceden a realizarse exámenes funcionales físicos y mentales detallados cada año. Los voluntarios pueden pasar décadas en el estudio, repitiendo las pruebas cada año. Estos exámenes ayudan a los investigadores a conocer más a fondo los efectos sobre el cerebro de los trastornos del envejecimiento y de otro tipo, y la enfermedad de Alzheimer. Los participantes también acceden a donar sus cerebros al estudio cuando mueran. Esto permitirá a los investigadores comparar el valor de muchos años de información clínica y psicológica con los resultados de los exámenes del tejido cerebral después de la muerte. Estos voluntarios consideran su participación en estos estudios como una oportunidad maravillosa para seguir sus vidas de servicio a otros. Una participante en el estudio dice, “Se pueden quedar con mi cerebro. ¿Qué beneficio me reportará tenerlo cuando esté seis pies bajo tierra?”

El gran número de participantes matriculados en el estudio asegura que algunos voluntarios todavía tendrán función cerebral normal en el momento de la muerte. Otros habrán desarrollado señales clínicas de la enfermedad de Alzheimer. Aun otros tendrán otros trastornos neurológicos, como la enfermedad de Parkinson. Los exámenes anuales permiten a los investigadores detectar señales de la enfermedad de Alzheimer entre los participantes y rastrear, año a año, el progreso y el tratamiento de la enfermedad entre los que la desarrollan.

¿Pero por qué trabajar con órdenes religiosas? ¿Qué hay de especial acerca de ellas? Una razón por la cual los miembros de las órdenes religiosas son buenos participantes en estudios es porque a menudo viven juntos y tienen modos de vida, niveles educativos, rutinas y actividades diarias similares. Esto reduce las variaciones entre los participantes que dificultan la interpretación de los resultados de una investigación para los científicos. También se hace más fácil para el personal de estudio seguir el rastro de los voluntarios con el transcurso del tiempo y mantener información completa sobre ellos.

El trabajo con estos participantes ha permitido a los equipos de investigación explorar varias ideas apasionantes. Por ejemplo, el equipo de Religious Orders Study trabajó recientemente con sus participantes para examinar una hipótesis sobre “el uso y la pérdida” de la capacidad mental. En una evaluación inicial, los investigadores preguntaron a más de 700 sacerdotes y monjas acerca de la cantidad de tiempo que pasaban en siete actividades comunes que incluyen el procesamiento significativo de información: ver televisión; escuchar radio; leer periódicos o revistas; leer libros; jugar a los naipes, las damas y armar rompecabezas; y visitar museos. Después de seguir la pista a los participantes por 4 años y medio, los investigadores encontraron que, en promedio, el riesgo de desarrollar Alzheimer era un 47 por ciento inferior en aquellos participantes que realizaron estas actividades con mayor frecuencia que en aquellos que las hicieron con menor frecuencia. Las razones de este resultado no están enteramente claras, pero quizá sea que las actividades que estimulan el cerebro lo protegen de alguna manera. O, quizás existe otro mecanismo que fortalece las aptitudes de procesamiento de información para compensar las disminuciones relacionadas con la edad en otras áreas cognitivas.

El estudio tiene un tesoro particularmente rico para trabajar—las autobiografías escritas por las monjas cuando entraron a la orden. Estos registros personales proporcionan información básica sobre las vidas y las familias de cada monja y son una medida objetiva de la capacidad de cada una de pensar, recordar y presentar ideas por escrito. Los investigadores del estudio han encontrado una conexión fascinante entre sus aptitudes de redacción y sus capacidades cognitivas posteriores. El equipo de investigación realizó un análisis de las autobiografías para determinar la complejidad gramatical y la “densidad” de las ideas en cada una de ellas. Luego examinó el tejido cerebral de las monjas que habían muerto. Los investigadores encontraron que la mayoría de las monjas cuyo tejido cerebral mostraba señales significativas de Alzheimer había escrito autobiografías con complejidad gramatical y densidad de ideas bajas. Aunque las razones de este enlace no se comprenden plenamente, una capacidad lingüística mayor en la niñez puede proveer alguna protección contra las influencias que conducen al desarrollo de Alzheimer. 

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Page last updated Nov 25, 2008

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